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octubre 2009
Uno de los personajes más tristemente famosos de la Guerra Civil americana fue Sedwick, un General de la Unión que -antes de la batalla de Spotsylvania Court House- estaba organizando las posiciones de artillería cuando los tiradores confederados comenzaron a disparar. Había algo más de 900 metros entre los dos bandos. Los ayudantes de Sedgwick corrieron a cubrirse al oír estos primeros disparos. El General, se dirigió a ellos y comentó:
¿Qué? ¿Hacen esto por unas pocas balas? ¿Qué harán cuando comiencen a disparar desde toda su línea? Me avergüenzo de ustedes. No podrían acertarle ni a un elefante a esta distanc…
No acabó la frase: Una de esas pocas balas entró en su cabeza un poco por debajo de su ojo izquierdo. Y es que no se puede uno confiar estando el enemigo tan cerca.
Esta semana ha habido noticias que parecían indicar que la crisis ya no nos podría alcanzar con sus balas como unos resultados empresariales batiendo previsiones (si bien por el recorte de gastos más que por el aumento de ventas) y unas bolsas y un crudo en máximos anuales descontando la reactivación económica… pero llegó la bala del dato de construcción de viviendas en los EUA. Y no sólo el dato fue malo, además revisó a negativo el dato positivo del mes anterior y anticipó –por la cifra de permisos- que el próximo tampoco será bueno. ¿Por qué considero tan importante esto si la bolsa aprovechó de nuevo la reacción bajista para coger impulso hacia nuevos máximos? Si tenemos en cuenta que toda esta recesión comenzó con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria americana (para mi oficializada en abril de 2007 con la quiebra de la compañía hipotecaria New Century, siete meses antes de los máximos históricos bursátiles, prueba de que la bolsa no es “tan lista”) el que la tendencia 2 años y medio después siga siendo bajista no es una buena noticia.
La mayoría de los 99 bancos quebrados este año en los EUA se han visto afectados por los problemas inmobiliarios, las ayudas gubernamentales a la compra de vivienda de 8000$ por persona vencen el 30 de noviembre y no han conseguido revertir la tendencia. Mientras Wall Street celebra el regreso del Dow Jones a los 10.000 puntos, la gente común se concentra en otro indicador: El número de bancarrotas personales superó el millón en septiembre, con lo que se espera que la cantidad anual alcance su mayor nivel desde que las leyes se hicieran más estrictas –una vez concedida se eliminan las deudas de tarjetas de crédito y de préstamos personales pero con la obligación de seguir pagando toda su deuda asegurada, como la hipoteca- en el 2005. Y es que el desempleo puede con cualquier atisbo de optimismo, si excluimos algunas declaraciones poco afortunadas como las del director de operaciones de UBS Financial Service, Art Cashin, que opina respecto al paro que “vamos a ver que estos números bajan porque va a haber tanta gente sin trabajo que no va a quedar nadie a quien despedir”. Y la prueba de que la situación económica es preocupante la vemos cada día en esta web con un Euribor en mínimos históricos, ¿Estaría así si las autoridades financieras realmente se creyeran la reactivación económica que descuentan los mercados? Los mercados esperan una inflación del 2.05% los próximos diez años en la zona euro, nivel muy razonable y por el que no debemos esperar tipos excesivamente altos (si aciertan, claro) Esta semana hasta Canadá –que el mes pasado creó empleo- ha decidido volver a mantener un mes más sus tipos en el 0.25%, Ni con el crudo a 80$ (el doble que en enero) hay miedo a la inflación porque los precios industriales siguen en caída libre y el consumo no se anima y cuando lo hace es muy selectivo.
