Inquietud española
Si bien por un lado la situación creada en los comicios genera expectativas de que Venezuela pueda pasar poco a poco página en su historia política reciente, el temor a que el chavismo intente frenar esta dinámica que pide buena parte de la sociedad venezolana aumenta los temores y dudas de las empresas españolas sobre el futuro de un país en el que se ha venido dificultando la inversión exterior y persiguiendo al sector privado.
En el último informe Panorama de la inversión española en Latinoamérica del IE Business School, volvía a constatarse que Venezuela es el país de la región menos atractivo para las compañías españolas y que nuestras empresas prevén reducir un año más las inversiones en esa nación y en las ideológicamente próximas como Bolivia y Ecuador, donde la inseguridad jurídica se suma a la inseguridad ciudadana y al déficit de infraestructuras como los mayores problemas para la puesta en práctica de las actividades de las compañías foráneas.
Venezuela es, además, junto con Argentina, el país donde las firmas españolas vaticinan un menor crecimiento de la economía en 2013. En cuanto a riesgos y amenazas para la inversión, las empresas destacaban en el informe la inseguridad legal y ciudadana, una inestabilidad política que ahora puede verse acrecentada y la falta de infraestructuras de Venezuela.
Además, las empresas españolas presentes en el país como Telefónica, BBVA, Repsol, Hesperia, Mapfre, Elecnor, Hesperia, Meliá, Sanitas, Santillana, Mondragón, Atento, Indra, Cirsa, Inditex, Iberdrola, Acciona, ACS, Acerinox, Air Europa, Alcatel, Amadeus, Dragados, Planeta, Santillana, Gamesa e Iberia, se vieron ya tocadas a comienzos del pasado mes de febrero por la devaluación en un 32% del bolívar "para combatir el brote inflacionario y especulativo en el país". Una medida calificada por los observadores de insuficiente y tardía y que además no parece haber sido suficiente para aliviar ni los desajustes fiscales del Gobierno ni tampoco las distorsiones de la economía.
Enormes desafíos económicos
El económico es el primer y más grave escenario que se abre ahora. Además de la necesidad de incorporar plenamente al desterrado sector privado a la economía, algo que a Maduro le será complicado soslayar ante las grandes necesidad del país, al presidente electo le aguardan importantes desafíos económicos: elevada inflación, que podría llegar al 30% este año, escasa productividad, alto déficit presupuestario del 13% del PIB y un desabastecimiento que está generando ya tensiones sociales. Unos retos paradójicos para un país que es uno de los grandes exportadores mundiales de petróleo en un momento en el que el barril de crudo está por encima de 100 dólares, y que hunden sus raíces en la conducción ideologizada de la política económica.
La devaluación del bolívar se ha reflejado en un encarecimiento de los alimentos y las medicinas y la inflación se ha disparado a casi el 8% en los tres primeros meses del año, tras cerrar 2012 en el nivel más alto de toda Latinoamérica, el 20,1%, algo que no ayuda a una industria deprimida, ni a un país con ciclos de escasez y que mantiene una deuda pública que supera el 50% del PIB. El Estado venezolano gastó en 2012 por encima de sus ingresos, en un ejercicio volcado en lograr que el chavismo ganara a golpe de subvenciones y ayudas sociales las elecciones de octubre.
El gasto se duplicó durante la era Chávez y hoy se sitúa 20 puntos porcentuales por encima del promedio de los demás países latinoamericanos. El agujero fiscal se eleva a 30.000 millones de dólares, cerca del 10% de la economía del país. Y la improvisada reforma agraria que puso en marcha Chávez, unida a la estatización de parte de la industria alimentaria y al control de precios, ha destruido al sector agrícola y obligado a comprar productos básicos, según destacan los analistas.
La industria petrolera, motor económico, también se encuentra en dificultades, ya que acumula deudas por más de 16.000 millones de dólares, y el propio presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, ha informado de que este sector clave registró un retroceso en sus beneficios netos del 6,2%. Ello aboca al Gobierno a subir el precio de la gasolina, decisión de alto coste político, pero que se antoja necesaria en un país que mantiene un subsidio a los carburantes que supone 6.000 millones de dólares al año.
Un sector clave en apuros
De la estatal PDVSA procedió en el pasado la financiación tanto de los programas de desarrollo social de Chávez (174.154 millones de dólares entre 1999 y 2012) como el petróleo vendido en condición de pago preferencial a los países ideológicamente próximos, al mismo tiempo que la inversión en esa industria vital retrocedía. Actualmente la producción está estancada por debajo de los 2,8 millones de barriles diarios y recientemente la Agencia Internacional de la Energía (AIE) auguró "desafíos abrumadores" al sucesor de Chávez para conjugar la necesidad de recuperar el sector petrolero y seguir financiando los programas sociales.
En estas condiciones pocos creen que Maduro pueda cumplir su promesa de elevar el salario mínimo a los venezolanos ni que el PIB crezca este año el 6% que pronostica el Gobierno en un país en el que, si bien el haber del chavismo se sitúa la reducción de la pobreza y las medidas sociales, se ha producido una drástica y dramática reducción de la clase media (que crece en los países del entorno) y un alarmante aumento de la inseguridad ciudadana que también desincentiva el apetito de los inversores por estar en el país. El año pasado hubo 16.038 homicidios y en lo que va de 2013 suman 3.400. Se trata de uno de los mayores índices de criminalidad del Planeta.
Aunque la economía venezolana progresó el 5,5% en 2012, uno de los mayores avances de la región, el bajón de 2013 parece cantado, a tenor de las proyecciones de los organismos internacionales. Los analistas auguran para el país, que se expandió en 2011 el 4,2% después de tres años de atonía (-1,7% en 2010, -6% en 2009 y -1,2% en 2008) un crecimiento del 2,2% o, en el peor de los escenarios, un retroceso del PIB del 0,5% si se mantiene la actual situación de inestabilidad.
Venezuela, por lo demás, habrá visto declinar la llegada de IED el año pasado, después de que en 2011 pasara de 1.209 a 5.302 millones (+338%) y se ubicara entre los diez primeros países de Latinoamérica en ese capítulo. Según la Cepal, en los seis primeros meses de 2012, la llegada de IED a Venezuela cayó un 20%, a 1.981 millones de dólares, mientras la llegada de capital crecía significativamente en algunos de los países hacia donde más se dirigen las empresas españolas en su salida al exterior, como Chile, Perú y Colombia. FMI, Banco Mundial, Cepal y World Economic Forum coinciden, además, en situar a la nación en los últimos puestos regionales en competitividad, productividad y clima de negocio.