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El coronavirus arrojó a la economía de Estados Unidos a una peligrosa espiral descendente, y las esperanzas de reelección del presidente Donald Trump ya se encuentran atrapadas en el repentino torbellino.

Durante los próximos siete meses, Trump podría estar haciendo campaña en un país perseguido por el miedo a la pérdida de empleo, la bancarrota y la enfermedad. Esto requerirá un pivote notable para el presidente, que ha aplaudido implacablemente el alza del mercado de valores y la fortaleza de la economía como el predicado central para un segundo mandato.

Muchos economistas dicen que el estímulo federal esperado no evitará una recesión. Los legisladores presentaron un plan de emergencia por 1,4 billones de dólares y dijeron que, junto con otras medidas de la Reserva Federal, el rescate financiero podría inyectar 2 billones a la economía estadounidense.

Las acciones ya han colapsado. Las empresas y las escuelas están cerrando para tratar de contener el avance del virus. Las solicitudes del seguro por desempleo sugieren que los despidos semanales pronto podrían eclipsar lo peor de la crisis económica previa. Analistas del banco Goldman Sachs estiman que 2,25 millones de estadounidenses solicitaron ayuda por desempleo la semana pasada, poco más del total de puestos creados en todo 2019.

“Nada puede detener una recesión económica ahora”, dijo Aaron Sojourner, profesor de la Universidad de Minnesota y execonomista de la Casa Blanca. El experto agregó que las principales preguntas que enfrentan los legisladores son cómo el país puede capear una recesión, cuándo pueden terminar las cuarentenas generalizadas y cómo se pueden preservar suficientes empleos para impulsar una recuperación.

La economía y la política han chocado de una manera tan profunda que nadie sabe cómo se desarrollarán las elecciones en noviembre. El destino de Trump puede depender de cuánto dure la recesión y si los estadounidenses consideran que es un impacto externo causado por la naturaleza o el resultado de negligencia o incompetencia del gobierno.

“La situación no es buena, eso es diferente de decir que el presidente es responsable de ello”, dijo Patrick Ruffini, un estratega republicano. “Es mucho más fácil explicar una recesión profunda como un acto de Dios”.

Sin embargo, los votantes podrían no sentirse tan indulgentes. La administración ha minimizado repetidamente los riesgos económicos y de salud del coronavirus. Hace solo un mes, el principal economista de la Casa Blanca sugirió en una reunión con periodistas que la pandemia perjudicaría poco el crecimiento.
 

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El presidente Donald Trump está considerando aliviar algunas de las condiciones de aislamiento impuestas a gran parte de la población debido a que han obligado a los trabajadores a quedarse en sus casas, forzado el cierre de numerosas escuelas y frenado la actividad económica.

Estados Unidos ha cumplido ahora una semana de un período inédito de 15 días de cuarentena a fin de contener la propagación del coronavirus.

El gobierno está recalibrando sus planes en momentos en que el Congreso negocia un paquete de estímulo económico de 2 billones de dólares a fin de amortiguar el impacto económico que está teniendo la crisis.

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“Me encantaría que el país esté todo abierto y en acción para la Semana Santa”, declaró Trump en una conferencia virtual de Fox News desde la Casa Blanca. Semana Santa es dentro de poco más de dos semanas, 12 de abril.

Horas antes Trump había tuiteado: “El pueblo quiere regresar a trabajar ... La gente practicará el Distanciamiento Social y todo lo demás, y los Ancianos serán cuidados con amor. Podemos hacer dos cosas juntas. ¡LA CURA NO PUEDE SER PEOR QUE EL PROBLEMA (ni de lejos)!”

Trump parece estar ansioso por hacer que la gente vuelva a sus trabajos en momentos en que se hace evidente el costo político de la crisis. Pero hacer que la gente vuelva a salir contradice las recomendaciones de los médicos, incluso de funcionarios de su propio gobierno, que han pedido aumentar el aislamiento, no reducirlo, a fin de frenar el contagio del virus.

Larry Kudlow, principal asesor económico de Trump, declaró el martes ante reporteros que “la salud pública incluye la salud económica”.

“Eso es lo importante. No se trata de tener que escoger entra una y otra, y es por eso que estamos reconsiderando la estrategia”, afirmó el funcionario.
 

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El presidente Donald Trump dijo el martes que espera que Estados Unidos esté abierto por completo para la Semana de Pascua mientras sopesa cómo relajar las directrices de distanciamiento social impuestas a nivel nacional para que algunos empleados regresen a trabajar durante el brote del nuevo coronavirus.

El optimismo del mandatario contrasta con las advertencias de algunos funcionarios de salud pública que han pedido redoblar, no relajar, las restricciones sobre las interacciones públicas. Pero funcionarios federales indicaron que las recomendaciones podrían relajarse en áreas que no experimentan una infección generalizada.


