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La importancia de controlarse a uno mismo cuando invierte en bolsa

por Droblo 11 septiembre 2023
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La importancia de controlarse a uno mismo cuando invierte en bolsa 7

El bajo rendimiento que ofrecen las fórmulas de inversión tradicionales y la alta rentabilidad, en media, que se ha visto en las bolsas estos últimos años–ya decía A. Kostolany que “Sube la bolsa, acude el público; baja la bolsa, el público se marcha”- ha empujado a muchas personas a la inversión bursátil, tanto novatos como antiguos inversores que debido a la crisis habían dejado de lado “los mercados” y ahora vuelven con renovadas esperanzas. Si a eso sumamos que en general el que tiene dinero ahorra más y gasta menos, estamos viviendo un nuevo proceso de popularización de la bolsa en España. Siempre se ha dicho que ese era el momento más peligroso y hay un dicho sobre ello de J.D. Rockefeller: “Cuando mi limpiabotas invierte en Bolsa yo lo vendo todo” pero lo cierto es que internet ha democratizado tanto la información que no sé si es aplicable al momento actual. La cuestión es que, aprovechando eso, ahora hay mucha oferta de métodos para ganar en la bolsa y hay algunos tan milagrosos que ningún precio sería caro si son ciertos. Hace tiempo ya que critiqué a aquellos que venden fórmulas mágicas usando para ello una anécdota real:

En una ocasión un famoso alquimista escribió una obra titulada “Crisopeya o arte de fabricar oro” y se la presentó al papa León X, dando por hecho que una obra que enseña a fabricar oro tiene un valor inapreciable y esperando ser recompensado generosamente por hacer entrega de esta información a la Santa Madre Iglesia. Pero el papa León X le entregó al ilustre alquimista una bolsa vacía en pago por su obra. El alquimista pidió una explicación al pontífice y este le contestó: “No te doy la bolsa llena de monedas porque, sin duda, te será fácil llenarla aplicando tus conocimientos”

Pero eso no significa que todos los cursos y todos los métodos de inversión se deban despreciar, hay muy buenos profesionales que comparten su sabiduría con los demás y es justo que quieran cobrar algo por ello pero, además del problema de seleccionar bien, mi opinión es que los sistemas aprendidos de otros no suelen ser efectivos para la mayoría. Y cuento una anécdota personal: cuando yo empecé a dedicarme al trading en exclusiva en 2007 utilizaba un sistema propio que consiste en comprar cuando una media determinada se cruza con otra y vender cuando la segunda se cruzaba con la primera y, utilizando futuros, daba una rentabilidad constante que a mí me valía; pero suponía aguantar posiciones durante días lo cual empezó a ser muy peligroso según transcurría 2008 y menos rentable que hacer day-trading que es a lo que me cambié y a lo que me he dedicado hasta hace unos meses que me tomé un descanso. Nunca lo compartí con nadie pero un amigo que lleva un tiempo en paro y tenía unos ahorrillos me insistió mucho y como el año pasado el mercado parecía más tranquilo -y haciéndole jurar que utilizaría el máximo de volumen que yo le decía-  le pasé la “fórmula” para utilizarla y yo mismo estuve aplicándola durante un mes. Repito que es algo tan sencillo como comprar –en este caso fueron CFD´s del CAC- cuando pasa una cosa y vender cuando pasa otra, sólo conlleva pasar horas pendiente de un gráfico que te permita añadir esas medias. ¿Qué pasó? Que ganó algo pero 10 veces menos que yo y claro, le pedí repasar sus operaciones con las mías y no se parecían en nada, ¿Por qué? Por el factor humano, al final él operaba antes de la señal, solía deshacer los beneficios demasiado pronto y hacía operaciones que nada tenían que ver con el “sistema”. El caso es que siguió operando unas semanas más sin sistema (lo que yo llamo “trading intuitivo”) hasta que un día de alta volatilidad le pilló en el lado equivocado y no ejecutó el stop y se dobló y…. bueno, acabó echando las culpas a las maquinitas de alta frecuencia en lugar de a él mismo. Como dijo Van K. Tharp: “Bajo ningún concepto voy a controlar el mercado, así que tendré que conformarme con poder controlarme a mí mismo”

