El TLCAN ha muerto y nace un nuevo acuerdo comercial USA/México que deja fuera de momento a Canadá

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México y Estados Unidos llegaron el lunes a un acuerdo preliminar para reemplazar el TLCAN con un nuevo tratado que estaría dirigido a impulsar la manufactura estadounidense, una medida que genera ciertas interrogantes y amenaza con afectar las operaciones de empresas que hacen negocios en el bloque.

Al anunciar el acuerdo tentativo el lunes en la Casa Blanca, el mandatario estadounidense dijo que el nuevo tratado podría llamarse “Acuerdo Comercial Estados Unidos-México” porque, desde su punto de vista, el TLCAN se había granjeado una reputación de ser dañino para los trabajadores estadounidenses.

El presidente Donald Trump insinuó que podría dejar fuera del nuevo pacto a Canadá, el tercer miembro del TLCAN y el segundo socio comercial estadounidense. Pero dijo que le daría la oportunidad de volver, “si están dispuestos a negociar de manera justa”. Para aumentar la presión sobre Ottawa, amenazó con imponer nuevos aranceles a los automóviles canadienses.

La negociadora de Canadá para el TLCAN, la ministra de Relaciones Exteriores Chrystia Freeland, acortó una gira por Europa y viajará a Washington el martes para tratar de reanudar las negociaciones.

“Sólo firmaremos un nuevo TLCAN que sea bueno para Canadá y bueno para la clase media”, dijo Adam Austen, portavoz de Freeland, y agregó que “se requiere la firma de Canadá”.

“Todavía hay mucha incertidumbre... inquietud y nerviosismo. Una sensación de que estamos afuera solo viendo”, dijo Peter MacKay, exministro de Justicia, de Defensa y de Relaciones Exteriores de Canadá, quien es ahora socio del bufete Baker McKenzie.

Hubo críticas por la posible exclusión de Canadá del TLCAN, en parte debido a los riesgos que podría representar para las compañías involucradas en el comercio internacional. Muchas empresas de manufactura han construido complejas pero importantes cadenas de suministro que cruzan las fronteras de los tres socios del TLCAN.

Trump rápidamente cantó victoria, e hizo notar que los precios de las acciones repuntaron el lunes, en parte por el aparente avance logrado con los mexicanos.

“Acabamos de firmar un acuerdo comercial con México, y es un acuerdo magnífico para todos”, afirmó el presidente. “Es un acuerdo que mucha gente dijo no podía lograrse”.

Trump ha criticado con frecuencia el TLCAN por considerarlo un “desastre” que acaba con los empleos estadounidenses. El tratado, vigente desde hace 24 años, redujo la mayoría de las barreras comerciales entre los tres países, pero el mandatario y otros críticos dicen que alentó a los fabricantes estadounidenses a mudar sus plantas al sur de la frontera para aprovechar la mano de obra barata en México.

El acuerdo preliminar con México podría fomentar una mayor producción en Estados Unidos. Aun así, está lejos de ser definitivo. Incluso después de que sea firmado formalmente, tendría que ser ratificado por los legisladores de cada país

El Congreso de Estados Unidos no votaría el TLCAN sino hasta el próximo año, después de las elecciones de mitad de periodo programadas para noviembre, las cuales podrían poner fin al control de los republicanos en la Cámara de Representantes.

“Sigue habiendo muchas preguntas sin respuesta”, aseveró MacKay. Apuntó, por ejemplo, que Trump no dijo nada el lunes acerca de levantar los aranceles estadounidenses sobre el acero de México o Canadá, gravámenes que fueron impuestos en parte para presionar a ambos países a llegar a un acuerdo sobre el TLCAN.

Pero inicialmente parece una victoria tentativa en materia de relaciones públicas para Trump, una semana después de que su exjefe de campaña fue declarado culpable de delitos financieros y de que su exabogado personal lo implicó en pagos realizados para comprar el silencio de dos mujeres que afirman haber sostenido un amorío con el mandatario.

Antes de que el gobierno comenzara a negociar un nuevo TLCAN hace un año, le notificó al Congreso que estaba iniciando conversaciones con Canadá y México. Así que el anuncio del lunes genera esta interrogante: ¿Está autorizado a llegar a un acuerdo con solo uno de los países?

Un alto funcionario gubernamental, que habló con reporteros bajo condición de anonimato, aseveró que sí: El gobierno puede decirle al Congreso que ha llegado a un acuerdo con México, y que Canadá es bienvenido si desea unirse.

Pero otros analistas dijeron que la respuesta no es clara: “Es una cuestión que nunca ha sido puesta a prueba”, dijo Lori Wallach, directora del Global Trade Watch, una división de la organización Public Citizen que se dedica a defender al consumidor.

Incluso el representante republicano Kevin Brady, presidente de la Comisión de Recursos y Arbitrios de la Cámara de Representantes y aliado crucial de Trump, expresó cautela sobre el aparente adelanto del lunes. Brady dijo que prevé “analizar cuidadosamente los detalles y hacer consultas en las próximas semanas para determinar si la nueva propuesta cumple con las prioridades comerciales establecidas por el Congreso”.

Y el segundo republicano de mayor rango en el Senado, John Cornyn, calificó el anuncio del lunes como una “medida positiva”, pero señaló que Canadá debe formar parte del pacto final.

“Un acuerdo trilateral es el mejor camino”, dijo, y agregó que millones de empleos están en juego.

Y hay razones políticas para mantener a Canadá en el bloque. “No será fácil para México vender el ‘Acuerdo de Trump’ en casa si Canadá no considera que es un buen acuerdo”, afirmó Daniel Ujczo, abogado comercial de la firma Dickinson Wright PLLC. “Va a parecer que México cedió”.

El gobierno de México sí ha dicho que desea que Canadá forme parte de un nuevo acuerdo que reemplace al TLCAN. Pero el canciller mexicano Luis Videgaray les dijo a los reporteros que “México tendrá un acuerdo de libre comercio sin importar el desenlace” de las negociaciones entre Washington y Ottawa.