Mientras vidas humanas y la economía penden de un hilo, Trump señaló que ya estaba buscando la manera de relajar las medidas que han dejado a los trabajadores sin actividad, cerrado escuelas y provocado una desaceleración económica.

“Me encantaría tener al país abierto y en acción para Semana de Pascua”, comentó durante una entrevista virtual con la cadena Fox News. La Pascua comienza dentro de dos semanas, el 12 de abril.

“¿No sería increíble tener todas las iglesias del país repletas?”, comentó en otra entrevista. “Tendrán iglesias llenas de gente por todo nuestro país”.

Y mientras los científicos advertían que lo peor está por venir _con hospitales operando por encima de su capacidad y trabajadores de salud inhabilitados por haber estado expuestos_ Trump dijo a la nación que empezaba a “ver la luz al final del túnel”.

Los comentarios del mandatario se produjeron incluso mientras los funcionarios de la Casa Blanca pedían a la gente que había salido de la ciudad de Nueva York en medio del brote que se pusiera en cuarentena voluntaria por 14 días tras su partida, debido a la amplia tasa de infecciones en la zona metropolitana. También ocurren después de que Trump alentó a los legisladores en el Capitolio para que aprobaran un paquete de estímulos de casi 2 billones de dólares _estimado en aproximadamente 6 billones una vez que se incluyan las acciones tomadas por la Reserva Federal_ para disminuir el dolor económico de los estadounidenses e industrias que se han visto muy afectadas.

Los expertos de salud han dejado claro que a menos de que los estadounidenses sigan limitando drásticamente sus interacciones sociales, trabajando desde casa y aislándose, el número de infecciones abrumará al sistema de salud, como lo ha hecho en algunas partes de Italia, y conducirá a muchas más muertes. Si bien los peores brotes están concentrados en algunas partes del país, como Nueva York, los expertos advirtieron que la enfermedad altamente infecciosa se propagará.


Ha transcurrido una semana desde que Estados Unidos implementó un plan con duración de 15 días para alentar a todos los estadounidenses a reducir sus actividades públicas. Las directrices, emitidas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) son de carácter voluntario, pero muchos líderes estatales y locales han emitido restricciones obligatorias que se alinean con las emitidas por los CDC, o que incluso son más estrictas.

El lunes, Estados Unidos registró su aumento más grande de muertes provocadas por el virus, con más de 650 decesos atribuidos a la enfermedad COVID-19. Los comentarios de Trump surgen luego de serias advertencias por parte de las autoridades de zonas afectadas. El gobernador de Nueva York Andrew Cuomo dijo que el sistema de hospitales de su estado alcanzará pronto un punto crítico, resultando en muertes que se pudieron haber evitado, incluso con las restricciones que ya se implementaron.

“Le di dos semanas”, destacó Trump durante una conferencia en la Casa Blanca. Alegó que decenas de miles de estadounidenses mueren cada año por la gripe estacional y en accidentes automovilísticos y “no detenemos el país”.

Cuando el periodo de 15 días termine el próximo lunes, comentó, “revisaremos en ese momento y le daremos más tiempo si necesitamos más tiempo, pero necesitamos reiniciar este país”. Añadió: “Tenemos que regresar a trabajar, mucho antes de lo que la gente pensaba”.
 

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El presidente Donald Trump emitió el viernes una orden que pretende forzar a General Motors a producir respiradores artificiales para enfermos con coronavirus, de conformidad con la Ley de Producción de Defensa.

Trump dijo que las negociaciones con GM habían sido productivas, “pero nuestra pelea contra el virus es demasiado urgente para permitir que el toma y daca del proceso de contratos continúe su curso normal”.

Trump dijo que “GM estaba perdiendo tiempo” y que sus acciones ayudarán a asegurar la rápida producción de respiradores artificiales que van a salvar vidas estadounidenses.


Trump había sido renuente a recurrir a la ley para obligar a empresas a que contribuyan a la lucha contra el coronavirus. GM figura entre las compañías de Estados Unidos que intentan reacondicionar plantas para producir los respiradores. GM colabora con Ventec Life Systems, un pequeño fabricante de respiradores en la zona de Seattle, para incrementar su producción, y GM utilizará su planta de componentes electrónicos en Kokomo, Indiana, para fabricar las máquinas.

GM dijo el viernes que podría construir 10.000 respiradores al mes a partir de abril con posibilidades incluso de elevar la producción.

Después de que Trump invocara la ley, GM dijo en un comunicado que ha trabajado las 24 horas durante más de una semana con Ventec y abastecedores de partes para construir más respiradores. La compañía dijo que “jamás ha flaqueado” en su compromiso de fabricar los respiradores de Ventec.

Trump dijo desde la Oficina Oval que el gobierno pensó que tenía un acuerdo para 40.000 respiradores, pero GM redujo la cifra a 6.000 y que mencionó un precio mayor al discutido antes.