Con esto quiero decir que, en mi opinión, lo que vale para uno, especialmente si es alguien que lleva mucho años en esto y que por errores pasados ha aprendido a ser disciplinado, difícilmente le servirá a otro sin experiencia. De ahí mi escepticismo por los métodos. En esto, como en todo, no se pueden quemar etapas: hay que practicar con acciones antes de pensar en pasar a los derivados y probar los sistemas con cuentas demo antes de jugarse el dinero real, y cometer errores y aprender de ellos… y con todo y con eso, puede que tampoco funcione. De hecho, si el trading fuera tan sencillo como muchos “vende-cursos” dicen, estaría medio país dedicado a ello cuando la realidad es que es algo minoritario que suele provocar más pérdidas que ganancias según todas las estadísticas serias y las grandes instituciones financieras confían cada vez más en programas informáticos (que básicamente lo que hacen es calcular patrones a mucha velocidad) que en traders humanos. Otro tema son las pautas básicas para invertir en los mercados (no sólo bolsa) unos ahorros de sobra y sin tocar derivados, para ello internet, con un poco de selección, es una herramienta muy útil pero ojo, tampoco hay fórmulas mágicas. Vuelvo a recurrir a A. Kostolany, que decía: “No confíe usted en aquellos que han encontrado ya la verdad; confíe solamente en quienes siguen buscándola”

 

11 septiembre 2023 1 comenta
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9 anécdotas

por Droblo 18 agosto 2023
por Droblo

9 anécdotas 14

Cuenta Séneca que se propuso una vez en el Senado que los esclavos se distinguieran de los libres por el vestido. Inmediatamente se vio el peligro que amenazaba “si nuestros esclavos empezaban a contarnos”

Qué forma más sutil de describir el riesgo que podían correr los “libres” si los esclavos fueran conscientes de su número y de su fuerza y qué gran metáfora para nuestro tiempo.

Durante la Segunda Guerra Mundial el gobierno inglés mandó imprimir dos millones y medio de posters con el lema “keep calm and carry on”, es decir, “mantengan la calma y sigan adelante”.

Aparte de ser una muestra más de la famosa flema británica, ejemplifica muy bien lo que los gobiernos de todo el mundo han intentado que hagamos durante toda esta crisis: aceptar los problemas con resignación y seguir como si nada pasara, especialmente para que no bajemos el consumo.

En 1856 el barco que llevaba desde la Metrópoli a la Guayana inglesa los sellos se retrasó y ello llevó a que en la colonia emitieran unos propios de color magenta y que para evitar su falsificación, fueran firmados por los expendedores. Hoy uno de esos sellos de 1 céntimo está valorado en 1 millón de $. Entre medias ha habido varias ventas y varias compras, cada vez por más valor, aunque ha beneficiado a muy pocos.

Así de arbitrarios parecen los movimientos de la bolsa.

En el Medievo había una ley que determinaba que en caso de haber un homicidio no resuelto en una determinada localidad, el municipio debía pagar una multa al rey. Así, cuando los vecinos de un pueblo encontraban un cadáver en la calle con claras muestras de violencia, en lugar de confiar en encontrar al culpable, en ocasiones portaban al fallecido hasta un pueblo cercano, abandonándolo allí. De ahí viene lo de “echar el muerto” a otro.

Y en pleno siglo XXI nuestros políticos siguen igual: no buscan al culpable dentro porque es más fácil echar la culpa al de fuera.

Durante siglos en Gran Bretaña al que era moroso se le condenaba con la cárcel hasta el pago de las deudas. Es obvio que dicho pago se entorpecía con la estancia en la cárcel, por lo que muchas condenas se transformaban en cadenas perpetuas. Peor era el Derecho Romano por el cual el deudor respondía como prenda de sus deudas con él mismo y su familia. La mayoría de romanos influyentes tenían en su propia residencia una cárcel donde encerraban por un máximo de 60 días a los morosos sujetos por una cadena de hierro y con alimentación reglamentada de tan sólo una libra de harina diaria. Si no se cumplía con la deuda tras ese encierro, el acreedor tenía derecho o bien a ejecutar directamente al deudor, o bien a llevarlo al mercado de esclavos. Y si el deudor lo era de varios acreedores se le podía descuartizar para “repartirlo”.

Como vemos, el problema de la morosidad no es nuevo

Según Manuel J. Prieto durante la Edad Media los taberneros españoles que acudían a la zona de La Mancha para comprar vino lo probaban antes de comprarlo y los bodegueros, para colocar algunos de sus peores barriles, ofrecían antes al comprador un poco de queso manchego antes de beber, de tal forma que el fuerte sabor de este hacía que el vino no fuera debidamente catado. El vino con mal sabor no era detectado por el comprador porque tenía el paladar corrompido por el queso. Así, se pagaba más por un caldo peor, y de ahí viene la expresión “dársela con queso”.

Esta anécdota la hemos vivido este año en las dos convocatorias electorales.

El General Castaños por Navidad fue a una recepción con el Rey en palacio. Y a pesar de ser un día de diciembre, con el rigor térmico que esto conlleva, el General se vistió con el uniforme de verano. El Rey Fernando VII al verle así le preguntó cómo llevaba uniforme de verano con el frío que hacía, y con una fina ironía le contestó:: “Es que acabo de cobrar la paga de verano”

Como vemos, el problema de la deuda y de los funcionarios con recortes no es nada nuevo en la Historia de España.

