Ya estamos en Noviembre y hemos pasado con relativa tranquilidad el mes “gafe” por excelencia, y que como no podía ser de otra manera lo hizo bajando un 2.9%. Octubre es un mes tradicionalmente peligroso para los mercados bursátiles ya que los cracks más conocidos ocurrieron en dicho mes; el Crack de 1929, el Lunes Negro de 1987 y la Crisis de Octubre de 2008.
Recordemos que pasó:
- Crack del 29: La caída inicial ocurrió el Jueves Negro (24 de octubre de 1929), pero fue el catastrófico deterioro del Lunes Negro y el Martes Negro (28 y 29 de octubre de 1929) el que precipitó la expansión del pánico. En pocos días, la Bolsa norteamericana había perdido un 25% de su valor, casi cinco mil millones de dólares de la época. A mediados de noviembre la Bolsa norteamericana ya había perdido la mitad de su valor.
- Lunes negro de 1987: La caída comenzó en Hong Kong, se propagó hacia el oeste a través de los husos horarios internacionales, llegó a Europa y, por último, a Estados Unidos. El índice bursátil Dow Jones bajó 508 puntos, situándose en los 1739 (22,6 %). Hacia finales de octubre, los mercados de valores de Hong Kong ya habían caído un 45,8 %, Australia un 41.8%, España un 31 %, el Reino Unido un 26,4 %, Estados Unidos un 22,68 % y Canadá un 22,5 %. El impacto fue especialmente duro en los mercados de Nueva Zelanda, que cayeron un 60 % desde el máximo de 1987, y del que tardaron varios años en recuperarse.
- Crisis de Octubre de 2008 (sí, hace sólo un año): La crisis tuvo lugar en un escenario de alta volatilidad, y dio lugar, el 10 de octubre, a un crash generalizado en todas las plazas mundiales. En España, por ejemplo, el Ibex 35 perdió en un sólo día el 9,14%, acumulando unas perdidas semanales del 21,2%, perdiendo el soporte de los 9.000 puntos (había estado por encima de los 14.000 en el periodo precedente). La bolsa de París registró un descenso del 7,7%, la de Milán un 6,5%, la de Francfort un 7% y la de Londres alrededor del 8%, y la de Nueva York un 4%. Las bolsas de Moscú y Viena optaron por cerrar, ante el desplome generalizado.
Como parece que olvidamos muy rápido, veamos que nos contaba hace exactamente un año El País:
Cada generación tiene su propio hundimiento bursátil, que además suele ser la antesala de una recesión global, o a lo peor de una depresión profunda. En el imaginario popular han quedado grabados a fuego el crash de 1929 y el lunes negro de 1987, en los que el veneno de la desconfianza provocó desplomes espectaculares en los mercados y acabó teniendo consecuencias devastadoras sobre el resto de la economía. Hay que conocer la historia para escapar de ella: la semana que culminaron ayer los mercados mundiales es peor incluso que las peores semanas de los meses de octubre de 1929 y 1987. En algunos aspectos, peor que ningún otro crash, a la espera de que los países más ricos, reunidos en Washington en un G-7 que se adivina clave, encuentren la varita mágica para salir del túnel.
Así que creo que tras acabar este mes de Octubre sí podemos decir que es hora de sacar conclusiones. Ayer mismo, Cinco Días lo hacía en un artículo titulado Seis meses de PIB a la baja y dos años sin crear empleo aunque hoy nos centramos en un interesante artículo del Financial Times escrito por Enma Bonino una excomisaria Europea sin pelos en la lengua
El mayor miedo de la crisis financiera puede haber pasado con el primer aniversario morboso de la caída de Lehman Brothers, pero eso no significa que debamos dejar de reflexionar sobre la peor catástrofe financiera de nuestro tiempo.
Es evidente que el mundo nunca volverá a ser lo mismo. Sí, los nuevos poderes económicos han emergido y reformarán la economía mundial. Podemos decir que todos “hemos aprendido la lección”. Ya lo hemos oído antes. Pero, ¿qué es lo que hemos aprendido realmente?
