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J.C.Rodríguez:
Para entender por qué fracasa sistemáticamente la gestión común podemos seguir el ejemplo que pone David Osterfeld en Prosperity versus planning. Partamos de una comuna de 1.000 personas que producen 100.000 fanegas de trigo al año, a razón de 100 por trabajador. Las venden a un precio de 5 dólares cada una, por lo que cada trabajador se llevaría 500 dólares al año. Pedro, totalmente imbuido de las ideas colectivistas, decide incrementar su trabajo hasta las 150 fanegas. Al final del ejercicio se producirán 100.050 fanegas, lo que, dividido entre los 1.000 trabajadores, arroja una nueva división en los 500,25 dólares. En definitiva, Pedro ha aumentado su trabajo en un 50 por ciento y saca un rédito del 0,05 por ciento. Los otros 999 también se beneficiaron en un 0,05 por ciento, aunque en su caso sin aportar una fanega más al común. Pedro carga con todos los costes de su mayor esfuerzo y el resultado se reparte entre todos. Juan, sin embargo, ha entendido cómo funciona el sistema y decide trabajar la mitad. Ahora se producirán 99.950 fanegas, que reducen las ventas a 499.750 dólares, o 499,75 por persona. Juan trabaja la mitad y sólo pierde un 0,05 por ciento. Mientras que se lleva todo el beneficio de aumentar su ocio, los costes de la menor producción se reparten entre toda la sociedad.
Para entender por qué fracasa sistemáticamente la gestión común podemos seguir el ejemplo que pone David Osterfeld en Prosperity versus planning. Partamos de una comuna de 1.000 personas que producen 100.000 fanegas de trigo al año, a razón de 100 por trabajador. Las venden a un precio de 5 dólares cada una, por lo que cada trabajador se llevaría 500 dólares al año. Pedro, totalmente imbuido de las ideas colectivistas, decide incrementar su trabajo hasta las 150 fanegas. Al final del ejercicio se producirán 100.050 fanegas, lo que, dividido entre los 1.000 trabajadores, arroja una nueva división en los 500,25 dólares. En definitiva, Pedro ha aumentado su trabajo en un 50 por ciento y saca un rédito del 0,05 por ciento. Los otros 999 también se beneficiaron en un 0,05 por ciento, aunque en su caso sin aportar una fanega más al común. Pedro carga con todos los costes de su mayor esfuerzo y el resultado se reparte entre todos. Juan, sin embargo, ha entendido cómo funciona el sistema y decide trabajar la mitad. Ahora se producirán 99.950 fanegas, que reducen las ventas a 499.750 dólares, o 499,75 por persona. Juan trabaja la mitad y sólo pierde un 0,05 por ciento. Mientras que se lleva todo el beneficio de aumentar su ocio, los costes de la menor producción se reparten entre toda la sociedad.