El Conde de Romanones quiso entrar en la Real Academia y para ello hizo gestiones individuales con los miembros y todos y cada uno de ellos le aseguraron el apoyo. Cuando no salió elegido, preguntó los votos positivos y cuando le respondieron que ninguno pronunció la histórica frase: “Joder, qué tropa” que se ha convertido en expresión popular.

Hay que fiarse de los hechos, las palabras se las lleva el viento.

Adam Smith, el considerado “padre” del capitalismo, decía en “La riqueza de las naciones”:

“Rara vez suelen juntarse las gentes ocupadas en la misma profesión u oficio, aunque sólo sea para distraerse o divertirse, sin que la conversación gire en torno a alguna conspiración contra el público o alguna maquinación para elevar los precios. En rigor, es imposible impedir esas reuniones por medio de una ley viable, o que sea compatible con la libertad y la justicia. Pero si la ley no puede impedir que las gentes de la misma profesión se reúnan algunas veces, por lo menos no debe hacer nada para facilitarlas, y, mucho menos, para convertirlas en necesarias.”

Como vemos, claramente advertía en contra de los cárteles y los lobbies…me viene a la cabeza por ejemplo la OPEP o la patronal eléctrica española… pero además no he podido evitar acordarme también de la UE.

 

18 agosto 2023 1 comenta
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Los límites del crecimiento

por Droblo 4 agosto 2023
por Droblo

Los límites del crecimiento 21

Los humanos nos consideramos muy importantes porque el desarrollo evolutivo de nuestro cerebro ha propiciado que colonicemos todo el planeta Tierra y podamos enorgullecernos de ser los miembros más inteligentes del reino animal. Sin embargo, somos una especie muy joven, hace tan sólo 200 mil años que existe al homo sapiens y el primer homínido que usó una herramienta, al primero que podemos decir que destacó sobre los demás –el homo hábilis- lo hizo hace unos 2.3 millones de años. Para hacernos una idea de lo poco que es eso lo podemos comparar con los dinosaurios que vivieron unos 160 millones de años.

A pesar de nuestra juventud el humano es el único animal que tiene la capacidad de dañar a todo el planeta -un límite físico de momento insalvable para la Humanidad- con su actual nivel de desarrollo y lo puede hacer muy rápidamente. Hay una corriente que aboga por frenar el aumento de la población para que esto no ocurra. Malthus ya advertía de esto en 1798, en su obra “Ensayo sobre el principio de la población” en el que expresó que la población suele aumentar en progresión geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32, etc.) en periodos anuales, de tal modo que se dobla cada veinticinco años mientras que la comida lo hace en progresión aritmética por lo que llegaría un momento en el que se acabarían los alimentos. Obviamente, Malthus no tuvo en cuenta ni el progreso agrícola ni los diferentes factores que pueden influir en el crecimiento demográfico. Dejando a un lado el espinoso tema del control de la natalidad, que ha variado de las hambrunas y las guerras de tiempos pasados a la “voluntariedad” habitual en las sociedades más modernas, lo cierto es que hasta ahora la economía no ha parado de demostrarnos que es capaz de generar más y más crecimiento a pesar del aumento de población y de la finitud de los recursos. Y aunque hay un problema con el reparto, contra lo que pudiera parecer las cifras indican que, aunque el ritmo sea lento, el hambre en el mundo se está reduciendo. Y parece que sí es posible que haya suficiente alimento para todos incluso aunque seamos varios miles de millones de personas más a finales de este siglo. La cuestión es: ¿Será posible mantener la “calidad de vida” en el sentido occidental que todos conocemos? Simplemente la legítima aspiración de un tercio de la población mundial (indios y chinos) por alcanzar nuestro status de “consumidores” está encendiendo todas las alarmas ecológicas. Y sin un entorno natural adecuado, es más posible una crisis alimentaria.

Nos queda la duda de si la ciencia podrá ir más rápido que el aumento de la población mundial. La versión optimista es que siguiendo con la tónica del último siglo nuevos logros seguro aparecerán (mejores aleaciones, cultivos agrícolas marinos, motores más eficaces aún…) y que seguramente a los agoreros les ocurra como a Malthus y menosprecien la capacidad del hombre de superar los problemas. La versión negativa es que los años corren en nuestra contra y no vamos a llegar a tiempo al actual ritmo de consumo insostenible. El principal ejemplo es el petróleo: ¿Se encontrará un combustible que pueda hacer despegar a un avión antes de que éste se acabe? O sin irnos tan al futuro, ¿Será rentable volar al precio que costará extraer el crudo dentro de 50 años, cuando el tráfico aéreo indio y chino sea similar al de los EUA? Son preguntas sin respuestas absolutas a día de hoy si bien la tendencia actual parece ofrecernos un futuro en el que europeos y norteamericanos frenaremos nuestro consumo  -pero no de forma voluntaria por ecologismo, seguramente obligados por los precios y quizás por un menor crecimiento económico- mientras chinos, brasileños, indios etc. lo aumentarán. Difícil aventurar más y mucho menos adivinar el impacto ecológico de todo esto, más cuando una gran parte de la población se niega a ver los problemas que no le son inmediatos y cercanos, ¿Cómo si no entender la burbuja inmobiliaria en California cuando antes o después habrá un terremoto aún más devastador que el de Japón que puede sumerja una gran parte del estado en el océano Pacífico? Como dijo Christian de Duve, bioquímico inglés Nóbel de medicina en el año 1974:

