La crisis económica no parece atenuarse y la destrucción de empresas y empleo se está convirtiendo en una desagradable costumbre.
Si para las grandes empresas y multinacionales ya es difícil mediar con una situación de baja demanda, incertidumbre y falta de financiación, para las pequeñas y medianas empresas es una labor titánica.
Profesionalmente he tenido que enfrentarme a la decisión (si es que decidir pudiera ser la palabra) de presentar un concurso de acreedores de una empresa en situación de crisis. Y os aseguro que no es fácil ni con todo el asesoramiento y formación del mundo.
Y si con formación empresarial es difícil tomar y ejecutar este tipo de decisiones, no quiero ni pensar lo complejo que resulta para una parte importante del tejido empresarial español, cuya cultura de la gestión de los negocios muchas veces se limita a llevar las facturas a su gestoría.