A mediados del siglo XIX se acuñó en España un dicho que expresaba el sentir de la clase campesina (la mayoría) de aquella época: “Agua, sol y guerra en Sevastopol”. El origen de la frase nace de la combinación de varios años de buenas cosechas que se sucedieron en la península con la Guerra de Crimea, que enfrentó al poderoso estado ruso con las potencias occidentales por el control de la península de Crimea, que escenificaba la ansiada salida al mar mediterráneo por parte de Rusia. La guerra fue ganada por los aliados turcos, ingleses y franceses, aunque no tardase mucho tiempo Rusia en recuperar por la vía diplomática lo perdido por las armas. Aunque los grandes beneficiados fueron los países neutrales, como España, que encontró salida para sus productos agrícolas a unos precios ventajosos, al tener el trigo ruso vedada la salida a los puertos mediterráneos.
Ahora los tiempos han cambiado y, aunque los motivos son distintos, la península de Crimea vuelve a estar en disputa. En el trasfondo, desde occidente sólo vemos como causante el imperialismo ruso, que desea restaurar sus días de gloria. La realidad, occidente nunca ha entendido al oso ruso y sólo se le ha escuchado cuando le hemos oído gruñir. Pocos analistas no imaginaban que este día llegaría: Rusia intentará recuperar todo el territorio que pueda del perdido tras la disgregación de la Unión Soviética. Desde las repúblicas bálticas, pasando por Bielorrusia, repúblicas caucásicas, las del centro de Asia y, por supuesto, Ucrania. Por eso difícilmente permitirá injerencias de la Unión Europea en lo que ellos consideran su suelo patrio. Al fin y al cabo, Europa siempre les ha ignorado si no era para guerrear con ellos o para aprovechar sus ingentes recursos.
Pero resulta que este conflicto también afecta a España, y como hace casi dos siglos en nuestro sector principal de la economía: el turismo. La nueva clase emergente rusa, con mucho dinero, ganas de gastarlo y ganas de descubrir el mundo, ha puesto su mirada en España como destino turístico destacado. Ahora resulta que todo puede torcerse, por lo menos durante unos años (recordemos que el dinero tiene poca memoria); el principal motivo: el potente sentimiento nacional ruso, que ante la postura de la UE, y de España, por supuesto, están pensándose seriamente elegir a ésta como destino vacacional, favoreciendo otros destinos como Túnez o Sochi (imagino que dependiendo del grado de patriotismo). Pero hay otros motivos por los que preocuparse, el conflicto, de agravarse, puede dar lugar a una crisis económica grave en Rusia. De hecho, no ha habido realmente un estallido de guerra y el rublo se ha depreciado frente al euro un 8% en lo que va de año, lo que significa un encarecimiento de España como destino turístico. Un último motivo es la actitud de Bruselas de ralentizar la concesión de visados en protesta por la actuación rusa frente a Ucrania.
¿Qué significa esto para nuestro país? Muy sencillo, la tasa de crecimiento de este mercado turístico, que ha sido en los cuatro últimos años del 30%, se ha reducido hasta un crecimiento de sólo un 10% en lo va de año. Y vale que la cantidad total de rusos que visitó el año pasado nuestro país fue sólo de algo más de millón y medio de personas, pero teniendo en cuenta la tasa de crecimiento de su mercado y que el ruso gasta en media 1.429 € por persona y estancia, frente a los 976 € de media general, hay motivos para aguardar inquietos a que se solucione el tema con Ucrania como sea, pero rápido.
Y es que este es uno de los puntales sobre los que basar el futuro de nuestro mercado turístico. Otro es el también pujante mercado escandinavo, por ahora sin problemas, y con unas tasas de crecimiento similares a las rusas y un gasto medio por estancia sólo un poco inferior: 1.149 €. Y el tercero es el todavía insignificante mercado chino, también con un crecimiento importante y un nivel de gasto significativo.
Por eso, la preocupación: España busca desde ya hace años aumentar el turismo de calidad, en detrimento del de low-cost que ha venido siendo la tónica estos años atrás. Además, se sabe que la bonanza de este sector hoy en día se debe en buena parte a la inestabilidad existente aún en el norte de África. En este sentido se estima en medio millón los turistas que nos visitan como segunda opción, tras barajar la posibilidad de visitar Egipto.
Tan sólo hay que esperar que estas buenas perspectivas se traduzcan en un aumento de la contratación y una mejora económica generalizada en todos los sectores asociados a la oferta turística, lo que realmente supondría una ayuda importante a la mejora de la economía nacional. Ya que comparando los buenos datos del turismo de años anteriores con los no tan buenos de empleo, encontramos que los grandes beneficiados de este incremento de turismo y de gasto por turista han sido solamente la patronal, no trasladándose estos beneficios al resto de los agentes implicados. De hecho, según Comisiones Obreras, el año pasado hubo una cantidad inusitada de horas y días extras no remunerados a los trabajadores del sector, así como de contrataciones fraudulentas; eso tiene un nombre, se llama explotación.