“No me gustó”, dijo el mandatario. “Así que la activamos respecto a General Motors”.

Trump también señaló que no estaba contento con GM por haber cerrado una fábrica en Lordstown, Ohio. “No entré con una opinión muy favorable”, dijo.

GM dijo que está ofreciendo recursos a Ventec “al costo”. Esta empresa, no GM, es la que está en conversaciones con el gobierno, y los únicos cambios que Ventec ha efectuado han sido a solicitud del gobierno, dijo Chris Brooks, director de estrategia de la compañía. GM será solamente un productor contratado para Ventec, agregó.

Los respiradores de Ventec, que son portátiles y pueden usarse en pacientes en cuidados intensivos, cuestan unos 18.000 dólares cada uno, señaló Brooks. Los respiradores más sofisticados que los hospitales utilizan llegan a costar hasta 50.000 dólares, agregó.
 

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Durante meses, el presidente Donald Trump y sus funcionarios han emitido un reguero de promesas para tranquilizar a un país atrapado por la pandemia de coronavirus, pero no han cumplido las cruciales. Mientras, el pico de contagios y muertes del COVID-19 ha llegado o está próximo a llegar a Estados Unidos, dicen los expertos.

Las partidas en falso y los callejones sin salida son inevitables en cualquier crisis, sobre todo si es provocada por un virus ignoto, pero el presidente que minimizó el peligro durante meses ha sido una fuente constante de exageraciones y promesas tan audaces como incumplidas.

Trump y su equipo han publicado cifras. Números desconcertantes sobre los tapabocas en camino. Pruebas que se realizan. Buques que navegan al rescate, respiradores que se fabrican, aviones que vuelan cargados de provisiones, dólares que fluyen a empresas paralizadas.

No cabe duda de que, en los frentes principales, el gobierno federal se esfuerza por estar a la altura de las necesidades, pero en gran medida las provisiones arribarán durante la curva descendente de la pandemia, con lo que el país estará en mejor situación si se produce una segunda ola de contagios, pero llegarán demasiado tarde para la curva letal del brote, actualmente en desarrollo.

Por ejemplo, con respecto a los respiradores, Trump reconoció que “muchos llegarán cuando ya no los necesitemos tanto”.

El sistema estadounidense de pruebas de COVID-19, la clave para contener el contagio, ha fracasado en el momento crítico, como reconocieron las autoridades de salud pública (nunca Trump) en marzo.

Eso podría cambiar con una prueba rápida creada recientemente, pero no se dispone de ella en grandes cantidades. Nueva Hampshire recibió 15 aparatos, pero cartuchos suficientes sólo para dos. “Me estoy golpeando la cabeza contra la pared”, dijo el gobernador republicano Chris Sununu.

Personal médico y de enfermería, asistentes de vuelo y otros trabajadores en primera línea de fuego han debido suplicar que les envíen materiales tan básicos como cubrebocas, guantes y vestimenta protectora en general.

La magnitud de la pandemia superó las existencias de esos artículos incluso en los países mejor preparados, pero la persistencia de la escasez en Estados Unidos no se debe sólo a la imprevisión sino a las vacilaciones a medida que los estadounidenses empezaban a enfermarse y morir de la enfermedad.

Fue apenas a mediados de marzo, cuando algunos hospitales trataban a miles de enfermos sin equipo suficiente, que el gobierno hizo pedidos a granel de mascarillas N95 y otros artículos para sus depósitos, reveló una investigación de The Associated Press. Washington vaciló durante dos meses después de que sonaron las alarmas globales en enero sobre la pandemia que se avecinaba.

El Depósito Estratégico Nacional de Estados Unidos se vació hace varios días, antes del pico de la pandemia en el país.

PRUEBAS

“Cualquiera que necesite una prueba tendrá una prueba”, dijo Trump el 6 de marzo. “Tienen las pruebas. Adicionalmente, las pruebas son hermosas”. Adicionalmente, añadió el mismo día: “Cualquiera que quiera una prueba puede conseguir una prueba”.

Falso.

La capacidad creciente pero insuficiente para testear a las personas está orientada principalmente hacia los enfermos o a los trabajadores esenciales bajo riesgo de contagio.

A las tres semanas de la notificación de casos de una neumonía misteriosa en China, en la víspera de Año Nuevo, el país asiático había secuenciado la composición genética del virus, los científicos alemanes habían creado una prueba para detectarlo y la Organización Mundial de la Salud había aprobado la prueba e iniciado la distribución global.

Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) desdeñaron la prueba de COVID-19 de la OMS y auspiciaron uno propio, que nació fallido. Trump dijo que la prueba de la OMS era defectuosa, pero no lo era.

Se perdió tiempo valioso.

Alemania se apresuró a testear a una amplia franja de la población en enero, cuando sumaba menos de 10 casos. Ha sufrido muchas menos muertes, en proporción a su población, que Estados Unidos.

