Hilo de CHINA

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Los precios de la comida en China subieron en febrero un 21,4% respecto al año anterior, debido a que los esfuerzos contra el nuevo coronavirus afectaron a las cadenas de suministro. La subida añadió presión sobre el gobierno comunista, que intentaba reactivar la actividad económica.

Los precios del consumo en general subieron un 5,2% respecto al año anterior, por debajo del alza interanual del 5,4% registrada en enero pero superando de lejos el objetivo tradicional del Partido Comunista, según datos oficiales publicados el martes.

El precio de la carne de cerdo, que en el último año se ha más que duplicado por un brote de fiebre porcina africana que afectó a los suministros, creció en un 9,3% en comparación con enero. El gobierno no reportó un aumento del precio respecto al año anterior.


El precio de frutas y verduras frescas subió un 9,5% respecto al año anterior.

Beijing aún no ha anunciado su objetivo de inflación para este año, pero en el pasado ha intentado mantener por debajo del 3% el aumento en los precios de consumo.

Los precios de la alimentación se dispararon durante una oleada de compras de pánico desencadenada por el corte de la mayoría del acceso a Wuhan, la ciudad en el epicentro del brote de coronavirus. El gobierno anunció que perseguiría a acaparadores y especuladores.

Los controles de viajes y otros desplazamientos afectaron a los pedidos de comida en populosas ciudades chinas y a las entregas de pienso para ganaderos. Eso dejó temporalmente vacíos los estantes de los supermercados y redujo el flujo de aves y ganado que llegaba a los mataderos.

El gobernante Partido Comunista ordenó a las autoridades que acelerasen las entregas a los mercados.

El brote llegó en un momento en el que las autoridades chinas intentaban reconstruir la industria porcina del país tras la fiebre porcina africana, que mató o provocó el sacrificio de más de un millón de animales. Los ganaderos dejaron que sus piaras se redujeran.

Beijing prometió subvenciones y otras ayudas a los ganaderos, pero los analistas del sector señalaron que el número de cerdos en China no volvería a la normalidad hasta el año que viene.
 

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El Banco Popular de China redujo la tasa de interés en los acuerdos de recompra inversa de 7 días a 2.2% de 2.4% cuando inyectó 50 mil millones de yuanes ($ 7.1 mil millones) en el sistema bancario, según un comunicado de hoy. El banco central dijo que esto mantendrá la liquidez suficiente para ayudar a la economía real
 

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La venta de autos en China se desplomó 48,4% en marzo comparado con el año pasado mientras la economía se tambalea debido a la pandemia del nuevo coronavirus, de acuerdo con un grupo del sector, lo que agrega más presión a la industria en apuros en su mayor mercado del mundo.

Las ventas de camionetas deportivas, tipo minivan y autos sedan totalizaron poco más de un millón de unidades, informó la Asociación de Empresas Automotrices de China. La venta total de vehículos, incluidos camiones y autobuses, cayó 43,3% a 1,4 millones.

Las cifras representan una mejoría respecto al peor récord de ventas registrado en febrero, un desplome de 81,7% ocurrido después de que las distribuidoras y otros negocios fueran cerrados para contener la propagación del virus.


El Partido Comunista gobernante comenzó a reabrir las fábricas, restaurantes y tiendas en marzo después de declarar la victoria sobre el brote. Pero los consumidores, intranquilos ante la posible pérdida de empleos o un resurgimiento del COVID-19, se muestran reticentes a realizar compras fuertes.

“Por el lado del consumidor, dado que la epidemia no ha terminado del todo, parte de la demanda del mercado sigue suprimida”, explicó la asociación en un comunicado del viernes.

Las ventas de autos en el primer trimestre de 2020 bajaron 45,4%, a 2,9 millones de unidades.

La demanda de antemano se hallaba debilitada por los temores del consumidor sobre la guerra arancelaria con Washington, una desaceleración del crecimiento económico y la posible pérdida de empleos. Las ventas cayeron 9,6% el año pasado, su segunda caída anual consecutiva.

