La pandemia y las microfinanzas

Desde que el Coronavirus se extendió a nivel mundial, sus consecuencias económicas han producido miles de análisis en relación sobre sus efectos económicos en la macroeconomía de los países afectados.

Una visión que ha ocupado las grandes cifras, las ratios globales y el trazo grueso de la producción y actividad de las macro finanzas, descuidando la de aquellos países que, por su pequeñez, en términos de sumar al PIB mundial, son recurrentemente olvidados. 

Teniendo claro que la pandemia mundial del coronavirus y los cierres económicos por mandato de los gobiernos han tenido un impacto sin precedentes en la economía global, no se ha esclarecido lo suficiente hasta la fecha, cuán crítica se ha vuelto la situación para los grupos con mayor riesgo de esta recesión sin precedentes.

En concreto, respecto a los grupos de ingresos más bajos en los países en desarrollo y para las economías emergentes que enfrentan no solo la perspectiva de la pobreza extrema en muchos casos, sino también la probabilidad de que sus sistemas financieros no sean lo suficientemente robustos para ayudarlos en estos tiempos oscuros.

Entre los componentes más cruciales de dichos sistemas se encuentra las microfinanzas, un sector que normalmente se dedica a proporcionar préstamos para pequeñas empresas, cuentas de ahorro y apoyos no financieros para ayudar a impulsar la inclusión financiera y el espíritu empresarial en las comunidades de bajos ingresos. En los últimos 15 años aproximadamente, las instituciones de microfinanzas han recibido un reconocimiento considerable al llegar a comunidades que han sido ignoradas en gran medida por el sistema financiero tradicional, así como al centrarse en el empoderamiento financiero de las mujeres, alrededor del 80% de los 140 millones de clientes de microfinanzas globales que se calculan actualmente con una cartera de préstamos bruta pendiente de 124.000 millones de dólares, son mujeres.

En la actualidad, el sector de las microfinanzas cubre una amplia gama de servicios financieros, cada uno de los cuales tiende a tener un grado diferente de popularidad según factores como la región geográfica. Pero en las últimas semanas han presentado informes que sugieren que las instituciones de microfinanzas se encuentran bajo una presión cada vez mayor a medida que la pandemia continúa reduciendo las oportunidades comerciales para las micro, pequeñas y medianas empresas. Viéndose obligados a adaptarse para seguir apoyando a sus clientes de la forma más eficaz posible. El Grupo Consultivo para Ayudar a los Pobres (CGAP), grupo de expertos independiente para la inclusión financiera que involucra a más de 30 organizaciones de desarrollo líderes, por ejemplo.

Esto implica que las carteras de las instituciones de microfinanzas están sometidas a una presión cada vez mayor por la actual recesión. 

Curiosamente el estudio del grupo consultivo para ayudar a pobres, fundaciones privadas y otros organismos vinculados a estas instituciones, han puesto de relieve tanto su fortaleza capeando las consecuencias de la pandemia,  como su férrea voluntad de – en una situación que parecería afectar sin remedio su vulnerabilidad y hacer peligrar su existencia – acrecentar su compromiso de ofrecer a sus clientes servicios no financieros para ayudarlos a afrontar la situación y continuar desarrollando estos servicios en el futuro.

Las microfinanzas en algunas regiones y países también parecen verse más afectadas que en otros. Camboya, por ejemplo, afirma tener el promedio de préstamos de microfinanzas per cápita más alto del mundo, pero existen muy pocas medidas de protección al consumidor para aquellos que no han podido pagar sus préstamos, y su gobierno está abogando por confiscaciones de propiedad en casos de impago de micro préstamos. Un caso paradigmático sobre el que los organismos internacionales deberían actuar y forzar a sus autoridades para ordenar de inmediato una congelación del cobro de deudas y la acumulación de intereses de los perjudicados por la pandemia, y responsabilizar a las instituciones financieras que no cumplan.

En India, cuna del nacimiento de las microfinanzas, y donde el sector registra una cartera de préstamos de 1.7 billones de dólares y, por lo tanto, uno de los puntos críticos de microfinanzas más prósperos del mundo, datos recientes del banco central muestran que han surgido serios problemas en los últimos meses, particularmente con el cobro de los préstamos.

Si en los países desarrollados del primer mundo, las interrupciones en la cadena de suministro y las operaciones comerciales, la probabilidad de pérdida de medios de vida y la consiguiente caída de los ingresos familiares es alta, en estos países de economías sujetas con pinzas, las instituciones de micro finanzas, al ser instituciones especializadas que otorgan préstamos sin garantía a grupos de bajos ingresos, están particularmente expuestas a riesgos crediticios en estos escenarios.

Está claro que estos países por sí solos no van a poder resistir el golpe, por lo que cabe preguntarse ¿qué están haciendo las economías “pudientes” al respecto de proteger a las microfinanzas?.

En Europa, por ejemplo, existen programas específicos de empleo e Innovación Social  que se han activado para apoyar las iniciativas de microfinanzas durante la pandemia. Normalmente, la misión de estos programas es impulsar el acceso a las microfinanzas para grupos en riesgo que quieran desarrollar ideas de negocio, y reciben ayuda en este sentido de la Unión Europea a través del esquema EaSI Guarantee Instrument, que facilita las conexiones entre intermediarios financieros, microempresas y empresas sociales.

En el marco del Instrumento de Garantía, dotado con 400 millones de euros, se anunció en el mes de Julio, que el Fondo Europeo de Inversiones y la Comisión Europea lanzarían nuevas medidas de apoyo Covid19 para mejorar el acceso a la financiación para micro prestatarios y micro empresas, así como para empresas sociales afectadas por las consecuencias socioeconómicas de la pandemia.

El objetivo de las nuevas medidas Covid19 es incentivar aún más a los intermediarios financieros para que presten dinero a las pequeñas empresas, mitigando el aumento repentino en el riesgo percibido provocado por la pandemia de coronavirus y aliviando las limitaciones de capital de trabajo y liquidez de los beneficiarios finales. Las características clave de estas nuevas medidas incluyen una mayor cobertura de riesgo y la ampliación de ciertos parámetros.

Las instituciones de microfinanzas han respondido al zarpazo del Covid19 en varios frentes: ofreciendo moratorias o reestructurando préstamos para brindar un respiro a los prestatarios que sufren de declives de ingresos, reduciendo los préstamos y los desembolsos de estos, flexibilizando el trabajo de sus empleados con licencias remuneradas o teletrabajo y utilizando, en la medida de sus pequeñas posibilidades, canales digitales para con sus prestatarios.

Se ha hablado mucho de la digitalización forzada por el estado de las cosas, pues en este caso y, para las instituciones de microfinanzas, estamos ante una oportunidad que les debería hacer avanzar hacia enfoques más digitales para sus pequeños clientes y a su vez para ampliar y facilitar su capacidad para otorgar más crédito a los más desatendidos.

Las microfinanzas son el último bastión para la existencia en condiciones dignas de millones de personas en los países más desfavorecidos y el Covid19 no debería ser su verdugo, sino un aviso y una oportunidad para que los países más desarrollados los acompañen y los asistan con mayor énfasis, haciendo suyos los nuevos desafíos que la pandemia les obliga a enfrentar. 

Artículo redactado por Verónica Sánchez Medero (Business Manager en Optimissa) y Carlos de Fuenmayor (Especialista en Finanzas y asociado de EFPA España).