Ya en Navidades y el mejor pavo, el del Gobierno del país, todavía sin trinchar. Se miran los comensales, sentados a la mesa ya, sin llegar a un acuerdo sobre quien se quedará con el muslo, si se aliarán dos o tres de ellos para atacar la pechuga o pensando cómo lo pueden hacer para que alguno se quede mirando mientras los demás se dan el festín. Y la cosa pinta que va para largo, hasta el punto de que no son pocos los que opinan que puede llegar el punto en el que haya que cocinar un nuevo pavo y devolver éste a la cocina electoral.
Mientras tanto, los demás continuamos nuestra marcha: excesos navideños (los que puedan, que recordamos que para muchos, el solo hecho de pagar el recibo eléctrico –menos mal que el frío no llega aún- ya es un lujo), compras navideñas, regalos y luego vendrán las rebajas (seguro que en política también: voto a uno y me gobiernan dos, o tres, que todo puede ser).
Lo más probable es que la cosa vaya para largo. Pero lo cierto es que seguramente no superaremos a quien ostenta el record mundial de tiempo de Gobierno interino. Hasta 589 días estuvo Bélgica sin formar Gobierno. Todo comenzó con la renuncia (la quinta) del Primer Ministro Yves Leterme el 26 de Abril de 2010, tras un tortuoso Gobierno. Y se consolidó el 13 de junio del mismo año, tras unas elecciones con un empate técnico entre independentistas del norte y los socialistas, que defendían la unidad del país.
Pero lo curioso del caso no es esto, sino que durante este periodo, el país no se destruyó, ni se aniquilaron unos a otros, ni la pobreza, la miseria y la anarquía camparon por el país que constituye el centro de Europa. Al contrario, ya sea por su ‘overbooking’ de funcionarios, o por la natural disciplina de las gentes del norte; la cuestión es que en Bélgica la vida siguió como si tal cosa, con mejoras palpables en su economía.
Así, en 2009, el Producto interior Bruto, disminuyó un 2,8% (frente al -4,3% de media de la zona Euro), según datos de Eurostat. El 2010, el año del comienzo del periodo de incertidumbre, la economía creció un 2,2% (por encima del promedio de la Eurozona, que fue del 1,9%, en ese mismo periodo, la economía española decrecía un 0,1%). Para el 2011, el crecimiento fue del 1,2%. Dando en años sucesivos, ya con un Gobierno formado, cifras similares. En cuanto al PIB per cápita, se cifraba en 2009 en 32.300 euros, siendo de 33.500 en 2010 y de 34.500 en 2011, es decir, el crecimiento más alto de la serie. En los últimos tres años conocidos mantiene un crecimiento sostenido del 1,5% aproximadamente, con lo que ronda los 35.900 euros (datos del 2014).
En cuanto al paro, con una situación de partida de una tasa de desempleo del 8,2% de la población en el 2009, el año de la debacle institucional, ésta disminuyó al 7,7% en 2010 y llegó a menos del 7% durante 2011, teniendo en cuenta que la situación de crisis institucional se zanjó a finales de año. En la actualidad, la tasa se sitúa en el 8,6%, con datos de octubre.
Pero no sólo eso, el déficit público disminuyó del 5,8% del PIB en 2009 al 4,1% en el 2010 y al 3,6% en el 2011; el salario mínimo interprofesional fue de 1.387,50 € en 2009, estuvo congelado en el 2010 y aumentó a 1.415,24 € en el 2011 (casi como en España) y en cuanto a la deuda pública empeoró un poco durante 2010-2011 y ahora se halla en un 106,5% del PIB, no mucho peor que en nuestro país.
En definitiva, durante el periodo sin Gobierno del país los belgas vieron crecer su economía, redujeron su proyección de déficit fiscal, el país ejerció la presidencia semestral de la Unión Europea (UE) y envió aviones de guerra a un país en conflicto: Libia. Y lejos de pensar que el país se hundía, los belgas tuvieron la sensación en todo momento de que el país seguía funcionando normalmente.
El cómo fue esto posible es algo digno de estudio. Durante este periodo, el Gobierno estuvo dirigido por el presidente interino Yves Leterme, el mismo que había renunciado en abril del 2010, este gabinete en funciones debía tomar medidas que se considerasen urgentes o darle continuidad a las políticas implementadas por el anterior Gobierno hasta que se formase una nueva coalición en el poder. Y así, ya sea porque el Gobierno interino atesoraba la experiencia necesaria, o porque, debido a la gran descentralización del ejecutivo belga, buena parte de las instituciones nunca dejaron de funcionar, o porque el sentido cívico y democrático de sus ciudadanos es simplemente ejemplar, o por todo ello, en ningún momento se percibió en Bélgica un vacío de poder. Y todo esto a pesar del profundo nacionalismo que separa en dos al país y que fue el origen del problema institucional.
En España nos enfrentaremos ahora a una situación posiblemente similar, y aunque nuestro ordenamiento jurídico no es el mismo que el belga, lo que impedirá que batamos su record, no cabe duda que la formación de un Gobierno estable, ya sea con alianzas, con pactos puntuales o con cualquier fórmula que se les ocurra a nuestro líderes será fruto de un largo camino en el que no se excluye una nueva cita electoral.