El Euribor se ha disparado en los últimos días lo que le ha llevado a marcar seis máximos consecutivos no vistos desde 2008 llevándole a marcar hoy el 3.745%. Este comportamiento se debe a varios factores aunque la principal es la preocupación por la inflación en la eurozona. El repunte registrado en los IPCs de febrero en España y Francia, dos de las grandes economías del euro, ha sido una señal de alarma para los inversores, que han aumentado su demanda de activos seguros. Esto ha llevado a una subida del Euribor, que actúa como un indicador de la oferta y demanda de dinero en el mercado interbancario.
Además, el Banco Central Europeo ha reiterado su compromiso de mantener la estabilidad de precios en la eurozona, lo que ha llevado a una expectativa de que el BCE aumente los tipos de interés para frenar la inflación. Los inversores esperan que el BCE endurezca las condiciones de financiación mediante al menos dos subidas de tipos en las próximas reuniones, lo que se refleja en la subida del Euribor.
Sin embargo, hay preocupaciones sobre el impacto que un aumento de los tipos de interés podría tener en la economía europea, que aún se está recuperando de la crisis de la pandemia. Un aumento demasiado rápido o demasiado fuerte de los tipos de interés podría afectar negativamente al crecimiento económico y al empleo. Por lo tanto, el BCE se ve en el dilema de equilibrar la estabilidad de precios y el crecimiento económico al tomar medidas para controlar la inflación.
Por tanto la subida del Euribor refleja la preocupación por la inflación en la eurozona y la expectativa de que el BCE aumente los tipos de interés para frenarla. A medio plazo lo que parece inevitable es que lo terminaremos viendo por encima del 4% antes de que acabe el verano.