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El presidente estadounidense Donald Trump dijo el miércoles que la ambientalista de 17 años Greta Thunberg no debería ocuparse de Estados Unidos sino de otros continentes que echan gases a la atmósfera.

Trump y Thunberg renovaron su enfrentamiento esta semana en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.

El presidente dijo que hubiera asistido con gusto al discurso de la activista sueca, pero sostuvo _sin nombrarla_ que algunas personas son “poco realistas” acerca del cambio climático y que aspiran a cambios que afectarían a la gente que sólo trata de vivir su vida.


Observó que otros países han arrojado toneladas de basura al Pacífico, la que flota ahora hacia Estados Unidos y que Thunberg debería concentrarse en eso.

El martes aludió a los activistas contra el cambio climático como los “eternos profetas de la fatalidad”.

La respuesta de Thunberg no se hizo esperar: dijo que los activistas no se rendirán.

Cuando Trump anunció que Estados Unidos se sumará a una iniciativa para plantar un billón de árboles en el mundo, Thunberg dijo que le parecía muy bonito, pero “en absoluto suficiente”.
 

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La turbulencia de un juicio político, una disputada campaña presidencial y una amenaza de salud mundial por un nuevo virus confrontan al presidente estadounidense Donald Trump mientras se apresta a pronunciar el martes por la noche el discurso anual Estado de la Unión ante una sesión conjunta del Congreso. Pero una cosa sobre la era de Trump ha permanecido sorprendentemente inalterable: la opinión pública sobre el presidente.

La aprobación pública a Trump de ha mantenido persistentemente en zona negativa y el país está más polarizado que durante el periodo de cualquier otro presidente en la historia reciente. Pero si bien las encuestas muestran un descontento significativo hacia la dirección del país y aún más con la situación política, los estadounidenses tienen opiniones muy positivas tanto de la economía como de la forma en que Trump la está manejando.

A continuación ofrecemos un vistazo a la opinión pública sobre el presidente y el Estado de la Unión.

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INVISIBLE A PLENA LUZ

Trump es apenas el tercer presidente en la historia de Estados Unidos en ser llevado a un juicio político por la Cámara de Representantes. El Senado, controlado por los republicanos, que está llevando a cabo el juicio, rechazó el viernes por un margen mínimo las demandas demócratas para convocar testigos, asegurando así la absolución de Trump. La votación final sobre su destino está programada para el miércoles, justo después del discurso de Trump en horario estelar la noche anterior.

Los procedimientos hacia el juicio político han dividido casi por iguales a la ciudadanía. En una encuesta realizada en enero por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, un 45% de los consultados opinaron que el Senado debería votar para condenar a Trump y destituirlo de su cargo, frente a un 40% que opinó que no debería. Un 14% de los encuestados dijo que no sabía lo suficiente como para tener una opinión.

En la encuesta, el 42% de los estadounidenses indicó que creía que Trump hizo algo ilegal en su conversación telefónica de julio con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, y el 32% dijo que hizo algo poco ético.

Entre los votantes republicanos, una ligera mayoría del 54%, expresó que Trump no cometió falta alguna en su llamada al líder de Ucrania, abajo del 64% en octubre. Aproximadamente un tercio de los encuestados dijo que piensa que Trump hizo algo poco ético pero no ilegal, y aproximadamente uno de cada 10 cree que hizo algo ilegal.

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EL ESTADO DE LA ECONOMIA ES FUERTE

Aun así, el presidente ha sido constantemente evaluado de forma positiva por los estadounidenses sobre su manejo de la economía, que cuenta con una baja tasa de desempleo del 3,5% y un crecimiento constante del empleo. En enero, el 56% de los estadounidenses aprobó el trabajo de Trump en cuanto a la economía, según una encuesta de AP-NORC. Eso fue más alto que la parte que aprobó su manejo de las negociaciones comerciales, la política exterior o la atención médica.


En la misma encuesta, el 67% dijo que consideraba que la economía estaba en buena forma, comparado con el 61% en septiembre de 2019, y sólo alrededor de un cuarto esperaba que las condiciones económicas empeoraran durante el próximo año.