Como la saga de tópicos sobre la crisis financiera toca a su fin, las preguntas difíciles están ahora en manos de los líderes mundiales. Y el número de manos ha aumentado con las naciones dirigentes del G20, que reemplazan al G7 y al G8 como centro de cooperación económica mundial. Gigantes económicos como China, India y Brasil ahora tendrán voz y voto a la hora de dar forma a las finanzas mundiales. Esto ejemplifica cómo la descentralización del poder económico en el nuevo orden mundial es un desarrollo imparable, que puede resultar positivo si los recién llegados se comportan como accionistas responsables.
Pero, ¿supondrá verdaderamente una diferencia la celebración de cumbres? En retrospectiva podemos ver los errores del sistema financiero que permitieron que la caída de Lehman Brothers postrara de rodillas a la economía mundial. ¿Seremos capaces de decir que nos dimos cuenta y pusimos en su sitio a un sistema financiero mejor?
Improbable. De momento, todo lo que hemos hecho de verdad es cambiar el cuerpo que toma las decisiones, mientras las causas y síntomas de la crisis financiera siguen sin ser revisadas. Bancos medianos y pequeños siguen declarándose en concurso a una velocidad preocupante. Aún no hemos puesto freno a la nociva conducta de los grandes bancos: su importancia política y social fue más realzada que escudriñada por la caída financiera después del desastre de Lehman. El lema era “no más Lehmans”, aclamado tanto por bancos como por el público en general. La tóxica combinación de subsidios de los bancos y los bonos de los banqueros han socializado las pérdidas y privatizado las ganancias.
La sociedad (y los gobiernos) aprendieron que simplemente no nos podemos permitir que otro banco se desplome. Esto permitió a los chicos de la City afirmar que eran los verdaderos “Másters del Universo” y necesitaban seguir haciendo lo que siempre habían hecho, generar dinero de alto riesgo, por el “bien” de la sociedad, incluso si eso significa que los que pagan los impuestos asuman la factura.
Para empeorar las cosas, en esta era del G20 y la globalización, seguimos sin tener una respuesta mundial coherente a la crisis. La coordinación de la Unión Europea ha sido inadmisiblemente pobre, especialmente en los países de la eurozona. Por ejemplo, todo estado miembro decidió conforme a su propia agenda proteccionista nacionalizar bancos o conceder ayudas a las industrias. Europa sigue divida acerca de la regulación de los bonos. Únicamente Francia y Alemania están presionando para que se establezcan restricciones salariales más duras en el sector bancario.
Se nos ha dicho que lo peor ya ha pasado y que pronto todos estaremos eufóricos con efectivo de nuevo. Pero mientras tanto, que no nos preocupemos por las estadísticas del desempleo, están obligados a aguantar duras críticas durante un tiempo más. Respecto a la seguridad internacional y nuestros compromisos de defensa, nuestros chicos en Afganistán lo harán bien con un presupuesto reducido. Olvidémonos del cambio climático. No nos podemos permitir economías verdes por el momento, la salud del planeta debe esperar.
Tendremos que esperar y ver si las diversas reuniones del G20 lleva a alguna acción concreta para salvar la economía mundial.
Aunque, a no ser que la confianza del consumidor, las inversiones y el comercio internacional mejoren en el ámbito mundial, se tardarán meses, quizás años, en poner en orden el actual aprieto económico por el que estamos pasando. Ahora estamos más lejos del sistema de mercado justo y que funcionaba de lo que lo habíamos estado hacía mucho tiempo. Se está convirtiendo rápidamente en el legado de la caída de Lehman Brothers. ¿Qué es lo que hemos vuelto a aprender realmente?
Eso mismo es lo que os pregunto y espero dediquemos algunas líneas en la zona de comentarios. ¿Qué hemos aprendido?