Como conseguir 200.000€ sin esfuerzo

Una de mis historias favoritas de “asaltar un casino” es la que hicieron unos australianos que invirtieron 5 millones de dólares para ganar la lotería. El truco estaba en que se había formado un bote tan grande, que si apostabas todas las combinaciones posibles el premio era mayor que la inversión realizada. El único condicionante para que saliese bien es que nadie más tenía que acertar la combinación y afortunadamente les salió bien. Invirtieron 5 millones y ganaron 27.000.000. Eso si, trabajo les llevó ya que tuvieron que rellenar y comprar 7.059.052 de boletos (al final solo les dio tiempo a comprar 5.000.000) con lo que reunieron a un total de 2.500 personas para este asalto, que se tiraron horas y horas comprando boletos.

La combinación ganadora fue 8-11-13-15-19-20.

¿Y si te digo que tu puedes asaltar otro casino y ganar un premio de 200.000€?

El Dr Nicole Tang del Departamento de Psicología ha analizado los patrones de sueño de más de 30.000 personas durante cuatro años, llegando a la conclusión de que la mejora de la calidad del sueño conduce a niveles de salud mental y física comparable a los de alguien que ha ganado un premio de más de 200.000 euros.

Estamos lejos de demostrar una relación causal, pero los hallazgos actuales sugieren que un cambio positivo en el sueño está relacionado con un mejor bienestar físico y mental

La privación del sueño y los trastornos del sueño son peligrosos, costosos e impactan nuestra salud y nuestro bienestar general. Nos hace más infelices.

Esto debería concienciarnos acerca de las cosas buenas y que nos hacen felices que dejamos de hacer por ganar un poquito más o gastar algo menos. Si nos obsesiona el dinero, deberíamos intentar medirlo todo en euros para darnos cuenta de que dormir bien equivale a una subida de sueldo de 100€, estar más tiempo con tus hijos a un aumento de 200€, unas vacaciones que te cuestan 300€ te generan un beneficio de 500€ y quizás un lujo de 600€ tan solo te de una satisfacción de 300€.

Al final cada uno tiene sus prioridades y la dificultad está en la imposibilidad de comparar los beneficios emocionales con los económicos pero quizás el problema radica en que ni siquiera lo intentamos.