“Hubo muchas, muchas oportunidades para no llegar adonde hemos llegado”, dijo a la AP el doctor Ashish K. Jha, director del Instituto de Salud Global en Harvard.

Trump dijo el 13 de marzo que una división de la empresa matriz de Google estaba creando un sitio web que permitiría a la gente determinar en línea si debían someterse a una prueba y en tal caso, el lugar más cercano donde obtenerla. “Se hará muy rápidamente”, aseveró. El sitio web funciona en cuatro condados de California, nada más.

Los sitios que prometió que acelerarían las pruebas de coronavirus padecieron de demoras y falta de elementos, al punto que muchas personas con síntomas y receta médica no pudieron recibir atención.

RESPIRADORES

Trump invocó la Ley de Producción para la Defensa de Estados Unidos, que lo autoriza a ordenar a empresas privadas a fabricar lo que necesita el país. Esto generó expectativas de que los enfermos y la gente que los cuida dispondrían de una gran cantidad de provisiones en general y respiradores en particular.

Bajo la orden “vigorosa y veloz” del presidente a General Motors, los nuevos respiradores estarían disponibles en “tiempo trumpiano, lo cual significa lo antes posible”, dijo Peter Navarro, el hombre de punta de la Casa Blanca en la cadena de provisiones de emergencia.

Pero Trump se abstuvo de usar sus poderes plenos. En el fondo, la directiva a GM sobre la fabricación de respiradores artificiales le dijo a la empresa que hiciera lo que ya estaba haciendo.

La escasez de respiradores ha sido la deficiencia más aterradora a medida que hora a hora se contagia y muere más gente. En medio del caos reinante, se desconoce la magnitud de la escasez.

¿DÓNDE ESTÁ EL DINERO?

“Con esto llegará el alivio que se necesita con urgencia”, dijo Trump al firmar una ley de rescate de emergencia.

Dos semanas más tarde, se ha entregado una pequeña fracción de los préstamos a empresas. Problemas con un sitio web, demoras en las medidas federales y la confusión de prestamistas y beneficiarios han demorado la ayuda.

El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, había prometido que las solicitudes recibirían aprobación en el día, pero debido a los préstamos pendientes, el Congreso ya tiene que buscar más fondos para que las empresas puedan pagar las nóminas salariales.

Mientras tanto, las autoridades estatales son criticadas cuando tratan de administrar las prestaciones por desempleo pagadas por Washington, pero manejadas por los estados.
 

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El presidente Donald Trump dijo el martes que abierto a permitir que algunos estados “reabran” antes de que las directrices federales de distanciamiento social expiren a fin de mes, al tiempo que parecía retractarse de su afirmación de contar con autoridad absoluta para decidir el momento correcto para actuar.

Horas después de insinuar que las inquietudes bipartidistas de los gobernadores sobre su declaración de poder equivaldrían a una insurrección, Trump dio marcha atrás _en esencia_ diciendo que sería decisión de los gobernadores determinar el momento y la forma correctas para reanudar las actividades en sus estados. El mandatario señaló que hablaría con los gobernadores, probablemente el jueves, para discutir sus planes.

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“Los gobernadores son responsables”, manifestó Trump el martes. “Tienen que hacerse cargo”, aseveró. Sin embargo, insistió en que “los gobernadores serán muy, muy respetuosos de la presidencia”.

Gobernadores demócratas y republicanos habían dado señales de alarma luego de que Trump afirmó que él y sólo él determinaría cuándo y cómo reactivar la economía, pese a las claras limitaciones constitucionales de los poderes federales.

Trump dijo el martes que “autorizaría a cada gobernador de cada estado implementar un plan de reapertura, y una reapertura muy poderosa, de su estado en el momento y de la manera que sea la más apropiada”. Agregó que respaldaría medidas de los estados que no han sido tan afectados por el brote para reducir las restricciones incluso antes de que expiren sus propias directrices el 30 de abril.

De momento no está claro si algún estado está considerando reabrir sus economías antes del 1 de mayo.

Se trata del más reciente giro en la disputa de Trump con los gobernadores sobre quién tiene la principal responsabilidad de preservar la salud pública en sus jurisdicciones. Después de semanas de decir que dejaría las decisiones importantes sobre imponer restricciones en manos de los estados, Trump afirmó que su poder para disminuirla era absoluto.

Pero gobernadores de ambos partidos dejaron claro que veían las cosas diferente y dijeron que ellos decidirían cuándo es seguro comenzar a retomar las actividades habituales, al igual que fueron ellos quienes cerraron las cosas.

“La posición del presidente es simplemente absurda”, dijo el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, el martes en el programa “This Morning” de la cadena CBS. “No es la ley. No es la Constitución. No tenemos un rey. Tenemos un presidente”, aseveró.