“La selección natural acabará por destruirnos. Para que la selección natural nos pudiera ayudar a preservar nuestros recursos naturales, deberíamos haber desarrollado rasgos que nos permitieran sacrificar el presente por el bien del futuro. Hace falta sabiduría para sacrificar algo que supone una ventaja inmediata, a cambio de algo que será importante en el futuro, y la selección natural no hace eso. Solo “ve” lo que sucede en la actualidad. No se preocupa por tus nietos, o por los nietos de tus nietos

Mi mayor preocupación estriba en que la única forma de no estropear el planeta es reduciendo el consumo desmesurado algo que sólo haremos si hay una crisis muy fuerte –económica, energética o ambas- pero difícilmente reduciremos el desgaste de nuestros recursos naturales si finalmente encontramos una solución al problema del fin del petróleo y seguimos creciendo económicamente. Es decir: o hay una crisis enorme que modifique nuestros hábitos o la ausencia de esa crisis hará que deterioremos tanto el planeta que venga la crisis definitiva. El quid de la cuestión es que las sociedades no se han conformado nunca, fieles reflejos del espíritu humano de sus componentes. Jamás los humanos han decidido voluntariamente frenar su desarrollo, incluso luchando contra convencionalismos muy arraigados. Cuando la evolución científica ha ofrecido una nueva herramienta, la hemos acabado utilizando fuera “buena” o “mala” para el planeta o incluso para nosotros mismos (prueba de ello es el desarrollo de la tecnología armamentística). Evidentemente, si todos queremos más y partimos de lo mismo, sólo nos queda mejorar la productividad de lo que disponemos. Ese proceso ya se inició y ha ido desde reciclar la basura a la ingeniería genética (por ejemplo los polémicos transgénicos) pasando por el uso de mejores fertilizantes etc.. pero como aseguran los partidarios del decrecimiento dichas mejoras acaban provocando un mayor consumo por lo que por ejemplo lo que se ahorra con un motor de gasolina más eficiente se gasta porque se venden más coches. Es la paradoja de Jevons, según este científico los estados que a través de mejoras tecnológicas aumentan la eficiencia en el consumo de un recurso acaban aumentando el consumo total de dicho recurso en vez de reducirlo.

En cualquier caso, los dinosaurios nos proporcionan una esperanza cuando pensamos en nuestro fin como especie ya que desde que comenzó su extinción –parece ser que por un meteorito hace unos 70 millones de años – hasta que el último murió los científicos calculan que debieron pasar unos  2 millones de años, así que si ocurre alguna catástrofe planetaria, siendo más listos y adaptables que los dinosaurios, hay motivos para ser optimistas y no temer un fin cercano.

4 agosto 2023 13 comentarios
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Behavorial economics ¿Qué es?

por Droblo 5 abril 2023
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Behavorial economics ¿Qué es? 29

Ya sé que es muy difícil de pronunciar pero personalmente lo prefiero al término español: “economía conductual”. Siempre he sido un poco escéptico de dignificar con un nombre a algo que ya está presente en los análisis económicos desde siempre dado el carácter de ciencia social de la economía pero el premio Nóbel a Richard H. Thaler “referente de la integración entre economía y psicología”, lo ha puesto de moda. Yo ya he publicado muchos artículos aquí donde he hablado de ello, desde la relación entre la confianza en el futuro y el gasto del consumidor a lo relacionado con las inversiones, de lo diferente que es comprar o vender una acción no por lo que es la empresa sino por lo que le pasa por la cabeza al inversor. Pero este Nóbel, y otros como él, consiguieron crear unos análisis serios en los que de algún modo se podían medir esas relaciones.

