El Banco Central de Turquía ha vuelto a sorprender a los mercados con un nuevo recorte de su tasa de referencia, reduciéndola en 250 puntos básicos hasta el 45%. Este movimiento, anunciado este jueves, supone la segunda bajada consecutiva del tipo de interés y se enmarca dentro de la estrategia del organismo para impulsar el proceso de desinflación sin afectar de manera drástica el crecimiento económico.
Un giro tras meses de endurecimiento monetario
La autoridad monetaria turca había mantenido estable su tipo de referencia en el 50% durante la mayor parte de 2024, tras una serie de incrementos agresivos el año pasado para contener la inflación desbocada. Sin embargo, con la reducción acumulada de 500 puntos básicos desde diciembre, parece que el banco central considera que ha llegado el momento de flexibilizar su política monetaria.
“La decisión sobre la postura monetaria restrictiva está fortaleciendo el proceso de desinflación mediante la moderación de la demanda interna, la apreciación real de la lira turca y la mejora de las expectativas de inflación”, afirmó el organismo en su comunicado oficial.
Inflación bajo control, pero con riesgos latentes
Pese a esta moderación en el costo del dinero, el Banco Central advierte que ciertos sectores, como el de los servicios, aún presentan riesgos inflacionarios debido a la indexación retroactiva de precios. Además, los indicadores adelantados sugieren que la inflación subyacente podría haber aumentado en enero, aunque sigue alineada con las previsiones oficiales.
El ente emisor ha dejado claro que mantendrá una postura restrictiva hasta que se logre una estabilidad de precios sostenida, subrayando que si surgen nuevos riesgos en los mercados, implementará medidas macroprudenciales adicionales para garantizar el adecuado funcionamiento del mecanismo de transmisión monetaria.
El desafío de la estabilidad económica
Este cambio en la política monetaria turca llega en un contexto económico complejo. Aunque la lira turca ha mostrado cierta apreciación, sigue siendo una moneda altamente volátil y vulnerable a factores externos. Además, el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan ha impulsado diversas medidas para estimular el consumo y la inversión, lo que podría generar presiones inflacionarias adicionales si no se coordinan adecuadamente con la política fiscal.
Los analistas están divididos sobre el impacto de este recorte. Algunos consideran que podría ser una estrategia acertada para evitar una desaceleración excesiva de la economía, mientras que otros alertan de que un alivio prematuro de las tasas podría poner en riesgo el proceso de desinflación.
En cualquier caso, el Banco Central turco sigue caminando por una delgada línea entre sostener el crecimiento y controlar los precios, en un país que en los últimos años ha sido escenario de episodios de alta inflación y fluctuaciones abruptas en su política monetaria.