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Nacionalismos y un debate estéril

Siendo sinceros, cada uno de nosotros tenemos una preeminencia de intereses que empieza por uno mismo y su familia y que va disminuyendo según el “prójimo” sea más lejano geográfica y culturalmente. Y sabemos que con el dinero que nos gastamos en tener un perro o en beber refrescos podríamos evitar muertes de seres humanos pero para la mayoría de nosotros un bebé somalí que no conocemos es menos importante que nuestros caprichos cotidianos. Incluso estos días que España ha decidido empezar a cobrar servicios sanitarios a inmigrantes ilegales, ha habido protestas que no hay contra la falta de atención médica de los familiares de esos mismos inmigrantes que aún viven en su país de origen; es decir, parece que nos importan más porque están más cerca. Asumiendo, sin hipocresías, que esto es así, y que aparte de nosotros mismos, familia y amigos, valoramos más a los humanos de nuestro entorno social y cultural más cercano que a los de fuera, el nacionalismo parece algo normal, que no necesita motivos racionales y por ello está tan extendido. Creo que el genial Quino lo resumió muy bien en esta viñeta

Uno de los personajes históricos más curiosos para mi es Juana de Arco, una adolescente que a comienzos del siglo XV fue capaz de abanderar un ejército de hombres para “salvar” a Francia de la invasión inglesa. Los católicos, y especialmente los franceses, achacan su excepcionalidad a una influencia directa divina sobre ella. Pero incluso desde un punto de vista religioso parece difícil de creer que un Dios que se supone ha creado un universo que se mide en años luz y en millones de años se vaya a preocupar por tomar partido en las fronteras políticas de un pequeño planeta a favor de un país y en contra de otro –por cierto, los británicos también eran católicos en esas fechas- pero por supuesto los franceses están encantados con esa idea y por ello Juana de Arco es –todavía hoy- la Santa Patrona de Francia. Este es uno de los muchos ejemplos que existen sobre el poder que el nacionalismo ejerce sobre nuestra mente racional. Desde un punto de vista económico, el nacionalismo es algo que no casa con la actual globalización y supone un freno para salir de la crisis como estamos viendo en la €zona (la falta de unidad y la incomprensión entre los distintos países están en contradicción con el propósito de crear una unión que aspire a competir con los EUA), pero no se puede obviar nunca en una ciencia social como la economía el factor humano. Por ejemplo, yo podría demostrar que Baleares mejoraría su situación si se separara de España y se convirtiera en un lander alemán y no por eso iban a querer hacerlo y de igual modo sé que en Cataluña hay un fuerte sentimiento independentista pero confío que no la querrían si eso supusiera vivir mucho peor de lo que lo hacen ahora.

Yo soy antinacionalista y globalizador, creo en la diversidad cultural pero no en la educación que prioriza las diferencias y me opongo a las fronteras pero dado que existen, éstas deberían ser decididas por los ciudadanos y no por las guerras o las interpretaciones históricas como mayoritariamente ha pasado hasta ahora y por eso creo que el nacionalismo catalán es tan justificable como cualquiera y la aspiración a un estado propio no es censurable. Como historiador veo que se han manipulado hechos para justificar posiciones pero también es cierto que eso pasa en casi todas partes. Por ejemplo, en España, donde muchos critican la interpretación que hacen muchos en Cataluña de la Diada, sabemos que los restos de Santiago –patrón del país- no están en Compostela (e incluso se llega a dudar que realmente haya pisado alguna vez la Península Ibérica) o que lo de Covadonga fue una escaramuza sin importancia a la que se mitificó por motivos políticos, al igual que se pervierten las palabras para darles el significado que se quiere, por ejemplo denominando durante décadas “alzamiento nacional” a un golpe militar. Y es que los políticos han utilizado el nacionalismo en muchas ocasiones para beneficio propio, siendo quizás el caso más extremo el de Hitler y Hiro-Hito ya que en nombre de él provocaron el mayor conflicto bélico de la Historia.

