Va a correr sangre para ajustar el gasto en EE.UU.

Johngo

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Paul Krugman- The New York Times - Domingo 28 de noviembre de 2010

NUEVA YORK.- El ex senador (norteamericano) Alan Simpson es una persona muy seria. Tiene que serlo: al fin de cuentas, el presidente Obama lo nombró copresidente de una comisión especial para el déficit. He aquí lo que el muy serio Simpson dijo el 19 de noviembre: "Estoy ansioso por llegar al baño de sangre en abril? Cuando llegue el momento de limitar la deuda, van a decir: «¿Qué diablos hacemos ahora? Hay tipos que no van a aprobar la extensión del límite de endeudamiento a menos que les demos un pedazo de carne, verdadera carne»", lo que significa recortes en los gastos. "Y ese baño de sangre va a ser extraordinario", continuó.

Hay que tomar la sed de sangre de Simpson como una muestra más de que EE.UU. está mucho más cerca de una quiebra política de lo que la mayoría de la gente comprende. Nos explicamos un poco: hay un límite legal a la deuda federal, que debe elevarse periódicamente para que el gobierno pueda seguir teniendo déficit; el límite se alcanzará nuevamente en esta primavera boreal. Y dado que nadie, ni los halcones más halcones, cree que el presupuesto pueda equilibrarse de inmediato, debe aumentarse el límite de deuda para evitar la parálisis del gobierno. Pero los republicanos probablemente traten de chantajear al presidente para obligarlo a hacer concesiones.

Uno podría creer que la perspectiva de este tipo de impasse , que podría quitarles a muchos estadounidenses servicios esenciales, causar el caos en los mercados financieros y socavar el rol de EE.UU. en el mundo, preocuparía a todos los hombres de buena voluntad, pero no. Simpson "está ansioso porque llegue ese momento". Y en estos tiempos es lo que se considera un republicano razonable. Uno de nuestros dos grandes partidos políticos ha dejado en claro que no tiene interés en hacer que EE.UU. sea gobernable, a menos que sea el que gobierne. Y ese partido ahora controla una de las cámaras del Congreso, lo que significa que el país no será gobernable sin la cooperación de ese partido, cosa que se niega a dar.

Las elites están tardando en comprender esto. El mismo día en que Simpson se regodeó en la perspectiva del caos, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, pidió ayuda para enfrentar el desempleo masivo. Pidió un "programa fiscal que combine medidas de corto plazo para aumentar el crecimiento con pasos fuertes que induzcan confianza para reducir déficits estructurales de más largo plazo".

Mi pensamiento inmediato fue: ¿por qué no pide un pony también? El GOP (abreviatura de Grand Old Party, con la que se conoce al partido republicano) no está interesado en ayudar a arreglar la economía mientras haya un demócrata en la Casa Blanca. Lejos de estar dispuestos a ayudar a Bernanke, los republicanos están tratando de obligar a la Fed a renunciar al intento de reducir el desempleo.

Y el programa en materia fiscal del GOP propone hacer casi exactamente lo opuesto de lo que quiere Bernanke. Los republicanos se oponen a casi todo lo que podría reducir los déficit estructurales: exigen que las reducciones de impuestos de Bush se hagan permanentes mientras hacen demagogia en contra de los esfuerzos por limitar el aumento de los costos del Medicare (el sistema de salud pública para personas mayores de 65 años), que son esenciales para tratar de controlar el déficit fiscal. El GOP se opone a cualquier cosa que pueda ayudar a sostener la demanda en una economía deprimida, incluida la ayuda a las pequeñas empresas a las que ese partido dice defender.

En este momento en particular, los republicanos están bloqueando la extensión del subsidio por desempleo, acción que provocará inmensos sufrimientos y reducirá el poder de compra en una economía que no termina de arrancar. Pero no tiene sentido apelar a sus mejores sentimientos; EE.UU. ya no funciona así. Y la oposición por la oposición misma no se limita a la política económica. Antes nos decían que la política se detiene al borde del precipicio, pero eso era antes.

En estos tiempos, los expertos en seguridad nacional se arrancan los pelos por la decisión de los senadores republicanos de bloquear un nuevo tratado de armas estratégicas que se necesita desesperadamente. Y todos saben que estos republicanos se oponen al tratado, no por objeciones legítimas, sino simplemente porque es una iniciativa de la administración Obama.

Obama sigue hablando de iniciativas bipartidistas y quizá si cede lo suficiente, puede evitar que se paralice el gobierno federal en esta primavera (boreal). Pero cualquier respiro sería temporario; al GOP simplemente no le interesa ayudar a un gobierno demócrata. Mi sensación es que la mayoría de los estadounidenses aún no entiende esta realidad. Es difícil ver cómo esta situación puede resolverse sin una crisis importante de algún tipo. Simpson tendrá o no el baño de sangre que quiere en abril, pero tarde o temprano va a correr la sangre. Y sólo podemos esperar que la nación que emerja de ese baño de sangre sea aún algo reconocible.

El autor es Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Princeton
Traducción de Gabriel Zadunaisky

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