La industria del vino se lo ha montado realmente bien. A lo que históricamente ha sido un vicio nos lo han logrado colocar como un arte, así que no me extrañaría verlo algún día como una asignatura de primaria, con clase práctica incluída. Pero no sólo eso, si no que además han logrado convencernos de que una copita de vez en cuando es buena para la salud, como bien explican aquí.
Se puede afirmar que el consumo moderado de vino ya no sólo es beneficioso para prevenir enfermedades de tipo coronario sino de tipo cancerígeno, diabetes o, incluso, de Alzheimer.
Lo más importante se centra en el consumo moderado de vino y una dieta equilibrada, sea en forma de vino tinto o blanco (30 gramos de alcohol por día o su equivalente habitual en volumen), es aconsejable siempre que no existan contradicciones de ningún tipo para ello
Como véis, algo pernicioso de repente se ha convertido en un conocimiento de protocolo casi necesario y en todo un tratamiento médico.
Si tenemos algo que actualmente nuble la vista a los economistas y les haga pensar de una manera confusa, eso es el fantasma de la deflación, pero al igual que los vinos, puede tener sus efectos positivos para la salud económica. No obstante hay que identificar con el tipo de deflación que nos encontramos ya que las hay buenas y malas.
La deflación buena vendría de la reducción de los productos que importamos, bien sea energía o materias primas. No hace mucho teníamos el petróleo a más del triple que ahora, lo cual hubiese crisis o no sería un factor determinante en la bajada de precios mundial. El único problema aquí es que la causa de la bajada del petróleo es precisamente la crisis y no un incremento en su oferta por la aparición de nuevas reservas…
Otra deflación positiva la tendríamos mediante una reducción de impuestos, por ejemplo el Reino Unido se ha planteado rebajar el IVA para incentivar el consumo. Una solución de libro, pero que muchos gobiernos ni se la plantean. El problema, de nuevo, es que se trata de otra vez de un efecto de la crisis y no de una causa natural.
Pero aún hay más, un incremento en la competitividad debido, por ejemplo, a mejoras tecnológicas se traslada en reducción de precios para el consumidor final, como ha ocurrido con la industria informática en los últimos años. Un servidor, que se gasta gran parte de su presupuesto en aparatos electrónicos lleva viviendo alegremente en un entorno deflacionista casi desde que nací. Sólamente recuerdo una vez que subieron los precios y fue debido a un terremoto en Japón.
A todas estas deflaciones podríamos añadir las que vienen de los tipos de cambio, reducción de márgenes y alguna más que me dejo en el “tintero”.
Así que como con el vino, algo catalogado como negativo puede tener sus implicaciones positivas, pero me temo que esta vez nos ha tocado un caldo de los malos, picado y que nos dejará una resaca bastante dura, pero mientras tanto habrá que aprovecharse de la borrachera de precios bajistas.
Por tanto, la única experiencia que tenemos en entornos deflacionistas es lo ocurrido en Japón y mucho me temo que no es lo mismo hacer sake que un vino de uva.
Y como aperitivo, un resumen de noticias:
- Crudo de Texas cierra a 40,06 dólares, el precio más bajo en 4 años y medio
- La morosidad de las cajas se cuadruplica en noviembre hasta el 3,53%
- Los bancos cierran oficinas por primera vez desde 2002
- El fiscal general se inhibe del caso Madoff por implicaciones familiares
- Madoff engañó al banco Santander hace tres semanas
- Chrysler cerrará sus fábricas en EE UU durante un mes
- El crédito a familias y empresas cae un 50% pese a las inyecciones de liquidez
- Las mejores y peores acciones del SP500 en el 2008
- Banco central noruego baja tipos 175 puntos básicos al 3%