Cambiando de tema, mucha gente me pregunta por qué es tan importante que la bolsa suba y aunque ya he respondido muchas veces a esa pregunta os voy a contar el caso de los EUA: Hace una generación, la mayoría de las personas no tenía ninguna participación directa en Wall Street. En los EUA menos del 6% de las familias poseían fondos de inversión en renta variable en 1980. Cuatro años después, ese número ya era de más del 10%, para alcanzar una participación de más de 24% en 1988. Con el cambio de siglo más de la mitad de todas las familias participaban en sociedades de inversión. ¿Por qué? La clave puede estar en que los baby boomers –nacidos tras la explosión demográfica post II Guerra Mundial- se convencieron de que las acciones siempre subirían, o de que si caían rebotarían rápidamente. El Dow Jones se desplomó el 23% el 19 de octubre de 1987, su caída porcentual más grande en un día, pero se recuperó en apenas 15 meses. Una década después, el Dow casi se había cuadruplicado desde allí.
Recientemente, la sección de ciencia del New York Times publicó un artículo acerca del exceso de vacas, es decir, exceso de vacas que producen leche que comenzaba así:
Hace tres años, la tecnología permitió a los granjeros la oportunidad de romper una regla básica de la naturaleza: Las vacas no iban a tener el mismo número de machos y hembras, en vez de eso y gracias a un método de alta tecnología aplicado a los sementales, se “producirían” más vacas para ser criadas como rentables productoras de leche.
Por tanto, la productividad de estas granjas aumenta ya que pueden hacer más con menos. Si vamos aún más lejos, los criadores podrían utilizar esta técnica para aumentar el número de nacimientos de vacas productoras de leche descendientes de sus mejores productoras de leche, lo cual produce dos efectos. En primer lugar, nacen más vacas y en segundo lugar, las que nacen serán mejores productoras de leche. Como veis, todo un chollazo gracias a la tecnología.
¿Cuáles son las consecuencias de esta mejora técnica?
El New York Times habla de la superabundancia de vacas y de leche, así como del descenso de los precios de esta última. Tal y como dicta la ley de la oferta y la demanda hay una estrecha conexión entre oferta y precio, en este caso el cambio tecnológico reduce el coste de la oferta de bienes en el nivel de producción y eso hace que los precios finales se reduzcan. El mejor ejemplo lo hemos visto en productos puramente tecnológicos como los ordenadores o televisiones planas.
Pero este efecto aparentemente beneficioso para los granjeros les lleva a una encruzijada. La leche producida por todas las vacas es menos valiosa. El avance en la productividad reduce el valor de las manadas de los granjeros.
Si miramos un poco más allá. ¿Qué ocurrirá a largo plazo?. El precio de las vacas productoras de leche podría caer debido a este avance tecnológico, alineándose con la bajada del precio de la leche. Sus “activos” bajarían encontrándose con que ahora producen más pero siguen ganando lo mismo. Peor parado estaría el que no adoptase esa tecnología nueva ya que vería como produciendo lo mismo que antes, ahora gana bastante menos y en muchos casos tendría que cerrar el negocio. Este es el riesgo de no invertir en I+D, tanto a nivel de empresa como de país ya que si bien en un comienzo es una estrategia para ganar competitividad, si no se adopta pronto otros lo harán y para el que se quede atrás se verá obligado a adoptar estos avances aunque sea por mera supervivencia.
Esa es la naturaleza de la innovación tecnológica. El desarrollo de lo nuevo desplaza algo que había sido perfectamente viable hasta entonces. No es bueno para los productores pasar por un cambio así, pero es fantástico para los consumidores, porque los precios de la leche abaratan todos los productos que se hacen con ella, bebidas, helados o queso.
El principal problema viene cuando la reducción de costes generada por los cambios productivos no se ven reflejados en el consumidor final y este podría ser uno de los casos, veamos los datos que nos contaba el mencionado artículo.
El precio medio que los ganaderos recibían por su leche en Julio era de 11.3$ por 100 libras (unos 45Kg) cuando un año antes era de 19.3$ sin embargo el precio final al consumidor sólo bajó un 24% en ese año, a 2.91$ el galón (3.7l) de leche
De ahí el peligro de que en algún lado de la cadena de distribución se produzcan monopolios ya que serían ellos los que se llevarían los beneficios de una nueva tecnología. ¿Corremos el peligro de que esto ocurra? ¿Nos estamos beneficiando los consumidores de estos avances tecnológicos?. Por otro lado me pregunto ¿Como país estamos haciendo las tareas para ser más competitivos?.