Centrándonos en la economía, creo que ese sentimiento nacionalista de muchos catalanes ha sido utilizado por algunos políticos para vender la idea de que la independencia es una mejor forma de salir de la crisis que la integraciónY no es así, y sospecho que la mayoría de ellos también lo saben y esto es una forma de presionar para conseguir más y mejores condiciones, pero se ha abierto un debate sobre el tema en el que vuelan las cifras “supuestas”. Todos los españoles somos iguales y precisamente lo único que rompe –al menos sobre el papel- la igualdad es el tema fiscal ya que a los que ganan más se les aplica un porcentaje de impuestos superior. Y esto –que algunos llaman solidaridad y otros expolio- ocurre también a nivel territorial y no sólo en España, es exactamente el mismo método de la UE: quien más ingresa, más paga. Así pues, igual que nadie entendería que un día hubiera una unión política real en Europa y Holanda tuviera derechos que no tiene Italia, no tiene sentido que haya territorios con privilegios y por eso creo que las ventajas vascas y navarras deberían desaparecer y desde luego estoy en contra de que se extiendan a Cataluña. Si el negarse a ello es la mecha que conduce a que una amplia mayoría de habitantes de Cataluña quiera dejar de pertenecer a España, sería una pena y tengo claro que será muy difícil –por muy legal que sea- obligar a la gente a ser ciudadanos de un país al que no quieren pertenecer.

En cualquier caso, una cosa es si los catalanes tienen derecho a votar por su independencia o no –asunto político- y otra es que ésta sea viable económicamente. Yo creo que no y por eso pienso que las posibilidades de que haya una secesión dentro de España –incluso en Euskadi que pronto tendrá una mayoría parlamentaria ultranacionalista- son ínfimas porque sería un suicidio económico. Puede haber más o menos autonomía o mejores o peores condiciones de financiación pero la independencia total no parece realista. ¿Quién iniciaría un proceso bilateral que perjudicara a los habitantes de las dos partes que participan en él? ¿No estamos viendo cómo la €zona, con apenas una década de historia, con muchos menos puntos de unión que cualquier autonomía tiene con el resto de España y con un proyecto fracasado hace todo lo posible por no romperse precisamente por el coste económico que supone la ruptura? Hay un error en muchos de los análisis que se hacen ya que antes de imaginar una Cataluña independiente antes hay que planear cómo sobrevivir al proceso de separación.

A las malas, excluyendo absurdeces como lo de la Guardia Civil o el desvío del Ebro, España lo tiene todo a favor para imponer su postura ya que cuenta con todo el apoyo internacional que no sólo le ofrece su participación en los principales organismos, sino especialmente el miedo que otros estados tienen a apoyar un movimiento secesionista que se les puede volver en contra ya que este no es un problema exclusivo de España y dentro de Europa también ocurre en Reino Unido, Italia, Bélgica etc. Además, Cataluña tiene deudas y gasta más de lo que ingresa, necesita acceso a la financiación internacional, algo que incluso tiene casi cerrado España y que sólo mantiene por el apoyo de sus socios en la €zona. Por tomar una noticia reciente: ¿Cómo podría obtener Cataluña por ejemplo los casi 11 mil millones que necesita Cataluña Caixa?

aunque –fantaseando mucho- alguna vez se iniciara una negociación de igual a igual entre una autonomía y el gobierno central sobre una secesión y aún imaginando –repito de nuevo, fantaseando mucho- la mejor de las voluntades por ambas partes, el sólo hecho de empezarla sería nefasto para los dos. Y desde luego no sería ninguna solución a la actual crisis puesto que no sólo no parece cercano en el tiempo su inicio, es que su evolución se dilataría muchos años ya que es imposible tras tantos siglos hacer un reparto equitativo que satisfaga a ambas partes y mucho menos llevarlo a la práctica en menos de una o dos décadas. Parecería sencillo repartir la deuda pública pero si se hace, ¿No habría que repartir también los activos incluido el armamento y las reservas de oro y alguien piensa que España querría hacer eso? Y caso de hacerse, ¿se haría por población o por territorio? ¿Y cómo se comparte la deuda privada y bancaria o el Fondo de Garantía de depósitos? Y si se inicia un largo proceso que conducirá a la independencia, ¿Mientras tanto se espera que el estado central mantenga su estructura e inversiones allí y que los ciudadanos de la autonomía paguen los impuestos estatales? Quizás si España sale del € las posibilidades pasarían del 1% al 5% pero seguirían siendo tan pequeñas que para mí, que doy por hecho que nadie quiere empeorar abruptamente sus condiciones económicas de forma voluntaria, es hablar por hablar.