Daniel Kahneman y Amos Tversky expusieron en un artículo publicado en 1979, una enumeración de las bases de la “prospect theory”, teoría de la perspectiva que desarrolla las normas de decisión en un universo de riesgos. Aquella teoría, origen de toda una corriente de investigación, otorgó a Daniel Kahneman el Premio Nobel de Economía en el año 2002. ¿Cuál era su argumento principal? La tendencia a comportarse de manera distinta cuando estamos en pérdida o en beneficio es tan intensa que las observaciones destacan una aversión a las pérdidas, siendo éstas dos veces más dolorosas que la satisfacción obtenida por los beneficios ¡para una misma cantidad de dinero! La aversión a las pérdidas acentúa la tendencia en la bolsa a conservar los «losers» (valores en pérdidas), ya que si vendemos un título en pérdida para comprar otro, aún recuperando la minusvalía, sentimos sólo la mitad de la decepción causada por la pérdida sobre el primer título. En efecto, en términos de satisfacción, ¡una minusvalía de 100 euros seguida de una plusvalía de 100 euros no equivale a un resultado nulo, sino a una pérdida de 50 euros!

Manuel Conthe en un artículo que escribió hace años se hacía la siguiente pregunta: ¿Por qué los inversores son reacios a vender acciones con pérdida y proclives a vender las que arrojan plusvalías? Y explicaba que la Teoría de la Perspectiva y la Psicología de las Finanzas lo atribuye a la forma en S de la función de valor; que refleja el valor marginal decreciente de ganancias y pérdidas. ¿Qué significa esto? Imaginemos, por ejemplo, que un inversor compró una acción en 50 euros. La acción ahora cotiza a 55 y existe la misma probabilidad que suba a 60 o que baje a 50. Pues bien, el valor atribuido a una plusvalía segura de cinco euros será mayor que el de una potencial ganancia de 10 con probabilidad del 50%. El inversor materializará, pues, su ganancia. Imaginemos ahora que esa misma acción cotice a 45 euros -con una minusvalía latente de cinco- y que exista la misma probabilidad de que suba a 50 o que baje a 40. Si vende, el inversor materializará una pérdida de cinco euros. Si no lo hace, su potencial minusvalía será de 10 euros con probabilidad del 50%. Enfrentando a esa desagradable tesitura, el dolor marginal decreciente de las pérdidas hará que prefiera conservar el valor. Efectivamente así es, tendemos a ser muy atrevidos cuando tenemos pérdidas pero tenemos una tendencia natural por nuestra psicología humana a cortar las ganancias, por una razón sencilla, porque soportamos mucho peor el dolor que el placer si lo recibimos en la misma dosis. Una conclusión que se sale del tema bursátil y que puede llevar a otras muchas reflexiones…

Aunque no es algo nuevo ni mucho menos, la relación entre psicología y economía no se tuvo muy en cuenta hasta finales del siglo pasado pero ahora es algo comúnmente aceptado ya que la economía también debe estudiar el comportamiento de los individuos cuando toman decisiones económicas. Pocos quedan que crean en la racionalidad de los agentes económicos tras tantas pruebas de lo contrario ya que por mucha información que se maneje, lo imprevisto sigue ocurriendo y lo subjetivo pesa más que los fríos datos. Basta con ver los vaivenes de los mercados financieros para dudar de los que defienden que no influye la conducta humana en la evolución de los precios. Otro tema es asumir que alguien, por muy Nóbel que sea, sea capaz de establecer un método fiable que nos sea útil para, por ejemplo, eliminar las crisis cíclicas. Por utilizar un ejemplo comprensible, saber y reconocer que la publicidad influye en nosotros como consumidores no significa que un publicista, por muy bueno que sea, sea capaz de salvar a una compañía de la quiebra con una campaña promocional estupenda porque no todo es predecible en el ser humano… y si así lo fuera sería triste.

Y es evidente que tenemos sesgos, y también lo es que es posible medirlos. Por ejemplo, en esta imagen podemos ver que incluso cuando nos preguntan por un número al azar del 1 al 10, tenemos preferencias

Behavorial economics ¿Qué es? 30

Pero si tratamos de múltiples variables, soy más bien escéptico. ¿Será posible con el Big Data poder calcularlo todo para predecir nuestro comportamiento? Desde luego para los que estamos en los mercados y tenemos un 50% de probabilidades de ganar o perder, es una ayuda tener unas estadísticas que aumenten el porcentaje de los aciertos aunque si creamos una estadística de nuestras reacciones y actuamos en base a ella, ¿no cambiaremos el patrón? Es por eso que aunque el tráding con algoritmos calculados con máquinas ultrarrápidas sea muy efectivo, no sea infalible y lo será menos cuanto más universalizado esté.