Muchas veces vemos en la prensa noticias acerca de que a un país le han quitado la calificación AAA y claro, muchos se preguntan ¿Qué es AAA?. La respuesta no es fácil, ya que son unas iniciales de lo más común, veamos que nos cuenta la wikipedia.
- Pila AAA, un tipo de batería eléctrica;
- aneurisma de aorta abdominal, una patología relacionada con la dilatación de la arteria aorta;
- sistema AAA, una categoría sistemas antiaéreos que no se basan en el uso de misiles;
- AAA: Attack All Around, un grupo de música japonés;
- Asistencia Asesoría y Administración, empresa mexicana de lucha libre profesional creada en 1992 por Antonio Peña;
- Acta Apostolica Sedis
- Autenticación, Autorización y Traceabilidad (Accounting), protocolo de seguridad en redes IP.
- Avance de la Apertura de Admisión, en los motores de combustión interna.
Además, es el nombre de varias asociaciones:
- Asociación de Aficionados a la Astronomía, asociación sin fines de lucro con sede en Montevideo, Uruguay;
- Asociación Argentina de Astronomía, una organización civil sin fines de lucro cuyo objetivo es promover el progreso de la Astronomía en la República Argentina;
- Asociación Atlética Avilesina, entidad polideportiva de la Villa de Avilés, en el Principado de Asturias (España);
- Asociación Argentina de Árbitros, ente gremial que agrupa a los árbitros de fútbol en Argentina;
- Asociación Argentina de Aeronavegantes, ente gremial que nuclea a los tripulantes de cabina de pasajeros y pilotos independientes;
- Asociación Argentina de Actores, ente gremial;
- American Automobile Association, una organización que provee servicios a automovilistas afiliados;
- Asociación Acuariófila Argentina, una asociación sin fines de lucro que promociona la Acuariología y los Recursos Hídricos;
- Asociación Asperger Argentina, una asociación de apoyo a las personas con síndrome de Asperger;
- Asociación Andaluza de Archiveros.
Y de algunos grupos anticomunistas:
- Alianza Anticomunista Argentina, una organización terrorista de ultraderecha que operó en Argentina la década de 1970;
- Alianza Americana Anticomunista, un grupo paramilitar de ultraderecha que operó en Colombia entre 1978 y 1979;
- Alianza Apostólica Anticomunista, un grupo terrorista neofascista español de fines de la década de 1970.
Me parece que nos quedamos como estábamos y ya sabemos que si no está en la Wikipedia es porque no existe. Así que hoy en vez de copiarla (y sin que sirva de precedente) esta vez será ella la que nos copie a nosotros, veamos de que se trata el AAA que tanto aparece en la prensa económica.
Las calificaciones de riesgo de crédito a largo plazo se llaman más comúnmente ratings a largo plazo. Se trata de una escala (Desde AAA hasta D) aplicable tanto a los ratings en moneda local como a los de divisas. Los ratings internacionales miden la capacidad de cumplir con las obligaciones en moneda local o en divisas. Vamos que de alguna manera nos indica la posibilidad de un país pague casi con total seguridad la deuda (AAA) o un impago inminente (D)
La definición deja bastantes dudas sobre el riesgo de una letra respecto a otra. ¿Hay mucha diferencia de un AAA a un AA+?. Veamos que nos contaba el otro día Droblo:
“La probabilidad de “default” (impago en romano paladín) de un AAA de gobierno es:
0,007599% a un año. Es decir un 99.9924010% de que pague.
0,09462434% a 5 años. Probabilidad de 99,90537566% de pagar.
0,3292975266667% a 10 años. Es decir un 99,6707024733333% de que pague.Qué pasa si pasamos a AA+:
Pues, que por ejemplo en 5 años, pasamos a una probabilidad de impago del 0,1190735566667%. ¡Oh Dios mio! Ahora la posibilidad de que me pague ha bajado al 99,8809264433333%, un 0,0244492166666999% menos que antes.Desgraciadamente las implicaciones de que le bajan de AAA a USA, UK o como ya le ha pasado a España son muchas.