Droblo

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  • Debate del sistema financiero y punto final a cita de FMI y BM en Tokio http://dlvr.it/2KB6NT

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  • La primera institución del estado, la corona, es la mofa del mundo, con un rey que se va a cazar costosos elefantes con una misteriosa señorita alemana mientras su pueblo se hunde en la miseria. En la misma familia real, el yerno de su majestad está imputado por estafas millonarias de dinero público (por cierto, doña Soraya, las estafas sucedieron principalmente en las comunidades Balear y Valenciana, ambas gobernadas por militantes del partido de usted) actividades que parece eran conocidas por el Rey. En lugar de denunciar esas ilegalidades, su majestad envía a su yerno a Washington con un salario millonario.
    Pasemos a las instituciones judicioales: el presidente del tribunal supremo es obligado a dimitir por haber malgastado dinero público en excursiones románticas de fin de semana con el encargado de su seguridad. Es más, a diferencia de lo que hubiera pasada con cualquier empleado de cualquier empresa que es expulsado de su cargo por malversación de fondos, el señor letrado cobró unos 200.000 euros de indemnización provenientes del erario público.
    El juez más mediático y famoso del mundo, expulsado de la audiencia nacional por haber sido probado que espió a un acusado y violó la relación de secreto entre abogado y cliente, relación que es sagrada en toda democracia que se precie.
    Entrando en el mundo de la política, los partidos, todos los partidos, violan sistemáticamente todas sus promesas electorales. Los partidos que ahora mandan hacen lo contrario de lo que decían cuando estaban en la oposición y los partidos que ahora están en la oposición critican al gobierno por hacer lo que ellos mismos hacían cuando mandaban. Entre unos y otros, están dejando a los ciudadanos una sensación de que sus votos no sirven para nada y una desconfianza en la clase política de consecuencias impredecibles.
    Sin abandonar la esfera política, en toda la prensa internacional aparecen imágenes de estaciones de AVE vacías, aeropuertos sin aviones, ciudades fantasma e infraestructuras sobre las que los alemanes sueñan cada día y no sólo porque son las infraestructuras que les gustaría tener sino porqué ya ven venir la factura que tendrán que pagar por toda la corrupción que ha generado tanto dispendio. Por cierto, señora vicepresidenta, en el momento de escribir esta nota me encuentro de viaje por el centro de Europa y cada vez que algún político, banquero o economista me habla de España, saca a la conversación los reportajes que ha visto en su televisión sobre el aeropuerto de Castellón, un monumento a la incompetencia, la desfachatez y el caciquismo de Carlos Fabra, Presidente de la Diputación de Castellón, militante del Partido Popular de Valencia, padre de la tristemente famosa diputada del Partido Popular, Andrea “que-se-jodan” Fabra. Que se sepa, ni padre ni hija tienen ninguna relación conocida con los soberanismos vasco o catalán.
    Al descrédito de España también han contribuido las élites empresariales lideradas el presidente de la Confederación de Empresarios (la CEOE), don Gerardo Díaz Ferran, imputado por una quiebra fraudulenta que dejó sin pagar a empleados, proveedores y acreedores y por la emisión de pagarés de Nueva Rumasa. No hablaremos de los espectáculos constantes del propio Ruiz Mateos, novelesco personaje que parece salido de la literatura picaresca del renacimiento español, pero sí del banquero más famoso e internacional del país, don Emilio Botín, a quien se le descubrió una fortuna de 2.000 millones de euros escondida en un paraíso fiscal o uno de sus subordinados, convenientemente indultado una vez los tribunales emitieron sentencia de culpabilidad. Hablando de empresarios, muchos de los que en su día se vanagloriaban de haber conseguido entrar en la lista Forbes de billonarios, no han conseguido evitar que sus empresas se arruinaran. Ahora que ha quedado demostrado que no eran tan buenos empresarios como se pensaba y que sus otrora milagrosos éxitos económicos no eran más que el fruto de la especulación inmobiliaria, el amiguismo político y el pelotazo como medio de ganar dinero para los más espabilados. Esos "grandes" empresarios se arrastran hoy por el mundo implorando que alguien les compre sus empresas a precio de saldo. El modelo empresarial del pelotazo español no es precisamente un modelo económico por el que los inversores internacionales se sientan especialmente atraídos en la actualidad.