5 abril 2023 6 comentarios
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Recordando a nuestra querida Terra

por Droblo 31 marzo 2023
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Recordando a nuestra querida Terra 37

Los más jóvenes lectores quizás no recuerden el caso de Terra. Fue una filial de internet de Telefónica creada tras la compra de Olé -el primer buscador en castellano, curiosamente creado por un organismo público catalán- y que sacó a bolsa a finales del siglo pasado aprovechando el boom global de las “.com”. La salida batió todos los récords: el primer día de peticiones la demanda de acciones ya superaba en 77 veces a la oferta (incluso el tramo institucional superaba en 30 veces a la oferta) lo que obligó a Telefónica a cerrar antes de tiempo el periodo de subscripción. La decisión salomónica para la adjudicación fue aumentar levemente el número de acciones a emitir y asignar un prorrateo muy polémico que favorecía a aquellos inversores que habían realizado su petición el primer día y cuyo nombre de pila empezase por las letras “r, s, t, u, v, w, x, y, z y a” por ese orden (lo que originó polémicas reclamaciones ya que se acabaron las acciones en Ana María dejando fuera a muchas “Ana” ya que consideraron el Ana y espacio libre por delante del Ana seguido de una coma como muchos bancos habían elaborado el listado al estilo de “apellido, nombre” simplemente intercambiándolos). Con estos mimbres el precio inicial -11.81€- se vio superado en seguida: el 17 de noviembre de 1999 empezó a cotizar y subió en el 213.3% obligando a la Sociedad de Bolsas a ampliar rangos una y otra vez. En enero del 2000 entra en el Ibex y el 14 de febrero alcanza sus máximos históricos intradiarios: 157.65€ (el de cierre fue el 25 de febrero en 139.75€). Fulgurante su carrera en apenas 3 meses: con un pequeño porcentaje de acciones en el mercado superó en capitalización bursátil a Repsol, BBVA, Santander… En diciembre del 2000 ya cotizaba por debajo del precio de salida a bolsa pero debido a sucesivas ampliaciones había el doble de acciones emitidas –todas a un precio superior- que 13 meses antes.

Es una historia dura que debería estar presente en todo aquel que se acerque a la bolsa. No sólo porque es el ejemplo perfecto –y concentrado en poco tiempo- de burbuja y explosión de la misma, sobre todo porque eso ocurrió con la aquiescencia de la inmensa mayoría de analistas cuyos métodos siguen siendo los mismos a día de hoy. Aunque ahora nos parezca absurdo que un mediocre portal de internet llegara a valer tanto no olvidemos que fue una fiebre global. Había tal demanda que incluso el Ministerio de Economía el 22 de diciembre de 1999, con una Orden Ministerial, autorizó la creación de un segmento especial de negociación en las Bolsas de Valores, denominado Nuevo Mercado de Valores (Ibex Nuevo Mercado) para intentar crear un Nasdaq español (con Terra, TPI, Abengoa, Amper, Amadeus, Befesa, Indra, Radiotrónica, Tecnocom, Zeltia…) que en unos meses arruinó a casi todos sus participantes.

Especialmente sangrante fue el aluvión de recomendaciones de compra y supuestos soportes que todos encontraban los meses en los que Terra, tras subir más de un 1200% en menos de 60 sesiones, caía a plomo: todo eran oportunidades únicas de compra. Los mayores enganchados en Terra no fueron aquellos que compraron en la subida y no vendieron (animados por recomendaciones y precios objetivos de 200€ incluso de prestigiosos bancos de inversión norteamericanos) sino los que, celosos de haber perdido la oportunidad de invertir en algo tan rentable, compraron en la bajada: siempre había algún analista que recordaba la gran oportunidad que era comprar “porque internet es el futuro” y el rebote que tuvo en los 40€ -por ejemplo- hizo picar a muchísimos. Es decir, que hoy sabemos que aquello fue una burbuja pero mientras se hinchaba e hinchaba, todos participaban en ella sin saber que la estaban alimentando y cuando estalló, tampoco todos se convencieron de ello ni mucho menos. Por eso el que la mayoría niegue a día de hoy la burbuja bursátil de Wall Street –y en concreto del Nasdaq- no significa nada, podría seguir hinchándose o haber estallado ya y seguirían negándolo.

Volviendo a Terra, cuando aún no había estallado la burbuja global puntocom, en abril del 2000, comete la más errónea decisión de su corta historia: para intentar conseguir cuota en el mercado norteamericano compra Lycos, el tercer portal más visitado allí, por 12.500 millones de $ (pagando un sobreprecio del 56% respecto a cómo cotizaba en el Nasdaq el día que se hizo oficial, mucho más si tenemos en cuenta lo que se infló el precio desde meses atrás por el rumor acerca de la operación). En octubre de 2004 Telefónica revendió Lycos a una compañía surcoreana por 105 millones, menos del 1% de lo que costó su compra. Es un ejemplo de mala gestión empresarial,  no debemos olvidar que los que participaron en ella también se dejaron llevar. Por ejemplo, en la absurda y carísima compra de Lycos participó la empresa alemana Bertelsmann, el principal conglomerado de medios de comunicación de Europa. Es decir, no fue sólo Villalonga, que hasta ese momento había recibido -según criterio de la mayoría- un sobresaliente por la gestión de la recién privatizada Telefónica, recién convertida en una multinacional, el que pecó de ambicioso.