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Ansioso por dejar atrás la crisis, Trump presentó un nuevo consejo de asesores que discutirán los planes para reabrir la economía estadounidense, que se ha contraído drásticamente debido al cierre de negocios, dejando a millones de personas sin empleo.

Si bien Trump ha emitido recomendaciones a nivel nacional aconsejando a la gente a permanecer en casa, han sido los gobernadores y líderes locales quienes han implementado restricciones obligatorias, incluidos los cierres de escuelas y de negocios no esenciales. Algunas de esas órdenes conllevan multas u otras sanciones.

Cuomo dijo que si Trump le ordenaba reabrir la economía de Nueva York antes de que pensara que estaba listo, se negaría, lo que provocaría un “problema constitucional entre el estado y el gobierno federal”.

En una conferencia posterior, Cuomo comentó que cualquier disputa entre los estados y la Casa Blanca era una distracción de cosas más importantes.

“No es momento para alguna división entre el gobierno federal y los estatales”, puntualizó.

Trump, que desde hace tiempo ha tratado de culpar a los gobernadores, respondió y acusó a Cuomo de “llamar todos los días, incluso a cada hora, suplicando” por suministros para salvar vidas. “¡Lo he hecho todo por él, y por todos los demás, y ahora parece que quiere independencia!”, tuiteó. “¡Eso no sucederá!”.

Trump pareció suavizar su postura horas más tarde durante una reunión con personas que se han recuperado de COVID-19.

“Voy a tomar una decisión bastante rápido”, dijo, “y se hará en conjunto con los gobernadores. Tenemos un gran apoyo de los gobernadores y lo que hago se hará junto con los gobernadores”.
 

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El presidente Donald Trump ha presentado a los gobernadores una hoja de ruta para recuperarse del impacto económico de la pandemia de coronavirus, con un “enfoque gradual y deliberado” para restaurar la actividad normal en regiones donde se efectúan pruebas y disminuyen los casos de COVID-19.

Las nuevas normas apuntan a mitigar las restricciones en zonas de bajo contagio del coronavirus y mantenerlas en las regiones más afectadas. Aclaran que el regreso a la normalidad será un proceso mucho más largo de lo que previó Trump inicialmente.

“Nuestra vida vuelve a comenzar”, dijo Trump el jueves en su conferencia de prensa diaria. “Comenzamos nuevamente el rejuvenecimiento de nuestra economía”.


″Éste es un proceso gradual”, añadió.

Las autoridades federales advierten que algunas medidas de distanciamiento social seguirán vigentes durante el resto del año para prevenir un nuevo brote. Adicionalmente, refuerzan los planes ya elaborados por algunos gobernadores, que son los principales responsables de la salud pública en sus estados.

“Ustedes tomarán las decisiones”, dijo Trump en una teleconferencia con los gobernadores el jueves por la tarde, de la cual The Associated Press obtuvo una grabación de audio. “Nosotros los apoyaremos”.

Los lugares de bajo contagio y donde cuentan con medios para testear a la población iniciarán una reapertura gradual de los negocios y las escuelas en tres fases.

En la primera fase, el plan recomienda el distanciamiento social estricto en público. Se evitarán las aglomeraciones de más de 10 personas y se desalientan los viajes no esenciales.

En la segunda, se exhorta a la gente a mantener el distanciamiento social y limitar las reuniones a no más de 50 personas a menos que se tomen medidas de precaución. Podrían recomenzar los viajes.

La tercera fase es la del regreso a la normalidad para la mayor parte del país, aunque buscando identificar y aislar los nuevos focos de contagio.

Trump dijo que las tendencias recientes en algunos estados eran tan positivas que podían empezar a tomar las medidas de la primera fase casi inmediatamente. “Podrán hacerlo literalmente mañana”, dijo el presidente.

Las normas recomiendan que los estados verifiquen los datos de casos nuevos, hagan pruebas de COVID-19 y vigilancia durante 14 días antes de pasar a la fase siguiente.

Gobernadores de ambos partidos dijeron claramente que aplicarán sus propios criterios. El gobernador demócrata de Delaware, John Carney, dijo que las normas le “parecen sensatas”.


“Estamos a días, tal vez semanas, del punto de partida y después tiene que haber 14 días de disminución de casos, disminución de síntomas y de contar con la capacidad hospitalaria para el caso de un rebote”, dijo.

El gobernador republicano de Virginia Occidental, Jim Justice, un aliado de Trump, habló con cautela de reabrir partes del estado, pero dijo que se debería elevar la capacidad de pruebas y rastreo de contactos antes de levantar las restricciones.

“Todo se olvidaría muy rápidamente si pasáramos a una etapa antes de lo debido y después nos encontráramos en una situación con la gente muriendo como moscas”, dijo Justice a la prensa.
 

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Trump firma decreto para suspender inmigración a EEUU

El presidente Donald Trump firmó el miércoles un decreto que ordena la suspensión temporal de la inmigración a Estados Unidos durante la pandemia de coronavirus.

