La figura de este escocés nacido a finales del siglo XVII tiene algo de personaje literario de novela de aventuras: hijo de un banquero o un joyero (según las fuentes), jugador empedernido, de gran atractivo físico, mató en un duelo de honor al marido de su amante (que se dice años atrás lo había sido del rey Guillermo III de Inglaterra) y eso le llevó a huir a Amsterdam, la entonces capital de la innovación económica. Hacía ya 100 años que en esa ciudad existían las sociedades accionariales de responsabilidad limitada (lo que hoy conocemos como acciones de bolsa), inventadas para poder financiar los mercaderes de forma conjunta la construcción y equipamiento de barcos que hicieran los largos y peligrosos viajes a las Indias, ya que los onerosos rendimientos requerían una amplia inversión. Con lo que aprendió allí elaboró unas ideas propias (¿por qué limitar el número de acciones a la venta, porque no crear un banco público que emitiera el dinero que hiciera falta?…) que supo llevar a cabo en Francia, país en el que llegó a ser el más querido y el más odiado en pocos años y que le hizo rico y también acabó convirtiéndolo en un fugitivo que murió en Venecia, según algunos en la casi indigencia, según otros invirtiendo su amplio capital en obras de arte, siempre sin dejar de jugar a las cartas como en su juventud.
En su tumba en Venecia dice:
En honor y memoria de John Law de Edinburgo, el más distinguido tesorero de los reyes de Francia.
¿Qué hizo a este personaje tan controvertido y por qué ocupa hoy un lugar en un blog de economía?