En cuanto a la acción, en mayo de 2003 Telefónica recompra las acciones que emitió a 5.25€ y como cotizaban por debajo, casi todos aceptaron. E hicieron bien ya que dejó de cotizar definitivamente el 15 de julio de 2005 a un cambio de 3.04€. Aún sin la compra de Lycos, aunque sólo fuera por contagio del desplome del Nasdaq, Terra también hubiera sido una mala inversión bursátil pero lastró significativamente las cuentas de Telefónica lo que ayudó a que el Ibex viviera 3 años seguidos de caídas (2000-2001-2002), algo que no se repitió hasta 2010-2011-2012 y que fue especialmente chocante para muchos ya que ocurrió cuando la economía española “iba bien”.

terraulo

En resumen, fue un error a todos los niveles y que muy pocos supieron ver. En esta historia podemos encontrar muchas semejanzas con la burbuja inmobiliaria española aunque a mi no me gusta mezclar un bien básico como la vivienda con una acción de bolsa pero si nos fijamos en lo que decían los analistas y en general el mundo financiero y los medios acerca de las inmobiliarias y constructoras que cotizaban en bolsa tanto en 2007 en la subida como en 2008 en la bajada, sí encontramos una similitud enorme. Y en el rebote –importado de Wall Street- de 2009 y en el desplome desde enero de 2010 hasta junio de 2012 lo mismo. A día de hoy nadie se explica cómo tantos fueron tan ciegos con Terra en el 2000 o con Colonial en 2007 y sin embargo, viendo las cotizaciones de algunos activos yo diría que no hemos aprendido demasiado desde entonces.

31 marzo 2023 4 comentarios
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Economía subjetiva: Drogas

por Droblo 14 noviembre 2022
por Droblo

Economía subjetiva: Drogas 44

Con tantos canales de televisión y la necesidad de tantas cadenas de emitir durante 24 horas no sólo repiten muchos programas, también compran producciones extranjeras realmente curiosas. He descubierto cómo han conseguido convertir en algo atractivo para el televidente –al menos para algunos- temas a priori aburridos como las vicisitudes de un negocio de tatuajes, de unos pescadores de langostinos e incluso las aventuras de unos agentes de embargo. Sin embargo, entre tanta “rareza” yo también me he sorprendido viendo de vez en cuando alguno y he disfrutado de él. Uno de los programas que suelo ver y que empecé a hacerlo como alternativa a los anuncios de los Simpsons mientras comía, es “Control de Aduanas”, un documental australiano que muestra el trabajo de los agentes de aduanas, desde la detención de ilegales –tanto de personas que trabajan en el país como pesqueros malayos que entran dentro de los límites fronterizos- a la detección de productos prohibidos que transportan los viajeros que llegan al aeropuerto pasando por los que los intentan introducir por correo. A veces algún turista lleva un pasaporte falso o un visado engañoso, otras intenta introducir un arma o comida que se considerada un peligro biológico pero la mayor parte de los casos están relacionados con las drogas. Droga que viaja en imaginativos compartimentos secretos de la vestimenta, del equipaje y hasta en el interior del viajero así como oculta en cuadros, lámparas, botones y todo tipo de objetos.

El caso es que tras pillar al infractor, el programa –supongo que por afán didáctico- cuenta cómo el que ha intentado traer drogas a Australia acaba pasando unos cuantos años en la cárcel. No sé el tiempo que tardan en filmar cada episodio pero da la sensación que muchos presos de Australia lo son por este tema. Y no tengo cifras exactas pero no dudo que en todo el mundo los casos serán millones. Millones de personas que pierden su libertad y millones de $ que se gastan en mantener en prisión a unas personas que sí, han hecho algo ilegal, pero que –al contrario que un ladrón o un asesino- no suponen, en principio, un peligro para la integridad física o económica de la ciudadanía. Y es que hay muchos productos que pueden hacer mucho daño –los coches por ejemplo y nadie critica a los concesionarios- pero al final es un tema de elección personal. Igual pasa con la prostitución: todos sabemos dónde está pero eso no significa que todos usemos sus servicios.