La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos dijo el lunes que México ha aceptado garantizar que 75% del producto automotriz sea producido dentro del bloque comercial (comparado con el 62,5% actual) para gozar de la exención de aranceles, y que entre 40% y 45% sea fabricado por trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora. Esos cambios pretenden impulsar la producción automotriz en Estados Unidos.

Durante meses, las negociaciones estuvieron estancadas a causa de la insistencia del gobierno de Trump sobre una “cláusula de caducidad” que permitiría que la versión renegociada del TLCAN terminara después de cinco años, a menos que los tres países estuvieran de acuerdo en continuarlo. México y Canadá objetaron la propuesta.

El lunes, el gobierno de Trump y el de México anunciaron un acuerdo al respecto: el nuevo TLCAN se mantendrá vigente 16 años. Después de los primeros seis años, los países revisarían el acuerdo y decidirían si es necesario actualizarlo o modificarlo. Entonces acordarían un nuevo tratado de 16 años o lo dejarían expirar.
 

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Pese al acuerdo con México, abundan las dificultades para hacer que los intentos del presidente Donald Trump de reestructurar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte produzcan un pacto más favorable a los trabajadores estadounidenses.

Canadá, estrecho aliado de Estados Unidos y su segundo mayor socio comercial, quedó excluido del acuerdo preliminar que Trump acaba de lograr con México y está en apuros para permanecer en el pacto norteamericano y evitar aranceles estadounidenses sobre sus vehículos.

En comparación México, que paradójicamente ha sido blanco de numerosas ofensas por parte del actual presidente estadounidense, logró un acuerdo preliminar a fin de reemplazar al TLCAN con uno que entre otras cosas, traslade más puestos de empleo de manufactura a Estados Unidos.

Al anunciar el acuerdo el lunes, Trump declaró que debería llamarse el “Tratado Comercial entre Estados Unidos y México”, intencionalmente absteniéndose de mencionar a Canadá.

La ministra de relaciones exteriores canadiense Chrystia Freeland viajo inmediatamente a Washington para tratar de reparar el daño y se reunió el martes con el presentante comercial estadounidense Robert Lighthizer.

Freeland aseguró que tuvo “una conversación muy buena, muy productiva con Lighthizer sobre maneras de reestructura el TLCAN. Ambas partes comenzarán a negociar los detalles a partir del miércoles.

Lighthizer tiene pensado notificarle al Congreso el viernes sobre el acuerdo con México. Con ello comenzaría una cuenta regresiva de 90 días que le permitiría al presidente saliente Enrique Peña Nieto firmar el nuevo pacto antes de dejar el cargo el 1 de diciembre. Si Peña Nieto no llega a firmarlo, la decisión quedaría en manos del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien quizá desearía reiniciar las negociaciones, complicando las posibilidades de un nuevo acuerdo.

Intensificando la presión sobre Canadá, Trump amenazó el lunes con imponer aranceles sobre los automóviles hechos en Canadá, lo que según analistas tiene en aprietos al gobierno canadiense.

Canadá está negociando “bajo la amenaza de tarifas sobre la venta de vehículos y la demolición del TLCAN”, opinó Philip Levy, analista del Consejo de Chicago para Política Internacional y quien fue asesor comercial para la presidencia de George W. Bush.

El gobierno estadounidense afirma que el plazo no es tan estricto como parece. Tras avisarle al Congreso sobre el nuevo acuerdo, tiene 30 días para divulgar al público una copia del texto completo.

“Ello quiere decir que tienen espacio de maniobra” para afinar los detalles y meter a Canadá en el nuevo bloque comercial norteamericano, dijo Levy.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, se manifestó optimista el martes.

“Nuestro objetivo es subir a Canadá a bordo rápidamente”, dijo Mnuchin al canal CNBC. “No creo que hay muchos puntos de discordia”.

Grupos empresariales y legisladores desde ya le están advirtiendo al gobierno de Trump que debe incluir a Canadá, y le han recordado que cuando le avisó al Congreso el año pasado de sus intenciones de renegociar el TLCAN, había dicho claramente que incluiría tanto a México como a Canadá. No queda claro ni siquiera si el equipo estadounidense tiene la autoridad de firmar un acuerdo separado con uno solo de esos países y el Congreso, que en todo caso tendría que ratificar cualquier tratado, podría negarse si éste excluye a Canadá.

“No creo que jamás he visto algo así”, dijo Stephen Orava, abogado de la firma King & Spalding que se especializa en asuntos comerciales. “La trayectoria, tanto legal como política, es mucho más complicada que eso, hay muchos más obstáculos que superar”.

Tras su implementación en 1994, el TLCAN acabó con la mayoría de las barreras comerciales entre Estados Unidos, Canadá y México y el comercio entre esos tres países saltó. Pero muchas empresas de Estados Unidos trasladaron sus instalaciones al sur de la frontera para aprovechar la mano de obra barata, y los productos finalizados eran enviados a Estados Unidos.

En su campaña presidencial, Trump arremetió una y otra vez contra el traslado de empleos a México y contra el déficit comercial que Estados Unidos tiene con ese país: 69.000 millones de dólares el año pasado.

El acuerdo logrado esta semana busca cambiar ese esquema, y hacer que algunos empleos del sector manufacturero regresen a Estados Unidos. Entre otros aspectos, el acuerdo estipula que entre el 40 y el 45% de cada vehículo sea fabricado en un país donde el salario mínimo es de por lo menos 16 dólares la hora. Los obreros en las plantas mexicanas ganan en promedio poco más de 5 dólares la hora, mientras que el Estados Unidos la cifra es de casi 22 dólares la hora.

Entonces, si según Trump el gran problema era México, ¿cómo es que Canadá terminó siendo el país excluido?

