Ordenadores, robótica y desocupación

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Kanelo

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La tecnologia en si misma es una herramienta, pero obviamente, en el caso de la automatización, esta se emplea por una minoria que la utiliza para aumentar productividad, eso conlleva inefablemente destrucción de empleo antiguo y desde luego no hay un reemplazo del mismo, sino lease que para mantener los niveles de desemepleo bajo se ha recurrido a las inyecciones monetarias sucesivas y sus consecuentes burbujas, cuando esas burbujas de liquidez estallan, dejan el verdadero solar, de probleza y desempleo masivo y la automatización concentrada en pocas manos contribuye a ello, ahora es un proceso creo irreversible en esta sociedad tecnologia.

Pero es una falacia que la automatización destruye empleo que se recupera en otros sectores productivos nuevos, los que diseñan y mantienen los sistemas son muchos menos que los que son reeplazados por la maquina, pero no solo eso, al haber menos consumidores sobra producción y esta segunda parte de la misma produce más desempleo en una espiral envolvente ya que los automatas, no consumen.

Por tanto la automatizacion destruye empleo, por lo que es necesaria una reducción mundial de la población para adaptarse, no solo a la escasez de materias primas y paulatino agotamiento de los recursos naturales, sino a la decreciente necesidad de mano de obra.
 

Tizo

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Robots mejores y más baratos sustituirán a los trabajadores humanos en las fábricas del mundo a un ritmo mayor del esperado la próxima década, según un estudio, bajando los costes laborales un 16 por ciento.

El Boston Consulting Group estimó que la inversión en robots industriales crecería un 10% anual en las 25 principales naciones exportadoras hasta 2025. Eso supone un aumento desde el 2% a 3% anuales de la actualidad. La inversión resultaría en menores costos y un aumento de la eficiencia, señaló el grupo.

Los robots reducirían los costes laborales un 33% en Corea del Sur, un 25% en Japón, un 24% en Canadá y un 22% en Estados Unidos.

Sólo el 10 por ciento de los empleos que pueden automatizarse están ocupados ahora por robots. Para 2025, las máquinas supondrán más del 23% de esos puestos, según las previsiones de Boston Consulting.
 

droblo

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Si la industrialización cambió el trabajo físico, la tecnología actual fragmenta el trabajo intelectual en unidades sencillas aptas para las máquinas y el software.

¿Cómo están alterando el mercado del trabajo estas técnicas?

De dos modos distintos pero muy relacionados:

1) La sustitución de empleos por la automatización e informatización en las próximas décadas que aumentan la productividad

Un reciente estudio de la Universidad de Oxford examina más de 700 tipos de empleos en Estados Unidos para averiguar los que pueden ser vulnerables a la automatización e informatización. Concluye que no solo son sustituibles los empleados que realizan tareas rutinarias, sino que los algoritmos aplicados a los Big Data reconocen patrones más complejos lo que permitirá sustituir fácilmente a trabajadores en una amplia gama de tareas intelectuales complejas. Según este estudio, cambiará la naturaleza del trabajo en todos los sectores y ocupaciones.

De hecho las nuevas tecnologías ya han sustituido a empleados de ingresos medios que se han deslizado hacia ocupaciones manuales de baja remuneración.

El estudio concluye que el 47% de los empleos en Estados Unidos están en riesgo de ser desplazados por la automatización e informatización en los próximos veinte años.

2) Las tareas se encargan a redes de trabajadores de todo el mundo

Las nuevas tecnologías permiten importar trabajo intelectual, por medio de redes de trabajadores tecnológicos subcontratados en todo el mundo, lo que reduce los costes de las empresas.

En el artículo ”Por qué tu trabajo ha envejecido: el futuro del trabajo”, Edward Sshenderovich describe los cambios en dos empresas de las que es directivo:

- Knotable, empresa que se dedica al desarrollo de software, va a descomponer sus proyectos en tareas sencillas que va asignar a programadores pagados por horas en todo el mundo. También controlará el flujo de trabajo y unificará el producto final. Esto permitirá a la empresa tener una red de trabajadores flexible en la que los programadores más cualificados se han sustituido por otros menos cualificados.

- Kite Ventures es una empresa de gestión de capital de riesgo que opera a través de una red de socios de inversión. La empresa tiene una probabilidad mucho mayor de participantes porque no está limitada por el tamaño del fondo. Y al haber integrado el proceso de trabajo para hacerlo más eficiente, emplea un mínimo de personal y no hace reuniones de personas.

Cuando empresas de sectores tan distintos utilizan el mismo método con éxito, organizar redes sociales que disminuyen costes por el abaratamiento o la eliminación de empleo, otras industrias les seguirán.

Reflexión

A medida que buscamos soluciones a los desafíos que presenta la actual revolución tecnológica, un tema ocupa un lugar dominante: los beneficios de la tecnología deben llegar a toda la población.


Las máquinas deben fortalecer, no debilitar, la perspectiva de un crecimiento y de una prosperidad compartida por todos. Con el fin de crear esta prosperidad las personas necesitan tener las habilidades que les permitan participar en el nuevo mundo de la economía digital, lo que requiere un importante componente educativo.

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Johngo

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Los nuevos robots que transformarán las fábricas

Una nueva generación de robots está en camino, más inteligentes, más móviles, más colaborativos y más adaptables. Prometen traer cambios importantes en la fábrica y en el panorama competitivo global.

