¿Os habéis preguntado alguna vez de dónde viene lo de “una mujer de órdago”? ¿Y de dónde viene la palabra órdago?. Afortunadamente, alguien se hizo esa pregunta antes que yo, así que aprovecho para cortar de allí y pegar aquí.
El año 1.742 es un año señalado en la historia del Mus, el año, qué barbaridad, en que se invento el Ordago. Fue el inventor de la hermosa fanfarronada el vizcaíno Xanti Murrikaechandizolategui, al juntar las palabras vasca “or dago”, que, según explicó después el propio Xanti, quiere decir “ahí está”, cosa que nadie se ha ocupado de confirmar, para dar a entender que era el envite definitivo, en el que se jugaba todos los tantos que faltaban algo así como una heroicidad a tumba abierta, el apaga y vámonos de la partida.
El motivo del impetuoso desafío fue que el vizcaíno estaba citado en el atrio de San Ginés con doña Lucía Sotomonte, hermosa dama a la que había prometido un soneto – en aquel tiempo se prometían cosas así – cantando la belleza de sus ojos. Confiaba xanti en que si alababa los ojos de doña Lucía con el suficiente denuedo, la dama le permitiría contemplar en la intimidad otros encantos, dignos asimismo de elogio. Y como aquella partida se estaba haciendo larguísima con repetidos envites de una sola piedra decidió acabarla de una vez, jugándose todos los tantos que faltaban a un solo envite: el ¡Ordago! Perdió la partida Xanti – pilló a los contrarios cargados de Reyes -, pero llegó a su cita, entregó el soneto y, como había previsto, se fue a la cama con la hermosa doncella, que dejó de serlo aquella tarde – un órdago a la virtud, llamó a su hazaña el vizcaíno seductor -. Pocos meses más tarde fue obligado por el padre de doña Lucía a casarse con ella, cuando el resultado del órdago empezaba a hacerse evidente.
Doña Lucía, que era honesta pero pelmaza y autoritaria, le propinaba a su marido tremendas bofetadas cuando, al escribirle un soneto elogiando alguno de sus encantos, se atascaba en el segundo cuarteto, que es cosa que suele pasar y, lamentaba a gritos haberse casado con un inútil semejante.
De aquí viene el decir que una mujer es “de órdago”, tanto par referirse a su hermosura, pues la de doña Lucía provocó el feliz invento, como para calificarla de tarasca, bruja y correcalles que es lo que al final resultó.
La voz de ¡Ordago! sigue desde entonces resonando en las partidas con trémolos amenazadores y apocalípticos, poniendo en el Mus esa tremenda emoción que le distingue.
La versión moderna podría ser.
El año 2.008 es un año señalado en la historia de la economía, el año, qué barbaridad en el que se bajaron los tipos en EEUU 75 puntos básicos de golpe. Fue el inventor de la hermosa fanfarronada el americano Bernanke al juntar las palabras inglesas “esto se va para abajo” para dar a conocer que era el envite definitivo en el que se jugaba todos los tantos que faltaban, algo así como una heroicidad a tumba abierta, el apaga y vámonos de la partida.
CONTINÚA