    Tampoco hay que olvidar la nefasta labor de las entidades supervisoras a la cabeza de las cuales se encuentra el Banco de España, una entidad que ha agravado significativamente la crisis con su absurda política de fusiones bancarias que ha acabado por contaminar a los bancos y cajas sanos con toda la porquería de los bancos y cajas quebrados. El Banco supervisor también es quien hizo los stress tests que dieron la nota de aprobado a Bankia, ese engendro financiero insolvente cuya salida a bolsa bajo la supervisión de la Comisión Nacional del Mercado de Valores acabó con los ahorros de miles de ciudadanos españoles.
    Y dejo para el final al gobierno del Partido Popular, que pensó arrogantemente que sólo por el simple hecho de ser del PP, apaciguaría a los mercados internacionales a pesar de que el PP gobernaba la Comunidad Valenciana cuando tuvieron lugar todos aquellos escándalos de corrupción y dilapidación estratosférica de dinero público (y eso lo sabían todos los inversores internacionales). El gobierno del PP, que pospuso durante meses la presentación de los presupuestos más importantes de la historia con el burdo objetivo de ganar las elecciones andaluzas a pesar que ese retraso estaba hundiendo la economía del país. Ese gobierno que tras explicar que las subidas del IRPF eran contraproducentes, acabó poniendo unas de las tasas más altas de Europa. Ese gobierno que tras hacer una campaña de recogida de firmas cuando el PSOE subió el IVA, va y sube ese mismo impuesto al llegar al gobierno y lo hace con el burdo argumento de que "hay mucha gente que no lo paga", haciendo pagar así a justos por pecadores y lo hace ¡unos días después de premiar a los evasores con una absurda amnistía fiscal! Ese gobierno cuyo ministro de hacienda siempre encuentra la manera de exculpar sus acciones y sus engaños y de dar la culpa de todo a los demás, desde los extranjeros hasta las autonomías pasando por los evasores de impuestos, los mercados financieros y esos hombres de negro que nunca iban a venir a España pero a los que ya les está mendigando un rescate en toda regla.
    Ese gobierno que se ha convertido en la única empresa de España que crea ocupación aunque sólo sea para colocar a militantes del PP, familiares y amigos entre los que se encuentra... ¡el señor marido de la señora vicepresidenta doña Soraya Sáenz de Santamaría!
    Esto, todo esto, y no los soberanismos catalán y vasco, es lo que hace que España haya perdido toda su credibilidad internacional y haya ahuyentado la inversión extranjera, doña Soraya. Es más, el descrédito constante de todas y cada una de las instituciones españolas, desde el Rey hasta le CNMV pasando por el gobierno, los partidos, los jueces, las entidades reguladoras y los empresarios (a lo que podríamos añadir, como guinda de última hora que confirma el sainete en el que se ha convertido este país, al presidente del comité paralímpico animando a los atletas a defender "La Roja Coja"), este descrédito general de todas las instituciones de España, repito, no sólo hace que los inversores vean que España no es un país de fiar a la hora de invertir su dinero sino que, además, está haciendo que el sentimiento antiespañol esté cada vez más arraigado en algunas comunidades. Al fin y al cabo, usted debe entender que la gente quiera desmarcarse de todo esta monumental vergüenza internacional y tenga ganas de largarse ante este desolador panorama. El sentimiento soberanista, pues, no remitirá hasta que ustedes arreglen su propia casa.
    El descrédito de España no es culpa del soberanismo. Es culpa de ustedes. Y el soberanismo... también.

