Este es el nombre de un interesante documental de 2009 que se elaboró a partir de la experiencia de una familia norteamericana –los Beavan- que elige cambiar radicalmente –y de forma pública, apareciendo en los medios para hablar de su experiencia- su modo de vida para intentar deteriorar lo menos posible el medio ambiente. Un escritor, su mujer, su pequeña hija y su perro viviendo en Nueva York y reduciendo al mínimo la basura que generan durante 1 año. Teniendo en cuenta que el norteamericano medio genera 726 kilos de basura al año ¿es posible? Los procesos que siguieron y que fueron aplicando progresivamente (por ejemplo no eliminaron la electricidad hasta casi el 6º mes) fueron básicamente los siguientes:
- Dejaron de usar transportes que producen carbono, es decir, abandonaron los taxis, los aviones, el metro, los ascensores… y los cambiaron por bicicletas, patinetes, escaleras (y viven en un noveno piso).
- Se deshicieron del televisor.
- Empezaron a comprar en mercados de productores para así obtener productos sin embalajes ya que la mayor parte de la basura son envoltorios pero es evidente que no es fácil para los tenderos el renunciar al plástico al presentar sus géneros.
- Compraron lombrices para que convirtieran con rapidez la basura orgánica en abono que puede volver a la tierra (lo que les provocó una invasión de moscas cuando llegó el calor que les hizo desistir de ello).
- La 3ª mayor fuente de basura en los vertederos son los pañales desechables, así que los adquieren de tela con cubre-pañales de lana para la hija.
- Dejaron de comer en restaurantes.
- Adquirían sólo la comida que se hubiera obtenido en un radio de 400 kms. a la redonda (lo que provoca un problema con los productos elaborados con trigo o con el café –y la mujer se considera adicta- pero es importante ya que el transporte genera mucho carbono), renunciaron a la carne (su crianza aumenta los gases invernadero) y al pescado y decidieron consumir sólo productos de temporada. (hago un inciso sobre el término “orgánico” ya que me pareció interesante la crítica de un granjero que prefería renunciar a esa etiqueta porque eso le obligaba a no usar antibióticos con sus vacas cuando enferman y claro, convertía muchos pequeños problemas nimios de salud en mortales)
- Optaron por comprar huevos sueltos reutilizando hueveras.
- Compraron leche en envase reutilizable y bebieron agua en vasos y botellas de cristal.
- Usaron bicarbonato sódico en envase reciclable para la higiene dental, retirando los cosméticos de la esposa.
- Intentaron comprar siempre al peso para no fomentar los paquetes y envoltorios (especialmente difícil con las cuchillas de afeitar)
- Cancelaron suscripciones a revistas y solicitaron que no mandaran publicidad por correo en formato de papel.
- Usaron trapos de ropa vieja para limpiar y no de papel y dejaron de utilizar papel higiénico (quizás es lo que les hizo más famosos para los medios). Todo para salvaguardar los árboles que son los que limpian la atmósfera del carbono.
- Eliminaron la mayoría de los productos de limpieza habituales y los cambiaron por los creados por ellos con vinagre blanco, bicarbonato de sodio, jabón de castilla y bórax -reutilizando antiguos envases de plástico para su almacenaje y uso- incluso para la higiene personal.
- A la hora de comprar siguieron el mantra: “reducir, rehusar, reciclar” lo que implicó que la esposa, una gran consumidora de ropa y accesorios, ahorrara mucho dinero.
- Lavaron la ropa dejándola en remojo en la bañera con jabón y caminando sobre ella –como un juego con la hija también- como alternativa a la lavadora eléctrica.
- Usaron un panel de energía solar para tener electricidad con la que cargar el portátil.
- Refrigeradores naturales (cerámica y agua) para conservar los alimentos -una vez eliminada la nevera- pero que no funcionaron.
La mujer nunca se mostró tan convencida como él, se nota que no es su proyecto sino el de su marido y se queja más y hace más excepciones y al tener un trabajo de oficina se “aprovecha” de todas las ventajas que ésta ofrece (como el beber agua con hielo por ejemplo) con lo que en teoría su vivencia fue menos dura y apenas le sirvió para aprender a cocinar mínimamente. Se aprecian en general algunas faltas al espíritu del proyecto (aparte de las que se suponen) como el usar agua corriente, el uso del horno, el carrito de plástico del bebe o el caucho de las ruedas de las bicicletas pero lo cierto es que es muy radical. Y es intencionado ese extremismo ya que así les sirve para decidir qué pueden o no aguantar y así decidir, una vez pasado el año, qué mantener o no en su vida futura. Según dicen, están contentos, no sólo por el impacto mediático –él fue acusado de hacer todo esto para promocionar su libro- de “hacer algo por salvar el planeta” y de “concienciación sobre el problema”, también se ven con mejor salud (incluida una rebaja en el peso), aprovechando más los días (al no haber electricidad en casa salen más) y siendo mejores padres –más tiempo dedicado a la niña- tras la experiencia.
Las reflexiones las dejo a los espectadores (o a los lectores si no lo veis), se puede pensar que este documental muestra que se puede vivir con menos y haciendo menos daño al entorno o se puede pensar que es una excepción que confirma la regla o simplemente que no merece la pena el sacrificio… O simplemente nos puede servir a todos para pensar unos minutos en nuestro propio consumo y en la forma de vida consumista que estamos llevando. Yo soy pesimista, creo que la sociedad jamás decidirá voluntariamente renunciar a vivir con una calidad “material” menor –imbuido ese concepto por el contexto social desde la infancia- por el bien “abstracto” del planeta. Y aunque con el actual sistema, un menor consumo significará más paro está bien que de vez en cuando nos recuerden que debemos cuidar el sitio donde vivimos.