Las entidades financieras, endeudadas con el exterior, con una morosidad al alza generada por el aumento del paro y de las quiebras empresariales, un negocio a la baja porque no quieren arriesgar su escasa liquidez otorgando crédito en una economía en recesión, unos activos en forma de promociones inmobiliarias y suelo de escaso valor, necesitó mucha ayuda para sobrevivir a partir de 2008. Con todo, fue meritorio que la gran banca española, a pesar de su internacionalización, no cayera en las redes de la crisis subprime USA como la mayoría de los grandes bancos del resto de Europa. Y esa diversificación inversora tan adecuada en los momentos iniciales de la crisis en los que los países emergentes fueron un refugio ante la crisis global, fue muy acertada y por eso los beneficios de nuestras multinacionales, incluyendo las no bancarias, también se mantuvieron muy altos. Las que peor lo llevaron fueron las cajas de ahorros ya que aparte de su discutible gestión, en muchas ocasiones dirigida por motivaciones políticas, tenían su negocio muy poco diversificado: mercado interno y centrado en los créditos hipotecarios y a empresas dedicadas a la construcción y promoción inmobiliaria.
Otro gran problema de algunas cajas fue la opacidad. Tomemos como ejemplo CCM, la primera que se intervino. Cerró en 2008 con 30 millones de euros de beneficio e iba a ser absorbida por Unicaja que descubre el engaño en sus cuentas y al intervenir Banco de España se descubre que en realidad ha perdido 740 millones de euros. ¿Cómo puede ser posible esto si no es porque la contabilidad creativa estaba en su máximo esplendor? ¿Tan fácil es disfrazar 770 millones de euros? Pero es que las cifras de morosidad aún despiertan más incógnitas: cerró 2007 con un 0.49%, a 30 de septiembre de 2008 descollaba como la más alta del sistema con un 4.57%, a 30 de diciembre era del 9.32%, a 31 de marzo del 2009 del 12% y a 30 de junio del ¡17.33%! Por otra parte, la solución que el gobierno del PSOE –apoyado en esto por la oposición del PP- de intentar mejorar la mala situación de las cajas, fusionándolas y por tanto engrandeciendo el problema, fue un desastre como demostró la mayor de todas esas fusiones: Bankia.
Es importante destacar que la banca privada española (así como algunas cajas, todo hay que decirlo) aunque han sido mimadas por el gobierno con normas contables y fiscales que les ayudaron e incluso con un programa de compra de activos bancarios en 2008, no ha necesitado rescate del erario. Y no porque no se equivocaran, incluso con criterios profesionales -en lugar de los políticos- cometieron muchos errores y algunos tuvieron grandes problemas como el Pastor que tuvo que ser absorbido por el Banco Popular que a su vez necesitó una ampliación de capital para poder pasar los stress test. Pero salió adelante, como los demás, con capital privado que asumió el riesgo voluntariamente. En el caso de las cajas incluso los no clientes hemos tenido que poner dinero para su reflotamiento. Es una historia que aún no se ha acabado de escribir: hay mucha corrupción, hay unas cifras que aún no son definitivas pero que suponen varias decenas de miles de millones de € de dinero público, hay muchas dudas sobre el proceso de venta de las entidades reflotadas… Y está la gran incógnita: ¿la utilizada fue la más barata de las opciones?
No es posible saber “qué hubiera pasado si…” pero hay algunos datos que chirrían. Lo primero y más evidente es lo que se tardó en darse cuenta de la inviabilidad de varias entidades. No estamos hablando de balances complejos como los de un banco de inversión internacional, es relativamente sencillo para un inspector del Banco de España detectar que por ejemplo CajaSur tenía un riesgo excesivo en promociones inmobiliarias en la Costa del Sol cuyo precio se estaba desplomando por lo que se debería haber actuado antes. Fiel reflejo de tanta incompetencia fueron las famosas palabras del expresidente Zapatero en Nueva York en septiembre de 2008 alabando la solidez de nuestro sistema financiero, ¿Quién le informó tan mal? El segundo gran error ya se comentó: la errónea idea de unir cajas insolventes aumentando con ello el riesgo sistémico.