Esa evaluación relativamente brillante de la economía incluso se extiende a muchos demócratas. Aproximadamente la mitad de los votantes demócratas califican las condiciones económicas de manera positiva, y cerca de tres de cada 10 aprueban el manejo del tema por parte de Trump.

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INSATISFACCIÓN OMNIPRESENTE

Trump describirá sus objetivos para el resto de su mandato el martes por la noche, pero los estadounidenses tienen su propia idea de lo que debería ser prioritario este año. Una encuesta de AP-NORC en diciembre reveló que los estadounidenses identificaron en una pregunta abierta los principales temas que el gobierno debe abordar en 2020: la economía, la atención médica, la inmigración y el medio ambiente.

Pocos esperaban que el gobierno haga avances en los temas más importantes para ellos.

En la misma encuesta, aproximadamente dos de cada 10 estadounidenses dijeron estar satisfechos con la forma en que están sucediendo las cosas en el país actualmente. Casi seis de cada 10 están insatisfechos. Viendo hacia el futuro, creen que más cosas esperadas empeorarán en lugar de mejorar.

Los republicanos mostraron muchas más probabilidades de expresar satisfacción con la situación del país, en comparación con los demócratas: el 40% frente al 11%. Una escasa mayoría de republicanos, el 54%, anticipó una mejora durante el próximo año.

Entre los demócratas, el 76% dijo que no estaban satisfechos, y el 66% esperaba que las cosas empeoraran aún más.

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POLARIZACIÓN

Esa brecha partidista en las evaluaciones del país es aún mayor en las evaluaciones al presidente.

Según un sondeo de Gallup, el 89% de los republicanos y apenas el 7% de los demócratas aprobaron a Trump en promedio durante el tercer año de su presidencia. Los 82 puntos porcentuales que separan a los dos partidos en sus puntos de vista del presidente fueron mayores que en cualquier otro año de cualquier otro presidente.

Esa polarización persistente ha llevado a una estabilidad inusual en el índice de aprobación de Trump. Si bien la aprobación disminuye y fluye entre una encuesta y otra, la calificación de Trump se ha mantenido dentro de un rango de aproximadamente 10 puntos porcentuales durante tres años.

Es poco probable que el índice de aprobación de Trump cambie con los partidarios firmemente en sus respectivos terrenos. No hay mucho margen de mejora entre los republicanos, y es poco probable que obtenga algún apoyo de los demócratas.

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PRECEDENTE DE AÑO ELECTORAL

Los índices de aprobación a otros presidentes han caído a niveles más bajos que los de Trump, pero el sondeo Gallup muestra que los promedios de Trump se encuentran por debajo de los promedios de la mayoría de los últimos presidentes. En los últimos tres meses, la aprobación a Trump promedió aproximadamente 43%. Ese resultado es inferior al obtenido por la mayoría de los otros presidentes recientes durante el mismo periodo en sus primeros periodos en la Casa Blanca.

Barack Obama es la excepción. Durante el mismo periodo previo a su intento por la reelección, el promedio de aprobación también fue de 43%. Pero el índice de aprobación de Obama nunca cayó por debajo de 40% en la encuesta de Gallup.
 

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La economía seguramente será uno de los temas prioritarios en el discurso del Estado de la Unión que ofrecerá el presidente Donald Trump el martes, y si bien es cierto que la situación económica parece sólida, no ha estado a la altura de las promesas esgrimidas por el mandatario.

Nueve meses antes de las elecciones, la economía está creciendo, pero a un ritmo más bien modesto. El desempleo está en su punto mínimo en medio siglo y el gasto consumidor, motor de la economía estadounidense, sigue robusto. El salario promedio está aumentando a un ritmo mayor a cuando Trump asumió la presidencia tres años atrás, y el porcentaje más amplio está yendo a los trabajadores de nivel bajo. Algunos expertos estiman que esta tendencia, iniciada en el 2015 antes del ascenso de Trump, es en parte debido a que el salario mínimo a nivel estatal ha subido.