Al fin y al cabo Canadá es uno de los pocos países industrializados que le compran más bienes y servicios a Estados Unidos que lo que le venden. (El año pasado estados Unidos registró un leve superávit comercial con Canadá, de casi 3.000 millones de dólares).

Además, Estados Unidos y Canadá son aliados históricos, que lucharon hombro a hombro en varias guerras, desde la Primera Guerra Mundial hasta la invasión de Afganistán. Son tan cercanos que los creadores de “South Park” produjeron una película cómica basada en la absurda premisa de una guerra entre los dos vecinos.

Pero hay discrepancias. Estados Unidos se queja de que Canadá vende madera en Estados Unidos a precios por debajo del mercado y aplica aranceles para proteger su industria láctea. Ambos son temas que muy probablemente serán discutidos durante la visita de Freeland.

Debido al estilo bombástico de Trump, “hay que tener un villano o algún drama, y ese villano ahora es Canadá“, dijo Laura Dawson, directora del Instituto de Estudios Canadienses en el centro de investigaciones Wilson.

El lunes, Trump nuevamente acusó a Canadá de imponer aranceles de casi 300% a los productos lácteos estadounidenses.

“Eso no lo vamos a tolerar”, declaró el mandatario, aunque en realidad Estados Unidos impone enormes aranceles también: de 350% para los productos de tabaco, por ejemplo, y 160% sobre el maní.

De hecho, los aranceles no son un gran problema entre Estados Unidos y Canadá, pues el TLCAN los eliminó casi todos.

En cierta manera, la discordia entre Estados Unidos y Canadá parece ser algo personal entre Trump y el primer ministro canadiense Justin Trudeau. Tras una cumbre del Grupo de los Siete en junio, Trump se enfureció porque Trudeau expresó en conferencia de prensa que no iba a aceptar conductas abusivas de Estados Unidos.

El asesor comercial estadounidense en ese entonces agravó las tensiones afirmando que “hay un lugar especial en el infierno” para Trudeau, aunque luego se arrepintió de sus palabras.

Además, Canadá parece menos dispuesta que México a aceptar una reestructuración del TLCAN como la que quería Trump.

“Canadá estaba muy contenta con el estatus quo”, dijo Christopher Sands, director del Centro de Estudios de Canadá en la Universidad Johns Hopkins. En comparación México “está muy consciente de que el TLCAN es la mejor manera de salir de su estatus de país en desarrollo ... Estaban dispuestos a hacer lo que sea para mantener un acuerdo”.

El martes no hubo avances significativos en el diálogo Canadá-Estados Unidos, pero Orava afirmó que “hay flexibilidad de parte y parte” aunque también admitió “serán unos días bastante intensos”.
 

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Muchas personas en el gobierno de Estados Unidos, e incluso algunas en México, dicen que el nuevo acuerdo comercial entre los dos países ayudará a aumentar los salarios en la industria automotriz de México.

Pero los activistas dicen que el pacto no hará eso ni detendrá el flujo constante de empleos hacia el sur, al menos no hasta que México cambie sus leyes laborales y elimine los “contratos de protección” que dejan indefensos a los trabajadores.

El acuerdo anunciado el lunes incluye algunas promesas vagas en esa dirección, pero esencialmente deja todo en manos de México, donde una red de complicidad gubernamental hasta ahora ha bloqueado todo avance en ese terreno.

El activista Pablo Medina dice que él y 57 compañeros de trabajo fueron despedidos el 9 de julio de la planta de neumáticos Goodyear en San Luis Potosí, México, después de tratar de organizar un sindicato independiente en la fábrica, donde pasaron dos años sin que los empleados conocieran siquiera al sindicato que supuestamente los representaba.

Los trabajadores de Goodyear efectuaron una huelga espontánea el 24 de abril después que uno de ellos se desmayara por el calor del departamento de vulcanización y se fracturara tres costillas, y después de que se enteraran de que el esperado aumento a sus sueldos _equivalentes a 1,50 dólares la hora_ sería de apenas 50 centavos de dólar por día.

“Las condiciones de trabajo adentro de Goodyear son muy inseguras, la rotación de personal también ha sido muy elevada, y, claro, los salarios son bastante bajos para lo que se paga dentro de la industria hulera”, dijo Medina, quien lucha por recuperar su empleo.

En declaraciones enviadas por correo electrónico, Goodyear México negó que la planta sea insegura y afirmó que es un “empleador competitivo” en materia salarial en la región. Agregó que el aumento salarial de este año fue de 6%, más o menos igual a la inflación del año pasado. Reconoció que un grupo de empleados fue despedido debido a la huelga, pero negó que hubieran sido 57.

Una de las principales razones por las que los sueldos son muy bajos _casi una décima parte de lo que se paga en plantas estadounidenses_ son los “contratos de protección” que los trabajadores nunca han firmado, aprobado en votación o siquiera visto. Goodyear, por ejemplo, firmó en abril de 2015 un contrato laboral con el sindicato progubernamental CTM, meses antes de que abriera su planta en San Luis Potosí o de que contratara incluso a su primer trabajador.

La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos dijo el lunes en un comunicado que la insistencia del acuerdo en los derechos laborales “representa las cláusulas más estrictas de cualquier acuerdo comercial”. Según el pacto, “México se compromete a medidas legislativas específicas para proveer el reconocimiento efectivo del derecho al contrato colectivo de trabajo”, agregó.

Sin embargo, el secretario mexicano de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, dijo a The Associated Press que el acuerdo no obliga a México a hacer gran cosa más allá de aplicar la vaga reforma constitucional aprobada el año pasado que requiere que los trabajadores sean consultados y aprueben los contratos laborales. “Pero la obligación no nace propiamente del tratado de libre comercio, sino de la reforma constitucional que ya se aprobó el año pasado”, destacó Videgaray.

Y el primer proyecto de la ley que se supone México aprobará de conformidad con el acuerdo fue escrito por Tereso Medina, el líder sindical progubernamental que firmó el contrato de protección en la planta de Goodyear. La ley no está aprobada, pero daría a personas como Medina _que también fue senador del partido gobernante_ un papel importante en una comisión que supervisa los contratos colectivos.

