La crisis de bonos municipales americanos está intensificándose mientras las opiniones de los analistas son cada vez más divergentes. Durante los pasados meses, el mercado de munis ha sufrido una fuerte caída en precio, subida de rentabilidades, y salida de fondos masiva.
Desde la opinión apocalíptica de Meredith Whitney, famosa por anticipar el caos subprime, quien estima que se producirán más quiebras e impagos de los que ahora podamos imaginar originando unas pérdidas que serán billonarias, hasta la más constructiva de David Rosenberg, quien considera la purga de los últimos meses como una oportunidad de compra de largo plazo.
Hasta el pasado verano, la inversión en Bonos Municipales era considerada segura por los inversores y atraía un flujo de fondos constante. Los desajustes de las cuentas de numerosos emisores y las deficientes perspectivas de mejora en el futuro inmediato han provocado un cambio de percepción y de actitud inversora. De hecho las salidas o ventas son remarcables, vean (adjunto 1).
Sólo la semana pasada se han retirado fondos por valor de $2.370 millones, ha sido la número diez consecutiva de retirada de fondos.
Los disparatados deficit de los emisores (Federal, Estatal, Municipal de agencias) junto con la brecha negativa entre ingresos y gastos todavía existente está poniendo en entredicho ahora la capacidad de éxito de las nuevas emisiones previstas para el año en curso.
Al margen de la disparidad de opiniones (unos esperan caos y perdidas billonarias y otros ven a los emisores ajustando las cuentas y oportunidad de compra) es más que posible que se produzca algún episodio “a la griega”.
La posición del Estado está siendo clara, hasta ahora, no van a rescatar a nadie porque si lo hacen se enfrentarían al riesgo de recibir multitud de peticiones igual de legítimas… entonces, si suspenden pagos sólo dos o tres emisores pero alguno es grande ¿habrá efecto contagio?.
Dentro de pocas semanas comenzará la tensión respecto del techo de la deuda. Curiosamente, todavía se comenta el asunto con cierta distancia a pesar de su importancia y posibles efectos. Según encuestas de Reuters, el 71% de americanos no desea elevar el techo de deuda y de igual forma que el Tea Party, prefieren que el gobierno refuerce la austeridad y ahorre.
SI finalmente este es el camino y no se aprueba el aumento de techo de deuda, entonces habrá que preocuparse por los efectos económicos que tendrán los recortes de gastos y subidas de impuestos. Por cierto, este escenario es una realidad que ya se está observando en algunos estados y afectará en su aportación al PIB USA.
Antonio Iruzubieta.
CEFA.