Internet se está dividiendo en una serie de enormes intranets nacionales
Emiratos Arabes Unidos prohibió el uso de la BlackBerry porque transmite en forma encriptada los mails y dificulta la tarea de las agencias nacionales de inteligencia
MISHA GLENNY
Research in Motion (RIM) quizás debería estar preocupado y, al mismo tiempo, orgulloso. Su smartphone BlackBerry es el preferido de los narcotraficantes. Después de una serie de entrevistas a exportadores de drogas en Canadá y Colombia hace unos años, llegué a la conclusión de que muy pocos salen de su casa sin uno de ellos en el bolsillo. Por supuesto, es posible que el patriotismo influya en la elección de los mayoristas de marihuana canadienses, porque RIM tiene su casa central en Ontario. Pero mi sensación fue que, al igual que sus pares colombianos, ellos compran las BlackBerrys porque es imposible el acceso a sus comunicaciones.
Research in Motion (RIM) quizás debería estar preocupado y, al mismo tiempo, orgulloso. Su smartphone BlackBerry es el preferido de los narcotraficantes. Después de una serie de entrevistas a exportadores de drogas en Canadá y Colombia hace unos años, llegué a la conclusión de que muy pocos salen de su casa sin uno de ellos en el bolsillo. Por supuesto, es posible que el patriotismo influya en la elección de los mayoristas de marihuana canadienses, porque RIM tiene su casa central en Ontario. Pero mi sensación fue que, al igual que sus pares colombianos, ellos compran las BlackBerrys porque es imposible el acceso a sus comunicaciones.
Si bien esto podría crear un dilema moral para el departamento de márketing de RIM, estos aparatos son muy atractivos para quien esté preocupado por su privacidad. La decisión de Emiratos Árabes Unidos (EAU) de exigir un mayor acceso a la red de RIM respalda la convicción de los narcotraficantes de que es extremadamente difícil quebrar la encriptación de los mensajes enviados por Berry, aún para las poderosas agencias de seguridad nacional. RIM durante tiempo hizo alarde de que sus clientes corporativos podían estar seguros de que es imposible que terceros accedan a sus e-mails encriptados enviados a través de los servidores canadienses de la compañía. EAU cree eso y aparentemente también los sauditas, indios y otros países que ahora están exigiendo que desaparezca la encriptación. La Agencia de Telecomunicaciones de la EAU lo explicó así: “Algunos servicios de BlackBerry permiten a los usuarios actuar sin asumir ninguna responsabilidad legal, lo que provoca temores a nivel judicial, social y de seguridad nacional”. El significado es claro: no podemos leer mensajes intercambiados dentro de nuestras fronteras y consideramos que tenemos derecho a hacerlo. Hace unos días, EAU anunció que a partir de octubre prohibirá el uso de Blackberrys.
Washington no está de acuerdo. En respuesta a la prohibición, un vocero del departamento de Estado expresó temor por un “peligroso precedente . . . Estamos decididos a fomentar el libre flujo de información”. Pero detrás de este estancamiento en cuanto a la libertad de expresión surge un tema aún mayor: ¿quién vigila Internet?
El interrogante surgió gradualmente durante la década pasada, pero en los últimos tres años entró entre los temas prioritarios de la agenda de seguridad. Así como todos los otros aspectos de nuestras vidas se vuelven más difíciles de imaginar sin la existencia de Internet, los delitos, el espionaje comercial y las amenazas a la seguridad nacional también se lanzaron al ciberespacio.
Pero si bien la web es una red de comunicaciones global, los Estados tienden a vigilarla de manera local.
EAU quiere lo que RIM ya le otorgó a ciertos países como Rusia: el control sobre todas las redes dentro de sus fronteras. En realidad, Internet se está dividiendo en una serie de enormes intranets nacionales, donde los gobiernos definen, por seguridad, cuáles son legítimas comunicaciones personales e intelectuales y cuáles no.
El impacto sobre la interacción diaria de la mayoría de los usuarios no se notará. Los delincuentes, terroristas y espías seguirán encontrando formas para evitar los controles. Pero todos los que alberguen la ilusión de que disfrutarán de una verdadera privacidad en la Web durante la próxima década, deberían pensarlo nuevamente.