El representante demócrata Sander Levin, de Michigan, dijo que “México ha estado muy, muy determinado a tener una política industrial fundamentada en sueldos extremadamente bajos... Los contratos de protección pululan en el sector industrial, hay miles y miles de ellos”.

“A menos de que haya garantías de que la actual política industrial y la estructura de bajos salarios en México se abordará de manera efectiva (en el nuevo acuerdo comercial), no creo que muchos demócratas lo aprueben, ni creo que llegue a buen puerto”, afirmó Levin.

La Oficina del Representante Comercial destacó otro “logro crucial” en el nuevo acuerdo: “Para apoyar los empleos en América del Norte, el acuerdo necesita nuevas reglas de origen para impulsar los salarios, como el requisito de que entre 40 y 45% del contenido de los vehículos sea fabricado por trabajadores que ganen al menos 16 dólares estadounidenses por hora”.

Este punto incluso fue destacado por el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, que asumirá el cargo el 1 de diciembre.

“Vemos con buenos ojos el que se haya establecido un aumento en los salarios para trabajadores de la industria automotriz”, declaró López Obrador.

Sin embargo, Levin dijo que “no estamos seguros de cuál será el impacto de las reglas de contenido”. Algunos trascendidos indican que la regla de contenido de 40% podría contar el trabajo de ingeniería efectuado en Estados Unidos.

“Antes que nada, ¿qué será considerado parte del 40%? Si se incluye la propiedad intelectual, por ejemplo, no se llegaría al 40, 45%” del contenido que correspondería a los obreros de fábrica.

Videgaray insinuó que el requisito era una meta a muy largo plazo, dado que los sueldos del sector automovilístico en México _que en promedio equivalen a unos 3,14 dólares la hora_ tendría que multiplicarse por cinco para acercarse a los 16 dólares por hora.

“Este acuerdo indudablemente genera incentivos para que a lo largo del tiempo crezcan los salarios en la producción automotriz... Entonces eso genera un claro incentivo para que los salarios en México eventualmente alcancen un nivel más alto”, declaró Videgaray. “Para este objetivo no se fija un tiempo”.

Muchos consideran la cláusula de los 16 dólares la hora como el sustituto de la exigencia original de Trump de que el TLCAN requiera que los vehículos contengan 50% de contenido estadounidense.

Medina, el trabajador despedido de la planta, no finca sus esperanzas en el acuerdo comercial ni en la perspectiva de que el gobierno de López Obrador _que con sus alianzas tendría mayoría en el Congreso_ pueda impulsar una mejor iniciativa.

“Quisiéramos que adentro del TLC hubiera también garantías para los trabajadores, no solamente para los empresarios”, declaró Medina. “Realmente tenemos esperanza de que las cosas van a cambiar, pero no por el nuevo gobierno, sino por la lucha de los trabajadores”.

Numerosos aspectos del TLCAN no han cambiado para bien: A pesar de las promesas en 1994 de que el acuerdo reduciría gradualmente la brecha salarial entre México y Estados Unidos, ocurrió lo contrario. De acuerdo con un estudio del Colegio de México, una institución académica de élite, “la brecha salarial entre los países no solo se ha mantenido, sino que se ha incrementado”. Si los trabajadores del sector automovilístico en Estados Unidos tenían un ingreso 5,4 veces mayor que sus colegas mexicanos en 1994, para 2016 ganaban 9,1 veces más.

“El problema de los estándares laborales básicos fue el tema fundamental cuando el TLCAN se negoció hace 25 años, y no haberlo abordado de manera efectiva fue el principal punto de discordia y la principal razón por la que la mayoría de nosotros los demócratas votamos en contra hace 25 años”, declaró Levin. “Hasta donde sé, no hay garantía de que en lo negociado a la fecha se haya abordado este punto central de forma efectiva”.
 

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Las negociaciones para mantener a Canadá en el bloque comercial de América del Norte fueron suspendidas el viernes y se reanudarán la semana entrante debido a las divisiones en temas como el sector lácteo canadiense y los intentos de Washington de proteger a las compañías farmacéuticas de la competencia de los genéricos.

El presidente Donald Trump notificó el viernes al Congreso que tiene intención de firmar un acuerdo con México en 90 días que reemplazará al TLCAN, y que espera que Canadá se integre también al pacto. El Congreso tendrá que aprobar cualquier acuerdo.

Estados Unidos y México concertaron el lunes un acuerdo sin Canadá. La ministra de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland, viajó entonces de inmediato a Washington a fin de sostener conversaciones para preservar la participación de Canadá en el acuerdo comercial regional.

Pero cuatro días no fueron suficientes para superar el estancamiento en las negociaciones con el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer. Las conversaciones entre Estados Unidos y Canadá se reanudarán el miércoles.

Las negociaciones habían tomado el viernes un giro negativo debido a las noticias de que el presidente Donald Trump había dicho a Bloomberg News que no estaba dispuesto a hacer ninguna concesión a Canadá. Trump dijo que quería que las declaraciones fueran confidenciales, porque de lo contrario “va a ser tan insultante que no podrán cerrar un acuerdo”.

Los comentarios fueron filtrados al Toronto Star, y el viernes en la tarde Trump los confirmó en un tuit.

“¡Vaya, hice declaraciones confidenciales a Bloomberg sobre Canadá, y este poderoso entendimiento fue violado flagrantemente. Bueno, más información deshonesta. Ya estoy acostumbrado. Al menos Canadá ya conoce mi postura!”

Freeland intentó restar importancia a la controversia en una conferencia de prensa. “Mi contraparte negociadora es el embajador Lighthizer”, afirmó. “Él ha aportado buena fe y buena voluntad a la mesa de negociaciones”.

