De todos es sabido que un gobierno en funciones no puede elaborar presupuestos, ni dictar nuevas leyes, ni realizar una política económica efectiva contra el paro o para fomentar el crecimiento de una economía. Es tan solo una especie de puesto de guardia que se ocupa del día a día y que hace frente a emergencias, si éstas se dieran.
Las señales de reactivación experimentadas en los últimos trimestres, que tanto juego han dado a los argumentos del Gobierno, aún mantienen parte de su impulso. De hecho, aún creceremos en torno al 3% este año, frente a la media europea del 1,6%, pero empieza a haber signos de que el motor se está parando y que buena parte del movimiento se debe ya a la inercia.
Muchas empresas, sobre todo las que trabajan con la Administración en materia de licitaciones y de concursos públicos, muestran su preocupación ante la paralización del sector público y adelantan que las consecuencias en materia de empleo no tardarán en notarse. Además, el efecto sobre la confianza y, por tanto, sobre el consumo y la inversión (sobre todo extranjera) empieza a dejarse sentir mientras la formación de un Gobierno baila al son, si nadie lo evita, de un villancico.
El caso es que este coste ha sido cuantificado por el Wall Street Journal, siempre tan pendiente de nuestro país en lo que a cosas mal hechas se refiere, basándose en un sondeo de algunos de los principales analistas de la economía española. El importe estimado por tales expertos ha sido cifrado en 1.000 millones de euros al mes, desde las elecciones de noviembre del año pasado. Tal cifra se ha obtenido al estimar que el parón administrativo estaría restando cerca de cuatro décimas de crecimiento al año 2016 y otras seis o siete décimas a 2017. Es decir, algo más, de un punto de PIB conjunto entre los dos años, con un montante total de 10.000 millones de euros.
Uno de los puntos calientes en el control del déficit público es la reforma prevista en el impuesto de sociedades. Según Luis de Guindos, el amigo de Soria, «la evolución del déficit público no va bien este ejercicio y para lograr el objetivo del 4,6% del PIB marcado por Bruselas hay que modificar el Impuesto de Sociedades, ya que la previsión es que proporcionara unos ingresos de 25.000 millones de euros y no se va a alcanzar ni mucho menos esa cifra». Por ahora, sólo se ha podido adelantar parte del ingreso por ese concepto, en la esperanza quizás de que para el resto del impuesto ya hayan podido ser implementadas las medidas de reforma que incluyen la inclusión de un tipo mínimo, que podría significar un aumento de la recaudación de 6.000 millones de euros.
Y mientras tanto Europa vigila. Y ya da por hecho que se van a prorrogar los presupuestos del año pasado. De hecho, la Comisión Europea, con el también amigo de Guindos, Moscovici, a la cabeza, ya da por supuesto que no habrá Gobierno a corto plazo y ha dado de plazo hasta el 15 de octubre para presentar un borrador que prorrogue las cuentas presupuestarias de este año para el que viene. Lo que significaría realizar una proyección de ingresos, gasto social, pensiones, desempleo, etc. Que además no posibilitaría la rebaja del déficit público hasta el 4,6% del PIB este año y el 3,1% en 2017.
Además, como que no viene al caso, después de haber sorteado con éxito en julio la imposición de una multa por haber incumplido sus compromisos con sus socios sobre la reducción del déficit público el año pasado, Moscovici ha señalado que la Comisión Europea debe decidir en breve la posibilidad de congelar los fondos europeos para nuestro país a partir de enero si no presentamos pruebas de haber emprendido acciones efectivas de reducción de déficit.
Lo cierto es que el bloqueo político está empezando a pasar factura. Que de momento aguantamos el tipo gracias a la inercia generada por el acelerón de la economía estos trimestres pasados. Pero también es verdad que la incertidumbre generada por la falta de gobierno se está empezando a notar en algunos indicadores, que empiezan a revisarse a la baja. Así, la inversión, que se esperaba que creciera este año un 5,6%, ajusta su crecimiento bajando dos décimas, hasta el 5,4%.
Y donde de verdad lo notaremos es en las previsiones del año que viene: con un crecimiento del PIB que disminuye al 2,3% y un crecimiento del empleo que se quedará en el 2,2%, frente al 2,7% que se preveía inicialmente. Si a esto le añadimos la cifra de déficit, la segunda más alta de la Eurozona tras Grecia, que urge a tomar medidas de manera urgente, la antesala del desastre está servida.
Esta es la munición que esgrime el partido del gobierno para justificar que le faciliten gobernar. Enfrente, los demás y sus principales municiones van con nombre propio. Se llaman Bárcenas, Barberá y hasta Rajoy, por defenderles y apoyarles. También se llaman demagogia, irresponsabilidad y alejamiento de la realidad. El caso es que aquí si se deja oír el famoso “tic-tac”.
Al final va a ser acertada la propuesta de change.org de dejar a los políticos sin sueldo ni dietas hasta que se forme un gobierno…