No hay nada como una reunión de políticos para que después de duras negociaciones todos digan que los acuerdos alcanzados son satisfactorios para todas las partes. Nunca nadie pierde en una negociación y al final todos afirman haberse llevado el gato al agua y haber conseguido sus objetivos. El último ejemplo lo tenemos con las negociaciones entre la Troika y Grecia, donde tras haberse barajado incluso la salida del euro del país heleno todas las partes afirman haber reconducido la situación hacia posturas victoriosas.
Por un lado Europa ha conseguido que Grecia acepte una prórroga del rescate en las mismas condiciones que los anteriores: Grecia se compromete a hacer reformas sin revertir ninguna medida ni a cambiar los objetivos fiscales sin consultar antes con las instituciones. Además, uno de los párrafos del comunicado deja claro que “Grecia acepta su compromiso inequívoco para hacer frente a sus obligaciones financieras con todos sus acreedores y en los plazos fijados”. Es decir, a pagar toda su deuda, sin quitas ni reestructuraciones.
Por otro lado Grecia anuncia su victoria en las negociaciones ya que, según el ministro Varoufakis, Grecia gana en independencia y margen de maniobra para acometer su política de reestructuración. A cambio promete responsabilidad, comprometiéndose a “no cambiar legislación o introducir medidas unilaterales que pongan en riesgo la recuperación económica, la estabilidad financiera o la posición fiscal del Gobierno”. Según ellos, han evitado la obligación de tener que implantar medidas recesivas que recorten los planes expansivos de la economía que el gobierno griego tiene en mente. A cambio, no habrá renegociación de deuda: ésta se devolverá en los plazos y cantidades acordadas.
En definitiva, nadie pierde, nadie cede y todos salen contentos.
El caso es que las líneas rojas de la política del nuevo equipo de gobierno griego no salen muy mal paradas. No tendrán la obligación de retocar pensiones o salario mínimo interprofesional, podrán centrarse en la lucha contra el fraude fiscal como principal caballo de batalla para conseguir ingresos extra y además consiguen no tener que subir el IVA para conseguir esos ingresos extras que demandaba Europa para poder sanear las arcas públicas. De hecho, el viceministro de Finanzas, Dimitris Mardas, ha elaborado un estudio que estima que se pueden recaudar 1.500 millones de euros combatiendo el contrabando de combustible, 800 millones de la lucha contra el contrabando de tabaco y 2.500 millones haciendo frente a la corrupción. Con esos ingresos extras, el gobierno griego pretende hacer frente a sus obligaciones europeas y además conseguir financiación para paliar la crisis humanitaria que sufre el país.
El caso es que la deuda pública griega asciende a 315.000 millones de euros, igual que en 2010, solo que ahora, debido a que la economía del país heleno se ha contraído un 25% desde el inicio de la crisis, esta deuda supone el 176% del PIB, mientras que en aquel entonces “solo” suponía un 134% del PIB.
En cuanto a la cantidad que entre Europa y el FMI se ha prestado a Grecia en varias fases, bien por vía directa, bien en garantías, un total de 226.700 millones de euros, de los que 19.000 millones corresponden a la cuota española. El problema es que, dadas las draconianas condiciones impuestas, más de la mitad de ese crédito se ha dedicado precisamente a la devolución y el pago de ese crédito. Según un estudio realizado por Yiannis Mouzakis, del ‘think tank’ Macropolis, el 51% de todos los fondos se ha destinado a devolver la deuda. En concreto, 81.300 millones (el 32%) a vencimientos de letras y bonos; 40.600 millones (el 16%) a intereses; y 9.100 millones, un 3%, a devolver dinero al FMI. Más otros 11.300 millones (un 4%) para recompra de títulos. Si a estas cifras le añadimos los 48.000 millones que se han destinado al rescate de las entidades financieras y los 2.300 con los que el país ha tenido que contribuir al fondo de rescate europeo, nos queda que sólo alrededor de 30000 millones de euros han ido efectivamente a paliar efectivamente las necesidades operativas del estado heleno.
En definitiva, el rescate europeo parece pensado para que no pueda ser devuelto jamás, para que el país rescatado tenga que seguir endeudándose sólo para poder ir devolviendo la propia deuda, lo cual tiene una estructura piramidal que sólo puede ir al desastre.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que Europa también ha hecho los deberes. En estos momentos, aunque no se tiene sobre la mesa, la posibilidad de que Grecia abandone el Euro es viable en las cuentas europeas. Por un lado, la gran mayoría de tenedores de deuda son organismos supranacionales (MEDE, FMI, BCE, Banco Mundial), por lo tanto los bancos tienen una exposición muy baja, así que lo que hubiera supuesto la quiebra de muchos de ellos en 2010, ahora casi no tiene repercusión; por otro lado, la sombra de la posible insolvencia griega ha hecho que mucha parte de la deuda esté provisionada. Pero es que además, hay que recordar que Grecia sólo supone el 2% de la economía de la Eurozona (y bajando esta importancia relativa).
Para Grecia sin embargo, ese escenario supondría una bancarrota automática, una nueva moneda con una devaluación brutal, un cierre de mercados financieros internacionales, una pérdida de poder adquisitivo de la población griega, hiperinflación… en definitiva, la ruina absoluta.
Así pues, teniendo en cuenta que un escenario de posible insolvencia griega y su posterior salida del euro sería mucho más perjudicial para Grecia que para Europa las sonrisas más creíbles por ahora son todas menos las griegas.