Sin embargo, los expertos advierten que la expansión económica estadounidense, ahora en su 11vo año, enfrenta una gran cantidad de amenazas. La más urgente es el brote de un nuevo virus en China que ha paralizado los negocios con el gigante asiático, la segunda mayor economía del mundo. Starbucks y Apple han cerrado sus locales en China, varias aerolíneas han cancelado sus vuelos hacia allá y compañías como General Motors han suspendido su producción en ese país.

Esas circunstancias podrían privarle a la economía de medio punto porcentual en su crecimiento para el primer período del año, estiman economistas de Goldman Sachs, aunque calculan que ello podría ser contrarrestado por un repunte en el segundo período. La decisión de Boeing de suspender la producción del 737 MAX también podría inhibir los índices económicos los primeros seis meses del año, dicen economistas.

El sector manufacturero estadounidenses está en aprietos, como consecuencia de las guerras comerciales iniciadas por Trump. El alto nivel de deuda corporativa ha creado desasosiego y algunos analistas temen que las ínfimas tasas de interés aprobadas por la Reserva Federal han incentivado burbujas artificiales en los mercados bursátiles y otros sectores.

Aparte de ello, varios de los aspirantes a la candidatura presidencial demócrata, como Bernie Sanders y Elizabeth Warren, han hecho campaña denunciando que la economía estadounidense está plagada de desigualdad ya que gran parte de la población apenas puede costearse la educación universitaria, la atención médica, o la compra de una vivienda.

Es muy poco probable que Trump en su discurso reconozca esas realidades. Lo más seguro es que insista en que gracias a él la economía está prosperando, el desempleo está bajando, el mercado bursátil está en alza y que lo mejor está por venir.


“Me enorgullece declarar que Estados Unidos está en medio de un auge económico jamás visto en la historia”, afirmó el mandatario el mes pasado en Davos, Suiza.

Sin embargo, lo que Trump califica como un auge inédito es en realidad no muy distinto a la sólida economía que heredó de Barack Obama. El crecimiento económico fue de 2,3% en el 2019, igual que la cifra de cuando terminó la recesión hace una década.
 

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Ante un Congreso y un país profundamente divididos por el juicio político, el presidente Donald Trump exaltó en su discurso del Estado de la Unión la “gran recuperación de Estados Unidos”, tres años después de lamentar lo que describió como la “masacre estadounidense” de su predecesor.

Las disputas entre partidos quedaron patentes el martes mientras el primer presidente en buscar la reelección en medio de un juicio político pedía un nuevo mandato. Los legisladores republicanos corearon “Cuatro años más”. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, rompió su copia del discurso de Trump en cuanto el mandatario terminó su intervención.


“Los enemigos de Estados Unidos están huyendo, las riquezas de Estados Unidos aumentan y el futuro de Estados Unidos resplandece”, declaró Trump. “En apenas tres años hemos destruido la mentalidad de un declive estadounidense y repelido el angostamiento del destino de Estados Unidos. Estamos avanzando a un ritmo inimaginable hasta hace poco ¡y no vamos a retroceder nunca!”

Fijando sus parámetros de éxito y afirmando que los había superado, Trump pasó de la “masacre estadounidense” de aquel mensaje de asunción a exaltar la “gran recuperación de Estados Unidos”, exponiendo los logros económicos del país como su principal argumento para un segundo periodo.

Trump dedicó gran parte del discurso a destacar la fortaleza de la economía, incluido un bajo desempleo, y destacó la manera en que se ha beneficiado a las clases trabajadora y media, aunque el periodo de crecimiento comenzó con su predecesor Barack Obama. Y lo que Trump describe como un auge sin precedentes no difiere en muchos aspectos de la solidez económica que heredó de Obama. El crecimiento económico alcanzó 2,3% en 2019, igualando el ritmo promedio desde el final de la Gran Recesión hace una década en el primero de los ocho años de gobierno de Obama.

Trump ensalzó los nuevos acuerdos comerciales que ha negociado, entre ellos el de fase uno con China y el Tratado México-Estados Unidos-Canadá, suscrito el mes pasado.