“Es una fanfarronería de Trump en el mejor de los casos, pero obviamente no va a obligar a nadie a que acepte un mal acuerdo”, dijo Jerry Dias, presidente del sindicato canadiense Unifor. “Tenemos claro que la economía de Estados Unidos es mucho más grande que la nuestra, pero que intente cohibir a la delegación canadiense, que intente insultar a los canadienses, no lo llevará a ninguna parte”.

Aun así, Freeland manifestó confianza en que Canadá pueda alcanzar “un acuerdo en el que todas las partes salgan ganando”.

Algunos pusieron en tela de juicio la postura agresiva del gobierno de Trump: concertar un acuerdo con México y apremiar a Canadá a avenirse o arriesgarse a quedar fuera.

“La estrategia adoptada por el gobierno de Trump _de ’como yo diga o no se hace nada’_ no parece propicia para llegar al sí”, dijo Michael Camunez, director general de Monarch Global Strategies, que trabajó en el Departamento de Comercio durante el gobierno del presidente Barack Obama.

Philip Levy, alto miembro en el Consejo de Chicago sobre Asuntos Globales y economista de la Casa Blanca durante el gobierno del presidente George W. Bush, dijo: “La estrategia de riesgo calculado del mandatario no ha sido muy eficaz a la fecha en cuanto a acuerdos internacionales”.

El TLCAN, que ha estado vigente 24 años, eliminó la mayoría de las barreras comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá. El comercio en la región prosperó. Sin embargo, muchos fabricantes trasladaron sus plantas al sur de la frontera para aprovechar los bajos salarios en México, y después exportaron sus productos a Estados Unidos y Canadá.

Trump asegura que el TLCAN exterminó los empleos fabriles en Estados Unidos. El presidente se ha comprometido a negociar un mejor acuerdo o retirarse del tratado. Las conversaciones para un nuevo pacto comercial comenzaron hace un año, pero se estancaron debido a las exigencias de Washington, entre ellas algunas para fomentar la manufactura en Estados Unidos.

Hace unas semanas, Estados Unidos comenzó las negociaciones con México y dejó a Canadá al margen. El mandatario mexicano Enrique Peña Nieto pretende suscribir un acuerdo antes de que concluya su mandato el 1 de diciembre. El acuerdo anunciado el lunes prevé entre otros aspectos que entre 40 y 45% del contenido de un vehículo sea fabricado en un país de América del Norte donde los trabajadores del sector automotor ganen al menos 16 dólares la hora para que puedan gozar de los beneficios fiscales del tratado, un salario que no se ve en México.

Canadá no ha presentado grandes objeciones a las cláusulas sobre autos del acuerdo entre Estados Unidos y México, ya que también beneficiaría a los trabajadores canadienses. Ninguno de los negociadores de Estados Unidos o Canadá ha mencionado públicamente los temas que los dividen.

Pero Daniel Ujczo, abogado comercial del despacho jurídico Dickinson Wright, en Ohio, y otros, afirman que los puntos conflictivos incluyen las barreras comerciales que protegen a los productores lácteos canadienses y la insistencia de Ottawa de que se mantengan las disposiciones del TLCAN para la solución de las controversias.

También discrepan por una cláusula en el acuerdo entre Estados Unidos y México que protege a los fabricantes estadounidenses de medicamentos biológicos _que son excesivamente caros y se producen en células vivas_ de la competencia de los genéricos durante 10 años en lugar de los ocho que Canadá está dispuesta a aceptar. Los canadienses temen que esa protección encarezca los medicamentos y eleve los costos de su sistema de salud.

El gobierno de Trump había insistido en que deseaba llegar a un acuerdo para el viernes, cuando comienza la cuenta regresiva de 90 días que permitirían a Peña Nieto firmar el pacto antes de que deje el cargo.

Pero las normas estadounidenses de comercio estipulan que el equipo de Washington no está obligado a hacer público el texto del nuevo acuerdo durante 30 días adicionales, lo que podría dar más tiempo para alcanzar un acuerdo con Canadá.

Denise Bode, socia en el despacho jurídico Michael Best Strategies, restó importancia a los plazos. “Si hay progresos continuarán las negociaciones hasta que se alcance un acuerdo o se advierta que no puede haberlo”, afirmó.

Freeland también restó importancia a los tiempos. “Para Canadá, la meta es tener un buen acuerdo”, dijo, “y una vez que tengamos un buen acuerdo para Canadá, habremos terminado”.
 

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El presidente Donald Trump advirtió el sábado a Canadá que “quedará afuera” de la nueva versión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) a menos que sea “justo” con las exigencias estadounidenses.

En una serie de tuits, Trump además amenazó con cancelar el acuerdo completo si el Congreso “interfiere” en las negociaciones.

“No hay necesidad política alguna de mantener a Canadá en el nuevo TLCAN”, escribió el mandatario.

Pero no queda claro si el poder ejecutivo tiene la autoridad para llegar a un acuerdo solamente con México y excluyendo a Canadá. Además, el Congreso tendría que aprobar cualquier versión nueva del TLCAN y podría negarse a darle luz verde a una versión que no incluya a Canadá.

Las negociaciones para mantener a Canadá en el pacto se reanudarán esta semana. Washington y Ottawa están tratando de resolver discrepancias como la de la industria láctea canadiense y los intentos estadounidenses de proteger a ciertas empresas farmacéuticas.

“Como hemos dicho a lo largo de toda la semana, estamos tratando de formar un TLCAN modernizado que sea bueno para la clase media y para la gente que está trabajando duro para incorporarse”, dijo Adam Austen, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá. “Si hay buena voluntad y flexibilidad de todas las partes, se podrá lograr un resultado en que ganen todos. Y por supuesto Canadá sólo firmará un acuerdo que sea bueno para Canadá”.

Trump le avisó el viernes al Congreso que esperar firmar en 90 días un acuerdo con México para reemplazar al TLCAN actual, y que espera que Canadá se integre. Cualquier acuerdo tendría que ser ratificado por el Congreso.

