Ahí donde la véis, la morcilla, ese humilde producto gastronómico, apareció por el siglo VIII ac en la célebre “Odisea” de Homero, del cual rescato el siguiente parrafo
«Cuando un hombre junto a una gran hoguera ha rellenado una salchicha de grasa y sangre y la vuelve a un lado y a otro y espera con ansiedad que no tarde en asarse»
Pero la historia de la morcilla es muy triste ya que por su forma tan perversa llegó incluso a ser pecado el comerla, como bien nos recuerdan en este artículo.
Pero ¿ay!, esa morfología aviesa, esa obviedad fálica, esa grosería enhiesta acabó con la morcilla convirtiéndola en ilegal: la iglesia prohibió las lupercales y consideró pecaminoso comer morcilla. Después llegó Constantino, se convirtió al cristianismo en el siglo IV y convirtió su sabor en delito flagrante. La morcilla devino en placer clandestino que el pueblo disfrutaba a escondidas hasta que la iglesia y el emperador pasaron por el aro y la legalizaron.
No obstante, lo que la iglesia ni las dietas light pudieron, es posible que lo haga el petróleo y la subida de las materias primas ya que trístemente leo que La morcilla muda de piel.
El colágeno puede suponer una solución más que estética para que la morcilla de Burgos sobreviva a la situación económica sin aumentar drásticamente su precio. La Asociación de Fabricantes de Morcilla de Burgos busca en este material un sustituto para la tripa de vaca, que en el último año ha multiplicado su precio por seis, según el presidente de este colectivo, Roberto Dasilva. La tripa de colágeno hecha con fibras naturales conseguiría no encarecer tanto este producto, que ya suma la subida de coste de otras materias primas.
Si queríamos una prueba de que la crisis llegó, aquí la tenemos en la morcilla y el preocupante hecho de que muchos productos de los que no suben de precio si bajan las calidades.
Tal y como están las cosas y dado que de momento el comer es un vicio necesario, muchos tendrán que comprar la morcilla con tarjeta de crédito.
Sin empleo, con hipoteca y teniendo que hacer la compra cada semana. ¿Solución de muchos? Más que apretarse el cinturón, tirar de tarjeta de crédito. Y es que aunque los rasgos citados no conforman –todavía- el perfil de un español medio, el boom experimentado por la emisión de tarjetas de crédito en los últimos años no remite en el arranque de 2008. En el primer trimestre del año, el número de plásticos en circulación se situó en 43,78 millones, tras incrementarse un 10,43% respecto al mismo período del año anterior. Si se mantiene esta tendencia, la cifra podría rondar o superar a final de año los 46 millones, el equivalente al número de residentes en territorio nacional según el último Padrón a 1 de enero.
Afortunadamente para este entorno tan endeudado y para frenar los préstamos abusivos, tenemos una nueva ley que regula las tarifas de las empresas que ofertan créditos.
Las empresas de intermediación financiera y de concesión de créditos rápidos están en el punto de mira. Hace un par de meses se dictó la primera condena por usura contra una sociedad de préstamos rápidos, y podría no ser la última. La crisis crediticia y la dificultad de las familias para llegar solventes a fin de mes están impulsando hasta cuotas insospechadas el viejo negocio de prestar dinero.
El principal problema radicaba en que muchos negocios que te ofrecen un crédito para facilitar la compra no son empresas financieras y por tanto no estan controladas por el Banco de España con el consiguiente peligro.
Ayer pude leer en “El Confidencial Digital” un artículo que francamente no me lo creo y tiene pinta de ser un burdo rumor pero que puede dar mucho juego en la zona de comentarios y es que el Gobierno para reactivar el mercado inmobiliario va a lanzar una campaña de publicidad con el lema “Los pisos no van a bajar más de precio“. ¿Debería el gobierno hacer algo para reactivar este sector o dejar que el mercado lo haga?.
Sin duda, el sector inmobiliario está mal en todo el mundo, como ejemplo tenemos a Manhattan en donde sus carísimos apartamentos se venden en muchas ocasiones por debajo del precio de compra.
Entre los apartamentos que más han bajado se encuentra uno ubicado nada más y nada menos que en el distrito financiero. Vendido por 590.000 dólares. Un precio muy por debajo de los 720.000 dólares que se pagaron en enero de este mismo año.
Lo que más me sorprende de esta noticia es que un apartamente en el centro de Nueva York cuesta prácticamente lo mismo que uno en Madrid…