Emiratos Arabes Unidos prohibió el uso de la BlackBerry porque transmite en forma encriptada los mails y dificulta la tarea de las agencias nacionales de inteligencia
MISHA GLENNY
Research in Motion (RIM) quizás debería estar preocupado y, al mismo tiempo, orgulloso. Su smartphone BlackBerry es el preferido de los narcotraficantes. Después de una serie de entrevistas a exportadores de drogas en Canadá y Colombia hace unos años, llegué a la conclusión de que muy pocos salen de su casa sin uno de ellos en el bolsillo. Por supuesto, es posible que el patriotismo influya en la elección de los mayoristas de marihuana canadienses, porque RIM tiene su casa central en Ontario. Pero mi sensación fue que, al igual que sus pares colombianos, ellos compran las BlackBerrys porque es imposible el acceso a sus comunicaciones.

Research in Motion (RIM) quizás debería estar preocupado y, al mismo tiempo, orgulloso. Su smartphone BlackBerry es el preferido de los narcotraficantes. Después de una serie de entrevistas a exportadores de drogas en Canadá y Colombia hace unos años, llegué a la conclusión de que muy pocos salen de su casa sin uno de ellos en el bolsillo. Por supuesto, es posible que el patriotismo influya en la elección de los mayoristas de marihuana canadienses, porque RIM tiene su casa central en Ontario. Pero mi sensación fue que, al igual que sus pares colombianos, ellos compran las BlackBerrys porque es imposible el acceso a sus comunicaciones.
Si bien esto podría crear un dilema moral para el departamento de márketing de RIM, estos aparatos son muy atractivos para quien esté preocupado por su privacidad. La decisión de Emiratos Árabes Unidos (EAU) de exigir un mayor acceso a la red de RIM respalda la convicción de los narcotraficantes de que es extremadamente difícil quebrar la encriptación de los mensajes enviados por Berry, aún para las poderosas agencias de seguridad nacional. RIM durante tiempo hizo alarde de que sus clientes corporativos podían estar seguros de que es imposible que terceros accedan a sus e-mails encriptados enviados a través de los servidores canadienses de la compañía. EAU cree eso y aparentemente también los sauditas, indios y otros países que ahora están exigiendo que desaparezca la encriptación. La Agencia de Telecomunicaciones de la EAU lo explicó así: “Algunos servicios de BlackBerry permiten a los usuarios actuar sin asumir ninguna responsabilidad legal, lo que provoca temores a nivel judicial, social y de seguridad nacional”. El significado es claro: no podemos leer mensajes intercambiados dentro de nuestras fronteras y consideramos que tenemos derecho a hacerlo. Hace unos días, EAU anunció que a partir de octubre prohibirá el uso de Blackberrys.
Washington no está de acuerdo. En respuesta a la prohibición, un vocero del departamento de Estado expresó temor por un “peligroso precedente . . . Estamos decididos a fomentar el libre flujo de información”. Pero detrás de este estancamiento en cuanto a la libertad de expresión surge un tema aún mayor: ¿quién vigila Internet?
El interrogante surgió gradualmente durante la década pasada, pero en los últimos tres años entró entre los temas prioritarios de la agenda de seguridad. Así como todos los otros aspectos de nuestras vidas se vuelven más difíciles de imaginar sin la existencia de Internet, los delitos, el espionaje comercial y las amenazas a la seguridad nacional también se lanzaron al ciberespacio.
Pero si bien la web es una red de comunicaciones global, los Estados tienden a vigilarla de manera local.
EAU quiere lo que RIM ya le otorgó a ciertos países como Rusia: el control sobre todas las redes dentro de sus fronteras. En realidad, Internet se está dividiendo en una serie de enormes intranets nacionales, donde los gobiernos definen, por seguridad, cuáles son legítimas comunicaciones personales e intelectuales y cuáles no.
El impacto sobre la interacción diaria de la mayoría de los usuarios no se notará. Los delincuentes, terroristas y espías seguirán encontrando formas para evitar los controles. Pero todos los que alberguen la ilusión de que disfrutarán de una verdadera privacidad en la Web durante la próxima década, deberían pensarlo nuevamente.