Tuiteó el presidente el sábado: ““No hay necesidad política alguna de mantener a Canadá en el nuevo TLCAN. Si no tenemos un acuerdo justo para Estados Unidos tras décadas de abusos, Canadá quedará afuera ... El Congreso no debe interferir con estas negociaciones o yo simplemente anularé todo el TLCAN y estaremos mucho mejor...”
 

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Estados Unidos y Canadá reanudaron el miércoles negociaciones para tratar de mantener a Canadá dentro de la nueva versión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

“Esperamos poder tener conversaciones constructivas hoy”, dijo la ministra canadiense de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland a reporteros, antes de entrar a dialogar con el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer.

La semana pasada, Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo preliminar para modificar el TLCAN, firmado originalmente en 1994. Pero Ottawa quedó fuera de esas conversaciones.

Freeland viajó a Washington la semana pasada para cuatro días de consultas en que trató de mantener a Canadá dentro del pacto. Las discrepancias entre Washington y Ottawa se basan en los subsidios a la industria láctea canadiense y los planes estadounidenses de proteger a algunas compañías farmacéuticas.
 

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El presidente Donald Trump dijo el viernes que no quiere dañar la economía de Canadá, pero también advirtió que si impone aranceles a los automóviles fabricados en el país vecino, será “devastador” para los canadienses.

“Si gravo los autos que vienen de Canadá, sería devastador. Pero no quiero hacer eso”, dijo Trump a reporteros a bordo del avión presidencial. “Sí lo uso como herramienta para negociar, donde no quieren darnos algunas cosas. Yo digo, está bien, preferiría imponer aranceles a los autos que mandas, y gano muchos puntos con eso”.

Trump vertió sus declaraciones cuando se dirigía a Fargo, Dakota del Norte, mientras la canciller canadiense Chrystia Freeland se reunía en Washington con el representante comercial de Estados Unidos Robert Lighthizer. Ambos países han estado tratando de llegar a un acuerdo que permita a Canadá mantenerse en el bloque comercial de Norteamérica con México y Estados Unidos.

Después de dos horas de sesiones, Freeland dijo a reporteros que “podrías decir en este momento que seguimos negociando”.

Freeland no dijo si las negociaciones continuarían el viernes más tarde o la próxima semana.

Lighthizer tiene planes para viajar a Bruselas la próxima semana.

Larry Kudlow, asesor económico de Trump, dijo el viernes a Fox News que el acceso de Estados Unidos al mercado de lácteos de Canadá es el único obstáculo en las negociaciones.

“Yo diría: ‘Déjalo ir’. Leche, lácteos, quita las barreras, dale un alivio a nuestros granjeros”, dijo Kudlow.

La semana pasada. Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo preliminar para remplazar el TLCAN, pero esas negociaciones excluían a Canadá, el tercer socio del pacto.
 

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Los negociadores de Canadá viajaron el martes para informar al primer ministro Justin Trudeau en persona sobre el estado de las negociaciones que sostienen con Estados Unidos del acuerdo que permitiría que Canadá permanezca en el tratado comercial de América del Norte.

La enviada de Canadá, la ministra de Asuntos Exteriores Chrystia Freeland, salió de una reunión con el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, la noche del martes. Dijo que las conversaciones estaban en un punto en el cual “es absolutamente esencial” discutirlas cara a cara con el primer ministro.

Trudeau y sus ministros sostendrán un retiro en Saskatoon, Saskatchewan, para trazar su estrategia.

El mes pasado, Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo preliminar para reemplazar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Sin embargo, aquellas conversaciones excluyeron a Canadá, el tercer país del TLCAN.
 

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Representantes estadounidenses y canadienses están negociando arduamente para que Canadá siga formando parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

A fin de mes vence un plazo para lograrlo, lo cual ejerce presión adicional.

La enviada canadiense, la ministra de Relaciones Exteriores Chrystia Freeland, reanudó el miércoles las negociaciones con el representante de Comercio de Estados Unidos Robert Lighthizer.

“Nuestros representantes realmente han estado trabajando duro, incluida una sesión de toda la noche que terminó a las 7 de la mañana”, dijo Freeland a la prensa.

El presidente Donald Trump comenzó las negociaciones el año pasado para actualizar el acuerdo comercial entre Estados Unidos, Canadá y México.

El gobierno estadounidense y el mexicano llegaron a un acuerdo preliminar el mes pasado, diseñado en parte para trasladar una mayor porción de la producción automotriz a territorio estadounidense. Pero Canadá no formó parte de dicho pacto. Freeland está tratando de mantener al segundo socio comercial de Estados Unidos dentro del bloque.

Ambas naciones se encuentran presionadas para alcanzar un acuerdo antes de que concluya el mes, cuando Lighthizer debe hacer pública una copia del texto completo del pacto con México. Hasta entonces tiene margen de maniobra para incluir a Canadá.

Entre otras cosas, los representantes discuten por los elevados aranceles de Canadá a los productos lácteos y sus políticas para conservar la cultura del país y evitar que sea opacada por las películas y los programas de televisión estadounidenses. Ottawa también quiere incluir en el nuevo acuerdo un proceso de resolución de disputas que formaba parte del TLCAN; el gobierno de Trump desea que sean las cortes estadounidenses las que tengan jurisdicción.

Trump considera el TLCAN, que entró en vigor en 1994, un desastre laboral para Estados Unidos. El acuerdo derribó la mayor parte de las barreras comerciales entre los tres países, lo que dio pie al crecimiento del comercio, pero también alentó a las automotrices y otras fábricas estadounidenses a trasladar sus operaciones al sur de la frontera para aprovechar el bajo costo de la mano de obra mexicana.

Trump ha dicho que quiere seguir adelante con un TLCAN reformado, con o sin Canadá. Sin embargo, se desconoce si el mandatario cuenta con la autorización del Congreso para buscar un pacto comercial únicamente con México, y algunos legisladores han dicho que no respaldarán un acuerdo que no incluya a Canadá.

