Alta rotación y corta permanencia: el gran desafío de los CEOs
La tasa global de recambio de números uno alcanzó el año pasado un 14,3%, según un nuevo estudio de Booz & Company. Si bien el ritmo de sucesiones continúa alto, la buena nueva es que el porcentaje de despidos comenzó a descender, dando lugar a un mayor número de salidas planificadas.
Estefanía Gigant
Convertirse en CEO es sin duda el sueño de muchos ejecutivos. Sin embargo, con directorios cada día más controladores y una creciente exigencia de resultados, este trabajo está lejos de ser un lecho de rosas. Como si fuera poco, la tasa de rotación de números uno alcanzó la cresta de la ola hace un par de años y, aunque hoy permanece estable, sigue siendo sugestivamente alta. De hecho, según el último estudio realizado por Booz & Company sobre rotación de CEOs, el año pasado el ritmo de recambio tocó el 14,3%, alcanzando a una de cada siete de las 2.500 compañías de capitalización bursátil encuestadas en todo el mundo.
Este porcentaje casi no implicó cambios con respecto al 15,4% registrado el año anterior, pero sí marca un gran crecimiento desde el 12,9%, alcanzado en 2000, cuando se realizó el primero de esta serie de estudios que acaban de cumplir una década. La buena nueva para los CEOs es que el porcentaje de salidas forzadas o despidos mostró una leve mejora: cayó del 5,1%, el más alto de la década, a un sobrio 3,3% de participación en la tasa de rotación. “Una de las razones por las que bajaron las salidas forzosas es que los directorios comenzaron a entender que un recambio de CEO no genera resultados automáticamente”, razona Ariel Fleichman, director de Booz & Company Argentina.
En términos absolutos, el año pasado estos despidos representaron apenas el 23% (frente al 33% del turbulento 2005), mientras que las salidas planificadas fueron el motor principal de recambio, al concentrar el 64% de las partidas de CEOs. El 13% restante se debió a fusiones y adquisiciones, el tercer factor de recambio que maneja tradicionalmente este estudio, que también permite trazar un buen identikit de los CEOs siglo XXI.
Para los expertos de Booz no es una casualidad que las sucesiones planificadas (dadas por jubilaciones, enfermedades o cambios planificados) se hayan incrementado globalmente en los últimos tres años. En tiempos de turbulencias económicas e imprevisibilidad, los directorios han sido reacios a hacer movimientos bruscos y las decisiones más conservadoras llevan las de ganar.
Fecha de vencimiento
Más allá de las razones que motivan la rotación, lo que resulta innegable es que el tiempo de permanencia en la cúspide es cada vez más corto, lo que sin duda representa una señal de alerta para aquellos que aspiren a ocupar este lugar de privilegio. Los CEOs deben hacer cada vez más y, como si fuera poco, hacerlo más rápidamente.
Es más, la vida útil del CEO parece acortarse día a día. En esta última década, los directorios han recortado en nada menos que dos años el tiempo de permanencia de un número uno en su cargo: el tiempo de ostentación de este título ha pasado de 8,1 años a 6,3 años. “Los nuevos CEOs cuentan con menos años para desarrollar una estrategia que pueda cambiar el juego, en comparación con sus predecesores”, explica Fleichman.
Otro dato para tener en cuenta: si bien los CEOs están dejando su oficina a la misma edad promedio que lo hicieron históricamente, la investigación de
Booz puso de manifiesto que hoy son mayores cuando asumen esta responsabilidad. Este promedio pasó de 50,2 años en 2000 a un creciente 53,2 en 2009, probando que las canas y la experiencia son hoy más valoradas que nunca.
La tasa global de recambio de números uno alcanzó el año pasado un 14,3%, según un nuevo estudio de Booz & Company. Si bien el ritmo de sucesiones continúa alto, la buena nueva es que el porcentaje de despidos comenzó a descender, dando lugar a un mayor número de salidas planificadas.
Estefanía Gigant
Convertirse en CEO es sin duda el sueño de muchos ejecutivos. Sin embargo, con directorios cada día más controladores y una creciente exigencia de resultados, este trabajo está lejos de ser un lecho de rosas. Como si fuera poco, la tasa de rotación de números uno alcanzó la cresta de la ola hace un par de años y, aunque hoy permanece estable, sigue siendo sugestivamente alta. De hecho, según el último estudio realizado por Booz & Company sobre rotación de CEOs, el año pasado el ritmo de recambio tocó el 14,3%, alcanzando a una de cada siete de las 2.500 compañías de capitalización bursátil encuestadas en todo el mundo.
Este porcentaje casi no implicó cambios con respecto al 15,4% registrado el año anterior, pero sí marca un gran crecimiento desde el 12,9%, alcanzado en 2000, cuando se realizó el primero de esta serie de estudios que acaban de cumplir una década. La buena nueva para los CEOs es que el porcentaje de salidas forzadas o despidos mostró una leve mejora: cayó del 5,1%, el más alto de la década, a un sobrio 3,3% de participación en la tasa de rotación. “Una de las razones por las que bajaron las salidas forzosas es que los directorios comenzaron a entender que un recambio de CEO no genera resultados automáticamente”, razona Ariel Fleichman, director de Booz & Company Argentina.
En términos absolutos, el año pasado estos despidos representaron apenas el 23% (frente al 33% del turbulento 2005), mientras que las salidas planificadas fueron el motor principal de recambio, al concentrar el 64% de las partidas de CEOs. El 13% restante se debió a fusiones y adquisiciones, el tercer factor de recambio que maneja tradicionalmente este estudio, que también permite trazar un buen identikit de los CEOs siglo XXI.
Para los expertos de Booz no es una casualidad que las sucesiones planificadas (dadas por jubilaciones, enfermedades o cambios planificados) se hayan incrementado globalmente en los últimos tres años. En tiempos de turbulencias económicas e imprevisibilidad, los directorios han sido reacios a hacer movimientos bruscos y las decisiones más conservadoras llevan las de ganar.
Fecha de vencimiento
Más allá de las razones que motivan la rotación, lo que resulta innegable es que el tiempo de permanencia en la cúspide es cada vez más corto, lo que sin duda representa una señal de alerta para aquellos que aspiren a ocupar este lugar de privilegio. Los CEOs deben hacer cada vez más y, como si fuera poco, hacerlo más rápidamente.
Es más, la vida útil del CEO parece acortarse día a día. En esta última década, los directorios han recortado en nada menos que dos años el tiempo de permanencia de un número uno en su cargo: el tiempo de ostentación de este título ha pasado de 8,1 años a 6,3 años. “Los nuevos CEOs cuentan con menos años para desarrollar una estrategia que pueda cambiar el juego, en comparación con sus predecesores”, explica Fleichman.
Otro dato para tener en cuenta: si bien los CEOs están dejando su oficina a la misma edad promedio que lo hicieron históricamente, la investigación de
Booz puso de manifiesto que hoy son mayores cuando asumen esta responsabilidad. Este promedio pasó de 50,2 años en 2000 a un creciente 53,2 en 2009, probando que las canas y la experiencia son hoy más valoradas que nunca.