Los riesgos que genera la billetera fácil de China
Beijing usa políticas de financiamiento para asegurarse recursos y extender su influencia. Pero la cuenta se engrosa y alcanza miles de millones de dólares. Los analistas predicen defaults y el modelo de "diplomacia financiera" empieza a modificarse
En términos globales, la derrota de Mahinda Rajapaksa en las elecciones presidenciales de Sri Lanka, en enero, no fuero más que un temblor político. Pero para la política de diplomacia financiera de China, un camino clave en la estrategia de Beijing para ganar amigos y ventajas comerciales alrededor del mundo, la pérdida fue lo suficientemente grave como para reacomodar las fichas diplomáticas. El nuevo líder de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, no oculta su antipatía hacia China. En una solapada referencia a las políticas de financiamiento, que suman miles de millones de dólares, Sirisena culpó a los "extranjeros" de robar su país, durante la campaña electoral. "Este robo se efectua frente a todos y a plena luz del día... si esta tendencia continua durante seis años más, nuestro país se convertirá en una colonia y nosotros, en esclavos", dijo en su manifiesto.
A partir de la victoria, Colombo le informó a Beijing que estará revisando los términos de los préstamos. También se suspendió el trabajo en el proyecto portuario de u$s 1.500 millones, que estaba siendo desarrollado por la compañía estatal China Communications Construction Co. Y aunque Sri Lanka dice que espera mantener lazos estrechos con Beijing, la semana pasada, Sirisena reforzó su cortejo al competidor principal de China en la región, al recibir a Nerandra Modi, durante la primera visita del premier indio en 28 años. Este revés no es un contratiempo aislado para la política exterior China de "diplomacia de la chequera", sino el último en una cadena de inconvenientes que ha cortado los intentos de Beijing de obtener recursos, mercados y alianzas estratégicas en países en vías de desarrollo con préstamos de condicionamiento político.
Negocios riesgosos
Ucrania está atrasada en el pago de sus préstamos chinos, mientras que Zimbabwe no consiguió pagar una cantidad todavía menor. Otros receptores de la política financiera de China, como Venezuela, Ecuador y la Argentina, están sufriendo distintos tipos de contratiempos económicos, proyectando dudas sobre su capacidad para pagar. "China está tomando demasiados riesgos al otorgar préstamos a regímenes inestables en África, América Latina, e incluso algunos países de Asia", dijo Y Yongding, profesor en el centro de estudios de la Academia China de Ciencias Sociales. "Muchas instituciones chinas pensaron que mientras hicieran negocios con los gobiernos, esos negocios estarían cerrados. Pero la realidad política es mucho más complicada".
Para China, hay mucho más que dinero en riesgo. Beijing ha usado su estatus como el proveedor de financiación para desarrollo más grande del mundo para reclamar liderazgo en países subdesarrollados, destinando fondos de sus reservas de monedas extranjeras, de u$s 3.000 millones, buscando estimular relaciones con países que suelen tener agendas anti Estados Unidos. Pero los analistas dicen que este modelo ahora está en riesgo. Hay una propensión a desarrollar negocios bilaterales, elaborados en secreto con países que presentan poca solvencia crediticia, gobiernos inseguros y sectores de recursos poco saludables.
El cambio, el modelo de diplomacia financiera de China tiene implicancias en el resto del mundo. Hay signos de que Beijing se está volviendo más intolerante hacia los riegos más alarmantes. Una tendencia que podría privar a algunas de las economías más frágiles, de líneas de crédito cruciales. Beijing además parece decidido a diluir su riesgo, adoptando un abordaje más institucional y multilateral, como lo demuestan sus planes para crear un Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura y el Nuevo Banco de Desarrollo (CDB por su sigla en inglés). Según los analistas, también hay tensiones dentro de Beijing en cuanto a en qué medida estas instituciones estatales chinas deberían tener objetivos puramente utilitarios y perseguir la agenda estratégica y política del país. Incluso, cambios menores en la forma en la que China implementa financiamientos para desarrollo podrían tener un impacto significativo, dada la escala de sus operaciones y la velocidad de crecimiento desde el 2008. La poca transparencia de sus desembolsos y la falta de información oficial completa, hacen difícil calcular cuánto prestan las instituciones estatales chinas. Fred Hochberg, presidente del Eximbank (Export-Import Bank), dice que las instituciones estatales chinas se han comprometido a la enorme suma de u$s 670.000 millones en los últimos años, mientras que otros apuntan a números más modestos.