Pero también hay quienes han incrementado la presión sobre Canadá.

“Hay miembros preocupados de que Canadá no parece estar lista ni dispuesta a hacer las concesiones necesarias para un acuerdo justo y de altos estándares”, dijo el representante republicano Steve Scalise en un comunicado esta semana. “Aunque nos gustaría que Canadá continúe perteneciendo a esta coalición de tres países, no hay una cantidad de tiempo ilimitada para que forme parte de este nuevo acuerdo”.

En Ottawa, el primer ministro canadiense Justin Trudeau dijo que los negociadores de Canadá seguirán defendiendo las posturas agrícolas de su país.

“Nuestro equipo está trabajando en Washington en este momento”, dijo. “Hemos sido muy claros en que estamos interesados en lo que pueda ser un buen acuerdo para Canadá, pero vamos a requerir cierta cantidad de movimiento para poderlo concretar”.
 

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Representantes estadounidenses y canadienses están trabajando sin parar con la intención de concretar un acuerdo para que Canadá permanezca en el bloque comercial de América del Norte antes de que venza el plazo el 30 de septiembre.

“Nuestros negociadores están prácticamente en contacto constante”, dijo la canciller canadiense Chrystia Freeland tras su reunión con el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer. “No sería una exageración decir que están trabajando las 24 horas del día y los siete días de la semana”.

Freeland se dispone a volver a Canadá el viernes para una cumbre de ministras del Exterior, pero dijo que continúa en estrecho contacto con Lighthizer por vía telefónica y correos electrónicos.

Canadá quedó excluida cuando Washington y México alcanzaron un acuerdo el mes pasado para reformar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Freeland intenta mantener al segundo mayor socio comercial de Estados Unidos dentro del pacto.

Los países están bajo presión para que alcancen un acuerdo a más tardar a fin de mes, cuando Lighthizer debe hacer pública una copia de todo el texto del acuerdo con México. Hasta entonces tiene tiempo para incluir a Canadá en el bloque comercial.

Freeland restó importancia al plazo del 30 de septiembre, diciendo que solo le importa “obtener un acuerdo que sea bueno para Canadá y para los canadienses”.

El presidente estadounidense Donald Trump ha dicho que quiere seguir adelante con la nueva versión del TLCAN, con o sin Canadá. Sin embargo, no está claro si Trump cuenta con la autoridad que el Congreso le debe dar para avanzar en un tratado solo con México. Algunos legisladores han dicho que no respaldarán un acuerdo que deje fuera a los canadienses.

Los representantes comerciales discuten cuestiones como los elevados aranceles sobre lácteos de Canadá y sus políticas destinadas a evitar que la cultura del país se vea opacada por las películas y programas de televisión de Estados Unidos, entre otras cosas. Ottawa también quiere mantener un proceso de resolución de disputas del TLCAN que Washington desea desechar.

Jerry Dias, presidente del sindicato canadiense del sector privado Unifor, se dijo “cautelosamente optimista” en torno a las negociaciones.

Estados Unidos está “reconociendo ahora que no va a haber un acuerdo” si no hace algunas concesiones a Canadá, manifestó Dias.
 

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El presidente Donald Trump dijo el miércoles que rechazó reunirse en persona con el primer ministro canadiense Justin Trudeau para examinar la disputa comercial entre ambas naciones, y reiteró que podría imponer aranceles a los vehículos importados de Canadá mientras continúan alargándose las negociaciones.

Eleanore Catenaro, portavoz de Trudeau, respondió: “No solicitamos ninguna reunión. No hay más comentarios”.

En un extraordinario reproche a su vecino, Trump manifestó su molestia con Canadá durante una conferencia de prensa efectuada al margen de la Asamblea General de Naciones Unidas, el indicio más reciente del deterioro de las relaciones bilaterales.

“Sus aranceles son demasiado altos y parece no querer retirarlos, y le dije que lo olvide”, declaró Trump en referencia a Trudeau. “Y francamente estamos pensando en gravar los vehículos procedentes de Canadá. Es el aspecto principal. El mayor”.

“Estamos muy insatisfechos con las negociaciones y el estilo de negociar de Canadá. No nos agrada demasiado su representante”, afirmó Trump, al parecer en referencia a la ministra del Exterior de Canadá, Chrystia Freeland, que ha sostenido las negociaciones con el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer.

Canadá, el segundo mayor socio comercial de Estados Unidos, no fue incluido en el acuerdo alcanzado el mes pasado entre Estados Unidos y México para renovar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Estados Unidos y Canadá enfrentan el apremio de alcanzar un acuerdo para cuando termine el mes, cuando Lighthizer debe hacer público el texto completo del pacto con México.

Sin embargo, Trump dejó entrever que podría seguir adelante con un nuevo TLCAN sin Canadá. El presidente señaló que el pacto podría llamarse “USM”, siglas en inglés de Estados Unidos y México, en lugar de USMC.

“A Canadá le falta mucho por hacer. Debo ser franco con ustedes, no nos estamos llevando bien para nada con sus negociadores. Creemos que sus negociadores se han aprovechado de nuestro país desde hace mucho tiempo”, apuntó.

Las relaciones entre ambos vecinos se han tensado desde que Trump criticó a Trudeau durante la reunión de junio del G7, al llamarlo “débil” y “deshonesto”. Las autoridades canadienses han censurado la decisión de Trump de imponer aranceles al acero canadiense por motivos de seguridad nacional.

Las conversaciones comerciales se estancaron en asuntos como los altos aranceles de Canadá a los lácteos y la pretensión de Estados Unidos de proteger a las compañías farmacéuticas de la competencia de los genéricos. En la conferencia de prensa, Trump reiteró sus quejas conocidas contra el TLCAN y la pérdida de puestos de trabajo con su afirmación de que el pacto comercial había sido “grandioso para Canadá y para México, pero muy malo para nosotros”.

