Interrumpo la serie de artículos de “el péndulo” para hacer un viaje al presente. Estos días he visto como un fervor patriótico europeo a propósito de los aranceles de Trump a la UE. Lo cierto es que si algo tan lamentable y caótico como el proceso del Bréxit ha tenido algo positivo es que ha unido a la UE ante el “enemigo” común, primero el propio Bréxit y después el Bréxit duro. Y ahora se suma el “malvado” Trump. No obstante, una cosa es que sea bueno que nos unamos y planteemos posturas comunes para defender nuestros intereses y otra es que caigamos en la hipocresía y en la infantilidad de reducirlo todo al “nuestra postura es la única viable”.
Yo estoy en contra del Bréxit, creo además que es una irresponsabilidad –ya expresé lo mismo en el caso del 1-0 en Cataluña- hacer un referéndum para iniciar un proceso que no se sabe cómo acabará. A la gente hay que preguntarla para que decida con todos los datos, y por eso creo que se le debería consultar a los británicos ahora que hay tres opciones claras: no salir, salir con el acuerdo pactado con la UE o salir sin acuerdo. El propio actual presidente inglés mintió descaradamente en aquella campaña –como hizo Puigdemont afirmando que la UE y los EUA reconocerían el resultado del 1-O por citar apenas una de las muchas que contó- dando cifras falsas por lo que todo el que se las creyera ya votó mediatizado por una mentira consciente. Es como si yo monto un referéndum para preguntar si queremos todos ganar 5 mil € al mes afirmando que nos lo prestarán los marcianos, no creo sea válido que haya un abrumador Sí. El voto debe ser cuando pueda demostrar que mi propuesta es viable.
Pero estando en contra del Bréxit (¡qué gran metáfora de la idea de que juntos somos más fuertes el que los 190 millones del Euromillones –cantidad que jamás se conseguiría en un sorteo nacional- le hayan tocado a un británico!), tengo claro que Reino Unido hace bien en intentar conseguir las mejores condiciones de salida posibles, incluso utilizando para ello la amenaza de una salida sin acuerdo. Porque entiendo es eso, un farol o una estrategia electoral de B.J. motivada además por el bloqueo de un Parlamento que ni quiere el acuerdo de May ni quiere una salida a las bravas y sólo está contento con prórrogas que no van a ninguna parte. Aquí no somos nosotros los buenos y ellos los malos, somos unos defendiendo unos intereses y otros defendiendo los suyos y, a mi juicio, un Parlamento británico muy torpe que en ningún momento ha ayudado para encontrar una salida negociada a nuestras disputas mientras la mayor parte de los europeos (y quiero creer de los británicos) en realidad lo que quieren es repetir el plebiscito. Por cierto, antes de una semana o pide B.J. una prórroga a la UE o se supone el Parlamento le echará para pedirla: el tiempo se agota.
Del mismo modo, detesto la forma de ejercer el poder de Trump y la inmensa mayoría de sus políticas, tanto en política interior como exterior, pero justo con la UE no creo esté siendo especialmente injusto. La UE, como llevo criticando años, no sólo subvenciona indiscriminadamente –y por ello la Organización Mundial de Comercio considera que algunas empresas tienen una gran ventaja competitiva, es el caso concreto de Airbus que es la que ha ocasionado la actual situación, no ha sido sólo una decisión unilateral de los EUA-, además es la primera que impone aranceles, y los más duros que existen –puesto que generan hambre en los países más necesitados del planeta- ya que para proteger a nuestros agricultura y ganadería, impide que muchas naciones pobres puedan vender sus productos en Europa o al menos hacerlo a precios más competitivos.
Ya conté hace tiempo cómo producimos el azúcar más caro del mundo en lugar de comprarlo a África, que por clima lo pueden obtener en mayor cantidad y a mucho mejor precio, y para colmo inundamos de chucherías europeas –muy baratas por culpa de las subvenciones- el continente africano, entre otras muchas cosas negativas más que hacemos como hundir a los ganaderos locales del Tercer Mundo con nuestra leche en polvo barata por culpa de las subvenciones. Que Trump castigue a algunos productos porque la UE beneficia a Airbus contra Boeing no deja de ser una respuesta injusta –porque el vino español por ejemplo no tiene la culpa- pero proporcionada en cuanto a dinero perdido y ganado por unos y otros.
Las guerras comerciales son absurdas porque nadie las gana y las perdemos los consumidores e incluso los trabajadores porque pueden aumentar el desempleo y son culpa tanto de los que ponen aranceles como de los que subvencionan. Entre los EUA y la UE no existe la excusa de los “derechos laborales”, deben competir entre sí con calidad y precio y que el cliente final, cada uno de nosotros, decidamos qué producto preferimos. Para finalizar, gracias a P. Lalanda, aquí podemos ver cuán de importante es para España los EUA como socio comercial
Y en qué sectores exportamos para ver lo limitado que es el efecto de la subida de los aranceles (que tampoco es que vayan a reducir a cero las ventas, tan sólo se recortarán algo)
En resumen, que tampoco va a ser el fin del mundo para la economía española este conflicto en el que, por más que lo fácil sea echar la culpa a Trump, la UE no es inocente.