Trump pronunció su discurso en la Cámara de Representantes, ubicada en el lado opuesto del Capitolio de donde el Senado tiene previsto el miércoles en una proporción partidista. La primera mitad de su discurso televisado a nivel nacional se caracterizó por el optimismo, sin mencionar el juicio político que ha desgastado a Washington, recitando una lista de logros y compromisos.

Sin embargo, la división partidista al interior de Washington quedó representada por la mujer que se encontraba a su izquierda y que también sobresalía en las tomas de televisión.


Pelosi, una piedra en el zapato de Trump que autorizó el juicio político en el que se acusó al mandatario de abusar de su autoridad al presionar a Ucrania a investigar a un rival político, creó hace un año una imagen viralizada con lo que parecía su aplauso sarcástico del presidente.

Esta vez fue aún más explícita al romper la transcripción del discurso.

Trump no se mostró más cordial. Cuando subió al estrado, no estrechó la mano tendida de Pelosi, aunque no estaba claro si la había visto. Más tarde, entre frecuentes vítores de los republicanos, ella se mantuvo en su asiento y en ocasiones negaba con la cabeza en respuesta a las palabras de Trump.

Cuando se marchó, dijo a la prensa que romper el discurso era “lo más cortés, dada la alternativa”. Los republicanos tacharon su acción de falta de respeto.
 

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El presidente Donald Trump develó el lunes un presupuesto de 4,8 billones de dólares que vuelve a intentar cortar programas sociales, a pesar de que ello ha sido rechazado anteriormente por el Congreso.

El plan de gastos 2021 promete saldar las cuentas públicas en 15 años sin afectar programas como la Seguridad Social y el Medicare.

El documento presenta que el déficit superará el billón de dólares sólo en el año fiscal actual y que luego irá disminuyendo gradualmente hasta alcanzar proporciones manejables, pero para ello se basa en pronósticos económicos optimistas, bajas tasas de interés, una reducción de la presencia militar estadounidense en el extranjero y recortes a agencias de gobierno que serían contrarios a los dos presupuestos anteriores aprobados por Trump.


El presupuesto “fija el camino para la continuación del dominio y la prosperidad de Estados Unidos”, afirmó Trump en un mensaje escrito anexo al documento.

El presupuesto no tiene probabilidades reales de ser aprobado por el Congreso y ni siquiera las tenía antes del amargo debate en Washington por el juicio político al mandatario, acusado de abuso de poder y obstruir la investigación Congreso. Los recortes propuestos a la asistencia alimenticia, a los subsidios agrícolas, al Medicaid y a los estudiantes endeudados no fueron aprobados cuando los republicanos controlaban el Congreso, y mucho menos lo serán ahora que los demócratas dominan la Cámara de Representantes.

La presidenta de la cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi, lamentó que “una vez más el presidente demuestra cuán poco le importan la salud, las finanzas y el bienestar de las familias trabajadoras de Estados Unidos”.

El presupuesto de repite ideas intentadas antes, de eximir a programas que benefician a los ancianos como Medicare y Seguridad Social pero corta programas de ayuda a los pobres, de energía limpia y de subsidios a estudiantes endeudados. Nuevamente, estipula enormes recortes a las misiones militares en el extranjero con el fin de ahorrar 567.000 millones de dólares en 10 años, pero agrega un desembolso de 1,5 billones de dólares en ese mismo lapso para hacer que sus reducciones de impuestos se conviertan en ley permanente.

Según el plan, se reducirían 465.000 millones de dólares a entidades vinculadas con el Medicare como hospitales, lo que inmediatamente despertó quejas y denuncias de la oposición demócrata. El senador demócrata de mayor rango, Chuck Schumer de Nueva York, se quejó de que Trump desea “privar a millones de ciudadanos de su atención médica”.
 

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A medida que los mercados mundiales se desploman en medio de los crecientes temores sobre el impacto que tendrá el brote de un nuevo coronavirus, el presidente Donald Trump y sus aliados culparon a otros por la caída financiera.

Es una reacción riesgosa para un presidente que ha ligado su destino a Wall Street como ningún otro.

