Pagan 18 millones de dólares por vivir junto a la Mansión ‘Playboy’.
Vivir a menos de cien metros de la piscina por la que corretean diariamente las ‘conejitas’ de ‘Playboy’ tiene precio: exactamente 18 millones de dólares (casi 12 millones de euros al cambio actual). Eso es lo que ha pagado un comprador -se desconoce su identidad- por la residencia particular que Hugh Hefner, el octogenario (83 años) fundador de la revista masculina más popular del planeta, compartía con su actual esposa, Kimberley Hefner, de 46 años y antigua ‘Playmate’, según el rotativo ‘Los Ángeles Times’.
No siempre son tan claras las razones por las que unos pisos suben (o subían) por encima de la media en ciertos barrios. Otras veces es debido, por ejemplo, a la llegada de nuevos medios de transporte o por la creación de una zona verde cerca, pero muchas veces ocurre que no existe una razón evidente o lógica.
En el libro “La lógica oculta de la vida” Tim Harford apuntaba una relación directa entre la delincuencia y la altura de los edificios ya que estos nos “alejan” más de la gente y genera inseguridad, un factor que indudablemente hace que los pisos de la zona se devaluen a largo plazo. Si hilamos muy fino, podemos llegar a otros factores más curiosos como son los que apuntan en el blog de McKinsey, y se trata de dos factores que, en combinación, son determinantes. Cuanto más ricos son los residentes, más cara es la vivienda. El segundo y más importante factor se refleja en el “índice de Bohemios-Gays”, que une la concentración de artistas, músicos y diseñadores con la concentración de gays y lesbianas en una región. Sin importar las variables que apliquemos, qué versión del modelo utilizemos o qué regiones hayamos observado, la concentración de gays y lesbianas ha tenido de manera consistente una fuerte influencia sobre el valor de la vivienda.
La presencia de estas poblaciones tenía un efecto directo sobre el valor de la vivienda del mismo modo lo tenían que otras variables geográficas (como la renta y el capital humano), convirtiendo estos lugares en zonas más atractivas para otras poblaciones y personas. En otras palabras, la presencia de estos grupos no solamente hace que aumente el valor de la vivienda sino que hace que aumente también la renta.
¿Cuál puede ser la razón? Una teoría es que las poblaciones bohemias y gays capitalizan sobre dos factores diferentes de vivienda de alto valor. El primero es una valoración de la estética – entretenimiento. Los artistas y los bohemios no sólo producen entretenimiento sino que se sienten atraídos por lugares que lo tienen. Como compradores selectivos, con gusto por el entretenimiento, la originalidad y la estética; tienden a concentrarse en lugares en los que abundan estas cosas. Lo segundo es el ser tolerantes o abiertos a la cultura. Las regiones con grandes poblaciones de bohemios y gays poseen pocas barreras culturales para entrar, lo que les permite atraer capital humano y talento de diferentes razas, etnias, etc. Las poblaciones bohemias y gays también se concentran en comunidades con mentalidad abierta en cuanto a valores y expresión personal.
Y su status como grupos históricamente marginados significa que las poblaciones artísticas y gays tiendan a ser muy independientes y receptivos a los recién llegados. Han tenido que crear redes sociales desde cero, movilizar recursos de manera independiente y crear sus propias organizaciones y empresas.
Por todos estos motivos, en los lugares a los que han emigrado y en donde se han asentado artistas y gays es más probable que haya un gran gusto por la innovación, espíritu empresarial y formación de nuevas empresas. No es que los gays y los bohemios impulsen el precio de la vivienda simplemente por pagar más; su influencia sobre el precio de la vivienda es bastante menos directa. El hecho de que haya residentes bohemios y gays hace que aumente el valor de la vivienda porque convierten las zonas ya preparadas para el crecimiento en zonas incluso más deseables, y para un mayor número de personas.
Un claro ejemplo lo encontramos en el barrio de chueca en Madrid del cual nos hablaron en el especial de vivienda de El Mundo hace un mes.
Chueca es ejemplo del pelotazo urbanístico. Hace una década era una zona muy barata porque nadie quería vivir en el barrio y porque se consideraba peligroso. La llegada de la comunidad LGTB contribuyó a lavar su imagen, lo que encareció los precios de los pisos
Aunque no es inmune a la crisis
Al principio la gente compraba para invertir ya que luego alquilaban a las parejas gays. Por este motivo tenía mucha importancia la decoración con un ‘look’ bastante moderno”, añade. Ahora, “la gente gasta poco. Sin embargo, en Chueca los clientes le echan más imaginación, de ahí la comparación con el Soho londinense, por la originalidad de sus diseños
¿Qué opináis de esta “teoría”? ¿Conocéis algún caso similar en vuestra ciudad?