Finalmente, tras cambiar de color, las hojas se precipitan suavemente, como sin ganas de vivir. Y, en realidad, es algo así porque al perder todos sus nutrientes entran en una fase que los científicos llaman estado latente de hibernación. Una etapa que se prolonga hasta la primavera, cuando la planta capta un aumento de la luz y la temperatura y vuelve a la fase de funcionamiento. Es el momento del año en el que se produce la floración.
Un estudio publicado por expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) señala que este proceso dura cada año menos tiempo debido al calentamiento del planeta. Dicho de otra forma, el otoño se acorta y la primavera se prolonga en lo que se refiere a la caída y a la salida de las hojas. Durante los últimos treinta años, el nacimiento de las hojas de los árboles caducifolios se ha adelantado una media de 3,4 días por cada grado que ha aumentado la temperatura. La naturaleza parece estar percibiendo los efectos de otro cambio ambiental, esta vez de origen antropogénico, y comienza a mostrar síntomas de querer adaptarse al nuevo orden climático que está surgiendo.