Los últimos modelos que están incorporándose a las fábricas y que los laboratorios tienen en desarrollo pueden trabajar junto a los humanos sin ponerlos en peligro y ayudan a montar todo tipo de objetos, desde cosas grandes como motores de avión a otras pequeñas y delicadas como los teléfonos inteligentes. Pronto, algunos serán lo suficientemente fáciles de programar y desplegar que no necesitarán supervisores expertos.

Eso cambiará no sólo la forma en que se fabrica un número cada vez mayor de productos. También podría significar un trastorno en la competencia entre empresas y naciones. A medida que se tornan menos costosos y más accesibles, ayudarán a los fabricantes más pequeños a enfrentar cara a cara a los gigantes. La reducción de costos laborales también permitirá que EE.UU. y otros países de altos salarios puedan repatriar algunos de los procesos cedidos a China, México y otros países con vastos ejércitos de trabajadores de salarios bajos.

Algunos de los nuevos robots están diseñados específicamente para el difícil trabajo de ensamblar artículos de electrónica de consumo, ahora realizados sobre todo en Asia. Al menos una empresa promete que sus robots coserán prendas de vestir en EE.UU., reemplazando a los típicos talleres de mano de obra intensiva.

El rostro cambiante

Hoy en día, los robots industriales son más comunes en las plantas de automóviles, que han sido durante mucho tiempo los mayores usuarios de robots de tecnología y que hacen trabajos que no tienen mucha delicadeza: levantar objetos pesados, soldar, aplicar pegamento y pintura. La mayor parte del montaje final de los autos es todavía realizado por personas, sobre todo cuando se trata de pequeñas piezas o de cableado que necesita ser guiado a su lugar.

Algunos en la industria de la robótica prevén que esas máquinas se incorporen a aún más industrias. Vegard Nerseth, director mundial de robótica de ABB, espera un aumento de la demanda de robots entre fabricantes de relojes, máquinas de afeitar, cepillos de dientes y juguetes. También piensa que los robots podrían ayudar a hacer magdalenas en panaderías locales, rebanar verduras y carne y lavar ventanas.

¿Robots en todas partes?

Pero aunque EE.UU., Europa y otras zonas de altos salarios deberían beneficiarse con estas tendencias, no tendrán todas consigo. China también está invirtiendo fuertemente en robots a medida que sus salarios se disparan y su población envejece. Por el momento tiene sólo 30 robots por cada 10.000 obreros, detrás de Corea del Sur (437), Japón (323), Alemania (282) y EE.UU. (152), según la Federación Internacional de Robótica, un grupo de la industria. Pero esa organización proyecta que China superará a América del Norte el próximo año en cantidad de rotos industriales. IHS Technology, una firma de investigación, proyecta que las ventas de robots en China aumentarán a alrededor de 55.000 unidades el año pasado a 211.000 en 2019.

La competencia entre las naciones manufactureras no es sólo en robots, sino también en impuestos, regulación, disponibilidad de trabajadores calificados y proveedores, costos de energía y voluntad de hacer inversiones a largo plazo. Como mínimo, sin embargo, invertir en robots y utilizarlos de manera efectiva será parte del precio a pagar para permanecer en el panorama industrial global, dice Hal Sirkin, un socio sénior de Boston Consulting Group. Así que incluso naciones que hoy dependen de la mano de obra barata se verán obligadas a explorar la robótica o arriesgarse a perder aún más puestos de trabajo.

Incluso si los robots permiten reubicar las fábricas, el impacto en la fuerza de trabajo será mixto. Más robots significa menos personas en las fábricas; quines hacen tareas rutinarias de poca calificación son los más vulnerables. Sin embargo, incluso fábricas altamente automatizadas crean o mantienen puestos de trabajo en diseño, ingeniería, mantenimiento y reparación de maquinarias, comercialización, logística y otros servicios. Y los robots tendrán que realizar más progresos en para permitir un cambio importante de la electrónica y otros trabajos de montaje para migrar desde Asia a los EE.UU. y Europa. Completo: Los nuevos robots que transformarán las fábricas - WSJ
 

Johngo

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Inteligencia artificial: el avance de las máquinas que piensan

"Un robot no hará daño a un ser humano ni permitirá, por inacción, que un ser humano sufra daño; un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si éstas entrasen en conflicto con la primera ley; un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con las dos primeras leyes." Según cuenta Isaac Asimov, el 23 de diciembre de 1940, él y John Camp-bell, ambos figuras estelares de la ciencia ficción, les dieron forma a las leyes que deberían regular la existencia de los autómatas.

En esos tiempos, la posibilidad de construir máquinas inteligentes era sólo una especulación, pero bastó una década y media para que el pionero norteamericano John McCarthy introdujera el término inteligencia artificial para describir "la ciencia e ingenio de lograr que las computadoras piensen y aprendan".

Aunque no sepamos aún qué es "pensar" o "aprender", la inteligencia artificial ya está en todas partes sin que lo advirtamos: en los juegos electrónicos, los motores de búsqueda de Internet, la seguridad informática y, sí, también en los robots industriales y hogareños.

Semejante ubicuidad actualiza los temores que planteaba la ciencia ficción. ¿Podrá la inteligencia artificial superar a la humana? ¿Llegaremos a depender hasta tal punto de las máquinas inteligentes que una falla (o una rebelión) ponga a la humanidad en riesgo de extinción?