Conclusión: el mundo se está jugando miles de millones de euros (y por consiguiente puestos de trabajo) a que los señores de las agencias de rating estimen la probabilidad de impago con 15 decimales
A lo cual añadimos otra pregunta, si las agencias de rating son las que vigilan la economía ¿Quién vigila a las agencias de rating?. Para ello recurro a un interesante artículo de The Washington Post que os resumo a continuación:
Algo que se aprende de los momentos de prosperidad y en los de recesión es la importancia de los guardianes, esos profesionales que deberían salvaguardar el sistema y mantener la honestidad de los mercados. Cuando se ven comprometidos o se hunden en su trabajo, la confianza se evapora y los mercados se colapsan.
Eso es lo que ocurrió durante la burbuja tecnológica de los años 90, cuando abogados, auditores y analistas de valores decidieron aprovechar el chollo y hacer oídos sordos a la estupidez y corrupción. Y también ha ocurrido durante la más reciente burbuja crediticia, cuando las agencias de calificación de riesgos fueron seducidas por los gruesos honorarios que recibían a cambio de dar la calificación “A” a cosas que difícilmente entendían. Incluso hoy, grandes partes del sombrío sistema bancario siguen sin funcionar porque los inversores y prestamistas siguen sin saber en quién, o en qué información, confiar.
Las agencias dominantes, Standard & Poor’s, Moody’s and Fitch, siguen afirmando que sus errores fueron más intelectuales que vinculados a la corrupción. No obstante, una investigación realizada el año pasado por la Securities and Exchange Commission – SEC (Comisión de Valores estadounidense) sugirió lo contrario. De tal modo, que las compañías ahora están intentando restablecer su reputación adoptando nuevas medidas para mejorar la fiabilidad de sus calificaciones. También han consentido en adoptar una serie de medidas sugeridas por la SEC y la Administración de Obama para aumentar el control del gobierno, prohibir la compra de calificaciones y proporcionar mayor transparencia al proceso de calificación.
Es impresionante la cantidad de libros que hay “para Dummies” (o su versión española que eran “para torpes”) veamos alguno de ellos que nos podemos encontrar en Amazon:
- Vino para Dummies. Interesante, aunque en el fondo lo que todo el mundo necesita es “Resaca para Dummies”.
- Sexo para Dummies. Posiblemente, sea la continuación del libro del vino si éste se tomó en compañía.
- Como reparar todo para Dummies. Siempre hay que saber reparar aquellas cosas que se rompen en el momento menos oportuno.
- Catolicismo para Dummies. Claro, que cuando no podemos reparar algo, a muchos lo único que les queda es rezar.
- Embarazo para Dummies. Y si rezar no sirve, a apechugar toca.
- Finanzas personales para Dummies. Un nuevo inquilino, destroza cualquier economía doméstica, quizás debería ser un capítulo dentro del embarazo.
Así que hoy, desde esta humilde bitácora, tras el capítulo de ayer dedicado a Adam Smith hoy aportamos un nuevo volumen a esta colección: “Keynes para Dummies“.
Para empezar, veamos la curiosa entrada que tienen de Keynes en “Liberalismo.org“.
John Maynard Keynes (1883-1946) ha sido el economista más influyente del siglo XX, para desgracia de buena parte de los habitantes de este planeta. Su teoría expuesta enTeoría general de la ocupación, el interés y el dinero, proponía el inflacionismo y el déficit público como solución de todos los males. Las consecuencias a largo plazo de dichas políticas (que él despreció con la despectiva frase “A la larga, todos muertos”) fueron las inmensas deudas públicas que padecemos casi todos los países, casos de hiperinflacionismo, amén de otros males similares.
Como veis es, cuanto menos, un personaje polémico dentro de la historia económica y de los pocos capaces de levantar pasiones enfrentadas. Intentaremos ser neutrales y equidistantes a la hora de hablar de su teoría.
