Hilo de la crisis social (desigualdad, machismo, racismo, corrupción...)

Tizo

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Los senadores republicanos bloquearon el miércoles un proyecto de ley que buscaba reducir las exenciones fiscales a aquellas empresas estadounidenses que muden la sede de sus oficinas centrales al extranjero.

El proyecto de ley -en pleno año electoral- habría prohibido a las empresas deducir los gastos relacionados con el traslado de operaciones a otro país. También habría ofrecido créditos fiscales a aquellas empresas que, por el contrario, trasladaran sus operaciones a Estados Unidos desde otro país.

El Senado votó 54-42 para poner fin al debate sobre el proyecto de ley, seis menos que los 60 votos necesarios para que avanzara la iniciativa. La Casa Blanca dijo que el presidente Barack Obama apoya el proyecto de legislación.

"Hoy en día en Estados Unidos, cada vez que una compañía norteamericana cierra una fábrica o una planta en Estados Unidos y mueve sus operaciones a otro país, los contribuyentes estadounidenses acaban pagando parte de la factura de ese traslado", dijo el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid. "Francamente, un voto en contra de este proyecto de ley es un voto en contra de los empleos en Estados Unidos", agregó.

Los republicanos trataron de restar importancia al proyecto de ley, calificándolo de un truco en un año electoral. Subrayaron que los demócratas trataron de aprobar una ley similar hace dos años, justo antes de las últimas elecciones al Congreso.

El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, dijo que el proyecto está "diseñado para la retórica y el fracaso, no para crear puestos de trabajo aquí en Estados Unidos".

Los republicanos también se quejaron de que Reid no permitió que se le hicieran enmiendas. El proyecto de legislación se une ahora a un creciente número de iniciativas que se han estancado en el Senado este año, porque los demócratas y los republicanos no pudieron ponerse de acuerdo sobre las enmiendas.
 

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Un nuevo rascacielos en Manhattan tendrá al frente una entrada espaciosa dedicada a los residentes capaces de pagar condominios caros. El mismo edificio tendrá una entrada lateral independiente, ya llamada la "puerta pobre", por la que pasarán aquellos inquilinos de apartamentos asequibles que recibieron incentivos del gobierno.

En otro edificio de apartamentos, quienes pagan rentas congeladas por el gobierno no podrán utilizar -ni siquiera pagando- un nuevo gimnasio que es gratuito para los vecinos más acaudalados. Otros edificios han añadido salas de juegos y vallas en los techos para evitar el paso de los inquilinos con menos posibilidades económicas.

Nueva York es una ciudad donde siempre han vivido ricos y pobres uno al lado del otro, en la cual muchas veces no es tan evidente quién está pagando por qué. Sin embargo, una reciente serie de edificios con instalaciones separadas -para los que tienen y los que no- ha lanzado esa pregunta a la vista pública, ha desatado un debate incómodo sobre la igualdad, la economía y la opresión en el tejido social.

"Nadie me va a tratar como ciudadano de segunda clase en mi propia casa", dijo Jean Green Dorsey, quien meses atrás presentó una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad porque no puede usar el gimnasio de su edificio en Manhattan. Ella y otros inquilinos que pagan renta congelada tienen prohibido entrar en esas instalaciones a pesar de su disposición a pagar una cuota. Aquellos inquilinos que pagar una renta a precio de mercado utilizan el gimnasio gratuitamente.

Los constructores inmobiliarios dicen que actúan así motivados por los negocios, no por discriminación, y que el reservar algunas instalaciones especiales a los residentes que pagan más es el precio de tener una vivienda con renta congelada en vecindarios caros.

Sin embargo, las autoridades están trabajando en propuestas que obliguen a una mayor inclusión, preocupadas por ver que ciertos propietarios están recurriendo a la zonificación de sus propiedades para crear lo que los críticos califican de un sistema de castas.

El debate ocurre en una ciudad donde el alcalde Bill de Blasio fue elegido el año pasado de la mano de promesas de aumentar la vivienda asequible y reducir la brecha de ingresos desiguales. Recientemente se desató una protesta después que el departamento de vivienda de la ciudad autorizó el mes pasado la "puerta pobre" del rascacielos nuevo en Manhattan. El proyecto fue aprobado y comenzó a construirse antes de que de Blasio asumiese el cargo. El constructor, Extell Development Co., declinó hacer declaraciones.