Entre el 25 y el 31 de este mes, Buenos Aires será el centro global de la inteligencia artificial (IA), disciplina en la que confluyen filósofos, psicólogos, lógicos, matemáticos y especialistas en ciencias de la computación. Durante esos días se realizará la conferencia más importante del mundo sobre el tema, la International Joint Conferences on Artificial Intelligence 2015, que por primera vez se reúne en América del Sur. "Participarán los investigadores más importantes del planeta. Ya superamos las 1200 inscripciones", cuenta desde Bahía Blanca Guillermo Simari, organizador local e investigador de la Universidad Nacional del Sur.

El de la inteligencia artificial es un campo tan amplio, que incluso a los expertos les resulta difícil definirlo. "Lo que pasa es que cada vez que dominamos una técnica, dejamos de pensar en eso como «inteligencia artificial», y pasa a ser parte del arsenal diponible para resolver problemas con computadoras -comenta Emiliano Kargieman, pionero de los nanosatélites, pero que casi adolescente fundó una empresa que emplea algunas de estas tecnologías-. Nos cuesta pensar en lo que hacemos con las computadoras como «inteligencia». Una frase conocida dice que «preguntarse si una computadora puede pensar es como cuestionarse si un submarino puede nadar». Si lo hace un pez es nadar, si lo hace un submarino es otra cosa."

Según explica Ricardo Rodríguez, profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA), además de integrante del comité local de la conferencia, en un esfuerzo de síntesis se podría decir que "los programas inteligentes son aquellos que resuelven problemas para los cuales no se conocen algoritmos específicos [secuencias de pasos para que una computadora resuelva una tarea]". Los que cada mes calculan los sueldos de los empleados de una empresa siguen un algoritmo específico. En cambio, un programa que juegue al ajedrez conoce las reglas de movimiento de las piezas y en cada paso elige la mejor jugada.

"Existen muchos problemas que enfrentamos cotidianamente para los que aún no se encontró un algoritmo que resuelva todas las posibilidades en las que este problema puede aparecer -dice Rodríguez-. Por ejemplo, determinar el trayecto óptimo para recorrer una cantidad de puntos turísticos para una región arbitraria. Algo parecido sucede con un médico cuando trata de identificar la enfermedad de un paciente. El profesional busca que los síntomas que va encontrando se correspondan con las afecciones que conoce. Va descartando algunas y siguiendo el análisis de otras hasta llegar a un diagnóstico. Este esquema exploratorio responde más a una búsqueda guiada por la inteligencia que a un algoritmo específico. Otros comportamientos naturalmente humanos, tales como el razonamiento de sentido común, el aprendizaje, el reconocimiento de patrones (un rostro, una melodía, una voz) y el análisis de datos (evolución de la bolsa, comportamiento de consumo o del clima) todavía se resisten al desarrollo de algoritmos que los resuelvan."

Muchos sistemas con los que interactuamos cotidianamente utilizan técnicas de IA sin que lo sepamos. Cuando llamamos a un servicio telefónico de emergencia médica o de asistencia técnica, el operador que nos atiende está detrás de una pantalla que le sugiere qué preguntas realizar y cómo seguir sobre la base de cada respuesta. Emplea "árboles de decisión".

La forma en que Google selecciona y ordena los resultados de sus búsquedas antes de entregarlas a los usuarios responde al uso de una combinación de técnicas de IA. Lo mismo ocurre con los sistemas de recomendaciones tales como TripAdvisor, Booking, Amazon, etc.

En el país trabajan actualmente en este campo alrededor de 50 doctores distribuidos en todo el país. En 2002, un equipo argentino integrado por profesores y alumnos del Departamento de Computación de la UBA atrajo la atención de sus colegas cuando jugó un papel muy decoroso en el Mundial de Fútbol Robótico de Corea: utilizando pequeños robots prearmados, en lugar de emplear el "juego supervisado", en el que una computadora central le daba instrucciones a todo el equipo, en el conjunto argentino cada robot era independiente e informaba a los demás cuál era su jugada.

Esta amplitud también hace que el rango de investigaciones sea muy heterógeno. "Esencialmente lo que quiere hacer la IA es dar soluciones a problemas que no son «algoritmizables» -agrega el científico-. Porque somos inteligentes, los humanos podemos afrontar problemas cuando no sabemos lo que hay que hacer. En IA hay muchas técnicas para resolver problemas cuando uno no sabe cómo resolverlos, desde las redes neuronales hasta el aprendizaje automático o la minería de datos. Se utilizan cuando uno tiene grandes bases que no son abordables por algoritmos porque habría que esperar demasiado para saber el resultado. De alguna manera uno tiene que procesar esa información y eso se hace con técnicas de inteligencia artificial."

Uno de los principales obstáculos de la IA es que desde el punto de vista filosófico no puede definir su objeto de estudio, porque la inteligencia es algo que no sabemos exactamente qué es.

"Para las neurociencias existen varios tipos de inteligencias -explica Agustín Ibáñez, director del laboratorio de psicología experimental y neurociencias del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)-. En la neurociencia tratamos de entender las bases cognitivas y cerebrales de la inteligencia. En cambio, la inteligencia artificial se ocupa más bien del desarrollo de software y hardware para la solución de casos concretos."