El equipo del presidente respondió el viernes a la venta masiva de acciones en los mercados de valores estadounidenses, la más fuerte durante una semana en más de una década, con su conocida estrategia de evasión, minimizando la amenaza y repartiendo con entusiasmo la responsabilidad hacia los demócratas, los medios de comunicación y la arraigada burocracia gubernamental.


Trump tuiteó que los demócratas “que No Hacen Nada” sólo perdieron el tiempo en el juicio político y en “cualquier otra cosa que pudieran hacer para que el Partido Republicano se viera mal”, mientras defendió su propia respuesta, que muchos demócratas han considerado lenta y dispersa.

“Están haciendo todo lo posible para infundir miedo en las personas, y creo que es ridículo, y creo que tienen muy mala reputación”, dijo Trump más tarde a los periodistas en la Casa Blanca antes de partir para un mitin de campaña en Carolina del Sur. “Entonces algunas personas nos están dando crédito y otras no. Pero los únicos que no lo hacen, no lo dicen en serio. Es pura política. Es política”.

A pesar de la ansiedad por la expansión del brote del COVID-19 en Estados Unidos, Trump defendió el viernes las medidas adoptadas por el poder ejecutivo y arremetió contra los demócratas que han cuestionado su gestión de la amenaza, calificando las críticas como un nuevo “engaño” para socavar su liderazgo.

Poco antes del discurso de Trump, las autoridades de salud confirmaron un segundo caso en territorio estadounidense en una persona que ni viajó al extranjero ni tuvo contacto directo con ningún infectado.

El presidente de la Reserva Federal estadounidense, Jerome Powell, dijo que la economía de la nación sigue siendo fuerte y que los encargados de dictar las políticas “utilizarán nuestras herramientas” para respaldarla si fuese necesario.

Los mercados financieros, ya a la baja, volvieron a resentirse el viernes, mientras que los temores por el virus dejaron tiendas vacías, cerraron parques de entretenimiento, cancelaron eventos y redujeron drásticamente el comercio y los viajes.

En China, una potencia de la fabricación y el lugar donde se detectó el virus por primera vez en diciembre, hubo un desplome del índice de gerentes de compras a 35,7 en febrero, desde el 50 registrado en enero. Cualquier cifra por encima de 50 indica expansión y por debajo contracción.

El brote del nuevo virus fue la causa directa de esta notable caída, dijo Zhao Qinghe, un veterano estadista de la Oficina Nacional de Estadística china.

La lista de países afectados por el COVID-19 subió a cerca de 60 luego de que México, Bielorrusia, Lituania, Nueva Zelanda, Nigeria, Azerbaiyán, Islandia y Holanda reportaron sus primeros casos. Más de 84.000 personas se contagiaron en todo el mundo de un coronavirus que ha causado más de 2.800 muertes.

China ha registrado un descenso en el número de infecciones y el sábado reportó 427 nuevos casos en las últimas 24 horas, periodo en el que se registraron 47 decesos más. La mayoría de los contagios y los fallecimientos fueron en Wuhan, la ciudad que está en el epicentro del brote.

La aparición de nuevos casos en el territorio continental chino estuvo por debajo de 500 en los últimos cuatro días, y casi todos se localizaron en Wuhan y su provincia, Hubei.

Como el número de pacientes que reciben el alta está muy por encima de los nuevos ingresos, Wuhan tiene ahora más de 5.000 camas vacías en 16 centros de tratamiento temporales, dijo Ma Xiaowei, director de la Comisión Nacional de Salud en una conferencia de prensa el viernes.

Según los datos oficiales del sábado, 1.726 pacientes recibieron el alta en la ciudad el viernes, frente a los 420 nuevos casos registrados.

El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo el viernes que el riesgo de que el coronavirus se propagara por todo el mundo era “muy alto”, mientras el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, señaló que la “ventana de oportunidad” para contenerlo se estaba reduciendo.
 

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Ante la posibilidad de un aumento pronunciado en los casos de coronavirus, el presidente Donald Trump anunció el martes una serie de medidas para tratar de amortiguar el impacto de la pandemia en la economía estadounidense.