“Esto asegura que los trabajadores estadounidenses desempleados sean los primeros en recuperar su trabajo cuando la economía reabra”, sostuvo Trump en una rueda de prensa tras promulgar el decreto. WASHINGTON, 22 abr (Reuters)
 

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Durante semanas, el gobierno de Donald Trump destacó los peligros del coronavirus para tratar de convencer a los estadounidenses para que permanecieran en casa. Ahora que busca una rápida reactivación de la economía, Trump enfrenta un nuevo reto: convencer a la gente de salir y reanudar su vida normal sin peligro para su salud.

Es una cuestión crucial para una nación enclaustrada, a la vez que un imperativo político para el presidente Trump, cuya reelección dependerá probablemente del rebote de la economía.

¿Puede el país superar el miedo al coronavirus y regresar a una forma modificada de sus viejas rutinas, haciendo lo posible por mitigar el riesgo del COVID-19 y a la vez reconocer que puede ser una presencia permanente durante los próximos años?

“Tenemos que crear la clase de confianza en Estados Unidos que permita a todos regresar al trabajo”, dijo Kevin Hassett, asesor de la Casa Blanca y expresidente del grupo Council of Economic Advisers (Consejo de Asesores Económicos). “Y esa confianza requerirá pruebas de que el lugar de trabajo es un lugar sano, pero también confianza en la economía”.

En la Casa Blanca, los funcionarios creen que han entrado en un nuevo capítulo de la respuesta a la pandemia, al pasar del estado de crisis al de mitigación sostenida y control.

Comenzó el jueves pasado con la publicación de una guía a los gobernadores para la reapertura de sus estados. Trump y el vicepresidente Mike Pence felicitaron a los estadounidenses por “aplanar la curva” de la epidemia.

Al día siguiente, los más altos funcionarios médicos del gobierno trataron de convencer al país de que había gran cantidad de pruebas disponibles, suficientes para empezar a levantar las restricciones.

Desde entonces, los gobernadores han empezado a levantar restricciones, incluso de manera enérgica, como anunciaron Montana y Oklahoma el miércoles. El gobernador de Montana dio luz verde para reanudar las clases a principios de mayo, mientras que Oklahoma permitirá la apertura de salones de belleza, peluquerías, spas y salones para mascotas el viernes.

Con todo, en su conferencia de prensa vespertina Trump criticó duramente los planes de reapertura del gobernador republicano de Georgia, Brian Kemp. “Discrepo enérgicamente”, dijo. “Me parece demasiado pronto”.

Entretanto, persisten las noticias sombrías en otras partes del país. La cifra de muertes en Massachusetts superó las 2.000 el miércoles, el doble de la semana anterior. En Nueva York había 16.000 personas hospitalizadas. Una planta procesadora en Iowa que es vital para la provisión de carne de cerdo en todo el país tuvo que cerrar debido al brote. Ante la perspectiva de una recesión económica prolongada y brutal, el Congreso se aprestaba a aprobar un paquete de rescate de 500.000 millones de dólares para las pequeñas empresas.


Trump prometió sin vueltas que no se repetirá la cuarentena nacional. “No volveremos a pasar por lo que pasamos los últimos dos meses”, dijo.

Es un cambio brusco en la retórica desde que Trump y sus aliados destacaron la amenaza de un “enemigo invisible” para convencer a la gente que guardara la sana distancia. Los estadounidenses también están asustados por la cifra creciente de muertes y las imágenes de los cadáveres embolsados apilados en camiones refrigerados.

Pasar del miedo a la aceptación requiere confianza en el gobierno, los profesionales de la Medicina y las empresas, la que por el momento es muy baja. Los asesores de la Casa Blanca dicen que para restaurar la confianza se necesitará el mismo enfoque de “todo el país al unísono” que frenó la propagación del virus.

“Una cosa es que el gobierno diga, ‘ok, ya se puede salir’”, dijo el gobernador demócrata de Nueva York, Andrew Cuomo. “Si la gente no cree que es seguro, no saldrá”.

Aunque se han visto manifestaciones aisladas en algunos estados contra las medidas de cuarentena, la mayoría de los estadounidenses no cree conveniente mitigar las restricciones en el futuro próximo, de acuerdo con una nueva encuesta de The Associated Press-NORC.

Trump pronosticó días atrás que la economía despegará como un “cohete una vez que volvamos a empezar”, pero los expertos dicen que la recuperación será muy lenta.

“Será un proceso muy gradual, digan lo que digan un gobernador o el presidente”, dijo el doctor Robert Blendon, profesor de políticas de salud en Harvard. La historia de las cuarentenas, como la de 25.000 personas en los alrededores de Toronto en 2003 para frenar el contagio del síndrome respiratorio agudo grave (SARS), revela que la gente tarda semanas, incluso meses en recuperar la confianza suficiente para reanudar la actividad normal.
 