Así, las herramientas de la IA resuelven situaciones que antes no se podían enfrentar. El avance es exponencial. Una de las aplicaciones más extendidas se encuentra en los juegos de computadora, entre los cuales los más avanzados exigen que la máquina "aprenda", porque si siempre hace lo mismo, el humano se aburre.

"Uno en algún sentido también es automático y se repite -explica Rodríguez-. Lo que hace la computadora es fijarse en patrones, los va clasificando, y sabe cuándo ganó y cuándo perdió. El chiste es que si en un momento el jugador se da cuenta de que le adivinaron el patrón, tiene que cambiarlo y la computadora tiene que volver a aprenderlo. Lo que sucede es que a veces no es tan fácil para nosotros cambiar el patrón."

Otro ámbito de gran expansión es el de aprendizaje automático y la minería de datos, un área prioritaria de investigación para Google. "Usamos el aprendizaje automático para hacer más útiles nuestros productos, como una app para hablar por el smartphone, que usa reconocimiento del lenguaje, convierte sonidos en palabras y procesamiento del lenguaje natural -afirma Jason Freidenfelds, vocero de Google-. Con una técnica llamada aprendizaje profundo mejoramos un 25% el reconocimiento del lenguaje. Tal vez el mayor desafío en esta área es entender verdaderamente el language."

La empresa global, cuyo director de ingeniería es el futurólogo, músico, escritor e inventor Ray Kurzweil, está por poner en la calle un auto que se maneja solo. Mientras algunos auguran que volverá las rutas mucho más seguras, porque el principal factor de los accidentes es el error humano, otros, como Jeffrey Greenblatt y Samveg Saxena, del Lawrence Berkeley Laboratory de los Estados Unidos, auguran que para 2030 taxis autónomos ahorrarán energía y, con una reducción de emisiones de entre el 87 y el 94%, ayudarán a mitigar el cambio climático.

En Japón, donde el mundo de lo inanimado y lo animado están conectados, los robots ya forman parte de la vida cotidiana de muchas personas. Sony, por ejemplo, produjo y vendió entre 1999 y 2006 más de 150.000 mascotas Aibo. "Unos son juguetones y otros duermen un montón -dice Michiko Sakurai en un documental producido por The New York Times-. Éste baila y mueve la cola. Es como un perro real. Como tener un nuevo bebe. Ahora no puedo vivir sin ellos y temo que se rompan."

Esa inquietante dependencia de las máquinas no sólo alimenta tramas fantásticas en la literatura y el cine, sino que inspiró pronunciamientos apocalípticos. El año último, el físico y emprendedor sudafricano Elon Musk, cofundador de PayPal y SpaceX, dijo que la IA podría ser la mayor amenaza que enfrente la humanidad. Y el célebre Stephen Hawking advirtió que podría significar el fin de la especie humana. Recientemente, el profesor Geoff Hinton, contratado por Google para ayudar a crear máquinas inteligentes, le dijo a The Guardian que la compañía había desarrollado algoritmos para codificar pensamientos que podrían conducir a que las máquinas tuvieran sentido común en una década. Describió un escenario en el que las personas conversarán con sus computadoras no sólo para obtener información, sino por pura diversión, como en el film Ella, en el que Joaquín Phoenix se enamora de su sistema operativo.

Sin embargo, muchos aseguran que la idea de que los pensamientos pueden ser capturados y destilados en secuencias de dígitos es controvertida, y que la ciencia está lejos de esa meta. "Yo no coincido -dice Rodríguez-, me parece exagerado, pero creo que es probable que en 2030 en términos de hardware tengan la misma capacidad que el cerebro humano." Para Simari: "Es difícil prever si la inteligencia artificial superará a la humana. Para eso las máquinas tendrían que tener no sólo inteligencia, sino también conciencia, y eso no está en el panorama cercano".

"Se puede definir inteligencia como la capacidad de resolver situaciones inesperadas -agrega el matemático y experto en seguridad informática Hugo Scolnik-. En ese sentido las computadoras distan mucho de equiparar a los seres humanos. Un ejemplo fue Deep Blue, pues como en ajedrez es estándar decir que dominar el centro del tablero es esencial, cuando Kasparov le jugó por los bordes, la máquina perdió (a pesar de tener una enorme base de datos de aperturas y finales)." Y subraya que, tal como la seguridad informática protege a las máquinas de los ataques humanos, también puede crear ambientes invulnerables para las máquinas.

Por su parte, el investigador del Conicet y miembro del Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada de la UBA, Agustín Gravano, que trabaja en el procesamiento del habla "para mejorar la naturalidad de las interacciones con sistemas de diálogo modelando computacionalmente las sutiles, pero importantes variaciones en nuestra voz a lo largo de una conversación", admite que la computadora viene ganándole al ser humano cada vez en más tareas. "Incluso en algunas consideradas intrínsecamente «humanas», como el manejo del lenguaje -afirma-, los sistemas informáticos ya están llegando a desempeños sobrehumanos: por ejemplo, podemos procesar automáticamente grandes volúmenes de textos para extraer datos útiles, lo cual a un humano le llevaría décadas o siglos. Entonces, sí, veo como algo inevitable que la inteligencia artificial vaya ganando lentamente esta batalla. La pregunta es si habrá tareas que quedarán como territorio exclusivo de la mente humana, y cuáles. Es difícil saberlo."

