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La inversión en capital humano

Toda inversión parte desde el mismo punto de partida, desembolsar o inmovilizar unos recursos presentes con la esperanza futura de obtener un beneficio. La inversión en capital humano se refiere a los gastos de escolarización, educación superior, máster, y demás cursos que aporten los conocimientos para desarrollar un trabajo específico. En el concepto capital humano, debemos incluir aquellos conocimientos y aptitudes adquiridos durante las prácticas en una empresa o la obtenida durante el ejercicio de nuestra vida laboral.

La importancia del capital humano queda descrita perfectamente en el libro «La riqueza de las naciones» de Adam Smith cuando describe el capital global de un país Smith hace una especial mención a las capacidades adquiridas y útiles de los habitantes o miembros de la sociedad y argumenta «la adquisición de talentos, merced a la manutención de quien los adquiere durante su educación, estudio o aprendizaje, siempre comporta un gasto real, que podríamos decir que está fijo en su persona. Esos  talentos integran fortuna, pero también la de la sociedad a la que pertenece. La mayor destreza de un trabajador puede ser considerado igual que una máquina o medio de producción que facilita y abrevia trabajo y que, aunque supone un cierto gasto, lo reembolsa con un beneficio».

Podemos diferenciar entre tres agentes económicos a los que les puede interesar la inversión en capital humano.

Desde el punto de vista del trabajador: En términos de rentabilidad se estima que invertir en capital humano proporciona una rentabilidad entre el 10% y el 15% anual, muy superior a la evolución de otros activos como pudieran ser la vivienda. Por ese motivo, tiene sentido la posibilidad de financiar los estudios a través del endeudamiento, ya que con los ingresos futuros derivados de la actividad laboral el trabajador puede amortizar el préstamo adquirido.

Desde el punto de vista de la empresa: Las empresas tienen el incentivo de formar a sus trabajadores para así incrementar la productividad, su competitividad en el mercado y consecuentemente sus beneficios empresariales. Sin embargo, en este supuesto pueden suceder externalidades negativas para la empresa ya que pudiera suceder que después de formar a un empleado, éste abandonara la actividad laboral en dicha empresa y se incorpore a la competencia.

Desde el punto de vista de la Administración Pública: Los intereses de la Administración, pueden ser enfocados desde el punto del bienestar social o bien desde el punto de vista económico. En términos puramente económicos, la administración persigue invertir en educación para que en un futuro la renta de las personas se incremente y vía impuestos pueda incrementar los sacrificios presentes. Sin embargo, para justificar la inversión en capital humano, una administración necesitará obligatoriamente de un mercado laboral capacitado para acaparar todo ese capital humano en la propia nación ya que sino nos encontraríamos con una subvención educativa para otros países lo que comúnmente conocemos como «fuga de cerebros» o bien en una sobrecualificación para los empleos vinculados a actividades de bajo valor añadido.

Finalmente, la inversión en el capital humano puede proporcionar unos beneficios un tanto más intangibles como pueda ser el prestigio académico que otorga  la posesión de un título universitario, o bien la mejor imagen corporativa. Ese prestigio académico de un modo u otro estará vinculado de forma muy estrecha con las fuentes de demanda laboral.

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