Me gustaría responderos a esa pregunta desde mi experiencia personal pero desafortunadamente no me acuerdo muy bien de lo que hacía con 17 años… aunque de lo que si me acuerdo es que no gané un millón de euros o lo que por aquél entonces eran 166 millones de pesetas.
Jane Park sí puede responderos a esa cuestión y es que hace 4 años (cuando tenía 17) ganó 1 millón de libras en la lotería inglesa y ahora que es algo más madurita ha decidio hacer una cosa de persona mayor. Emprender acciones legales contra los jefes de la lotería por negligencia.
Según ella, ganar ese dinero tan joven había arruinado su vida y que muchas veces había pensado que las cosas le habrían ido mejor si no hubiese tenido esa suerte. Se había aburrido del consumo implacable y sentía que no podía alcanzar la felicidad a largo plazo.
La gente me mira y piensa: ‘Ojalá tuviera su estilo de vida, ojalá tuviera su dinero.’ Pero no se dan cuenta de la magnitud de mi estrés. Tengo cosas materiales pero aparte de eso mi vida está vacía. ¿Cuál es mi propósito en la vida?
Curiosamente Euromillones en UK pone asesores financieros a los ganadores de las loterías para que administren mejor su dinero, muchos son los casos de despilfarros cometidos como el del británico que se gastó 11 millones de euros en drogas y prostitutas.
Me he dado a la gran vida, pero ahora quiero recuperar mi trabajo y tener un salario normal. Es más fácil vivir con el dinero del subsidio que con un millón
Quizás el caso extremo sea el de Callie Rogers, que ganó un premio de 1.875.000 libras en 2003 y tras malgastarlo intentó suicidarse “Desearía no haber ganado nunca” comentaba. Irónicamente, Rogers ha dicho que es mucho más feliz ahora que ha gastado su fortuna.
Casos como el de Jane Park nos confirma el topicazo de que el dinero no da la felicidad, nos enseña que gestionar la riqueza no es una cosa sencilla, nos demuestra que tener mucho dinero puede generar estrés y nos sugiere que si finalmente todo va mal la solución pasa por tomar acciones legales contra el que te hizo millonario.
De todas maneras reconozco que no me importaría correr el riesgo de recibir de primera mano esas lecciones, prometo no denunciar a nadie.