Gravano piensa que para que exista una "rebelión" de las máquinas sería necesario que tengan algún nivel de conciencia y, dado que no tenemos claro qué es la conciencia, queda menos claro en qué consistiría programar a una máquina para dotarla de esta capacidad, por lo que la amenaza parece remota. Pero enseguida aclara: "Sí creo que hay un temor más fundado respecto de que construimos sistemas cada vez más complejos, que dan lugar a fallas difíciles de predecir y prevenir. Además, nuestras vidas dependen más y más de esos sistemas, por lo cual las fallas tienen mayor impacto". Por Nora Bär | LA NACION Inteligencia artificial: el avance de las máquinas que piensan - 12.07.2015 - lanacion.com  
 

Johngo

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Robots vs. humanos: la pelea que viene en el mundo laboral

Las nuevas tecnologías impulsan cambios en el mercado del trabajo, ya que las máquinas reemplazan a las personas; aumenta la resistencia al cambio y la conflictividad

La comedia es igual a tragedia más tiempo", decía el personaje interpretado por Alan Alda en Crímenes y pecados, la película de Woody Allen. Días atrás, la hipótesis se cumplió a rajatabla con la muerte de un operario en una planta de la automotriz Volkswagen, en Alemania, por el accionar defectuoso de un robot. Una noticia trágica, que provocó centenares de chistes en Twitter horas después, cuando se viralizó que una de las periodistas que la difundió era Sarah 0'Connor, del Financial Times, con nombre casi igual al de la protagonista de la famosa película Terminator -estrenada en 1984 y protagonizada por Arnold Schwarzenegger), Sarah Connor.

La película narra un futuro terrorífico, en el que las máquinas se adueñaron del planeta y buscan extinguir a la raza humana. "[Sarah O'Connor] estuvo toda su vida esperando a escribir esta nota", se burló un tuitero, entre miles que le sacaron el cuero a la periodista.

Noticias de este tipo comenzaron a aparecer en 2015 con mayor frecuencia. En marzo, una ciudadana coreana se despertó de la siesta cuando un robot-aspiradora le estaba comiendo el pelo. Y a fines de abril, un robot fue "preso" en Suiza luego de comprar pastillas de éxtasis por Internet.

¿Novedades de países del Primer Mundo, alejadas de la realidad argentina? No tanto. El 20 de junio pasado, los operarios de la Línea C de subte hicieron un paro sorpresa en protesta contra la implementación de máquinas expendedoras de boletos. Intentan evitar que los reemplacen autómatas. Y dos semanas atrás, hubo un grave accidente en la planta de una empresa siderúrgica de las grandes: un operario perdió una pierna en una línea de producción que fue automatizada recientemente.

No podía ser de otra manera: la discusión por las derivaciones del avance de la tecnología y de la inteligencia artificial en el mundo del trabajo está que arde entre los economistas.

En un debate que mantuvieron en la Universidad de Buenos Aires (UBA), los economistas Daniel Heymann (director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política) y Lucas Llach (profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y candidato a vicepresidente de la UCR) mostraron posturas contrapuestas. Heymann, preocupado por un futuro de alto desempleo. Llach, con una visión más optimista, resaltó que la incorporación de máquinas sube la productividad, pero no afecta tanto al empleo como postulan algunos. El tercer participante del debate de la UBA, el físico ruso Andrei Vazhnov, destacó: "La evidencia histórica está unánimemente del lado de la idea de que nadie termina extrañando los puestos que reemplazan las máquinas y que surgen nuevas ocupaciones".

"Si una máquina puede hacer por cinco $ el trabajo que una persona hace por 10 $, el trabajador tiene dos opciones: trabajar por cinco $ [una reducción de 50% de su salario] o buscar otro trabajo. Por eso, la máquina que sustituye trabajo aumenta la productividad [y el ingreso del empresario], pero reduce el salario [y el ingreso del trabajador], profundizando la inequidad", explica Eduardo Levy Yeyati, quien abordó este tema en su reciente libro PorVenir, de Editorial Sudamericana.

"El desplazamiento de trabajadores de calificación media en países desarrollados ocurre desde hace 30 años -prosigue el director de la consultora Elypsis y presidente del Cippec-, no sólo por la mudanza de puestos industriales a emergentes, sino también por la sustitución por la máquina. De hecho, el empleo industrial en China cayó aproximadamente un 25%, no muy lejos de la marca en economías desarrolladas. Así, la globalización de empleos sería apenas una parada intermedia hacia la automatización."

Para Guillermo Cruces, especialista en temas sociales y laborales del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas) de La Plata, en los países desarrollados se observa cada vez más un reemplazo de tareas rutinarias por computadoras (rutinarias cognitivas) o trabajadores y máquinas en otros países (rutinarias manuales). "Esto empezó con las fábricas y el Made in -agrega Cruces-, pero avanza cada vez más en tareas cognitivas, como lo puede atestiguar cualquiera que haya marcado un 0800 para un servicio local y haya obtenido una respuesta en otro lugar del planeta", dice.

En la recuperación de la última crisis sólo crecieron en los Estados Unidos los trabajos no rutinarios, aquellos que no pueden ser reemplazados simplemente. Pero no se recuperaron las capas intermedias, que son las que más sufren la automatización, en una tendencia que David Autor, economista del Massachusetts Institute of Technology (MIT), describe como "polarización del empleo".

Ya hay consultores en los Estados Unidos y en Europa que publican listas de los "Diez empleos en peligro de extinción" (como si fuera un especial de National Geographic en especies en riesgo).