El TLCAN, que entró en vigor en 1994, eliminó la mayoría de las barreras comerciales entre Estados Unidos, Canadá y México, lo que incrementó el comercio regional, pero alentó a los fabricantes estadounidenses de vehículos y de otras manufacturas a trasladar sus plantas hacia el vecino del sur para aprovechar los bajos salarios de la mano de obra local.
 

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Las disputas en torno al libre comercio en América del Norte siempre giraron alrededor de temas conocidos: los bajos sueldos de los trabajadores mexicanos. El traslado de fábricas de Estados Unidos a México. Los altos impuestos que cobra Canadá a la leche y el queso importados.

Pero los demócratas podrían tener otro punto conflictivo para el nuevo pacto comercial que promueve Donald Trump: los precios de las medicinas. Dicen que el acuerdo hará que los estadounidenses paguen más por esos productos.

El pacto renegociado que propone presidente en reemplazo del que rigió durante 25 años contiene incentivos para que las fábricas se expandan y contraten más personal en Estados Unidos, algo que sin duda les cae bien a los demócratas. Al mismo tiempo, no obstante, les daría a las empresas farmacéuticas diez años de protección de una competencia más barata en el campo de las drogas biológicas, hechas con células vivientes, que son muy caras.

Resguardadas de la competencia, las firmas farmacéuticas pueden cobrar precios exorbitantes, según los detractores de esa propuesta.

“Es una concesión escandalosa a Big Pharma”, dijo la representante demócrata Rosa DeLauro, usando una expresión que alude a las grandes firmas farmacéuticas. “El gobierno les garantiza al menos 10 años de exclusividad en el mercado de la medicina biológica. Es un monopolio. Mala política”.

Las objeciones de DeLauro y de otros demócratas súbitamente adquieren mayor importancia. La prédica contra los altos costos de las medicinas ha pasado a ser uno de los gritos de batalla de los votantes de todos los sectores. El propio Trump ha dicho que hay que hacer algo al respecto. El nuevo acuerdo comercial norteamericano debe ser aprobado por las dos cámaras legislativas y los demócratas tienen ahora mayoría en la de Representantes.

El representante Earl Blumenauer, nuevo presidente de la subcomisión de Medios y Arbitrios que lidia con el comercio, declaró a la Associated Press que “realmente no creo que esto vaya a ser aprobado por mi subcomisión”.

“Las biológicas son unas de las medicinas más caras del planeta”, señaló.

El nuevo TLCAN, ahora rebautizado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), no obstante, es un tema complejo incluso para los demócratas.

El TLCAN original, que entró en vigor en 1994, acabó con la mayoría de las barreras comerciales entre los tres países. Igual que Trump, muchos demócratas dijeron que el TLCAN alentaba a las empresas estadounidenses a trasladar sus operaciones a México para aprovechar los costos más bajos, sobre todo de mano de obra, para luego exportar los productos a Estados Unidos sin tener que pagar impuestos.

Trump pidió un nuevo tratado, más favorable para Estados Unidos y sus trabajadores. Durante más de un año, su principal negociador, Robert Lighthizer, mantuvo conversaciones con Canadá y México y logró insertar medidas pensadas para satisfacer a los demócratas y el movimiento laboral. Por ejemplo, el 40% de los autos tendrá que ser fabricado en países que pagan al menos 16 dólares la hora, en otras palabras, Estados Unidos o Canadá, para no pagar impuestos.

El nuevo pacto exige asimismo a México que aliente los sindicatos independientes para que negocien mejores sueldos y condiciones de trabajo.

Los tres países firmaron a fines del año pasado el nuevo pacto. Pero el acuerdo debe ser aprobado ahora por las legislaturas de las tres naciones. Mientras tanto seguirá en vigor el viejo TLCAN.

El gran interrogante ahora es si los demócratas apoyarán un acuerdo que, si bien satisface algunas de sus principales inquietudes respecto al TLCAN, le daría una victoria política a Trump. Varios dicen que todavía habría que resolver algunas cosas antes de que se lo someta a votación.

Las protecciones a las farmacéuticas es un tema aparte. Muchos demócratas las cuestionaron incluso cuando el gobierno de Barack Obama negoció ocho años de protección para las biológicas ante la competencia de las “biosimilares”, como se denomina a copias más baratas, en un tratado entre 12 naciones de la cuenca del Pacífico.

Trump abandonó ese tratado en su primera semana en la presidencia. La poderosa industria farmacéutica, sin embargo, no se cruzó de brazos y siguió haciendo presión, hasta conseguir que se agregasen otros dos años de protecciones al T-MEC.

El gobierno y los laboratorios afirman que las empresas que fabrican biológicas necesitan beneficiarse durante cierto tiempo de sus creaciones antes de que ingresen al mercado copias más baratas. De lo contrario, tendrán menos incentivos para seguir produciendo medicinas.

Los altos precios de las drogas están asomando como un fuerte argumento para que los demócratas se opongan al T-MEC. En diciembre, Stanley Greenberg, estratega y encuestador demócrata, estudió las opiniones de personas que votaron por Trump sin ser republicanos en Michigan y Wisconsin. Algunas incluso habían votado por Barack Obama. Otras se describían como independientes. El tipo de votante que los demócratas esperan captar en el 2020.

Greenberg dijo que le asombró el nivel de hostilidad que expresaron hacia las empresas farmacéuticas y hacia la idea de que el pacto comercial las vaya a proteger.

El consenso fue que “Trump debía renegociar (el TLCAN) para que favoreciese a los trabajadores estadounidenses. Pero esto debe ser producto de los cabilderos que operan entre bambalinas” para favorecer los intereses de ciertos sectores, señaló Greenberg, quien está casado con DeLauro.

“Los demócratas no tienen incentivo alguno para aprobar esto” en la antesala de las elecciones presidenciales del año que viene, opinó Philip Levy, del Chicago Council on Global Affairs y quien fuese economista de la Casa Blanca bajo el gobierno de George W. Bush hijo.
 
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