"Creemos que debe haber un enfoque mucho más igualitario con todos los residentes", dijo de Blasio, quien como concejal votó por el cambio del código de zonificación de 2009, que permitió esos acuerdos de puertas de ingreso separadas, pero dijo que los "matices" de las puertas diferentes no fueron evidentes entonces.

El gobierno local está analizando los programas de vivienda asequible. Mientras tanto, el comisionado para Manhattan Gale Brewer y otros funcionarios claman por cambiar las leyes de zonificación para terminar con los proyectos de puertas separadas.

La asambleísta estatal Linda Rosenthal quiere obligar a todos los propietarios de edificios de vivienda a que ofrezcan sus servicios a todos los inquilinos, con disposiciones de pago razonables. Los concejales Mark Levine y Corey Johnson también redactan una propuesta para añadir "clases de inquilinos" a las leyes contra la discriminación de la ciudad.
 

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La desigualdad en ingresos se está cobrando un precio a los gobiernos regionales de Estados Unidos.

La creciente brecha entre los estadounidenses más ricos y todos los demás se ha visto acompañado de una disminución en los ingresos de los estados por impuestos, según un informe publicado el lunes por Standard & Poor's.

Aunque los ingresos de los adinerados se han acelerado, otras personas apenas siguen el ritmo a la inflación. Esa tendencia puede suponer un doble castigo para los estados. Por un lado, los ricos suelen arreglárselas para proteger buena parte de sus ingresos del fisco. Y tienden a gastar menos que otros, limitando los ingresos por impuestos sobre las ventas.

Conforme se desaceleran los ingresos fiscales, los estados se enfrentan a tensiones sobre si subir impuestos o reducir gastos para equilibrar sus presupuestos como exige la ley.

"La creciente desigualdad de ingresos no es sólo un asunto social", comentó Gabriel Petek, el analista de crédito de S&P que escribió el informe. "Presenta una serie de desafío muy significativos para los legisladores".

El estancamiento de los salarios para la mayoría de la gente ha agravado la presión sobre los estados para que mantengan los fondos para educación, autopistas y programas sociales como Medicaid. Además, sus inversiones en educación e infraestructura han alimentado el crecimiento económico. Y sin embargo, están en riesgo sin una sólida fuente de ingresos.

La perspectiva de tener que subir impuestos para equilibrar un presupuesto estatal resulta delicada a nivel político. Los estados han recurrido al encanto de los impuestos bajos para fomentar la creación de empleo atrayendo fábricas, negocios y sedes corporativas.

La desigualdad de ingresos no es el único factor que golpea a los ingresos estatales por impuestos. Las tiendas de Internet se llevan cada vez más del gasto de los consumidores, pero a menudo logran evitar los impuestos sobre la venta. Además, los consumidores gastan más en servicios no gravados.

El análisis de S&P se suma a otro informe previo este año que apuntaba a que la creciente brecha entre los estadounidenses más ricos y todos los demás ha frenado la recuperación económica del país de la Gran Recesión. Como el gasto del consumidor mueve en torno al 70 por ciento de la economía, un crecimiento débil de los salarios suele desacelerar el crecimiento económico.

Datos del gobierno con las cifras ajustadas por la inflación muestran que el ingreso medio de los hogares ha subido unos pocos miles de dólares desde 1979 a 51.017 dólares en 2012, y sigue por debajo de su nivel previo a la recesión, a finales de 2007. Por el contrario, el 1 por ciento más acomodado ha medrado. Sus ingresos medios eran de 1,26 millones de dólares en 2012, respecto a los 466.302 dólares en 1979, según datos de IRS.

Entre 1950 y 1979, antes de que la desigualdad creciera de forma consistente, los ingresos por impuestos de los estados crecían a una media del 9,97 por ciento al año. Esa media ha ido cayendo en cada década posterior, hasta alcanzar el 3,62 por ciento entre 2000 y 2009.
 
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