Y en cualquier polémica de este campo surge la cita obligada al trabajo de los profesores de Oxford Carl Frey y Michael Osborne, quienes relevaron la tasa de sustitución de máquinas por humanos en cada una de las 702 ocupaciones que releva la secretaría de empleo de los Estados Unidos y llegaron a la conclusión de que el 47% de los puestos podrían ser desafiados por robots o inteligencia artificial en los próximos veinte años.

Entre los más sustituibles están las posiciones más rutinarias (como decía un titular de The Economist recientemente: "Si usted está aburrido porque en su trabajo hace lo mismo todos los días, empiece a preocuparse"). Entre los puestos de trabajo más seguros, aparecen aquellos que requieren habilidades de creatividad y empatía, inherentemente humanas.
Mad Men, Ricardo y los etruscos

El debate sobre el futuro del empleo y la incidencia del reemplazo de humanos por robots es muy pantanoso, en buena medida porque el presente de este fenómeno está en discusión y no hay consenso entre los economistas en que el estancamiento del empleo en los Estados Unidos y en las principales economías del mundo se deba al factor tecnológico.

Hay un tono "sombrío" en el debate económico global actual, que tiene un emergente en los libros de moda (El capital en el siglo XXI, del francés Thomas Piketty; La gran división, de Joseph Stiglitz, o las compilaciones de Lawrence Summers sobre el "estancamiento secular").

Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) concluyó que la desigualdad nunca fue tan alta en la mayor parte de sus 34 países miembros, un fenómeno que se explica en principal medida por la caída del poder de compra del 40% más pobre de la población. Cuánto de todo este marco se debe a la automatización es lo que está en discusión.

De cualquier forma, no se trata de una cuestión nueva. En la tercera temporada de la serie Mad Men, que transcurre en Nueva York en la primera mitad de los años sesenta, Peggy Olson (el personaje que interpreta Elizabeth Moss) sale a tomar algo a la noche y conoce a un estudiante avanzado de ingeniería, que le cuenta que se cambió desde abogacía. "Si nos van a reemplazar las máquinas de todas formas, por lo menos quiero ser de los que las hacen", se justifica.

La "angustia por las máquinas" recrudece tanto en períodos de disrupción tecnológica como en los de estancamiento del empleo. En 1821, un tiempo después de las protestas de los luditas que rompían las máquinas de la Revolución Industrial, el economista David Ricardo advertía sobre las consecuencias de la automatización sobre el empleo, al igual que John Maynard Keynes en 1930, cuando acuñó el término de "desempleo tecnológico".

En sus charlas en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Lucas Llach, Heymann y Vaszhnov coincidieron en llamar a no dejarse seducir por "distopías excesivas" sobre la desaparición del empleo en manos de las máquinas. Como el "auto volador", que, según el sitio PaleoFuture (que recopila visiones del futuro de décadas pasadas), viene siendo anunciado desde una década y media "para dentro de dos años", la disrupción laboral podría tardar más tiempo en llegar o lo haría de otra forma.

Cruces, del Cedlas, da un ejemplo al respecto: "Estas sustituciones también tienen sus límites. Es un clásico, ya que se anuncia cada tanto una «nueva revolución en la construcción», que generalmente implica algún tipo de prefabricados: casas que se arman en containers, fábricas chinas de rascacielos, habitaciones adicionales empacadas y despachadas en cajas chatas por IKEA... Sin embargo, y después de décadas de promesas de prefabricados, seguimos construyendo, más o menos, como los etruscos".

Sin embargo, son muchos los economistas que piensan que "esta vez es diferente". Según cuenta Levy Yeyati, esta vez es distinto porque la automatización reemplaza también tareas en el sector servicios, donde hasta ahora recalaban los trabajadores desplazados de la industria: "Y en la medida en que las máquinas ganen en flexibilidad y capacidad de aprendizaje, podrían sustituir empleos menos automatizables, hoy protegidos: el auto sin conductor reemplaza al chofer; el robot, al repositor e incluso al personal de limpieza".

Para los profesores del MIT Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, autores de La segunda era de las máquinas, los avances en la tecnología digital son a nuestra capacidad mental lo que la máquina de vapor fue, hace doscientos años, a nuestra capacidad muscular.

Por eso, dicen, es el mejor momento para ser un trabajador especializado con la educación adecuada, con la capacidad para usar la tecnología para crear valor, y es el peor momento para ser un trabajador estándar con aptitudes medias fácilmente replicables por computadoras y robots. "Pero el progreso en la digitalización podría poner en jaque a todo el espectro laboral. Incluso al médico, gracias al perfeccionamiento del diagnóstico digital, o al profesor, cortesía de los MOOC [la sigla en inglés de los cursos online masivos y abiertos]", agrega Levy Yeyati.

Por Sebastián Campanario | Para LA NACION
Robots vs. humanos: la pelea que viene en el mundo laboral - 19.07.2015 - lanacion.com *
 

Johngo

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ROBOTS (O SISTEMAS PARA OPERAR EN BOLSA)

NOTA: La “robotización” ha llegado hace rato a la Bolsa. Personalmente invente un sistema para perseguir las acciones blue chips de mejor comportamiento que me daba la entrada y salida en cortos de una semana que no volqué nunca a una planilla Excel. Por supuesto que faltaba el parámetro para grandes bajas. Un tema largo de explicar. Ningun sistema es 10 puntos.

