En 1920 Alejandro de Grecia, defendiendo a su perro, fue mordido por dos monos, la herida se le infectó y 23 días después murió. Volvió del exilio a tomar el poder su padre, Constantino I, que de forma irresponsable declaró la guerra a Turquía, eso llevó a que Winston Churchill escribiera “un mordisco de mono causó la muerte de 250.000 personas”. Este es un ejemplo de que nunca sabemos hasta qué punto algo que ocurre es importante, y en los mercados tampoco. El otro día una decisión del Banco Central de Singapur llevó al $ a mínimos de 15 años contra el Yen y con ello impulsó al alza a bolsa, bonos, oro… a nivel planetario y esta semana la inesperada subida de los tipos de interés de China frustró la superación de los 11 mil puntos en el Ibex. Hay tanta correlación mundial que hay un clamor a favor de la coordinación de las políticas económicas de los diferentes países. Y es que muchos han expresado su decepción porque en la reciente reunión del FMI no se pudo llegar a un acuerdo, y esperan que en el próximo G-20 (el 11 y 12 de noviembre en Seúl pero cuya preparación comienza este fin de semana) puedan hacerlo. Pero en realidad ¿Hay posibilidades de que se pueda llegar a algo concreto?
Como recuerda Edward Hugh “En Japón la tasa de desempleo es del 5,1%, y en Alemania es de menos del 8%. Así que en Washington, no sin razón, se preguntan por qué los EE.UU. debe asumir más desempleo y un alto déficit por cuenta corriente sólo para mantener la condición de moneda de reserva global del dólar.” Los planes de Bernanke de inyectar tanto dinero de nuevo (Krugman, aunque apoya las medidas lo llama The Nipponization of Ben Bernanke) y que debilitan al $, como los de China de negarse a revaluar el yuan o los de Japón de intervenir directamente en el mercado de divisas son un importante factor de inestabilidad que no sabemos dónde nos puede llevar. En parte esto viene motivado por la dificultad de romper el círculo vicioso en el que están los tipos de interés: se desea una inflación moderada para reducir la carga de la deuda pero a la vez se consideran necesarios los tipos de interés muy bajos para seguir emitiendo barato nueva deuda y ayudar al crecimiento económico y a la salud de la banca. De esta forma la política monetaria está muy limitada. La debilidad de la moneda ha sido la opción elegida –un peligroso atajo a mi juicio- para poder conseguir crecimiento del PIB vía exportaciones. No deberíamos subestimar ni la llamada “forex wars” ni la guerra comercial en la que está englobada ni las tensiones geopolíticas que este conflicto puede ocasionar. Se avecinan nuevos problemas cuando aún colean los viejos. Hablando de problemas antiguos, respecto a la vivienda John Mauldin describe esta semana la situación en los EUA, país en el que ya se han terminado las ayudas y subvenciones especiales:
- El mercado de la vivienda aún no ha comenzado a recuperarse, y el descenso de los precios continúa.
- La industria de la construcción sigue deprimida y nos podemos olvidar de los millones de puestos de trabajo que creó los años “pre-crisis”
- La bajada de los tipos de interés de las hipotecas es muy limitada ya que los bancos se han vuelto más estrictos para dar crédito y sólo el 47% de los solicitantes tienen la posibilidad –por calificación crediticia- de obtener las mejores tasas de hipoteca.
- Debido al alto paro, no hay presión de la demanda para hacer subir los precios de la vivienda.