14 septiembre 2011
El Euríbor, principal indicador al que están referenciadas la mayoría de las hipotecas en España, ha subido seis milésimas y ha establecido su tasa diaria en el 2,058%.
El índice arrancó septiembre en el 2,089%, por lo que registra un descenso de 31 milésimas en lo que va de mes, y con los diez cambios diarios disponibles hasta ahora, la tasa mensual del Euríbor se encuentra en el 2,066%.
Esta tasa mensual provisional es inferior a la de agosto (2,097%), pero se mantiene por encima de la correspondiente a septiembre de hace un año, cuando marcó 1,420%, por lo que los usuarios de hipoteca a los que les toque revisión anual ahora verán aumentar su letra.
Las cosas no van bien. El mercado laboral sigue parado y los EREs, aunque disminuyen, siguen a la orden del día. Muchas empresas han quebrado y otras no consiguen recuperarse y tememos por nuestro empleo. Además de los jóvenes y las mujeres, hay un grupo de personas a las que les afecta en mayor manera el paro: son los mayores de 45 años.
Según un estudio de la empresa Viadeo, el 60% de los mayores de 45 años tarda más de un año en encontrar un puesto de trabajo, y sólo un 7% logra un empleo en menos de un mes. Para este colectivo, los contactos personales y las recomendaciones son las principales vías empleadas por los mayores de 45 para conseguir trabajo, según afirman el 48% de los encuestados.
Algunos dan por muerto al Euro al igual que muchos han dado por muerto, varias veces, al dólar y lo único cierto es que las monedas “globales” o de reserva, van y vienen casi a la misma velocidad que sus imperios.
Ironías de la vida, el dracma de plata, emitido por la antigua Atenas en el siglo V a.C., fue problablemente la primera divisa que circuló extensamente fuera de las fronteras de su estado emisor, seguida del áureo de oro y del denario de plata emitidas por Roma, incluso las divisas ateniense y romanas circularon de forma simultánea durante algún tiempo. El dominio de las monedas emitidas por Roma acabó cuando el largo ciclo de inflación que caracterizó la economía del Imperio Romano desde el primer siglo d.C. hasta comienzos del siglo IV condujo a una devaluación continuada de las mismas, dando lugar a que fuera cada vez menos aceptadas fuera del Imperio Romano. En última instancia, el áureo se apreció por su peso más que por su imputado «valor nominal», cotizándose más como una materia prima que como una divisa fuera del Imperio Romano y abriendo camino al pesado sólido de oro del Imperio Bizantino que se convirtió en la divisa dominante en el comercio internacional del siglo VI.