    XSM

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  • Lagarde ve necesario calibrar el tipo y ritmo de ajustes fiscales a cada país http://dlvr.it/2Jspyq

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  • Respecto al artículo del día.
    Mi abuelo siempre decía: "yo pido 10, para que al menos me den 5".
    Pues con los políticos catalanes pasa más o menos lo mismo, piden la independencia pero lo que realmente quieren es más pasta (al menos lo mismo que sus "hermanos" vascos).
    Quizá lo que no han calculado es que enardecer a las masas puede ser contraproducente, y la vuelta atrás no siempre es fácil. Cuando prometes 10 a tu gente, y al final sólo sacas 5 (o nada), puede que te cueste explicarlo...
    Me juego una cerveza virtual a que al señor Artur Mas se lo acabará llevando la corriente, y no tardando.

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  • Después de los errores de bulto cometidos por la Troika en Grecia y Portugal, y de este cambio de dirección de Lagarde, ¿está en cuestión en Europa el paradigma de la austeridad? Pues sí, lo está, pero fundamentalmente porque los gobiernos han hecho mal los ajustes y el caso español está resultando ser emblemático. Aunque el Gobierno se haya esforzado por enfatizar que en los Presupuestos de 2013 el 58% de los sacrificios residen en la reducción del gasto y sólo el 42% en el incremento de ingresos, el ajuste de la economía española sigue descansando de una manera abrumadora en el sector privado. Hay muchos elementos extravagantes que indican que hay áreas del Estado fuera de control. Antonio Beteta admitió el lunes que las comunidades autónomas han aumentado sus plantillas en 9.600 funcionarios en lo que va de año, mientras en la administración central y en la local se han reducido en 11.000 y 50.000 personas respectivamente. ¿No estábamos en fase de ahorro? Y llama aún más la atención que los gastos de personal del sector público aumentan un 1,2% en el presupuesto del Estado y un 0,4% en el consolidado de 2013. Como se preguntaba esta semana Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de Fedea, ¿tienen sentido estos incrementos cuando el país está en recesión? ¿Se puede considerar seriamente como un ahorro permanente la desaparición de las inversiones reales y las transferencias de capital que caen un 17% en los PGE 2013, cuando tarde o temprano habrá que rehabilitar esas partidas? Por lo visto el papel lo aguanta todo, así que conviene fijarse en los números de la economía real que es lo que aparece en las cuentas no financieras del segundo trimestre, publicadas por el INE el 2 de octubre pasado. Ahí se ve que la mayor parte de los esfuerzos de ajuste siguen recayendo en las familias y empresas, y en muchísima menor medida en el hipertrofiado sector público, donde hay enormes ineficiencias. Era tal el nivel del despilfarro, por ejemplo, que en el Gobierno están sorprendidos con los buenos resultados de una medida que se preveía de poco calado económico como es el copago farmacéutico, donde se ven caídas del 20% en la dispensación de recetas y una disminución del 11% en las atenciones médicas. En lo que se refiere al ahorro y la inversión, con datos tomados de las cuentas no financieras, sigo una tabla elaborada por David Taguas, el ex asesor de Zapatero y ahora director del Instituto de Macroeconomía y Finanzas de la Universidad Camilo José Cela, que ha circulado estos días. En ella se ve que las tendencias de fondo del ahorro, la inversión y el déficit por cuenta corriente se mantienen inmutables desde el comienzo de la crisis. La tasa de ahorro sigue reduciéndose y ha caído 3,4 puntos del PIB desde 2007. La verdad es que España, salvo un pequeño período en la década de los años 80, nunca ha sido capaz de cubrir sus necesidades de financiación con el ahorro interno porque éste es muy débil. Habría que empeñarse en una reforma estructural mayor -como la transformación del régimen de las pensiones- para incrementarlo de forma estructural. Sin embargo, lo que sí resulta alarmante es la composición interna de la tasa de ahorro, donde la asimetría entre el esfuerzo del Estado y el del sector privado es injusta e insostenible. Mientras el ahorro privado se ha incrementado 9,2 puntos desde 2007 y sigue aumentando en 2012 pese a que el Gobierno ha elevado la presión tributaria notablemente, el de las administraciones públicas ha disminuido 12,5 puntos. Peor aún, en medio de un supuesto proceso de consolidación fiscal, la tasa de ahorro del sector público es negativa y sigue cayendo: ha pasado del -5,2% en diciembre de 2011 al -5,7% de junio, media décima. La brecha entre el ahorro privado y el gasto público es espectacular. Pero esta increíble falta de austeridad en el sector público no significa que el Estado español esté gastando de manera virtuosa. Si miramos la tasa de inversión vemos que continúa disminuyendo. Desde 2007 ha caído 11,1 puntos del PIB. En la actual crisis, sin crédito bancario, sería un milagro que creciera la inversión privada, de hecho ha caído 8,6 puntos desde 2007. Y la inversión pública ha disminuido 1,6 puntos, pero la evolución ha sido muy desigual. El auténtico recorte de la inversión productiva se ha hecho en 2011 (2,9) y 2012 (2,4). Se comprueba así que recortar la inversión en los presupuestos es lo más sencillo, mientras que suprimir la obra muerta del Estado es casi imposible. La necesidad de financiación de la economía se ha reducido 0,6 puntos este año y el déficit por cuenta corriente en 0,7 puntos, pero persisten ambos pese a que se han utilizado todos los mecanismos de ajuste: el déficit corriente sigue en el 3% del PIB y la necesidad de financiación en el 2,6%, lo que significa que seguimos siendo dependientes del ahorro de otros países. Lo increíble es que se le llame política de austeridad a este injusto e ineficaz reparto de los esfuerzos, donde el Estado reduce la inversión productiva (agravando la recesión), pero mantiene la expansión de su gasto porque no se atreve a meter la tijera en otras áreas. Recortar no es igual que reformar como tampoco propugnar el crecimiento es gastar más en funcionarios. Nadie se ha planteado aún si los ministerios, cuya dotación económica se ha reducido fuertemente, deben seguir haciendo las mismas cosas o podrían replantearse a fondo su funcionamiento.Y cuando no haya más gasto corriente que reducir, habrá que idear nuevos ajustes en Sanidad y Educación o desempleo y pensiones asumiendo las consecuencias. El Estado está ahí, hibernando, esperando que el sector privado le saque las castañas del fuego vía impuestos. No es el paradigma de la austeridad el que está en cuestión, si no la manera en que lo han estado aplicando los gobiernos.

    john.muller@elmundo.es

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