El canciller de un pequeño país africano visita Rusia por unos días, donde es recibido con la mayor hospitalidad. Su par, el canciller ruso, lo invita a cenar a los mejores lugares, a beber el mejor vodka, a concurrir al ballet en el Bolshoi y a los mejores espectáculos de folklore ruso. Y, cuando ya se aproximaba el fin de su visita, el canciller ruso le dice:
- Usted ya conoció muchas de las cosas más representativas de nuestro país, pero todavía no jugó a nuestro juego más popular, la ruleta rusa.
- ¿Y en qué consiste?, pregunta el africano.
- Yo le voy a entregar este revólver, cuyo tambor tiene sólo una bala. Usted lo hace girar rápidamente, y sin mirar lo apunta a su cabeza y dispara. Tiene cinco chances contra una de seguir con vida.
El africano lo mira furioso pero, como ciudadano de un país de bravos guerreros, no quiere mostrar cobardía. Es así que acepta el desafío, toma el revólver, hace girar el tambor, apunta y presiona el gatillo. Se oye sólo un click y luego un aplauso generalizado por parte de todos los testigos, que elogian su coraje.
Al año siguiente, el canciller ruso corresponde la visita al país africano, donde lo recibe su colega con igual hospitalidad. También lo lleva a los mejores lugares para comer, a un safari, y a conocer las atracciones naturales más bellas. Y, como había ocurrido con él, cuando el canciller ruso está próximo a regresar le propone jugar al juego más popular de su tierra, la ruleta africana.
- ¿Y cómo es eso?, pregunta desconfiado el ruso.
El canciller africano lo lleva entonces a una sala donde hay seis morochas espectaculares, desnudas, de curvas sensuales y labios gruesos.
- Usted debe elegir a una de estas muchachas, bajarse los pantalones, y ella le hará sexo oral.
- ¡Maravilloso!, exclama encantado el ruso. Pero, no entiendo... ¿cuál es el riesgo en este caso?
- Una es caníbal.
- Usted ya conoció muchas de las cosas más representativas de nuestro país, pero todavía no jugó a nuestro juego más popular, la ruleta rusa.
- ¿Y en qué consiste?, pregunta el africano.
- Yo le voy a entregar este revólver, cuyo tambor tiene sólo una bala. Usted lo hace girar rápidamente, y sin mirar lo apunta a su cabeza y dispara. Tiene cinco chances contra una de seguir con vida.
El africano lo mira furioso pero, como ciudadano de un país de bravos guerreros, no quiere mostrar cobardía. Es así que acepta el desafío, toma el revólver, hace girar el tambor, apunta y presiona el gatillo. Se oye sólo un click y luego un aplauso generalizado por parte de todos los testigos, que elogian su coraje.
Al año siguiente, el canciller ruso corresponde la visita al país africano, donde lo recibe su colega con igual hospitalidad. También lo lleva a los mejores lugares para comer, a un safari, y a conocer las atracciones naturales más bellas. Y, como había ocurrido con él, cuando el canciller ruso está próximo a regresar le propone jugar al juego más popular de su tierra, la ruleta africana.
- ¿Y cómo es eso?, pregunta desconfiado el ruso.
El canciller africano lo lleva entonces a una sala donde hay seis morochas espectaculares, desnudas, de curvas sensuales y labios gruesos.
- Usted debe elegir a una de estas muchachas, bajarse los pantalones, y ella le hará sexo oral.
- ¡Maravilloso!, exclama encantado el ruso. Pero, no entiendo... ¿cuál es el riesgo en este caso?
- Una es caníbal.