Destaco parte de este articulo que publicamos como “Relato para un día cualquiera de madrugada”

¿Quién ha matado al gorrión? ¿Quién ha matado a la estrella de la Bolsa?

La minería de datos compite con el corredor de bolsa

En unas oficinas del barrio de SoHo, en Nueva York, donde a veces se pueden ver robots transitando por los pasillos, decenas de científicos con doctorados en materias como astrofísica, inmunología y lingüística se juntan en torno a monitores de computadoras que muestran el movimiento de miles de millones de dólares por todo el mundo.

Su objetivo es otorgar al fondo de cobertura para el cual trabajan una ventaja a la hora de invertir los US$24.000 millones que administra. Los científicos de Two Sigma LLC programan las computadoras para extraer torrentes de información de fuentes como cables noticiosos, resultados de empresas, reportes del clima y Twitter. TWTR -0.10% Luego escriben algoritmos que compran y venden acciones según las “señales” que leen en esos datos.

Carlos Montero ha escrito en lacartadelabolsa ¿Cómo serán los mercados cuando sean dominados por robots-gestores?

En los últimos días estoy incidiendo en estas páginas en la importancia del control emocional para una correcta operativa en los mercados. He afirmado que sin un buen trabajo en este sentido la probabilidad de sobrevivir financieramente y a largo plazo en las bolsas, en los mercados de bonos o divisas es realmente escasa.

Estas aptitudes emocionales son aplicables tanto a los gestores individuales como a los profesionales, que en muchos casos sufren de los mismos sesgos. Ahora bien, existe una posibilidad que alguna vez he planteado y es la de dejar el manejo de nuestro dinero a gestores automáticos, es decir, a robots.

El auge de la gestión automática en los últimos años ha sido impresionante. Se estima que en los mercados más desarrollados este tipo de operaciones han supuesto en ocasiones más del 70% de la operativa diaria, y en promedio más del 50%.

Pero ¿por qué están teniendo tanto éxito estos “gestores robots” en los últimos años? Matthew Lynn columnista de Market Watch expone algunas razones:

- Los mercados no tienen un sesgo emocional: Ellos son rigurosamente analíticos, y no se dejan llevar por las emociones tan perjudiciales en muchas ocasiones para la operativa. Sus algoritmos no tienen en cuenta el miedo o la avaricia inversora, ni sufren pánico comprador o vendedor.

- La gestión es más barata: Es evidente que un gestor que no cobra un elevado sueldo y que es capaz de trabajar las 24 horas diarias, abarata la gestión patrimonial.

- A menudo toman mejores decisiones: Un robot no se verá influenciado por el consenso, o porque valor o bono ha comprado tal o cual gestor. La independencia y objetividad a la hora de tomar las decisiones será total, lo cual se ha demostrado favorable a la hora de incrementar la rentabilidad.

Otras razones que podríamos añadir serían:

- El gestor-robot hará una mejor asignación de activos. La diversificación en la cartera se producirá por motivos matemáticos y se ajustará al riesgo dispuesto a asumir. Podemos operar de forma simultánea en muchos mercados sin que se dispare el coste de gestión, lo que ayudará a la diversificación.

- Eficacia en el trading: La rapidez en la operativa será mayor, aumentan la probabilidad de beneficiarse de las deficiencias puntuales del mercado.

- Podremos acceder a operaciones más complejas como las de arbitraje: Este es un punto en el que la gestión automática es especialmente valiosa.

Lynn señala que si el mercado finalmente es controlado por “robots” se darán algunas diferencias respecto al actual. Entre ellas están:

- Los mercados van a ser menos volátiles: La renta variable principalmente es impulsada por la emoción, lo que produce burbujas, o extrema sobre/infravaloración de los activos. Si la mayoría de las decisiones de inversión son finalmente tomadas por algoritmos, es probable que los bruscos movimientos sean atenuados de forma importante.

Un robot-gestor programado para crear riqueza a través de una o dos décadas sólo va a comprar una cantidad determinada de acciones cada año y hará caso omiso de las fluctuaciones a corto plazo. Los seres humanos encuentran esto muy difícil de hacer ya que son emocionales.

- Habrá menos operaciones: Todo el mundo sabe que la mejor manera de perder dinero en el mercado es operar en exceso. Los seres humanos cambian de opinión constantemente. Ellos creen que pueden adivinar el techo del mercado o el suelo. Como regla general esto no se conseguirá, y lo único que hará al operar tanto es pagar más comisiones.

Los fondos de alta frecuencia pueden operar en el mercado como locos, pero el volumen de negocio en otros activos será mucho más bajo. Los robots trabajarán de una manera bastante aburrida.

- Los mercados serán más rigurosos: Un robot-asesor lo hará mucho mejor que la especie humana en el proceso de una gran cantidad de información. Una vez que tenga una regla preestablecida –tales como la búsqueda de empresas de biotecnología con una gran cantidad de patentes contra el cáncer, o ingenierías alemanas que exportan mucho a China-, los robots analizarán los números y escogerán a los candidatos más adecuados para sus carteras.

- Los mercados serán más globales: Aunque parece que tenemos el inversor tiene una perspectiva global, la mayoría de los estadounidenses invierten en EE.UU., la de británicos en Gran Bretaña, la de los japoneses en Japón…

Los robots no tienen ese sesgo e irán donde se encuentre la rentabilidad. No les molestará si una empresa es estadounidense, japonesa o europea.

