Los ya fallecidos Tip y Coll eran una pareja cómica que tuvo mucho éxito en la TV, especialmente en los años ´70, donde hicieron especialmente popular la frase “La semana que viene… hablaremos del Gobierno”, con la que pretendían burlarse de los últimos coletazos de censura pública que aun quedaban en los años de la Transición política española ya que -por supuesto- jamás llegaban a hacerlo. Pero es tal la importancia que los estados –e indirectamente los que los dirigen- están asumiendo en temas económicos que se hace inevitable… hablar del gobierno.
Pero claro, no sólo del nuestro y es que son todos los que están poniendo parches esperando que el sistema se sane a sí mismo en el menor tiempo posible. Hay algunas medidas mejores que otras pero no hay ninguna que aborde una reforma del sistema actual, ni por el camino liberal (que hubiera implicado dejar quebrar a todas las empresas ineficientes –bancarias o no- sin gastar dinero público intentando salvarlas) ni por el socialista (asumir totalmente la gestión del sistema financiero, por ejemplo), si bien se está más cerca de éste último.
Y si no parece lógico que el dinero de todos lo gestionen empresas privadas que han demostrado su ineptitud (sistema actual) tampoco lo es que lo gestionen los mismos que han llevado a empresas públicas, ayuntamientos, comunidades autónomas etc. a los grados de ineficiencia que todos conocemos. En el caso español además es posible que de todo nuestro sistema económico de lo que más orgulloso podamos estar es de determinadas empresas que sí han demostrado ser exitosas en gestión, no creo nadie prefiera a Solbes antes que a Botín para dirigir el Banco Santander aunque muchos quizás piensen que sí hubiera salvado a Martinsa de la quiebra si hubiera estado en el puesto de Fernando Martín…
La idea de nuestro gobierno –al igual que el de otros- de hinchar el déficit público gastando un dinero que no tiene –y por tanto hipotecando el futuro- destinándolo a obra pública estatal y municipal, además del riesgo de convertirse en despilfarro (dada la mala experiencia general que tenemos con los gestores públicos), plantea una duda de rentabilidad. Si en una época de bonanza no se ha arreglado una fachada o construido una biblioteca pública, ¿Qué sentido tiene hacerla cuando hay una crisis profunda? Sí, esas labores conseguirán mantener unos puestos de trabajo que reducirán la carga del INEM (y aumentarán las de otros departamentos estatales que pagan esas nóminas) pero al ser ocupaciones eventuales tampoco generarán en esos trabajadores un consumo que tenga peso económico. Y lo peor es que el propio Solbes reconoce que no hay más margen de inversión pública para hacer frente a la crisis.
Tampoco parece tenga sentido que una buena medida como captar dinero en los mercados internacionales utilizando al Tesoro Público como garante y utilizarlo para –sin coste- proporcionar liquidez al sistema financiero español no lleve a cambio ciertas exigencias como por ejemplo la de destinar todos los beneficios a recapitalizarse. ¿Qué sentido tienes que se use el aval de todos los españoles para que un banco privado tenga suficiente liquidez con la que retribuir a sus accionistas? Si algún banco quiere una ayuda del estado debe comprometerse –a mi juicio- a no repartir nada de dividendo.
Sin embargo sí parece coherente que se permita obtener liquidez a los parados que tengan fondos de pensiones deshaciéndose de éstos. Al fin y al cabo, si el estado está hipotecando con sus emisiones de deuda el futuro de todos para intentar resolver la situación actual, es lógico que pretendan que el ciudadano también lo haga y le den esa posibilidad voluntaria.
Pero volvamos a los gobiernos en general y analicemos lo que han hecho hasta ahora: prestar dinero a las empresas más necesitadas sin analizar ni la viabilidad de su negocio ni la capacidad de gestión de sus directivos. Cuando en la actualidad el gobierno de los EUA decide regalar dinero a GM tras, compitiendo en igualdad de condiciones, demostrar ser una empresa no rentable respecto a otros competidores como Toyota o Volkswagen, lo que hace es arriesgar un dinero que no es suyo en un proyecto erróneo, que los consumidores de automóviles –los únicos que deben tener la última palabra- han decidido erróneo. El caso es aún más grave cuando el dinero regalado a unas empresas no competitivas procede de una deuda que se supone se abonará dentro de años o decenios por generaciones futuras.
¿Quién gestiona peor, el que dirige un banco privado e invierte mal el dinero de sus accionistas y lleva a la entidad a la quiebra o Bernanke y Paulson que se quedan con ese banco quebrado y con los activos tóxicos de toda la banca gastando el dinero de todos los norteamericanos y el de sus hijos pues sólo con deuda a largo plazo puede financiar tal operación? ¿Quién es peor gestor, quién es más irresponsable?
Por suerte en España tenemos el espejo de los EUA o Reino Unido para no caer en sus mismos errores y no sufrir la paradoja del dinero prestado al amigo para un negocio. Esta paradoja dice que si el amigo es responsable y trabajador, no sólo nos lo devolverá, además seguro que lo ha usado para algo que ha generado riqueza a su alrededor. Pero si es un tarambana y al cabo del tiempo nos vuelve a pedir dinero porque la primera cantidad ha sido dilapidada sin beneficio, ¿qué hacemos? Si no le prestamos más dinero habremos perdido la primera inversión con toda seguridad pero si le dejamos más, asumimos el doble de riesgo dudando a la vez de la capacidad de nuestro amigo…
Es entonces cuando se nos ocurre pensar que deberíamos haber vigilado más la capacidad y el destino de la primera cantidad que le prestamos… pero lamentarnos nos servirá de poco. A los EEUU ya les ha pasado ¿Qué hacer pues, le prestamos más al amigo o ya lo damos por perdido y nos buscamos nuevos amigos?