El tiempo no pasa en balde, pero cuando uno es genio y figura lo es hasta el final. Esa debe ser la divisa de uno de los hombres de negocios más polifacéticos, controvertidos e investigado que ha dado nuestro país. De admirado a idolatrado, de ahí a acusado, procesado y encarcelado pero, de una manera u otra, nunca olvidado y ahora, de nuevo en primera página y, según parece, dando el relevo a la siguiente generación, lo que puede ser el nacimiento de una dinastía.
Mario Conde no es precisamente un tipo discreto, más de diez libros escritos, un blog personal y participaciones en todo tipo de programas, debates y eventos así lo demuestran, pero también es cierto que sus apariciones siempre han sido medidas por su innegable inteligencia alejándole siempre de la farándula exhibicionista.
De su biografía, bien conocida, destaca su anecdotario, a veces basado en el boca a boca, que hablan de su entereza en su paso por la prisión, así como de las amistades que allí hizo y que lo señalan como un hombre con una capacidad de adaptación casi ilimitada. Y por supuesto destaca su carrera: Abogado del Estado con una de las mejores notas, su fulgurante carrera al salir del espacio público y entrar en el mercado privado fue de locura: en quince años logró una fortuna con sus negocios en dos empresas farmacéuticas con la que logro hacerse con el control del Banesto. Y de allí a Alcalá Meco. Después, la salida de la cárcel, la vida a cuerpo de rey en sus numerosas propiedades (perdón, que no son suyas, que estaban a nombre de su mujer o al de empresas “ajenas” y además, la mecánica judicial propició que los jueces olvidaran pedir a los respectivos registros oficiales que hiciesen anotaciones preventivas de embargo), la muerte de su esposa, el descubrimiento de filosofías alternativas y ahora, la que podría ser su escena final.
Sin embargo, lo que está claro es que, de confirmarse la acusación, se demostraría que el exbanquero sí se llevó dinero de Banesto (algo de lo que se defiende Conde desde que el Banco de España intervino la entidad en 1993). De hecho él siempre defendió que el banco era rentable, que su gestión era arriesgada pero correcta y que fue un chivo expiatorio debido a las enemistades políticas que se creó, con lo que acabó perdiendo una buena parte de su patrimonio. Lo cierto fue que su gestión del banco provocó la pérdida de 3.200 millones de euros a lo que hay que añadir lo que perdieron los accionistas por el desplome en bolsa de las acciones de la entidad.
Pero por otro lado, también pone de manifiesto la mala gestión de la Hacienda Pública, que ha permitido que el segundo mayor deudor haya medrado durante varios años por platós, mesas de conferencias y vivido a cuerpo de rey en sus muchas propiedades de lujo mientras llevaba a cabo las operaciones que mejor sabía hacer: mover capitales de manera encubierta haciendo uso de su fortuna amasada fraudulentamente.
Es de hecho una idea muy común en el imaginario colectivo la idea de que es posible dar el gran golpe, que permita amasar una fortuna, esconderla en el extranjero o en botes de Cola Cao enterrados en un jardín y, si eres descubierto, ir a prisión, pagar tu pena, que siempre es menor que la nominal impuesta y, al cabo de unos cuantos años, salir y disfrutar del botín discretamente, con tu vida y la de tu familia resuelta para siempre. Si ese es el precio, no pocos lo prefieren antes que estar subido al andamio cuarenta años para jubilarte después y no poder asegurarte el Estado siquiera una pensión digna. Es por eso que se reclamen cambios legislativos para que, aunque sólo sea eso, la reducción de condena sólo pueda darse en el caso de devolución de lo robado.
Pero hay un último detalle que puede ser tanto o más indignante: el enorme ejército de aduladores que hasta el año 93 tuvo este personaje (el momento cumbre fue el acto de entrega del doctorado «honoris causa» de la Complutense, con asistencia del Rey, y en el que sólo faltaron las genuflexiones para que se confundiera con un acto religioso), aduladores que se convirtieron en sus críticos más feroces a partir de esa fecha. Pero que irían volviendo poco a poco algunos de ellos, hasta el punto de poder presentarse como candidato a la Xunta de Galicia en 2012, con un partido de ideología de centro y curiosamente con el lema “Juntos Podemos”. Su coincidencia con Albert Rivera por esas fechas en una conferencia ha dado alas al PP para criticar las amistades del “naranja”. Hubo un día en que buena parte del PP hubiera pagado por aparecer en una foto con el banquero, y tal como van las cosas, habrá otro en el que los medios pagarán una fortuna por una foto del exbanquero en la cárcel con algún exdirigente del PP.