El rápido deterioro de la confianza que reflejan los mercados, contrasta con la situación de la economía global. A pesar de la desaceleración, es importante no olvidar que despedimos 2018 con crecimientos del 3,7% y que, para 2019, prevemos que el PIB mundial aumente un 3,4%, muy en línea con la media de los últimos 50 años. Además, los resultados empresariales siguen siendo fuertes y, aunque al efecto de la reforma fiscal de Trump se irá desvaneciendo, nuestro pronóstico para el año es de 5%.
Esta fuerte discrepancia entre lo que anticipan los mercados y la economía real, esta aparente existencia de dos universos paralelos, es una paradoja difícil de sostener en el tiempo y parece más propia del principio de superposición de la física cuántica que de la economía. ¿Sabían que, según este principio, las partículas subatómicas tienen la capacidad de estar en dos sitios diferentes simultáneamente? Es como reconocer que el actual desacoplamiento entre los mercados financieros y la economía pudiera alargarse de manera indefinida.
No deberíamos ignorar las señales de desaceleración que nos envía la economía como el deterioro de los diferenciales de crédito, las menores expectativas de la confianza del consumidor, y el PMI chino, que acaba de entrar en contracción. Además, las curvas de tipos de interés que, históricamente han sido un buen anticipador de recesiones, están perdiendo pendiente.
Pero conviene no anticiparse a los acontecimientos: 1) la curva 10-3, históricamente, no ha sido infalible 2) ¿será a partir de ahora la FED más acomodaticia? 3) ¿hasta qué punto la alteración de la prima de plazo reduce la capacidad de predicción? 4) tras la inversión de la curva, las recesiones nunca han sido automáticas y han tardado entre siete y 13 meses en producirse.
En 1935, el Nobel de Física E. Schrödinger propuso un experimento para tratar de explicar por qué el principio de superposición no funciona con los cuerpos normales, o con la Bolsa en nuestro ejemplo. Propuso meter un gato con veneno en una caja opaca. Para la física cuántica, mientras la caja está cerrada, el gato está simultáneamente vivo y muerto. La paradoja se produce cuando se abre la caja, ya que la acción del observador anula la superposición, y determina si el gato está vivo o muerto.
Los parecidos con el momento actual son claros. La caja es la economía, el gato la renta variable, el observador la curva de tipos y el veneno no requiere explicación.
Afortunadamente este experimento fue imaginario y nunca se llevó a la práctica, por lo que, en el mundo real, el gato nunca pudo morir. No esperamos recesión en 2019 y, aunque quedan menos meses para que ocurra, el mercado lo ha puesto en precio en gran parte. Ahora toca rebote.
Joan Bonet Majó es director de Estrategia de Mercados de Banca March.