Cuando el banco se convierte en inmobiliaria (I)

No cabe ninguna duda sobre uno de los aspectos más controvertidos y de actualidad en estos días en lo que a vivienda se refiere; el hecho del enorme parque de viviendas que ha pasado a manos de las entidades financieras bien por la situación de un gran número de economías domésticas incapaces de hacer frente a los préstamos hipotecarios, o bien, también en gran medida, a proyectos inmobiliarios que no han podido llegar a buen término.

Además por supuesto de los tremendos problemas y situaciones que los deshaucios suponen, y que resultan desde luego por desgracia una noticia cotidiana y constante, el hecho de ese enorme parque de viviendas en manos de las entidades financieras va a suponer de manera inmediata, como ya estábamos en un artículo anterior, una avalancha de ofertas por parte de las entidades con descuentos muy agresivos como consecuencia de la creación y entrada en funcionamiento del llamado banco malo, organismo que recordemos será el encargado de gestionar los llamados activos tóxicos de las entidades financieras.

En las previsiones menos optimistas sobre los descuentos agresivos que las entidades financieras ya están poniendo en práctica con respecto a las viviendas que ofertan figuran posibles descuentos o descuentos de reales de hasta el 50% de los precios mantenidos durante el último año sobre las mismas viviendas o viviendas similares, lo cual sin duda, para aquellos usuarios en disposición de adquirir una vivienda, puede ser el indicativo de un buen momento para plantearse la compra, pero, ¿qué ventajas o inconvenientes puede tener el hecho de la compra de una vivienda propiedad de un banco?.

Para acercarnos de manera efectiva a esta reflexión debemos también necesariamente aproximarnos a la realidad actual de los productos de financiación ofrecidos por las entidades financieras, productos como los préstamos al consumo o prácticamente cualquier tipo de crédito, que han caído de manera espectacular en los últimos años, lo cual, por otro lado, nos lleva a una conjunción de intereses para las entidades financieras; por un lado el hecho de reducir al máximo posible el número de viviendas de su parque y por otro lado dar salida al único producto de financiación que tal vez pueda tener ciertos visos de mejorar en cuanto demanda, los préstamos hipotecarios.

Si tenemos en cuenta lo anterior, y tenemos también en cuenta esa necesidad prácticamente imperiosa de eliminar el máximo de activos tóxicos ante la entrada en funcionamiento del banco malo, comenzamos a comprender efectivamente que, a pesar de la situación actual, queda una ventana de tiempo interesante para la compra de vivienda, tal y como veremos en la continuación del presente artículo.

Imagen: cutglassdecanter flickr creative commons

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