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¿Tienen sentido las tasas negativas en los depósitos?

El Banco de Japón acaba de aprobar que la tasa de depósitos a un día se situé en el -0,10%. Esta medida, no es una novedad en política monetaria, el propio BCE fue el primer gran banco central que adoptó este tipo de medidas de política monetaria en 2014. El objetivo de esta medida es disuadir a las entidades bancarias de depositar su exceso de dinero en efectivo en los bancos centrales.

Que las tasas de interés se encuentren en terreno negativo puede sonar como una contradicción. Después de todo, las tasas de interés son generalmente asociadas a una valoración positiva de la capital. Sin embargo, los países recurren a las tasas de interés negativas por una serie de razones como es reducir el riesgo de deflación o inflación baja, «estimular» el gasto y ganar competitividad vía hundimiento de divisa. En tales casos, la tasa de interés representa el coste de almacenamiento de grandes cantidades de dinero en efectivo en poder de los bancos para los inversores institucionales.

Las tasas de interés negativas son un gran incentivo para pedir prestado, es difícil entender por qué alguien estaría dispuesto a pagar por prestar teniendo en cuenta que el prestamista es el que toma el riesgo. Aunque aparentemente inconcebible, puede haber momentos en que los bancos centrales ya no saben qué hacer y actúan a la desesperada.

Durante la década de 1970, Suiza implementó una serie de tasas de interés negativas para detener la afluencia de cuentas en el extranjero. En aquel entonces, existía un escenario geopolítico verdaderamente agitado con Oriente Medio y el conflicto estadounidense en Vietnam que dió lugar a la compra en el franco suizo como valor refugio. En respuesta, a la apreciación del franco suizo, la autoridad monetaria respondió con tasas a los depósitos en negativo.

No obstante hay que valorar la otra cara de la moneda de este tipo de medidas. En teoría, las tasas de interés negativas deben ayudar a estimular la actividad económica y evitar la una espiral deflacionista, pero las autoridades deben ser cautas porque hay varias maneras en que una política de este tipo podría ser contraproducente . Dado que los bancos tienen ciertos activos como las hipotecas que, por contrato , están ligados a la tasa de interés, tales tasas negativas podrían reducir los márgenes de beneficio hasta el punto en que los bancos están realmente dispuestos a prestar menos.

Por otra parte, no hay nada que impida a los depositantes de retirar su dinero en efectivo y como se suele decir «ponerlo bajo el colchón». Si bien la amenaza inicial sería una fuga de capitales, la fuga de dinero en efectivo del sistema bancario en realidad podría conducir a un aumento en las tasas de interés, que curiosamente sería el efecto contrario del que las tasas de interés negativas se supone que deben alcanzar.

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