Yo he conocido en directo lo peor de la droga puesto que viví más de 20 años –y asistí al colegio y al instituto público- en una barriada–San Blas- cuando era uno de las zonas de Madrid donde más se consumía y traficaba. De hecho, esa experiencia me hizo asociar drogadicción y marginalidad. Quizás fuera así en los ´80 pero cuando empecé a trabajar y moverme en ambientes “de pasta” con colegas de otra extracción social me di cuenta que no es tan simple. Era habitual que muchos de mis compañeros se tomaran casi a diario 5 o 6 gin-tonics y luego se fueran a casa conduciendo y de hecho, con el tiempo me di cuenta que el alcoholismo dentro de los “ejecutivos” era algo muy típico. Poco tardé en descubrir también el afán por la cocaína de muchos profesionales del mundo financiero a comienzos de los ´90. Gente joven que de repente ganaba mucho dinero asociaba la calidad de vida con el “putas y coca a tutiplén”. Recuerdo en mi inocencia que recibí una invitación a una fiesta blanca que yo rechacé diciendo que no esquiaba…

Por los ambientes en los que me he movido podría haber sido un drogadicto pero no fue así y eso que yo, que soy una persona curiosa y de joven mucho más, algo he probado. Puede que fuera por suerte que no me volviera adicto pero está claro que no fue porque no fueran accesibles a pesar de su ilegalidad. Mi recuerdo con la cocaína por ejemplo fue muy divertido porque fue durante un acto sexual. También he probado algunos tipos de pirulas y no tuve ninguna mala reacción. Es más, una vez en un concierto de rock en una sala alternativa en Valencia con la entrada me dieron un trozo de bizcocho y una botella de agua y a mi me gustó tanto el bizcocho que tomé varios pedazos… sin saber que la masa contenía marihuana y me pasé toda la noche convencido de verle el aura a la gente. Es decir, para mi son experiencias que podría asociar a momentos divertidos y sin embargo no me he enganchado a nada, ni siquiera a los cigarrillos, que probé por vez primera con 9 años. Tenía motivos porque he vivido en ambientes “viciados” y tenido buenas experiencias pero no lo he hecho, creo que las drogas manipulan nuestra personalidad y nos restan capacidad de decisión y libertad y las desaconsejo pero ¿Por qué dar por hecho que si es legal se va a enganchar más gente si ya son accesibles? Yo pude ser un inconsciente pero lo fui porque estaban ahí y está más que contrastado el fracaso de la política represiva contra la adicción. Es más, probablemente sería más difícil de conseguir el producto si fuera regulado porque todos sabemos dónde conseguir drogas y sin embargo yo ignoro cómo conseguir un arma si no es en una armería lo que demuestra que con puntos de venta oficiales la oferta no sería tan amplia y no estaría tan a mano.

Y vamos al tema económico: el dinero que mueve la droga y la prostitución no va a desaparecer por más control policial que pongamos y debemos aprender de la experiencia de tantos y tantos años sobre ello. Pero podemos conseguir que cambie de manos: legalizar todas las drogas supondría un beneficio enorme para el fisco, similar al de sustancias nocivas similares como el alcohol y el tabaco y lo mismo vale para la regulación de la prostitución. Desde un punto de vista de salud pública, también es mucho mejor un control de calidad “farmacológico” de los productos -¿acaso no se hace ya con el reparto gratuito de metadona a los enganchados a la heroína?- y del buen estado “sanitario” de las mujeres que voluntariamente deciden alquilar su cuerpo. Y a esos beneficios hay que sumar una fuerte reducción de presos, que supone un ahorro de costes –tanto para el sector penitenciario como para el de seguridad policial y fronteriza- pero también una medida social, especialmente para acabar con el tráfico de mujeres. Siempre habrá –como pasa con las armas- algo de comercio ilegal y de mercado negro de drogas y prostitución pero sería mucho menor. En los EUA la Ley seca se derogó en 1933 tras 13 años de represión y los principales y más violentos delitos –como pasa hoy en día con las drogas ilegales- estuvieron en ese tiempo relacionados con la fabricación y el tráfico de licores. A día de hoy es anecdótico encontrar alguna destilería clandestina.

Y es que, al fin y al cabo, la droga está ahí, el que quiere encontrarla la encuentra –al igual que pasa con la prostitución- pero repito, elconsumirla es una decisión personal. Si alguien es lo bastante adulto como para tener un permiso que le permite conducir una máquina que puede matar –como un coche-, consumir productos que le provocan cáncer como el tabaco o entrar a una barra americana donde puede emborracharse o acostarse con una mujer que lo mismo está trabajando allí forzada ¿con qué argumento le vamos a negar que pueda fumarse un porro o meterse una raya de coca? Precisamente lo que hay que conseguir es que el consumidor no pueda abusar de su consumo regulando su venta, mejorar el producto para que no esté cortado con mata-ratas -y así se reduzca su efecto nocivo ya que muchas veces el peligro para la salud está más en el “relleno” que en la propia droga- y que no haga millonario a un delincuente sino que genere beneficios a la sociedad por la vía fiscal. Y si alguien tiene reparos, para eso tenemos la crisis: ¿no le sirve a los gobiernos de excusa para recortes sociales y subidas de impuestos? Pues qué mejor medida que una que supone un avance social, menores gastos y mayores ingresos…

14 noviembre 2022 51 comentarios
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