Hay muchos que creen que cuando se habla de la baja esperanza de vida en el mundo en el pasado eso significa que no había viejos y no es el caso. La esperanza de vida es una media y antiguamente (y por desgracia en algunos países africanos de la actualidad) la media bajaba mucho sobre todo por la alta mortalidad infantil. La naturaleza, como pasa en el resto del mundo animal, criba desde jóvenes tanto a los que no tienen suficientes recursos nutricionales como a los especímenes más débiles por la selección natural. La mejora alimenticia, la mayor higiene, los antibióticos y las vacunas han desarrollado una gran batalla contra ella y ha conseguido reducir muchísimo la mortalidad infantil humana. Este es un gran avance porque los humanos no necesitamos tanto el físico como el resto de animales y personas que han podido mejorar el mundo –por ejemplo Stephen Hawking- hubieran muerto mucho más jóvenes de nacer unos pocos años atrás. El agua potable, los trasplantes, los sistemas de salud pública… muchos factores se han aliado para que personas con bajas defensas o taras –genéticas o no- puedan desarrollarse hasta la edad adulta.
Cada vez somos más y más número de humanos viven mejor contra todos los pronósticos agoreros. La mayor población no ha conducido a desabastecimiento ni a falta de recursos, de momento la innovación tecnológica ha conseguido mejorar tanto tanto la productividad, que consumimos cada vez más y somos muchos más haciéndolo… y sin embargo no sólo hay comida de sobra, es que cada vez gastamos más en productos y servicios no esenciales. Dedicamos más tiempo y más dinero al ocio que ninguna generación antes y la mayoría del planeta no ve la subsistencia alimenticia como una preocupación porque la da por hecha; es más, en la mayoría de países la obesidad inquieta mucho más a los responsables sanitarios. Nuestras prioridades han ido variando con cada generación pero seguimos necesitando comida, refugio y agua potable como el hombre de las cavernas y el miedo malthusiano a que se acaben los recursos ante la explosión demográfica humana sigue existiendo.
La solución está en la productividad. Igual que nadie podía imaginarse antes de la Revolución industrial que un solo operario pudiera hacer el trabajo de tantas personas, tampoco era imaginable que de una hectárea de terreno pudiera extraerse tanto alimento gracias a la mecanización y los fertilizantes. Incluso después nadie previó las granjas industriales, las piscifactorías, los invernaderos… ¿Seguirá la tecnología aumentando la productividad en tan gran medida que cada vez seamos más consumiendo más y los recursos no se agoten? Nadie lo sabe pero parece lógico pensar que si no aumentamos mucho más la población, el objetivo será más fácil de conseguir. Eso es sobre el papel pero a la hora de la verdad, algunos intentan fomentar la natalidad con dinero público, otros intentan reducirla con educación pero las previsiones demográficas tienen poco grado de acierto histórico.
De forma general hay exceso de población en países pobres y escasez en países ricos y está demostrado que la fertilidad es más alta en los países más pobres y se reduce según aumenta el desarrollo económico ¿Sería ideal que las jóvenes africanas con escasos recursos dejaran de quedarse embarazadas en la adolescencia y dejaran de tener numerosos hijos? Pues económica y socialmente sí, como también lo idóneo sería que las familias pudientes de Occidente aumentaran su progenie. Esto segundo, por más que se intente desde los gobiernos, depende sobre todo de la voluntad de las parejas y va a ser muy difícil cambiarlo. Respecto a frenar el crecimiento demográfico, lo que sabemos con certeza es que hasta ahora sólo se ha frenado con epidemias y guerras y últimamente con la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, el uso de anticonceptivos, el abandono de los dogmas religiosos… y en general con el crecimiento económico..
En resumen, no hay forma de saber si el crecimiento demográfico es un peligro o no aunque sabemos que a día de hoy hay recursos suficientes para los que somos y bastantes más. Pero es lógico pensar que mil o dos mil millones más de consumidores en unas pocas décadas amenazarán el ecosistema planetario por lo que, además de seguir avanzando tecnológica y científicamente, hay que luchar con inversiones y con educación allí donde la tasa de fertilidad es más alta y la economía menos productiva. También sabemos que en Occidente necesitamos jóvenes por lo que hay que regular la emigración para repartir mejor el exceso poblacional en el mundo y eso, junto con un aumento de las adopciones internacionales, tiene más sentido que gastar dinero de todos en intentar convencer a las parejas para que tengan más hijos. Por lo tanto a mi entender no podemos afirmar que sea un problema la baja natalidad de Occidente ya que niños y jóvenes hay de sobra en el mundo, y lo que sí es un problema es que países pobres tengan un exceso de población. Es decir, el problema demográfico existe pero es más de distribución y reparto que de cantidad.