El núcleo de la teoría Keynesiana es el siguiente: si tu decides acumular algo de efectivo en lugar de gastárselo, los ingresos en el resto de la economía descienden exactamente en la misma cantidad, de modo que ello tiene una repercusión en sus ingresos. La recesión tiene lugar a continuación: un período en el que trabajamos y producimos menos de lo que nos gustaría, y, como consecuencia, nos pagan menos también.
Para mostrar gráficamente esta situación mientras simplificamos las cosas, digamos que hay sólo dos personas el mundo, tu y yo. Es una pequeña economía irreal, pero, como veremos, la lección básica es aplicable a economías de cualquier tamaño.
En este mundo, yo gano 100€ a la semana vendiéndote pan a 1€ la rebanada, y tu ganas 100€ a la semana vendiéndome chocolate a 1€ la tableta. Los ingresos totales de esta economía (su Producto Interior Bruto o PIB) son de 200€, que corresponden a 100 rebanadas de pan y 100 tabletas de chocolate.
Ahora digamos que un día decides ahorrar 20€ de sus 100€ y los guardas debajo del colchón. Como resultado, mis ingresos se reducen a 80€, y los ingresos totales de la economía son ahora 180€, mientras la economía produce 20 tabletas de chocolate menos que antes. La semana siguiente, yo sólo tengo 80€ para gastar, lo que significa que sus ingresos también se verán reducidos a 80€, y usted acabará comprándome menos rebanadas de pan.
Al final, los ingresos de ambos son inferiores, producimos y consumimos menos de nuestro potencial. Nuestra economía está en recesión.
¿Cómo se traslada esto a la economía real y mayor? Piense en mí y en ti como bloques de personas, en esencia, cuando demasiados individuos deciden guardarse efectivo al mismo tiempo, quizás porque se vuelven pesimistas sobre el futuro, se produce una recesión. Como Paul Krugman “un liberal keynesiano” lo comentó en su blog:
La clave de la contribución keynesiana fue su consciencia de que la preferencia de liquidez, el deseo de los individuos de guardarse activos monetarios, puede conducir a situaciones en las que la demanda efectiva no es suficiente para hacer uso de todos los recursos económicos.
Por tanto, así es como empieza una recesión. La pregunta es, ¿cómo podemos salir de ella?
Nuestra primera opción es no hacer nada. Si presta mucha atención a toda la historia que le he contado, se habrá dado cuenta de que a pesar de la disminución de la demanda (usted ahora sólo precisa de 80 rebanadas de pan en lugar de 100), yo he mantenido mi precio fijo en 1€ por rebanada. Pero yo podría querer venderte más pan porque yo podría tener entonces más ingresos. Al final, yo empezaré a bajar mis precios para poder volver a vender las 100 rebanadas que produzco.
Smith era básicamente un maestro y no voy a tratar de sus teorías económicas más complejas sino de lo poco que se parece la moralidad de su obra al capitalismo actual, aunque él sea considerado su padre.
Fue profesor ayudante de literatura y retórica en Edimburgo y catedrático de lógica y de filosofía moral en la Universidad de Glasgow, donde había estudiado. Mantuvo su cargo más de una década hasta que se dedicó al oficio de tutor personal, un arreglo que le ofreció seguridad financiera y capacidad de viajar por Europa, lo que le proporcionó un aura de experto independiente. Finalmente trabajó, como su padre, de comisario de aduanas, algo contradictorio con sus ideas de comercio internacional libre y sin trabas en las que defendía comprar los productos allí donde se fabricaban más baratos.
Escribió 2 grandes libros:
1) La “Teoría de los sentimientos morales”, aparecido en 1759 pero revisado tantas veces (6) que no existió versión definitiva hasta 1790.
Dicen que a lo largo de la obra –he de confesar que no la he leído- el autor dibuja una concepción dinámica e histórica de los sistemas morales, y si bien su conclusión económica más importante es que la naturaleza humana estaría diseñada para avanzar guiada por las causas eficientes (prolegómeno de la ley de la oferta y la demanda), lo que es evidente es que es todo su trabajo está permeado de filosofía moral, algo que ha llevado a algunos autores a considerar que si él es “el padre del capitalismo”, sería hoy en día un padre decepcionado.