En medio de violentas fluctuaciones de los mercados financieros y el espectro de una recesión global, Trump consultaba con representantes de la industria del turismo y con dueños de restaurantes, fábricas y cadenas minoristas. Su administración se apresta a anunciar un paquete de estímulo económico por valor de 850.000 millones de dólares que podría incluir el envío de cheques a individuos.


Empresas grandes y pequeñas han sido vapuleadas por la crisis a medida que la gente cancela reservaciones de vuelos y restaurantes y aumenta el temor colectivo. El mercado bursátil en Wall Street subía el martes, al día siguiente de sufrir su peor caída en casi tres décadas.

Trump nuevamente exhortó a la población a acatar una serie de normas que modificarán radicalmente la conducta social por los próximos 14 días: por ejemplo, no ir a bares y restaurantes, que la gente de edad avanzada se quede en sus hogares y que todos eviten concentraciones de 10 personas o más.

“Al compartir el sacrificio, protegeremos la salud de nuestro pueblo y nuestra economía y creo que nuestra economía se recuperará rápidamente”, afirmó el mandatario.

“Si hacemos esto de la manera correcta nuestro país y el mundo entero se recuperarán. Podemos proteger la salud de nuestro pueblo y proteger nuestra economía”, añadió.

Trump, con un inusitado tono sombrío, llamó a los estadounidenses a trabajar desde casa y pidió a los estados y a las ciudades abogar por el distanciamiento personal como lo estipulan las directrices de salud nacionales. Prometió un drástico aumento de equipos de análisis del virus, ventiladores, camas de hospitales y acceso a la medicina a distancia.

El gobierno afirmó que coordinará las medidas con los estados, pedirá a albañiles que entreguen máscaras al personal médico y, de ser necesario, llamará a los Cuerpos de Ingenieros del Ejército a construir más hospitales.

El secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, quien encabeza las negociaciones con el Congreso sobre las medidas de estímulo, mencionó la posibilidad de postergar el plazo para declarar impuestos y aseguró que el mercado bursátil seguirá abierto, aunque posiblemente con horarios reducidos.

Las autoridades anunciaron también paquetes de asistencia a aerolíneas, empresas de cruceros y fabricantes de aeronaves. El presidente prometió proteger la seguridad electoral, en un día en que tres estados celebran sus primarias, aunque Ohio postergó la suya.


Trump juró que el virus será derrotado.

“Llegará el día en que estaremos aquí parados y diremos ‘Ganamos’”, declaró el mandatario en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, donde los reporteros mantenían la distancia unos de otros.

“Se los juro, así como que están ustedes aquí, diremos eso”, dijo Trump.

La pandemia del coronavirus ha infectado a más de 185.000 personas y matado a más de 7.300 en todo el mundo. La enfermedad COVID-19 provoca síntomas leves o moderados para muchos y la gran mayoría se recupera. Algunas personas, especialmente ancianos o con problemas médicos previos, pueden sufrir complicaciones como la neumonía.
 

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El presidente Donald Trump invocó el miércoles su autoridad de emergencia para coordinar a la industria con el fin de que combata al coronavirus, al agravarse las consecuencias económicas de la crisis tras conocerse que casi todo el sector automotriz está cerrando sus fábricas en Norteamérica para proteger a sus trabajadores.

En un día de desarrollos vertiginosos esto es lo más destacado:

— Las acciones volvieron a caer en Wall Street por los temores de una recesión prolongada, bajando tan rápido que las transacciones volvieron a suspenderse automáticamente. El índice Dow Jones cedió más de 1.300 puntos, más de 6%, con lo que ahora ha perdido casi todas las enormes ganancias que había registrado desde que Trump asumió el cargo. El crudo cayó por debajo de los 21 dólares por barril por primera vez desde 2002.

— Se cerraron más fronteras en Europa y Norteamérica: Estados Unidos y Canadá cerraron su frontera a todos los viajes, con excepción de los esenciales, y Trump señaló que planea invocar poderes extraordinarios para regresar de manera inmediata a México a cualquiera que cruce la frontera ilegalmente.

— La Casa Blanca presionó al Congreso para que aprobara rápidamente un paquete de rescate de 1 billón de dólares para apuntalar la economía y acelerara la entrega de los cheques de asistencia a los estadounidenses en cuestión de semanas.