El decrecimiento es un golpe a los fabricantes de autos de todo el mundo que confían en que China aumente los ingresos en medio de una baja demanda en Estados Unidos y Europa.

Los analistas afirman que pasarán semanas o meses antes que la producción recupere sus niveles normales. Las automotrices señalan que el ritmo dependerá de qué tan rápido los proveedores podrán reanudar la entrega de componentes.

El decrecimiento agrega presión a las marcas chinas y globales que invierten miles de millones de dólares para desarrollar vehículos eléctricos, presionados por cumplir las metas de venta establecidas por los distintos gobiernos.
 

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China, donde estalló la pandemia del coronavirus en diciembre, está tratando de regresar a la normalidad paulatinamente, pero ello no es fácil cuando millones de personas se muestran renuentes a gastar dinero o a salir de sus casas.

Fábricas y negocios en todo el país cerraron desde finales de enero. Millones de familias recibieron órdenes de quedarse en casa y de acatar restricciones que han sido emuladas por países de todo el mundo.

El gobernante Partido Comunista insiste en que el brote, que en el país ha causado más de 82.341 enfermos y 3.340 muertes, está bajo control, pero el daño a la economía y a la vida cotidiana perdura.


Un ejemplo del dilema que agobia a muchos es Zhang Hu, un vendedor de camiones de la ciudad de Zhengzhou. El hombre de 27 años regresó a su trabajo, pero hay poca oportunidad de vender camiones debido a la escasa demanda y sus ingresos han bajado a la mitad. Al igual que muchas otras personas, ha tenido que reducir sus gastos drásticamente.

“Me olvidé de planes de comprarme otro auto y ya casi nunca salgo a comer o a divertirme”, expresó. “No tengo idea de cuándo va a mejorar la situación”

Las fábricas reabrieron en marzo luego que el presidente Xi Jinping visitó Wuhan, el epicentro de la enfermedad, como muestra de confianza en que la crisis estaba bajo control, pero los chinos, cuyo consumo es motor de la economía del país, siguen con miedo a perder sus empleos o a enfermarse. Por ello se niegan a gastar dinero, pese a la campaña oficialista para atraerlos a los centros comerciales y concesionarios de automóviles.

El gobierno difundirá el viernes sus más recientes datos económicos y se anticipa que reportará una contracción de 9% para el período enero-marzo, la más grave desde fines de la década de 1970.

Ello constituye un severo golpe para las compañías automotrices y otras grandes corporaciones que aspiraban a que China, tras ser la primera en cerrar sus negocios, guiaría al mundo hacia recuperación económica luego de la peor disyuntiva desde la Gran Depresión de la década de 1930.

“Lo que no se ha recuperado del todo, o simplemente ha desaparecido por completo, es la demanda”, observó el economista Louis Kuijs de Oxford Economics.

En Europa, los primeros pasos hacia una recuperación económica están también tropezando, pues la gente se mantiene alejada de las pocas tiendas que han reabierto o se niegan a salir de sus casas por temor a contraer la enfermedad. Las calles de Roma seguían prácticamente vacías esta semana a pesar de un gradual levantamiento de las restricciones que permitió la reapertura de algunos comercios.
 

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China sufrió en el primer trimestre una contracción económica de 6,8% en comparación con el mismo periodo del año pasado _de acuerdo con datos oficiales difundidos el viernes_ debido a las medidas que tomó para frenar la epidemia de coronavirus, como el cierre de fábricas, tiendas y otros negocios.

En tanto, los datos de gasto del consumidor y de actividad fabril indican que enfrentará una recuperación más difícil de la esperada inicialmente.

La cifra es mejor a la prevista por algunos pronósticos, que contemplaban una contracción de hasta 16%, pero aun así es el peor desempeño de China desde antes de las reformas económicas iniciadas en 1979.


