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Se abrió el primer barril y la cerveza empezó a fluir al inaugurarse el sábado la edición número 186 de la Oktoberfest en la ciudad de Múnich, en el sur de Alemania.
El alcalde Dieter Reiter clavó un grifo en el primer barril con dos golpes de martillo y al grito de “O’zapt is” (“abierto está”), como requiere la tradición, entregó el primer tarro al gobernador de Baviera, Markus Soeder.
Incluso antes de que las meseras comenzaran a servir cervezas en vasos de un litro a mediodía, el área del festival estaba tan abarrotada que los guardias de seguridad sólo permitieron el ingreso a las carpas a quienes tenían reservaciones.
Los asistentes, muchos hombres y mujeres con atuendos alemanes tradicionales, comenzaron a hacer fila en la entrada antes del amanecer para entrar.
“Tomé el primer tren temprano por la mañana”, dijo Felix Stenglein, de la cercana ciudad de Eichenau, en declaraciones a la agencia noticiosa dpa.
Poco después de las 9 de la mañana, los organizadores dijeron que la fiesta había comenzado.
“Queridos invitados, bienvenidos a Oktoberfest”, dijo un organizador. “Estamos dando inicio al festival abriendo las puertas”.
El anuncio fue hecho en alemán, inglés, y bávaro, un dialecto alemán tan fuerte y con una entonación local tan particular que incluso muchos oriundos de otras partes Alemania que hablan alemán tienen problemas para entenderlo.
Cuando abrieron las puertas, muchas personas corrieron a los puestos de cervezas para asegurarse de conseguir uno de los codiciados espacios en las largas bancas de madera.
Se espera la asistencia de unas 6 millones de personas de todo el mundo hasta que finalice la Oktoberfest el 6 de octubre. Al igual que años anteriores, los precios de las cervezas subieron de nuevo. Un vaso de un litro cuesta hasta 13 dólares (11,80 euros), un aumento de 30 centavos en comparación al año pasado.
El alcalde Dieter Reiter clavó un grifo en el primer barril con dos golpes de martillo y al grito de “O’zapt is” (“abierto está”), como requiere la tradición, entregó el primer tarro al gobernador de Baviera, Markus Soeder.
Incluso antes de que las meseras comenzaran a servir cervezas en vasos de un litro a mediodía, el área del festival estaba tan abarrotada que los guardias de seguridad sólo permitieron el ingreso a las carpas a quienes tenían reservaciones.
Los asistentes, muchos hombres y mujeres con atuendos alemanes tradicionales, comenzaron a hacer fila en la entrada antes del amanecer para entrar.
“Tomé el primer tren temprano por la mañana”, dijo Felix Stenglein, de la cercana ciudad de Eichenau, en declaraciones a la agencia noticiosa dpa.
Poco después de las 9 de la mañana, los organizadores dijeron que la fiesta había comenzado.
“Queridos invitados, bienvenidos a Oktoberfest”, dijo un organizador. “Estamos dando inicio al festival abriendo las puertas”.
El anuncio fue hecho en alemán, inglés, y bávaro, un dialecto alemán tan fuerte y con una entonación local tan particular que incluso muchos oriundos de otras partes Alemania que hablan alemán tienen problemas para entenderlo.
Cuando abrieron las puertas, muchas personas corrieron a los puestos de cervezas para asegurarse de conseguir uno de los codiciados espacios en las largas bancas de madera.
Se espera la asistencia de unas 6 millones de personas de todo el mundo hasta que finalice la Oktoberfest el 6 de octubre. Al igual que años anteriores, los precios de las cervezas subieron de nuevo. Un vaso de un litro cuesta hasta 13 dólares (11,80 euros), un aumento de 30 centavos en comparación al año pasado.