Uno de los iconos de Chicago es la torre Willis, rascacielos que con sus 442 metros fue el más alto del mundo desde 1973 hasta el 1998. Por entonces se llamaba torre Sears ya que ésta era la empresa que decidió construirla para dar cabida a parte de sus 350.000 empleados.
El plan original de los atentados del 11 de septiembre de 2001 era secuestrar 12 aviones, de los cuales uno iba a impactar en este edificio.
Sears lo era todo en EEUU, una empresa capaz de gastarse el equivalente a 1.000 millones de dólares (ajustados a la infllación) sólo en sus oficinas. Recibía más de 100.000 pedidos cada día, decía a sus proveedores qué quería que le fabricasen, cómo y a qué precio. Tenía el poder de levantar o hacer quebrar empresas. Su catálogo que a veces tenía 1.500 páginas e incluía casi 100.000 productos llegaba a un tercio de los estadounidenses. Todo lo que podía necesitar una familia estaba allí, vendía desde coches hasta kits para construirte una casa completa. Además, si no quedabas satisfecho te devolvían el dinero.
Sears era al comercio lo que Kodak a la fotografía o Nokia a los móviles. La gran empresa indestructible.
Pero los tiempos cambian, la sociedad también y la competencia todavía más. Por un lado no vieron venir el huracán Walmart que competía con precios bajos (le arrebató el liderazgo en 1989) y cuando miraron ahí no vieron venir a las tiendas especializadas (tipo Toys ´R´Us) que competían en especialización y cuando miraron ahí no vieron Internet, que competía en todo y sus ejecutivos, anclados en el modelo de negocio antiguo, no sabían muy bien de que iba eso.
A mediados de la década de los 90, la mayor parte de los productos que vendía Sears se podían encontrar en otros lados, y a precios más bajos. Se diversificó tanto que perdió el foco. Quiso crecer tanto que se convirtió en nada.
Sears lleva años hundida en una crisis de la que no logró salir. Entre 2013 y 2017 registró unas pérdidas de más de 6.000 millones de dólares. Actualmente cuenta con 700 tiendas abiertas y 68,000 trabajadores, una reducción notable en comparación con las 1,000 tiendas y 89,000 empleados que tenía en febrero. Esta semana se ha acogido al Capítulo 11 de la ley de quiebras a la espera de terminar la temporada navideña para intentar salvar algo de lo que fue la empresa que fue el emblema del sueño americano.
Quizás al leer este artículo os esteis acordando de alguna empresa y quién sabe si dentro de unas décadas, alguna de las compañías del billón de dólares acabará como Sears.