Kevin Gallagher, profesor asociado en la Escuela de Estudios Globales Frederick Pardee, de la Universidad de Boston, y Margaret Myers, directora del centro de estudios Inter-American Dialogue, poseen una base de datos que muestra que los préstamos del gobierno chino a América Latina suman un total de u$s 119.000 millones desde el 2005, alcanzando u$s 22.000 millones solo en 2014. Deborah Brautigam, profesora de la Universidad Johns Hopkins, es curadora de una base de datos con información sobre préstamos de China a África con desembolsos de u$s 52.800 millones entre 2000 y 2011. Gallagher cree que el fin del superciclo de los commodities y el precio bajo del petroleo pondrán en riesgo muchas de las economías que China ha financiado más vigorosamente. "En algún lugar de Latinoamérica o África, uno de estos países entrará en default por los préstamos Chinos", predijo Gallagher. Venezuela, en particular, es una causa de alarma. China le ha prestado al país un total de u$s 56.300 millones en 16 tramos, de acuerdo con la información del Inter-Américan Dialogue. El colapaso económico del país provocó que los inversores bonistas auguraran un 90 % de probabilidades de default en los próximos cinco años. Beijing está inquieto. Rechazó las súplicas de Nicolás Maduro, el presidente, quien viajó a China para pedir un rescate financiero a principio de año.
El trato de la deuda original fue cerrado por "un amigo del pueblo chino", el difunto Hugo Chávez, predecesor de Maduro. Se obviaron las chequeras y los saldos, evitando que la deuda fuera autorizada por el parlamento, fundamentando que como no se pagaría en dólares, sino en petroleo, no podía ser clasificada como "deuda".
De acuerdo con Ricardo Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, esto significó que el dinero nunca se consideró dentro del presupuesto nacional, con lo cual evitó las reglas de coparticipación nacionales. Sin embargo, cuando PDVSA, la petrolera nacional, no pudo cumplir con los vencimientos de pago de deuda por petroleo, se vio forzada a pedir prestado al Banco Central, contribuyendo así a la escasez de moneda circulante, que alimenta la inflación y limita la importación de alimentos.
En enfriamiento de China hacia Venezuela se arraiga, no solo en la preocupación por la administración económica de Caracas. Lo que alguna vez fue un apetito voraz por petroleo y metales básicos, que acercó a Beijing y América Latina, ahora se disipa a medida que la economía china se detiene. "Aunque países como Venezuela disfrutaban de una relación especial con China, el gobierno chino no parece tener interés en entregar un cheque en blanco para un rescate, ahora el precio bajo de los commodities ha expuesto deterioros en sus balanzas de pagos", dice David Rees, analista en Capital Economics.
En el caso de Ucrania, Beijing también ha enfriado su anterior interés. Viktor, Yanukovich, el cleptocrático expresidente de Ucrania, fue recibido por Xi Jinping, el presidente de China, con especial cordialidad en 2013, para afirmar una "asociación estratégica" bilateral. Pero desde la destitución de Yanukovich y el giro de China hacia Rusia, las relaciones con Kiev han disminuido a disputas sobre unos u$s 6.600 millones en deudas atrasadas.