Algunos analistas preveían que China podría rebotar a partir de este mes, pero han estado reduciendo sus pronósticos de crecimiento y aplazando fechas de posible recuperación a medida que surgen estadísticas negativas de comercio, ventas al menudeo y otros indicadores.
 

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El Gobierno chino ha anunciado que el PIB se ha hundido un 6,8% a/a en el primer trimestre de 2020, algo más de lo esperado, debido a las turbulencias económicas sin precedentes causadas por el brote de COVID-19 en el país.
Puntos clave
  • La rápida recuperación de la producción industrial sugiere que las repercusiones negativas del brote de COVID-19 en la oferta tienden a ser temporales.
  • Gran parte de las actividades productivas se detuvieron en febrero por el confinamiento y ahora se recuperan rápidamente a medida que la población vuelve al trabajo.
 

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La economía china cae y requiere mayores estímulos. Estas medidas favorables al crecimiento contribuirán a que este remonte el vuelo, por lo que el crecimiento podría acelerarse hasta el 7% a/a en el cuarto trimestre, para finalizar el año 2020 con crecimiento medio del 2,2% respecto a 2019.
Puntos clave
  • El PIB se ha hundido un 6,8% a/a en el primer trimestre de 2020, algo más de lo esperado, debido a las turbulencias económicas sin precedentes causadas por el brote de COVID-19 en el país.
  • La desestabilización de la demanda debido a la pandemia tardará más tiempo en desvanecerse, provocando que muchas empresas y empleados sean reacios a reanudar su inversión y consumo, incluso tras la contención del COVID-19.
  • La gran preocupación por el crecimiento llevará a las autoridades chinas a relajar su política económica para acelerar la economía, sobre todo la demanda interna.
  • Los observadores del mercado anticipan que el Gobierno central ampliará significativamente el margen de déficit fiscal de 2020 por encima del 4% del PIB, en comparación con el 2,8% del año pasado.
  • Estas medidas favorables al crecimiento contribuirán a que este remonte el vuelo, por lo que el crecimiento podría acelerarse hasta el 7% a/a en el cuarto trimestre, para finalizar el año 2020 con crecimiento medio del 2,2% respecto a 2019.
 

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China, el país que más energía consume en el mundo, está acumulando petróleo en medio del brote de coronavirus que generó una crisis en la industria energética.

Las importaciones subieron un 4,5% en marzo respecto a hace un año a pesar de que su economía se paralizó por la pandemia y la demanda disminuyó. Las importaciones del primer trimestre aumentaron un 5%.

La caída de precios está causando estragos en los países productores y probablemente afectando los planes de desarrollar la industria nacional, pero son una bonanza para las fábricas y los choferes de China. Permite a Beijing aumentar su reserva estratégica de petróleo, que la sacaría adelante en caso de alguna interrupción del suministro.

“En medio de todo esto, siguen las importaciones de petróleo de China. Los precios bajos le permiten acumularlo”, dijo Peter Lee, analista de Fitch Solutions.

Los importadores chinos enviaron 84 buques cisterna a Arabia Saudí a mediados de marzo, capaces de transportar 2 millones de barriles de crudo cada uno, de acuerdo con informes citados por la Asociación de la Industria Naviera de China.

Los precios bajos del petróleo “tuvieron un impacto positivo en China”, dijo la Comisión Política y Legal del Partido Comunista chino en las redes sociales.

Las adquisiciones, no obstante, pueden afectar los planes de China de ser más autosuficiente en el campo energético en caso de que haya que reducir los gastos en el desarrollo de la producción nacional, indicó el analista Max Petrov, de Wood Mackenzie.

La empresa estatal PetroChina Ltd., el principal productor de Asia, “probablemente se quede sin sumas importantes de dinero”, opinó Petrov. Agregó que PetroChina tendrá que decidir si imita a los productores occidentales y reduce las inversiones en pozos nuevos.