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Enfrentando una devastada economía en pleno año electoral, el presidente Donald Trump insiste en que es posible reabrir negocios y al mismo tiempo proteger la salud de la ciudadanía en medio de la amenaza del coronavirus.

Ante preguntas del público el domingo a la noche en una conferencia virtual desde el Monumento a Lincoln, el mandatario reconoció que hay temores válidos en ambos lados del argumento: de los que temen un resurgimiento de la enfermedad y de los que temen a la ruina económica si los negocios no reabren.

Trump aumentó su cálculo sobre la cantidad de muertes que el coronavirus causaría en el país, afirmando que podría llegar a 100.000 aunque hace poco estimó que sería unos 60.000. La pandemia ha causado 67.000 muertes en Estados Unidos hasta ahora.


“Miren, vamos a perder entre 75.000, 80.000 o 100.000 personas”, declaró Trump. “Eso es terrible. No deberíamos haber perdido ni a una sola persona. Esto debió haberse detenido en China”.

Pero al mismo tiempo habló con tono de urgencia al llamar a una reapertura de la economía.

“Tenemos que reabrir la economía con salud, pero lo más rápido posible”, aseveró el mandatario.

Tras estar más de un mes encerrado en la Casa Blanca, Trump pasó el fin de semana en Camp David y el domingo a la noche realizó el foro virtual organizado por el canal el Fox News Channel.

Admirando la descomunal estatua de Lincoln a sus espaldas, Trump comentó: “Nunca hemos tenido un escenario tan hermoso como este”.

En medio del nerviosismo de los republicanos por la posibilidad de que no sea reelegido en noviembre, Trump se aferró a su mensaje de optimismo y del potencial nacional de resurgir de esta crisis.

“Todo está funcionando bien”, afirmó el gobernante. “Es terrible pasar por esto, pero las medidas están funcionando”, añadió.

Muchos expertos opinan que Estados Unidos no podrá reactivar totalmente su actividad comercial hasta que se desarrolle una vacuna. Trump vaticinó que es posible que haya una antes de fines de este año.

Expertos estadounidenses calculan que pasarán entre 12 y 18 meses antes de que surja una vacuna fiable. Pero el doctor Anthony Fauci, el máximo experto en enfermedades infecciosas a nivel nacional, declaró a fines de abril que es concebible que, si se desarrolla una vacuna, que sea distribuida en enero del año entrante.
 

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El presidente Donald Trump declaró que la crisis del coronavirus demuestra que él estaba en lo cierto al ordenar la salida de las empresas manufactureras de China, nuevamente culpando al país asiático por la propagación de la enfermedad.

“Todo lo que yo dije resultó ser cierto”, aseguró Trump en entrevista con el canal Fox Business.

“Estas estúpidas cadenas de suministros están por todo el mundo, deberíamos tenerlas todas en Estados Unidos”, añadió.

Los comentarios surgen poco antes de un viaje de Trump a Allentown, Pensilvania, para resaltar una empresa distribuidora de equipos médicos. Es su segundo viaje en tantas semanas, continuando su campaña para convencer a la ciudadanía de reabrir negocios, pese a las advertencias de los expertos de que ello puede causar una segunda ola de infecciones.

Trump visitará la fábrica Owens and Minor Inc., que según la Casa Blanca ha enviado millones de mascarillas N95, batas quirúrgicas y guantes a diversos hospitales en todo el país.

Si bien las medidas de seguridad en torno al mandatario han sido fortalecidas en días recientes, Trump hasta ahora nunca ha sido visto en público con mascarilla. Las autoridades de salud han recomendado cubrirse el rostro en lugares públicos donde se dificulta el distanciamiento social, a fin de no estar propagando el virus inadvertidamente. Trump recibe una prueba de coronavirus todos los días.

Se anticipa que en la fábrica Trump mencionará la posibilidad de usar la Reserva Estratégica para facilitar los diagnósticos y “reabastecer y fortalecer la reserva para que la nación no vuelva a quedar desprevenida”, según la Casa Blanca.

Owens & Minor asegura haber aplicado nuevas normas a raíz del virus, como limitar el acceso de visitantes a sus fábricas a casos de “servicio o suministro esencial”, y obligar a todo el personal a usar equipos protectores y a someterse a tomas periódicas de temperatura.

Pensilvania además requiere que todo empleado, cliente o visitante a los negocios abiertos vistan cubrebocas y mantengan distanciamiento, salvo una mínima excepción mencionada en el decreto del gobernador.

Es la segunda vez en días recientes que Trump viaja a un estado que será crucial en las elecciones de noviembre. La semana pasada visitó una fábrica en Phoenix, Arizona.
 

