Siguen todavía los movimientos en la banca española. Tras todos estos años de ajuste, quien pudiera pensar que el proceso de transformación del sector financiero había llegado a su fin tras la defenestración de las cajas de ahorro y los procesos de fusión y absorciones, estaba equivocado.
De hecho, el proceso de transformación de la banca, que incluirá alguna fusión más, seguramente, pasa por un proceso de reconversión y transformación: ajustando las plantillas y oficinas a los hábitos de los consumidores y transformándose para evolucionar hacia una gestión en la que lo digital va a ir adquiriendo más peso. De hecho, aquellas entidades que no entiendan que el mundo ha cambiado y que la banca tradicional debe dar paso a una banca digital mucho más rápida y ágil capaz de dar respuesta a las necesidades actuales de particulares y empresas, se verán abocadas a la desaparición.
En este caso es el Banco Popular el que centra el interés. Tras publicar unas pérdidas históricas de 3.485,3 millones de euros en 2016. El banco ha destinado la friolera de 5.692 millones a provisionar la porquería oculta en el balance acumulada durante los años de la crisis. El objetivo: limpiar el banco lo máximo posible de cara a una inminente ampliación de capital, o la entrada de un nuevo socio, o las dos cosas.
De estas provisiones extraordinarias tenemos 4.200 millones dotados para cubrir créditos fallidos e inmuebles adquiridos, 229 millones para cubrir el impacto de las cláusulas suelo, 240 millones para cubrir el deterioro del fondo de comercio de su participada, y casi malograda, TargoBank o 370 millones para dotar el plan de ajuste.
Esta medida se une a la reciente de pactar la salida de un 20% de su plantilla en España. Unos 2.592 trabajadores, la mayoría (unos 2.000 aproximadamente) de más de 55 años, a los que se les ofreció, al menos, el 70% de su sueldo (dependiendo de la edad), y el resto, excedencias o indemnizaciones generosas para no añadir conflictividad laboral a la difícil situación financiera que atraviesa la empresa. En cuanto al número de oficinas, unas 302 andan echando el cierre.
En cuanto a sus resultados de cara a sus accionistas… Sólo en los últimos resultados, tras confirmarse las pérdidas de casi 3.500 millones, sus acciones se desinflaron un 16%. Los 0,85 euros de cotización actual se acercan ya a los mínimos históricos registrados a finales de noviembre. Lejos, muy lejos de los 16 euros por acción del 2007.
Por otro lado, bancos de inversión como Barclays, Goldman, JP Morgan y UBS descuentan que la compañía no podrá retribuir al inversor con cargo a las cuentas de 2017, como prometió su presidente Ángel Ron. De hecho, no se espera que la entidad vuelva a repartir dividendos, como mínimo, hasta el 2019.
En cuanto al futuro de la entidad, según JP Morgan una fusión de Popular con otro banco español “es difícil”. Sin embargo, en el informe se señala que el precio de una oferta pública de adquisición sobre Popular debería situarse en unos 7.400 millones de euros. Esta valoración duplica la capitalización de la entidad en el mercado (3.700 millones de euros), pero incluye varios elementos adicionales. Como podría ser una posible ampliación de capital previa a la compra para sanear el banco de 1.800 millones, un aumento de provisiones por morosidad de 2.300 millones y un valor de 400 millones por los posibles ahorros que surgirían de una fusión.
Los novios: Santander (que está en todas), BBVA y CaixaBank, que para hacer frente a la operación deberían ampliar capital en 9.000, 8.000 y 8.700 millones respectivamente, según el informe de JP Morgan. Tras asumir esta ampliación y los ahorros de costes tras la fusión, la nota de los analistas concluye que CaixaBank obtendría la mayor rentabilidad: su beneficio neto por acción aumentaría un 6%, frente al 3% de BBVA y el 1% de Santander. Según JPMorgan, este crecimiento de los resultados parece demasiado modesto para justificar el esfuerzo de una operación de este calibre, de ahí la conclusión del informe, que no ve clara la posibilidad de la absorción a este coste.
Otro de los posibles candidatos que también ha sonado con fuerza (y este es otro que últimamente también suena en todas) es Bankia, que no aparece en el informe. Sin embargo, los analistas de UBS señalan a la entidad todavía participada por el Estado como una buena candidata a hacerse con Popular, ya que, según un informe del banco suizo, el beneficio por acción de Bankia podría subir un 58% en caso de hacerse con Popular, frente al 13% que aumentaría el de CaixaBank, el 7% de BBVA y el 1% de Santander. Eso sí, a costa de una ampliación de capital de 12.600 millones y con el coste adicional de que su beneficio por acción bajaría en un 8% en 2018 tras integrar Popular.
El caso es que parece que ha de venir alguien de fuera de la entidad para poner un poco de orden en la casa. Ocurrió con Goirigolzarri en Bankia y ha vuelto a pasar con ahora con la llegada de Emilio Saracho al Banco Popular, que, aunque no sea su toma de poder efectiva hasta el 20 de este mes, el efecto empieza a notarse, bien porque sea exigencia suya, bien por tratar de dejarle las cuentas para que pueda empezar desde cero, bien porque lo que se le quiere dejar es un regalo envenenado.
La siguiente estación de la reestructuración bancaria española: Banco Mare Nostrum o averiguando si Bankia carga con el muerto.