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La Bolsa premia con un retorno del 10% en el largo plazo

¿Cuántas veces habremos oído que la bolsa a largo plazo sube? Quizá ésta sea una de las consignas más repetidas en el ámbito financiero. Y aunque hemos visto que la bolsa europea aún no ha recuperado los máximos alcanzados en el año 2000, y la bolsa de japón queda lejos de los máximos de 1989, lo cierto es que si entendemos la bolsa desde una perspectiva mucho más amplia, lo cierto es que sí… la bolsa a largo plazo sube. La explicación es muy simple, la bolsa es el máximo exponente del sistema capitalista basado en el ahorro-inversión para lograr el crecimiento, discriminar las empresas no competitivas mediante pérdidas y mantener las competitivas mediante beneficios, lo que termina imponiendo la eficiencia en los procesos productivos ante los consumidores en el largo plazo.

En el siguiente gráfico del estudio Ibbotson SBBI Classic 2015 a escala logarítmica se describe valor hipotético de 1 dólar invertido en el comienzo de 1926 hasta finales de 2014. Se asume la reinversión de los ingresos y que no existen los costes de transacción ni los impuestos. Pues bien, si hubiéramos invertido un dólar en el año 1926 en las empresas de elevada capitalización que forman la bolsa tendríamos 5.317 dólares ahora mismo en nuestra cartera, con un retorno promedio anual del 10,1%. Mientras que los Bonos del Estado a largo plazo y a corto plazo, generan en promedio un 5,7% y un 3,5% respectivamente. Si quieren ver cómo afecta la inflación y los impuestos a la rentabilidad de estos activos, lo repasamos en el artículo «Acciones, obligaciones y letras del tesoro ¿Cuáles son sus resultados reales? Las conclusiones sorprenden…».

largo plazo

El retorno del 10% anual que ofrece la bolsa en el largo plazo no es una cifra aleatoria, sino que tiene una explicación detrás. Históricamente, los beneficios, ingresos, valor en libros y otros fundamentos del mercado de valores han crecido a un ritmo del 6% anual. Los ingresos son los más volátiles de estos, a veces crecen al 20% anual, y en ocasiones se hunden mostrando tasas del -20% anual. Asimismo, la rentabilidad por dividendo sobre las grandes empresas ha promediado alrededor del 4%, y ha fluctuado tanto por encima como por debajo de esta cifra 4%. Si sumamos ambos componentes obtenemos finalmente una rentabilidad del 10% anual para el inversor.

Pero hay un punto muy interesante en este gráfico que llega a sobrepasar la rentabilidad anual de la bolsa y es la rentabilidad de las empresas de baja capitalización (small caps), ya que su promedio histórico anual ofrecen un 12,2%, 2,1 puntos porcentuales por encima de la bolsa. Si hubiéramos invertido un dólar en el año 1926 en las small caps a día de hoy tendríamos 27.419 dólares. Este diferencial con las empresas de elevada capitalización se justifica porque las acciones de pequeña capitalización implican más riesgos ya que las pequeñas empresas están en las primeras etapas de crecimiento y por su estructura financiera son más débiles que las grandes empresas, pero su punto a favor es que tienen un alto potencial de crecimiento, mientras que las «grandes empresas» ya se han expandido, por lo que no tienen ese potencial en el horizonte temporal.

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