Diciendo que es un “presidente en tiempos de guerra”, Trump señaló que emplearía la Ley de Producción de Defensa de 1950 para orientar la producción industrial y superar la escasez de mascarillas, respiradores y otros suministros mientras los hospitales se preparan para una posible avalancha de casos.

La ley, que se remonta a la Guerra de Corea, da al mandatario una autoridad extraordinaria para obligar a las industrias a ampliar la producción y fabricar materiales vitales.

“Es una guerra”, dijo Trump, equiparando las labores contra el coronavirus a las medidas implementadas durante la Segunda Guerra Mundial. También advirtió sobre posibles sacrificios nacionales.

La enfermedad COVID-19 ha infectado a más de 200.000 personas en todo el mundo y provocado la muerte de 8.700. Las Naciones Unidas advirtieron que la crisis podría conducir a la pérdida de casi 25 millones de empleos en todo el orbe.

En distintas partes del mundo, las autoridades tomaron medidas cada vez más drásticas para combatir la pandemia y la amenaza de una recesión, en algunos casos haciendo uso de poderes de emergencia.


El gobernador de California advirtió que se podría imponer una ley marcial. El alcalde de Nueva York dijo que los 8,6 millones de residentes de la ciudad deberían prepararse para quedarse en sus casas. Las autoridades checas utilizaron facultades de emergencia para allanar un almacén y confiscar cientos de miles de mascarillas. Y Hong Kong amplió el uso de brazaletes electrónicos que monitorean a la gente en aislamiento voluntario.

Con un creciente número de estadounidenses despedidos de sus empleos por el cierre casi completo de gran parte de la economía de Estados Unidos, Trump también dijo que el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano suspenderá las hipotecas y desalojos de residencias públicas.

El plan del gobierno de Trump para emitir cheques de asistencia a los estadounidenses solicita el pago de 500.000 millones de dólares en dos entregas durante los próximos dos meses. Las cantidades aún no se han decidido, pero estarían basadas en los ingresos y tamaño de la familia.

Ford, General Motors y Fiat Chrysler, junto con Honda y Toyota, anunciaron que cerrarán todas sus fábricas en Estados Unidos, Canadá y México. Tan sólo el cierre de las tres grandes automotrices de Detroit dejará inactivos a unos 150.000 trabajadores, que probablemente reciban un sueldo suplementario además de prestaciones por desempleo.

En la planta de ensamblado de camionetas de GM en Flint, Michigan, los trabajadores han estado temerosos desde que el virus llegó a Estados Unidos, dijo Tommy Wolikow, quien tiene dos hijas pequeñas.

“Eso es lo que más temía, ser el que lleve el virus a casa”, comentó.

Estados Unidos reportó más de 7.700 casos confirmados del nuevo coronavirus y por lo menos 134 muertes, con alrededor de la mitad de los fallecimientos ocurridos en el estado de Washington, donde decenas de residentes de una casa de ancianos en un suburbio de Seattle han muerto.

Dentro de todo, surgieron algunas buenas noticias: Wuhan, la ciudad china donde se detectó primero el virus a finales de diciembre y cuya población tuvo que ponerse en cuarentena, reportó sólo un caso nuevo por segundo día consecutivo el miércoles. La situación mejoró, al grado que Beijing envió suministros médicos a Francia, que se ha visto muy afectada por el virus, devolviendo un favor que los franceses le hicieron hace unas semanas.

Pero en una sombría muestra de cómo está cambiando la ubicación del punto álgido de la crisis, la cifra de muertos en Italia estaba cerca de superar la de China: el país europeo reportó más de 2.900 decesos tras registrar un récord de 475 en un día. La cifra total de muertos en el territorio chino era de unos 3.200. Irán también se ha visto muy afectado, con más de 17.000 casos y 1.100 muertes.

Al publicar la nueva cifra total de 200.000 infectados a nivel mundial, la Universidad Johns Hopkins dijo que más de 82.000 personas se han recuperado del virus, que causa síntomas leves o moderados como fiebre y tos en la mayoría de los casos, con afecciones más graves en adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes.
 
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