Smith trata la filosofía moral no como la enumeración de unas recetas racionales o divinas sino como la forma de capturar la interacción de los sentimientos, emociones u opiniones humanas en los escenarios reales de la vida. Eso significa que debemos entender que las sociedades y los individuos funcionan no como compartimentos separados sino como parte de un todo complejo. Él se opone a la visión de que toda la moralidad o virtud se puede reducir al interés personal, como si los individuos operaran aislados preocupados solamente de su propio bienestar.
Este compromiso de Smith con la visión moral se mantuvo en la publicación de su segundo gran libro –que sí me he leído-, donde deja claro que la riqueza depende del bienestar de la población y no del individuo y que la prosperidad material debe estar relacionada con el bienestar moral donde la libertad dentro de una sociedad llevaría a la máxima riqueza posible:
2) “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” (o simplemente “La riqueza de las naciones”), publicado en 1776.
Él pensaba que vivir en la pobreza era tanto estar en una condición miserable como vivir condenado a hacer tareas repetitivas y limitadas (como afilar clavos varios miles de veces al día), algo que perjudicaba nuestras “virtudes mentales” y “morales”. Es decir, nunca separó lo que llamamos la conducta económica del contexto moral en el que ocurre. Su frase «dame lo que necesito y tendrás lo que deseas» aplicada a la economía intenta demostrar que el egoísmo de los particulares puede llevar al bienestar general: “Al buscar su propio interés, el hombre a menudo favorece el de la sociedad mejor que cuando realmente desea hacerlo.”
Es decir, la búsqueda para satisfacer el propio interés beneficia a toda la sociedad ya que los productores intentan obtener el máximo beneficio pero, para lograrlo, deben producir los bienes que desea la comunidad. Además, deben producirlos en las cantidades adecuadas, de lo contrario, un exceso daría lugar a un beneficio y precio bajo mientras que una oferta demasiado pequeña originaría un aumento del precio, y ambas situaciones se autoregularían. Mucho antes que Marx sostuvo que la riqueza procedía del trabajo, enfrentándose a las teorías predominantes entonces: los mercantilistas que creían que la riqueza derivaba de una balanza comercial favorable (el caso actual de China por ejemplo) y los fisiócratas, que creían que procedía de la posesión de tierras.
Defendía que la armonía se aseguraba siempre que todos buscaran las rentas máximas posibles: Se producirían los bienes adecuados a los precios adecuados y el conjunto de la comunidad obtendría la máxima riqueza posible mientras rigiera la libre competencia; sin embargo, si se restringiese la libre competencia, el sistema dejaría de funcionar y la sociedad cargaría con las consecuencias. Pero su vigilancia del marco moral general significa que está lejos de excluir al gobierno de interferir, y en el ejemplo de los afiladores de clavos reconoce que merecen intervención pública (vía la educación) para compensar el daño causado por su empleo. Es decir, defendía la limitación de la intervención estatal en economía pero no por eso estaba en contra del estado.
Y habló mucho sobre los bancos, cuya conducta evaluó no en particular sino en general. Con asombroso acierto escribió en “La riqueza de las naciones” que, aunque las regulaciones podían limitar la libertad de los banqueros para hacer lo que quisieran, estaban totalmente justificadas, de la misma manera en que la obligación de instalar paredes para evitar que se extienda un incendio, limita la libertad de los arquitectos.
Tras la publicación de “La riqueza de las Naciones” su fama y fortuna en vida creció y se le consideró el fundador de la “economía política”. Se pudo retirar a una vida dedicada casi en exclusiva a revisar una y otra vez sus dos obras.
Independientemente de lo de acuerdo o no que se esté con su pensamiento, la teoría del beneficio económico global del egoísmo particular fue de algún modo malinterpretada pues sirvió en su momento a muchos para justificar una actitud moral castigada por la religión y la sociedad de la época. No es de extrañar pues su gran éxito entonces, más allá de la teoría económica que sustentaba.