“Si disminuyen la inversión, por la naturaleza de los campos petrolíferos chinos, tomará mucho tiempo volver al mismo nivel de producción”, dijo Petrov. “Tomará años y más dinero todavía”.

Beijing parece estar aumentando su reserva estratégica, aunque se sabe poco al respecto.

El ministerio de energía informó en septiembre que China tenía reservas para 80 días de consumo.

Oficialmente, se admiten 385 millones de barriles de reserva, según Lee, de Fitch Solutions. Agregó que el objetivo sería llegar a los 500 o 600 millones de barriles.

Si se aumenta la capacidad de almacenamiento, el gobierno podría importar de 500.000 a 900.000 barriles diarios para la reserva estratégica, que representarían del 5% al 9% de las compras totales en el exterior, según Lee.

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El ministerio de energía derivó cualquier consulta a la Comisión Nacional de Desarrollo y Reformas, la cual no respondió a preguntas el miércoles.

La comisión del PC dijo que la caída de precios da a Beijing una oportunidad única de reforzar sus reservas pero no confirmó si lo está haciendo o no.

“¡Es una oportunidad que se da una vez en un siglo!”, destacó la comisión.

Esto, sin embargo, puede no ser fácil, ya que China, al igual que otros países, se está quedando sin capacidad de almacenamiento, de acuerdo con Lei Sun, de Wood Mackenzie.

La reserva estratégica y los proveedores privados habían cubierto el 85% de la capacidad china en febrero e incorporaron más petróleo en marzo, según Lei. El espacio que quede puede ser llenado por petróleo que China compró antes de la caída de los precios y que tiene que aceptar por más de que no tenga clientes para él.

“No creo que quede mucho espacio”, dijo Lei.

El crudo barato es una de las pocas noticias positivas que tuvo China en medio de la pandemia.

La economía sufrió su peor contracción desde mediados de la década de 1960, reduciéndose un 6,8% respecto al año pasado tras cerrar las fábricas y dejar en casa a unos 800 millones de personas.

Los expertos pronostican un crecimiento nulo este año. El del 2019 había sido del 6,1%, ya de por sí el más bajo en décadas.

China importa aproximadamente la mitad del petróleo que consume. La mitad llega del Medio Oriente y el resto de Rusia, el sudeste asiático y África.

El PC quiere reducir esa dependencia, que considera un riesgo para su seguridad. Por ello el país está invirtiendo fuertemente en energía hidroeléctrica, eólica y solar.
 

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La COVID-19 empuja a la economía mundial hacia una profunda recesión que podría perdurar a largo plazo. Para apoyar la economía, las autoridades chinas han ido aprobando diversas herramientas de política fiscal y monetaria, apropiadas para la situación actual.
Puntos clave
  • Se deberían aprender lecciones del paquete de estímulo de 4 billones de RMB aplicado en la crisis financiera global de 2008-2009, por ser el principal responsable del rápido aumento de la deuda.
  • Las medidas más relevantes deberían ser de política fiscal, complementada con flexibilización monetaria.
  • El Banco Central chino debería ser cauteloso con los recortes de los tipos de interés y enfocarse en herramientas cuantitativas para garantizar la liquidez del sector financiero.
 

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China aumentará el gasto para revivir su economía, golpeada por la pandemia del coronavirus, y frenar la creciente destrucción de empleo, dijo el viernes el máximo responsable económico del país, que no presentó estímulos masivos como los lanzados por Estados Unidos o Japón.

En un discurso ante legisladores, el primer ministro, Li Keqiang, señaló que Beijing no fijaría un objetivo de crecimiento económico para este año — un dato habitual en los planes gubernamentales — para centrarse en la lucha contra el COVID-19, la enfermedad causada por el virus.

La batalla contra la pandemia “todavía no ha terminado”, advirtió Li, quien instó al país a “redoblar nuestros esfuerzos” para revivir la comprometida economía.