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La Casa Blanca no difundirá este verano su tradicional proyección de la economía, informó el jueves una fuente oficial de la presidencia estadounidense, con lo que pareciera estar negándose a poner su sello en cifras que documenten cómo la economía se dirige hacia una recesión grave por la pandemia del coronavirus, al evitar que quede constancia de un pronóstico sobre el futuro de la economía.

Sin embargo, la información actualizada sobre el presupuesto sí será publicada, agregó el funcionario de alto rango. Es cosa segura que habrá un enorme déficit presupuestal debido a la disminución de los ingresos por impuestos y al egreso de casi 3 billones de dólares en paquetes de rescate financiero, para el año fiscal que culmina el 30 de septiembre.

Sin embargo, la Casa Blanca sostiene que los datos económicos subyacentes son demasiado inciertos como para dar un panorama fidedigno sobre la velocidad y el alcance de la recuperación, indicó el funcionario, que pidió no ser identificado y que no estaba autorizado para discutir el asunto públicamente antes de un anuncio oficial. Un reporte importante sobre el crecimiento económico en el segundo trimestre del año saldrá sino después del plazo del 15 de julio para la actualización anual.

La decisión seguramente provocará críticas demócratas de que el presidente Donald Trump está tratando de encubrir la sombría situación económica del país de cara a las elecciones del 3 de noviembre.

Las proyecciones económicas del equipo de Trump, como las de gobiernos anteriores, tienden a ser excesivamente optimistas y la Casa Blanca luce renuente a publicar sus presupuestos anuales, que incluyen impopulares recortes de gastos, incluso entre sus aliados en el Congreso.

La noticia sobre la negativa de la Casa Blanca de publicar sus proyecciones económicas fue reportada primero por el diario The Washington Post.
 

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La Unión Europea exhortó el sábado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a que reconsidere su decisión de suprimir los fondos a la Organización Mundial de la Salud, en medio de las críticas mundiales a la medida y mientras las tasas de infección en India y otros países recuerdan que la pandemia mundial está lejos de estar contenida.

El viernes, Trump anunció que suspenderá la contribución de Estados Unidos a la OMS, alegando que no respondió de forma adecuada a la pandemia porque China tiene “control total” sobre esa agencia de Naciones Unidas.

Según Trump, las autoridades chinas “ignoraron” su obligación de informar a la OMS y presionaron a la agencia para que engañara al mundo cuando se descubrió el virus en diciembre del año pasado en Wuhan, una ciudad del centro del país.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, instó el sábado a Trump a que se replantee su decisión, diciendo que “deben evitarse las acciones que debiliten los resultados internacionales” y que “ahora es el momento de una mayor cooperación y soluciones comunes”.

“La OMS necesita continuar liderando la respuesta internacional a las pandemias, actuales y futuras”, dijo. “Para esto se requiere y es muy necesaria la participación y el apoyo de todos”.

Estados Unidos es el principal contribuyente de la OMS y se cree que la salida norteamericana debilitará significativamente a la organización. Trump dijo que Washington “redirigirá” los fondos a “otras necesidades mundiales de salud pública urgentes globales que lo merezcan”, pero no dio detalles.

La OMS no hizo comentarios sobre el anuncio, pero el ministro de Salud de Sudáfrica, Zweli Mkhize, lo calificó como un giro “desafortunado”.

“Ciertamente, cuando se enfrenta a una pandemia grave, uno desea que todas las naciones del mundo se concentren particularmente... en un enemigo común”, dijo a los periodistas.

En todo el mundo, casi 6 millones de personas han contraído el coronavirus, que ha matado a más de 365.000, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins basado en cifras oficiales. Sin embargo, se cree que las verdaderas dimensiones de la catástrofe son aún mayores, pues los expertos indican que han muerto muchas personas del virus sin haber pasado una prueba diagnóstica.

Estados Unidos ha sido por mucho el más afectado por la pandemia, con más de 1,7 millones de casos y casi 103.000 muertes.

Sin embargo, las ciudades y los estados están cada vez más presionados para reanudar actividades, especialmente entre las industrias de servicios, que han visto evaporarse el número de clientes. Las últimas cifras de pérdida de empleos del Departamento de Trabajo de Estados Unidos mostraron que 41 millones de estadounidenses han solicitado ayuda gubernamental por desempleo desde que se produjeron los primeros cierres a mediados de marzo.

Los malos datos de empleo y gasto empañaron la perspectiva de una rápida recuperación en Estados Unidos a pesar de que varios estados avanzaban para reactivar más sectores, mientras la devastación económica causada por la pandemia del coronavirus seguía expandiéndose.

Las estadísticas del Departamento de Comercio de Estados Unidos publicadas el viernes mostraron una caída récord del gasto de consumo del 13,6% en abril, un día después de que un reporte federal de empleo informó que otros dos millones de estadounidenses se quedaron sin trabajo la semana pasada. El gasto del consumidor es el principal motor de su economía.
 
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