Según los analistas, estos contratiempos probablemente convenzan a China de orientar más financiamiento a través de las instituciones multilaterales que se propone dirigir. La motivación principal para sus programas de préstamos también parece estar cambiando; en la última década el propósito principal era buscar acceso a recursos, pero estos están dejando paso a una imperiosa apertura de los mercados transoceánicos para los gigantes de la ingeniería china. "Poner las reservas de divisas chinas en títulos del tesoro de EE.UU. no está rindiendo mucho, con lo cual prestarles en forma de proyectos de infraestructura es una situación en la que todos ganan, ya que genera negocios para compañías grandes que se encuentran sobrepasadas en capacidad", asegura Brautigam.
Grandes proyectos
La escala de los emprendimientos en infraestructura puede sobrepasar todo lo conocido, en términos de compromisos relacionados con recursos. Un caso es el de la Conexión Ferroviaria Biocéanica Perú-Brasil, un proyecto de vía férrea de 5.000 km que correrá desde las ciudades costeras de Perú, en el Pacífico, a través de los Andes, hasta la costa atlántica de Brasil. Todavía no hay un estimado del costo del projecto, pero Xi ha firmado un memorándum de entendimiento, que indica la importancia para Beijing.
Similar es la iniciativa china de "La nueva ruta de la seda", que prevé inversiones de miles de millones de dólares para construir infraestructura de transporte a través de Eurasia, el Mar de China y el Océano Índico. Esto estimula, en parte, a los productores estatales de cemento, acero, embarcaciones y equipamiento pesado, a exportar el exceso de trabajo, según Tom Miller, de Gavekal Dragonomics, una unidad de investigación en Beijing.
La naturaleza de estos megaproyectos de infraestructura, que serán construidos en un período largo y abarcan territorios nacionales, obliga a China a diluir el riesgo. "Debido a la capacidad sobrepasada de China, necesita prestar para facilitar sus exportaciones, por ejemplo, proveyendo crédito a algunos países, para que China pueda ayudarlos a construir vías de alta velocidad", dijo Yu. "Para minimizar las pérdidas y el riesgo, China necesita cooperar con otros países en inversiones de riesgo".
Con este trasfondo es que Beijing está estableciendo nuevas instituciones para rivalizar con el Banco Mundial, el Banco Asiático de Desarrollo y otras entidades que han dominado el financiamiento de desarrollo bajo el "Consenso de Washington", desde la segunda guerra mundial.
La decisión del Reino Unido y otras potencias europeas, de unirse a las negociaciones para convertirse en miembros fundadores del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB por su sigla en inglés), a pesar de la oposición de Washington, demuestra el poder del plan de préstamos de China para la infraestructura. Lo que no queda claro es qué tipo de normas regirán los protocolos del AIIB, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR) -que involucra a Brasil, Rusia, India y Sudáfrica- y el "Fondo de la Ruta de la Seda" de u$s 40.000 millones. Es en esta esfera en la que China, al igual que sus socios en estas nuevas instituciones multilaterales, puede forcejear para conciliar sus agendas.
Yun Sun, experta en política exterior china del Stimson Center, en Washington, dice que ha habido presión para usar los préstamos del AIIB para "hacer avanzar la agenda económica china, especialmente la exportación de productos y servicios chinos". Mientras tanto, estrategas de política exterior china argumentan que el banco "debería apoyar los intereses estratégicos de China, resultando en que países que no respetan a China deberían recibir menos consideraciones", agregó.
Estas ideas presentan un desafío, no solo para China, sino también para los países que se unen a los prestamistas multilaterales que el país lidera. Los cambiantes intereses estratégicos de Beijing suelen estar en desacuerdo con los de sus vecinos y las potencias occidentales, al tiempo que el objetivo de promover las exportaciones chinas puede no ser atractivo para todos los socios. Por lo tanto, el consentimiento mutuo que subyace al sistema de financiamiento de desarrollo internacional, liderado por EE.UU., puede mostrarse impreciso bajo la administración china. El "Consenso de Washingoton" podría convertirse en el "Dilema de Beijing". FINANCIAL TIMES 23.03.15 | 00:00