La pandemia se inició en Wuhan, una ciudad del centro del país, en diciembre y llevó al gobierno a aislar ciudades con una población combinada de 60 millones de personas. Esto se suma a las tensiones que enfrenta el gobernante Partido Comunista, como las protestas antigubernamentales en Hong Kong y una guerra arancelaria con Washington.

China ha reportado 83.000 contagios y 4.634 decesos y fue la primera economía en paralizar fábricas, tiendas y vuelos para combatir el virus. Fue también la primera nación que se reactivó en marzo, pero sigue luchando por recuperar su actividad.

Los analistas del sector privado creen que hasta el 30% de la fuerza laboral urbana china, alrededor de 130 millones de personas, perdieron su empleo al menos de forma temporal. Hasta 25 millones de empleos podrían desaparecer de forma definitiva este año, agregaron.

El déficit presupuestario del gobierno podría incrementarse en 1 billón de yuanes (140.000 millones de dólares) en este ejercicio para ayudar a cumplir objetivo como la creación de 9 millones de empleos urbanos, señaló Li. Esto está en línea con las expectativas de un mayor gasto, pero sería apenas una fracción de los paquete de estímulos de más de 1 billón de dólares lanzados en Estados Unidos, Japón y Europa.

“Estas son medidas extraordinarias para un momento inusual”, dijo el primer ministro en un discurso televisado a toda la nación.

Según Li, Beijing no ha establecido un objetivo de crecimiento por la “gran incertidumbre” de la pandemia y para permitir que las autoridades se centren en otras metas.

En el primer trimestre del año, la segunda mayor economía del mundo se contrajo un 6,8% con respecto al año anterior luego de que las fábricas, los viajes y otros sectores empresariales se paralizaron para frenar las infecciones. Las previsiones apuntan a un crecimiento inexistente o muy bajo este año, frente al 6,1% de 2019, que ya era el dato más bajo de las últimas décadas.

El gran déficit “indica un apoyo político significativo a la recuperación nacional”, dijo Louis Kuijs, de Oxford Economics, en un reporte.

Pero Beijing es reacio a lanzar estímulos que se sumarían a la ya elevada deuda china y supondrían una carga más para el sistema financiero, agregó Kuijs.

Li también se comprometió a trabajar con Washington para cumplir la tregua comercial firmada en enero dentro de su disputa sobre las ambiciones tecnológicas de Beijing y su superávit comercial. El funcionario no ofreció más detalles, pero el presdiente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con revocar el acuerdo si China no adquiere más exportaciones estadounidenses.

La relación con Washington se tensó más por las acusaciones de Trump de que la nación era la culpable de la propagación global del virus.

También el viernes, el gobierno chino anunció que el presupuesto militar, el segundo mayor del mundo por detrás del estadounidense, subirá un 6,6% a 1,3 billones de yuanes (178.000 millones de dólares). Esta partida excluye, por ejemplo, la adquisición de sistemas armamentísticos.

La sesión anual de la Asamblea Popular Nacional de China, un organismo ceremonial, se celebra bajo intensos controles contra el COVID-19. Los funcionarios ofrecen conferencias de prensa telemáticas en lugar de verse cara a cara con los reporteros. Por su parte, los periodistas deben someterse a pruebas de detección de laboratorio antes de acceder al centro de prensa.

Está previsto que los legisladores revivan este año los estancados esfuerzos de imponer una ley de seguridad nacional en Hong Kong. La medida, un indicio de la determinación de Beijing para endurecer su control sobre el territorio semiautónomo, provocó críticas entre figuras de la oposición allí y la amenaza de Trump de retirar el estatus comercial preferencial de la ciudad.

Li no ofreció más detalles, pero Beijing ha presionado para imponer medidas en el territorio como castigos por no respetar la bandera china y una mayor educación patriótica en las escuelas.

La decisión parece estar motivada por las manifestaciones antigubernamentales que comenzaron en junio en respuesta a la propuesta de una ley de extradición y que luego ampliaron sus demandas y reclamos de mayor democracia.
 
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