Y para mí la tercera fue cerrarse en banda a una posible liquidación y cierre. Los gobiernos siempre han defendido que la intervención en el sistema financiero se hacía por dos motivos: garantizar los depósitos de los clientes y evitar un pánico financiero global (poniendo siempre como ejemplo el caso de Lehman Brothers). Los depósitos están garantizados hasta 100 mil euros –antes de la crisis sólo eran 20 mil pero se cambió a nivel europeo para frenar la desconfianza y la huida de capitales- por lo que sólo a una pequeña parte de la clientela le afectaría el cierre. Además, el proceso cuando se liquida un banco es vender todos los activos y con el dinero obtenido ir pagando a los “acreedores” siguiendo una primacía ya establecida. Bien, dudo mucho que si se hubiera hecho eso, un banco pequeño (que era propiedad de una caja) como Banco Valencia hubiera costado 6 mil millones de euros a todos los españoles (sin contar los créditos fiscales y las garantías contra pérdidas de valor de sus activos en el futuro que se le otorgaron a Caixabank cuando la adquirió). Recordemos que a Banesto, con todo lo que fue en su momento, se le intervino por un agujero de 3600 millones de € que ni siquiera fue cubierto por el contribuyente. Repito que no hay cifras oficiales definitivas, es sólo mi propio cálculo y en cualquier caso hay que tener en cuenta que es mucho más justo que pierda algo de dinero quien tiene más de 100 mil euros depositados en un banco en el que decidió confiar, que el que lo paguemos todos. En cuanto al argumento del pánico financiero, puede ser un argumento válido en Bankia por su tamaño pero en entidades pequeñas y afectando a muy pocos clientes, lo dudo. Además, hemos vivido en España momentos de gran pánico financiero como los de junio de 2012 incluso a pesar de habernos gastado tanto dinero de todos en evitar el cierre de empresas financieras inviables.
Incluso sin plantearse la opción de la liquidación, las diversas reformas financieras de nuestros gobiernos tuvieron varios defectos, si no fuera así hubiera sido suficiente con una. Resumiendo mucho, lo que se decidió una vez que se intervinieron varias cajas (o más concretamente grupos de cajas) fue intentar vender a toda prisa, cuando no se pudo por el contexto se aguantó y el proceso se alargó en parte gracias al rescate financiero bancario que la UE nos proporcionó en 2012. A partir de ahí, se fijó como preferencia Bankia por ser la de mayor tamaño y se asumieron ventas a pérdidas en los otros dos grandes grupos: Nova Caixa Galicia y Cataluña Caixa. A mi juicio fue un error, una vez que hay fondos suficientes (y muy baratos) proporcionados por el exterior, no se debería haber tenido tanta prisa y dado que eran compatibles geográficamente (no se hacían la competencia) yo no hubiera tenido tanta prisa y aprovechando que la situación financiera (y la propia bolsa) habían tomado una tendencia favorable hubiera mantenido las 3 hasta conseguir mejores ofertas. Ya vimos que por ejemplo Nova Caixa Galicia se vendió tan barata que el comprador recuperó en apenas un año todo lo invertido. Ahora nos toca esperar, para reducir algo los más de 50 mil millones gastados a fondo perdido, que Bankia suba en bolsa para poder venderla y con suerte perder sólo 40 mil millones. Eso sin contar lo invertido en la Sareb, las ayudas fiscales, el coste de oportunidad (lo que hubiera podido hacerse con ese dinero) etc. Esperemos hayan aprendido la lección.
PD – Los lunes de julio y agosto publicaré fragmentos de mi libro Especulando con la crisis, el de hoy es uno de ellos.