Matthew Lynn afirma que los robot-asesores no nos divertirán demasiado, ni llevarán a nadie a comer, ni van a convertir la inversión en una montaña rusa. Pero un mercado dominado por ellos puede trabajar de manera más eficiente, e incluso tener mejores rendimientos. Por Moisés Romero
 

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Mary Marshall creció con el estilo de vida del campesino migrante, pasaba horas bajo el sol de verano, recogiendo mora azul silvestre junto a sus padres y ocho hermanos, y finalizaba su jornada con un baño en el lago.

Era un trabajo agotador al que recuerda con cariño, un estilo de vida que reunió a personas de distintas culturas en los extensos campos de mora azul de Maine. Y ahora lamenta la forma como está desapareciendo.

"Las máquinas están tomando el control. Incluso al pasar por los campos, veo demasiadas máquinas. Es algo muy triste", dijo Marshall, quien cosechaba moras hace 40 años. "Nuestra gente realmente podría hacer ese trabajo".

Un constante paso hacia la mecanización en la industria de la mora azul de Maine ha reducido el número de campesinos migrantes que viajan al estado para ayudar en la cosecha, algo de vital importancia en la economía estatal, aseguran autoridades locales y líderes de la industria. La cosecha de mora azul de Maine atraía a más 5.000 campesinos migrantes hace 10 años, y actualmente la cifra está en alrededor de 1.500, dijo David Yarborough, profesor de horticultura en la Universidad de Maine.

Trabajadores del campo han viajado a Maine durante años para cosechar mora azul, y muchos de ellos en la actualidad son de origen latinoamericano o caribeño. Otros son indígenas estadounidenses o de Canadá, como Marshall, quien proviene de Nueva Escocia, y otros son originarios de Maine. La dependencia en la mano de obra migrante creció con el incremento de las tierras de cultivo, que pasaron de generar 20 millones de libras (907 toneladas) al año en la década de 1970, a generar 50 o 60 millones de libras (entre 2.267 y 2.721 toneladas) hace 10 años, y 90 millones de libras (4.080 toneladas) en la actualidad, señaló Yarborough.

Este año, los campesinos migrantes cosecharán parte de esos 90 millones de libras de mora silvestre -codiciada por sus beneficios como alimento rico en antioxidantes- que son endémicas de Maine y partes de Canadá. Formarán comunidades de personas que reunirán en lugares como la Escuela de Cosecha de Mora Azul y restaurantes étnicos como el Vázquez Mexican Takeout, fundado por migrantes. Incluso, al final de la temporada, se realiza el torneo de fútbol Wyman Cup para los jornaleros en Jasper Wyman and Son.

El incremento en las cosechas se dio de la mano del desarrollo de las cosechadoras mecánicas -maquinaria pesada operada por un conductor- que comenzaron a tener un papel más importante en la década de 1990, señalan trabajadores de la industria. Algunas operaciones de mora azul son completamente mecanizadas y más empresas van en esa dirección, comentó Yarborough.

La tendencia representa menos trabajos para los migrantes, que desde hace tiempo dependen de la temporada de mora azul para obtener varios cientos de dólares semanales en el verano. La temporada a menudo comienza a finales de julio y termina alrededor del Día del Trabajo en Estados Unidos (este año el 7 de septiembre).

"Ha bajado considerablemente", dijo Yarborough. "Está sujeto a caídas conforme producimos más y mejores máquinas".

El incremento en la mecanización también ha dificultado el trabajo restante. A los jornaleros les dejan el trabajo en los lugares que las cosechadoras mecánicas no pueden alcanzar, como zanjas o tierra dispareja.

Eso dificulta un trabajo que ya es complicado al tener que cargar y agacharse en repetidas ocasiones bajo el calor del sol.

"Nuestra gente es enviada a los barrancos", dijo Marshall, quien ahora viaja todos los veranos a Maine para trabajar en la Escuela de Cosecha de Mora Azul.

El estado cuenta con unos 44.000 acres (17.800 hectáreas) de mora silvestre, especialmente en la zona rural de Downeast, y el estado depende de las moras para generar un valor económico anual de 250 millones de dólares, señaló un funcionario. Las moras azules también son parte de la identidad cultural de Maine, junto con los faros y las langostas.

Ed Flanagan, consejero delegado en la productora de moras azules, Jasper Wyman and Son, dijo que su negocio pasó de estar mecanizado en un 20% hace 10 años a un 70% en la actualidad. Un portavoz en la Compañía de BlueBerry Silvestre Passamaquoddy, señaló que su negocio pasó de contar con el 100% de jornaleros hace apenas seis o siete años, a estar mecanizado actualmente en un 40%.

"Las cosas han cambiado debido a que más máquinas van al campo, en lugar de mano de obra", comentó Flanagan.

Está por verse si la tendencia eventualmente pondrá en peligro la existencia de la comunidad que ha crecido alrededor de la industria del cultivo anual de mora azul. Pero Briana Mejía, una jornalera que ha ido a los campos durante siete años, señaló que está clara la tendencia a favor de las máquinas y cada vez más lejana de los trabajadores.

"Cuando alguien construya una máquina más grande y mejor, que pueda ir a los barrancos, ¿entonces qué pasará?", dijo Mejía. "Todo es sobre hacer dinero".
 
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